Cien años de grandes discursos
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Cien años de grandes discursos

Desde 1916 hasta la actualidad

  1. 264 páginas
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Cien años de grandes discursos

Desde 1916 hasta la actualidad

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Información del libro

Una selección de los treinta discursos más representativos de la historia de los últimos cien años. Unos textos que recogen los elementos más representativos del pensamiento político y social del mundo contemporáneo y que expresan los valores de la paz, la libertad, la dignidad, la seguridad y la búsqueda del bienestar que resultan indispensables para entendernos a nosotros mismos y a la sociedad en que vivimos.Desde los "Catorce Puntos" de Thomas Wilson que ofrecían una propuesta de paz y convivencia tras los desastres de la Primera Guerra Mundial, hasta el impulso ético del papa Francisco I o el cambio radical de política hacia Cuba propugnado por Barack Obama. Un libro indispensable para comprender el mundo contemporáneo y la actualidad política y social de nuestro tiempo.

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Información

Editorial
Plataforma
Año
2017
ISBN
9788416820856
Categoría
Historia

«Gran Bretaña despierta»

Discurso en el Kensington Town Hall
MARGARET THATCHER
[19 de enero de 1979]
Tras una dilatada carrera política, que se inició en 1950, siempre en las filas del Partido Conservador, Margaret Thatcher (1925-2013) se convirtió en la líder del partido en 1975 y en primera ministra de Gran Bretaña de 1979 a 1990, y fue la primera mujer en ocupar el liderazgo de un partido y de un gobierno. De ideas fuertemente conservadoras y anticomunistas, encabezó con el presidente norteamericano Ronald Reagan la extensión de las ideas y las políticas neoconservadoras que dominaron el panorama internacional durante buena parte de las décadas de 1980 y 1990. Su llegada al gobierno y la aplicación de una política monetarista y neoliberal, que impulsó la privatización de amplios sectores de los servicios públicos, provocó la virulenta reacción de los sindicatos, en especial de la minería, que desencadenaron una oleada de huelgas que sumieron el país en una difícil situación social y económica. En política exterior, se situó claramente al lado de los Estados Unidos en la carrera armamentística con el bloque soviético e intentó recuperar la grandeza del Imperio con acciones tan cuestionadas como la guerra de las Malvinas. Su carácter dominante y el estricto control sobre los miembros de su gobierno le valieron el sobrenombre de «la Dama de Hierro». No obstante, este apodo apareció por primera vez en el diario Estrella Roja del ejército soviético como respuesta a este discurso, en el que fijaba las prioridades de su política exterior y señalaba a la Unión Soviética como el enemigo que batir.
El primer deber de cualquier Gobierno es salvaguardar a su pueblo contra la agresión externa. Garantizar la supervivencia de nuestro estilo de vida.
La pregunta que debemos plantearnos es si el Gobierno actual está cumpliendo con su deber. Está desmantelando nuestras defensas en un momento en que la amenaza estratégica contra Gran Bretaña y sus aliados por parte de una potencia expansionista es más grave que en cualquier otro momento desde el final de la última guerra.
Los militares siempre nos están avisando de que el equilibrio estratégico se está volviendo contra la OTAN y Occidente.
Pero los socialistas nunca escuchan.
Parece que no se dan cuenta de que los submarinos y los misiles que los rusos están construyendo podrían usarse contra nosotros.
Quizás algunas personas en el Partido Laborista creen que estamos del mismo lado que los rusos.
Pero solo tenéis que mirar lo que hacen los rusos.
Están gobernados por una dictadura de hombres pacientes, decididos y con visión de futuro que están convirtiendo su país en la potencia naval y militar más importante del mundo.
No lo están haciendo solo para defenderse.
Un país enorme y básicamente terrestre como Rusia no necesita construir la fuerza naval más poderosa del mundo solo para guardar sus propias fronteras.
No. Los rusos buscan el dominio mundial y están adquiriendo con rapidez los medios para convertirse en la nación imperial más poderosa que ha conocido el mundo.
Los hombres en el politburó soviético no tienen que preocuparse por las idas y venidas de la opinión pública. Ponen las armas por delante de la mantequilla, mientras que nosotros lo ponemos todo antes que las armas.
Saben que son una superpotencia en un único aspecto: el aspecto militar.
Son un fracaso en términos humanos y económicos.
Pero no nos llevemos a engaño. Los rusos calculan que su fuerza militar compensará de sobras su debilidad económica y social. Están decididos a utilizarla para obtener de nosotros todo lo que quieran.
El año pasado, en vísperas de la Conferencia de Helsinki, advertí que la Unión Soviética está gastando un 20 por ciento más cada año que los Estados Unidos en investigación y desarrollo militar. Un 25 por ciento más en armas y equipos. Un 60 por ciento más en fuerzas nucleares estratégicas.
En los últimos diez años Rusia ha gastado un 50 por ciento más que los Estados Unidos en construcción naval.
Algunos expertos militares creen que Rusia ya ha alcanzado la superioridad estratégica sobre los Estados Unidos.
Pero es el equilibrio de las fuerzas convencionales lo que representa el peligro más inmediato para la OTAN.
El jueves voy a visitar nuestras tropas en Alemania. Voy en un momento en que las fuerzas del Pacto de Varsovia –es decir, las fuerzas de Rusia y sus aliados– en Europa central superan a las de la OTAN en 150.000 hombres, cerca de 10.000 tanques y 2.600 aviones. No podemos permitir que se incremente esta diferencia.
Pero han aparecido huecos mucho más serios en otros lugares, en especial en la problemática región de Europa del sur y el Mediterráneo.
El auge de Rusia como una potencia naval mundial amenaza nuestros oleoductos y nuestras vías de abastecimiento tradicionales: las rutas marítimas.
Durante los últimos diez años, los rusos han cuadruplicado su fuerza de submarinos nucleares. Ahora están construyendo un submarino nuclear al mes.
Están buscando para instalar nuevas bases navales por todo el mundo, mientras que nosotros estamos abandonando las pocas bases que nos quedan.
Han penetrado en el océano Índico. Representan una amenaza creciente en nuestras aguas septentrionales y, más hacia el este, para las rutas marítimas vitales para Japón.
La armada soviética no está diseñada para la autodefensa. No es necesario imaginar una guerra nuclear global, ni siquiera una guerra convencional, para ver cómo se podría utilizar con propósitos políticos.
Yo sería la primera en dar la bienvenida a cualquier indicio de que los rusos están dispuestos a entrar en una distensión genuina. Pero me temo que las pruebas señalan hacia el otro lado.
Advertí antes de Helsinki de los peligros de caer en una distensión ilusoria. En aquel momento algunos mostraron su escepticismo, pero ahora vemos que mi aviso estaba plenamente justificado.
¿La distensión ha inducido a los rusos a recortar su programa de defensa?
¿Los ha disuadido de una intervención descarada en Angola?
¿Ha provocado alguna mejora en las condiciones de los ciudadanos soviéticos o de las poblaciones sometidas de Europa oriental?
Conocemos las respuestas.
En Helsinki apoyamos el statu quo en Europa oriental. A cambio teníamos la esperanza de un movimiento más libre de personas e ideas a través del telón de acero. Hasta el momento no hemos obtenido nada significativo.
Estamos comprometidos, como lo hemos estado siempre, con el mantenimiento de la paz.
Daremos la bienvenida a cualquier iniciativa de la Unión Soviética que contribuya a ese fin.
Pero también debemos escuchar las advertencias de aquellos que, como Alexander Solzhenitsyn, nos recuerdan que hemos estado librando una especie de «Tercera Guerra Mundial» durante todo el período desde 1945, y que constantemente hemos estado perdiendo terreno.
Si miramos atrás hacia las batallas de los últimos años, hacia la lista de los países que se han perdido para la libertad o están en peligro por la expansión soviética, ¿podemos negar que Solzhenitsyn tiene razón?
Hemos visto Vietnam y toda Indochina devorada por la agresión comunista. Hemos visto cómo los comunistas han intentado abiertamente ocupar el poder en Portugal, nuestro aliado más antiguo, lo que es una señal de que muchas de las batallas en la Tercera Guerra Mundial se están librando dentro de los países occidentales.
Y ahora la Unión Soviética y sus satélites están inyectando dinero, armas y tropas de choque en Angola con la esperanza de arrastrarlo hacia el bloque comunista.
Debemos recordar que no existen Reglas de Queensberry en el combate que está ahora en marcha. Y los rusos están jugando para ganar.
Tienen una gran ventaja sobre nosotros: las batallas se libran en nuestro territorio, no en el suyo.
Una semana después de la Conferencia de Helsinki, el señor Zarodov, un destacado ideólogo soviético, estaba escribiendo en Pravda sobre la necesidad de los partidos comunistas occidentales de que olviden los compromisos tácticos con los socialdemócratas y que asuman la ofensiva para realizar la revolución proletaria.
Más tarde, el señor Breznev pronunció una declaración en la que respaldó personalmente este artículo.
Si esta es la línea que el liderazgo soviético adopta en el congreso de su partido el próximo mes, entonces debemos hacer caso a sus advertencias. No habrá duda de que también va por nosotros.
En Gran Bretaña no podemos bajarnos del mundo.
Si no somos capaces de comprender por qué los rusos se están convirtiendo rápidamente en la potencia naval y militar más grande que el mundo ha visto nunca, si no podemos extraer la lección de lo que han intentado en Portugal y que ahora están intentando en Angola, entonces estamos destinados, según sus propias palabras, a terminar en «el basurero de la historia».
Consideramos nuestra alianza con los norteamericanos y con la OTAN como la garantía principal de nuestra propia seguridad y, en el mundo más allá de Europa, los Estados Unidos siguen siendo el principal campeón de la libertad.
Pero todos somos conscientes de cómo la amarga experien...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Introducción
  6. Declaración de independencia de los pueblos árabes del Imperio otomano
  7. Los «Catorce Puntos»
  8. Discurso de cervecería
  9. Primer discurso inaugural
  10. Sangre, sudor y lágrimas
  11. El telón de acero
  12. A los Altos Comisionados Aliados
  13. La historia me absolverá
  14. Argelia decidirá su propio futuro
  15. Discurso de apertura del Concilio Vaticano II
  16. «Ich bin ein Berliner»
  17. «Tengo un sueño»
  18. Mensaje a los pueblos del mundo
  19. Último mensaje
  20. Discurso radiotelevisado sobre la Ley de Reforma Política
  21. Discurso ante el Parlamento israelí
  22. «Gran Bretaña despierta»
  23. Discurso televisado del 23-F
  24. Discurso en la sinagoga de Roma
  25. Discurso en la Puerta de Brandemburgo
  26. Discurso radiotelevisado con motivo de la reunificación alemana
  27. Mensaje de despedida
  28. Primer discurso inaugural
  29. Discurso inaugural
  30. Mensaje a la nación
  31. Discurso de graduación en la universidad de Stanford
  32. «Sí, podemos»
  33. Declaración de renuncia
  34. Mensaje de abdicación
  35. Discurso ante el Parlamento Europeo
  36. Declaración sobre el cambio de política hacia Cuba
  37. Discurso de aceptación de la nominación a la presidencia por el Partido Republicano
  38. Discurso de aceptación del Premio Cecil B. De Mille en los Globos de Oro
  39. Notas
  40. Colofón