Aproximaciones a la filosofía política de la ciencia
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Aproximaciones a la filosofía política de la ciencia

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Es tarea indispensable de la filosofía política de la ciencia asumir el análisis crítico de las condiciones que harían compatible el desarrollo de la ciencia y la tecnología con el fortalecimiento de la democracia esta tarea se hace más urgente en el contexto del mundo actual en la que ciencia, la tecnología y las nuevas tecnociencias, constituyen el factor principal, tanto para la conservación del orden social como para su transformación del orden social como para su transformación en la ambiguamente llamada "sociedad del conocimiento".El volumen que el lector tiene en sus manos se origino en congreso internacional de filosofía política de la ciencia, realizado en febrero del 2005 en la facultad de filosofía y letras de la Universidad Autónoma de México.

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La construcción política del genoma del mestizo mexicano
Carlos López Beltrán / Francisco Vergara Silva

Presentación
En este capítulo queremos describir, contextualizar y analizar el episodio reciente en el que el grupo de biomédicos que conformaron el Instituto Nacional de Medicina Genómica (inmegen) en los primeros años de su existencia (2005-2009), dirigió sus mayores esfuerzos hacia un proyecto de investigación poblacional que fue llamado por sus impulsores el “genoma mestizo de los mexicanos”. Como varias otras iniciativas genómicas nacionales, aquélla aspiraba a enfrentar importantes problemas nacionales de salud putativamente asociados a enfermedades comunes que, se afirmó, son consecuencia de las particularidades genómicas de los mexicanos. En este trabajo enfocaremos nuestra atención y algunas críticas a las estrategias retóricas, políticas y metodológicas que aquel pequeño grupo de científicos mexicanos, dirigido por Gerardo Jiménez Sánchez, fue utilizando en esos años para convencer a varios sectores del público, de que un constructo teórico como el “genoma del mestizo mexicano” es un hecho biológico y un recurso económico, y que la fundación de una institución especial de investigación, como inmegen, valía la pena, pues ésta le daría con el tiempo el poder patrimonial a los mexicanos sobre tal “recurso”. En el contexto de las muchas críticas y contra críticas que en las últimas décadas se han venido dando en relación al uso de “raza” como una categoría válida dentro de la investigación biomédica, queremos aquí usar este ejemplo mexicano para desarrollar una serie de cuestionamientos sobre la validez científica y ética de la creación y la inserción en el discurso científico de constructos teóricos racialistas imaginarios, como el “genoma mestizo”, que sólo sirven al propósito de apuntalar los intereses de ciertos grupos particulares de médicos y genetistas. En el caso mexicano que nos ocupa, el interés central en este periodo fue establecer y robustecer en el seno del estado mexicano una institución de investigación de medicina genómica fuertemente apoyada con recursos públicos. Nos interesa en particular analizar cómo el grupo responsable de inmegen intentó cambiar, propagandísticamente y apelando a la noción identitaria mexicana del mestizo, un escenario público nacional respecto a la genómica médica a partir de que el interés era bastante débil y no era clara la prudencia en destinar porciones altas del presupuesto nacional de salud pública a la secuenciación y genotipado del adn “nacional”, en un escenario favorable a ello y, en apariencia, ideal, para poner en marcha una empresa costosa –pero no necesariamente con valor científico–, completamente afín a las dinámicas marcadas por centros importantes que impulsan a nivel mundial las iniciativas de medicina genómica y de farmacogenómica; algunos de ellos bajo control privado y transnacional.
Casi desde su fundación en 2004, los promotores de inmegen apelaron a sentimientos nacionalistas y chovinistas en relación a controlar una propiedad nacional (“nuestro genoma mexicano”). Por otro lado, siguiendo una retórica de promesas importada, ofrecieron enormes ahorros futuros en el gasto gubernamental en salud por el inminente arribo de una capacidad de prevención individualizada de la enfermedad, y el diseño de tratamientos farmacogenómicos ante padecimientos comunes y complejos, como diabetes, obesidad, cáncer, hipertensión y otros fenotipos clínicos. Estas afirmaciones jugaron un papel significativo en el éxito institucional y político alcanzado por los impulsores de inmegen. Entre otras cosas queremos destacar cómo en la creación de nociones racialistas singulares e impactantes para el público, como “genoma mestizo”, “genoma amerindio”, y otras similares, se hizo un uso alegre de términos acuñados en el contexto de esferas disciplinares ajenas a la biomedicina, y cómo fueron desplegadas en torno a ella a conveniencia y sin cuidar de respetar los sentidos y debates que han originado esas nociones en sus contextos originales. Y sobre todo es importante señalar que esto ocurrió casi sin críticas, ni en el espacio público donde principalmente se desplegó la campaña, ni en los círculos científicos. En términos generales imperó la docilidad en los públicos ante quienes se les fueron presentando los sucesivos avances, básicamente propagandísticos, hasta mayo de 2009.1
Una mirada somera enseña que fue la retórica la que reforzó la imagen de una supuesta modernización, la que puso a un país normalmente atrasado, en términos científicos, al nivel de las fronteras de la investigación, la que se desplegó para preparar una poderosa trama que aparentemente logró adormecer la mirada crítica de las comunidades científica y médica, y eludir la cautela presupuestaria de economistas y políticos, logrando el flujo del apoyo financiero sin diálogos o discusiones públicas previas significativas, para evaluar los beneficios reales –relacionados con la ciencia o la salud– y los riegos y salidas falsas potenciales de un proyecto como éste.
Una consecuencia de estas circunstancias ha sido que la intención científica de descubrir el “genoma mestizo”,2 se promocionó como una de las empresas más obviamente importantes y naturales, cuando de hecho lo fácil es argumentar que se trata de una noción fantasmal, con una fuerte carga ideológica. Un elemento importante en la estrategia para asegurar el financiamiento del proyecto global del inmegen a partir de diferentes fuentes, fue una campaña de medios de comunicación cuidadosamente manejada, en la cual la presencia permanente en la prensa fue dando cobertura a cada uno de los grandes o pequeños pasos, insistiendo siempre en los mismos temas: la singularidad de los genes del mestizo, su valor como rarezas génicas con posibles aplicaciones, la necesidad local de controlar el patrimonio genómico nacional (mexicano), y los ahorros en salud que las aplicaciones farmacogenómicas de este proyecto traerían al país en el futuro. Un beneficio adicional, que a veces se mencionó, es que este conocimiento podría ser utilizado también para otras poblaciones americanas mestizas al norte y al sur de México; algo que podría llegar a traer algún beneficio económico en divisas extranjeras.
Adelantamos que una de nuestras principales conclusiones es que la estrategia mediática orquestada por inmegen consiguió amortiguar o desviar exitosamente el debate público, alejándolo de cualquier asunto que pudiera poner en peligro el tranquilo proceder y la recepción de sus iniciativas en medicina genómica. Nos parece además que tales estrategias no fueron impuestas de forma autoritaria. Los voceros de inmegen fueron capaces de eludir serenamente las posibles críticas relacionadas con el carácter racializado de sus iniciativas, dando respuestas antirracistas, si eso era lo pertinente, y en general dándole a cada público lo que suponía, quería o necesitaba. Así, las afirmaciones habituales de los médicos que mencionaban una identidad histórica compartida, una “ancestría común mestiza”, encontraron inmediatamente eco en los periodistas y en los políticos, y presumiblemente en el público. Todos ellos comparten (parece) la apolillada ideología racial y social de que México es esencialmente una nación de mestizos.3
Entre los asuntos espinosos que casi nadie pidió esclarecer a quienes enarbolaron con bombo y platillo este proyecto está el que justificara racionalmente la pertinencia de presumir (real o retóricamente) la existencia de un genoma característico del mexicano; un genoma peculiar, local, racialmente mezclado, que comparten la mayoría de los habitantes de un Estado nacional con una historia demográfica tan compleja como la de México. Asimismo, fue muy poco cuestionada la decisión de considerar que las fronteras políticas (y la posesión de pasaporte) son un criterio razonable de demarcación para ubicar una población biológica –una a la que podría adscribirse de manera razonable una estructura poblacional genética particular y singular. El caso de las estrategias seguidas por los biomédicos durante la primera etapa de inmegen, podrían tomarse como un ejemplo señero de una serie de desarrollos similares que se han venido dando en todo el mundo, de lo que podríamos llamar una oportunista, y muy riesgosa, re-racialización de la investigación genética de las poblaciones humanas. Éstas han surgido en distintos lugares y contextos gracias a la disponibilidad de las tecnologías de secuenciación genómica, y al crecimiento de los intereses biomédicos y biopolíticos que examinan y controlan poblaciones “regionales” particulares. El espectro de las diferencias raciales biológicamente afincadas recuperó por ello mucho terreno. Las muchas cautelas de prudencia y de ética mínima que se habían intentado poner ante la investigación, después de los escándalos bioéticos de gestión científica de la eugenesia y la ciencia nazi, fueron alegremente echadas por la borda.4
En otros artículos hemos analizado muy detalladamente el proyecto poblacional del inmegen, usando como eje la única y delgada publicación científica que, hasta mediados de 2009, consiguió realizar el equipo de Jiménez Sánchez. Como es sabido, el 11 de mayo de 2009, en una ceremonia oficial ampliamente publicitada, Gerardo Jiménez Sánchez, todavía director de inmegen, de un modo curioso y hasta carnavalesco, personal y públicamente entregó al presidente Felipe Calderón un pequeño paper recién aparecido, envuelto en un aparatoso paquete cuyo contenido merecería un trabajo semiótico especial. El trabajo entregado fue realizado por el personal del inmegen, de apenas seis páginas, apareció en la revista de la Academia Nacional de Ciencias Estadounidense (pnas), y aunque modestamente se llama “Análisis de la diversidad genómica en poblaciones mestizas mexicanas para desarrollar la medicina genómica en México”, fue publicitado con letras capitales como El Genoma del Mestizo Mexicano: el logro tan anunciado que, bien visto, no es ni puede ser tal cosa. No repetiremos aquí lo que hemos ya desmenuzado con detalle en otros lados sobre el origen, los alcances y el verdadero significado de este trabajo, y sobre su inserción en la compleja ecología de la genómica poblacional humana en México y en el mundo. Nos interesa ahora dar un paso atrás y revisitar el contexto de la racialización de la investigación genómica humana, durante los primeros años de ese ambicioso y hasta ahora empantanado esfuerzo llamado inmegen.5
Raza y ciencia en el siglo xx
Ahora parece claro que el advenimiento de la genómica a finales del siglo pasado, renovó y vigorizó los debates sobre las bases biológicas de las divisiones raciales de las poblaciones humanas. Hace algunas décadas, la tendencia de los científicos era minimizar la noción de que la ciencia –es decir, la biología y la antropología física– podía utilizarse como fuente de apoyo para la creencia en agrupaciones raciales objetivas, definidas por series de diferencias naturales hereditarias. Particularmente después del esfuerzo concertado de la unesco6 y de varias asociaciones profesionales, como la American Anthropological Association, durante los años 50 y 60 (y hasta los 90), la opinión de los científicos razonables y cautos, y de muchos de los medios de divulgación científica, era que el uso de “raza” como recurso clasificatorio de los humanos, no sólo era políticamente dudoso, sino científicamente erróneo y casi inútil. Era mejor que la ciencia –parecía haberse acordado– evitara tener contacto con la noción decimonónica y cerril de “raza”. Independientemente de su abominable historia, dentro y fuera de la ciencia, el concepto de “raza” no captura ninguna división objetiva entre los humanos, tal y como parecía evidenciar la nueva genética de poblaciones.7 En su lugar, se han propuesto varias maneras deabordar la cuestión de definir biológic...

Índice

  1. Introducción: las dimensiones políticas de la ciencia y la tecnología Carlos López Beltrán y Ambrosio Velasco Gómez
  2. Perspectivas generales
  3. La filosofía política de la ciencia: una perspectiva histórica Stephen Turner
  4. Para una nueva epistemología política: entre la naturaleza absolutizada y la política relativizada Antonio Arellano Hernández
  5. La filosofía política de la ciencia y el principio de precaución Alfredo Marcos
  6. El error baconiano ¿qué hay de la naturaleza?
  7. La vinculación del investigador con las diferentes formas de poder Adolfo Olea Franco
  8. Equidad epistémica, racionalidad y diversidad cultural Ambrosio Velasco Gómez
  9. Ciencia y democracia
  10. Axiología
  11. Rescatando la izquierda de Darwin en el siglo XXI
  12. Conocimiento y democracia: el valor epistémico y político de la opinión pública en la filosofía de J. Dewey María Cristina Di Gregori / Cecilia Durán
  13. Neutralidad axiológica y filosofía política de la ciencia y la tecnología José Miguel Esteban
  14. Una nueva unidad no estándar de análisis Ricardo J. Gómez
  15. Ciencia, tecnología y sociedad
  16. Paradojas y cuestiones abiertas en la política de fomento de la innovación tecnológica
  17. Ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo sustentable. Elementos para un marco de referencia* Hebe Vessuri
  18. Ciencia, tecnología y (auténtica) democracia
  19. Ciencia y política: una pareja sin romance Matthias Kaiser
  20. La caracterización del riesgo tecnológico como problema filosófico Sergio F. Martínez
  21. Participación ciudadana, gestión y evaluación tecnocientífica* León Olivé
  22. Valoración social del riesgo tecnocientífico: controversias sobre el desarrollo y la innovación* Jorge Linares Salgado
  23. Estudios de caso
  24. Entre ciencia, política internacional y comunidades científicas Episodios en mexicanística de principios del siglo xx* Mechthild Rutsch
  25. Introducción e institucionalización de la genética en México en la primera mitad del siglo xx* Ana Barahona
  26. El imperio francés, el emperador austriaco y la tradición científica mexicana Rafael Guevara Fefer
  27. Determinismo tecnológico revisitado: algunas ideas en torno al impacto de la biotecnología en nuestras vidas –¿o viceversa? Edna Suárez Díaz
  28. La construcción política del genoma del mestizo mexicano Carlos López Beltrán / Francisco Vergara Silva
  29. Aviso Legal