Benín

VVAA

• Editorial: Alhenamedia
• Año: 2020
• ISBN:
  9791033199885
• Categoría: Desarrollo personal
• Categoría: Viajes

Viajar a Benín es descubrir los hermosos paisajes de lagunas de la costa, deslizarse sobre las aguas mezcladas del río y el mar, rodeadas de una vegetación exuberante, y pasear por los pueblos de los alrededores, que protegen innumerables ídolos.Es aquí, en el sur, donde podemos acercarnos alvudú, este misterioso culto tan poderoso que ha sido capaz de atravesar el Atlántico. En Abomey, antigua ciudad real, hay que visitar los palacios descalzos para capturar el aura del rey que se fue y no molestar a los antepasados. Benín es también ese país de relieve montañoso en el norte, donde el agua se precipita sobre rocas planas y donde se pueden observar antílopes, elefantes y, se dice, leones. La visita a los parques nacionales es, por tanto, una aventura que no sabemos lo que nos deparará, salvo el espectáculo de los paisajes más secos que anuncian la proximidad del Sahel. En esta región donde las mujeres fulani asombran a todo el mundo con su estética colorista y refinada, donde los pastores, vestidos de azul eléctrico, llevan una bolsa blanca de Chanel, donde los bariba organizan todavía suntuosos desfiles ecuestres…Al dirigirnos hacia Burkina Faso, en la región de Atakora, que ha permanecido aislada durante largo tiempo, se tiene la impresión de descubrir pueblos todavía vírgenes en los que el turismo es algo casi desconocido. Ahí, como en otros lugares, será recibido de manera simple y calurosa. Y, por supuesto, en Cotonú, el ritmo de la vida es todo menos pacífico. Sin embargo, siempre es posible encontrar una zona tranquila al doblar una esquina o en la terraza de un bar, para poder charlar tranquilamente o participar en un animado debate. Así es la vida en Benín, un pequeño paraíso para quien sepa dedicarle el tiempo suficiente para interesarse por sus múltiples facetas.

COTONÚ Y EL ATLÁNTICO

© C. THARREAU – Association 1,2,3 Déclics

Cotonú

Cotonú - En las calles de Cotonú.

© Peeter VIISIMAA – iStockphoto

Situado entre el río Ouémé y un brazo del río Mono que se adentra lánguidamente en el golfo de Guinea, Cotonú exhibe orgullosamente las ventajas de una metrópolis moderna. O al menos lo intenta. Vibrante, dinámica y muy contaminada, la capital económica beninesa alberga el palacio de la Presidencia y todos los grandes ministerios, así como el único aeropuerto internacional del país. «Cototrous» («Cotoagujeros»), como la llaman los habitantes de la ciudad, ha tapado por fin la gran mayoría de las heridas que desfiguraban el asfalto de sus bulevares. Queda por saber si las tiritas resistirán las temporadas de lluvia, a menudo sinónimo de inundaciones en los barrios más humildes. Los adoquines rojos de laterita proliferan a lo largo de los grandes bulevares, proporcionando vías de circulación seguras durante más tiempo, ¡aunque conducir en Cotonú es una actividad de riesgo para los novatos! El bullicio de los {1}zemidjians{/1}, las pequeñas moto-taxis que funcionan con gasolina adulterada y cuyos conductores tienen fama de kamikazes, ha hecho de la travesía de Cotonú un verdadero deporte. Una única solución: todo irá bien si se evita circular después de las seis y media de la tarde, hora de salida de las oficinas, o corre el riesgo de permanecer parado durante horas. A menos que vaya en {1}zem{/1}, por supuesto.

Aunque Porto Novo sigue siendo la capital oficial (aunque sólo alberga la Asamblea Nacional), Cotonú se impone como el principal polo de atracción de Benín, con su puerto comercial que marca el ritmo de vida de la ciudad con la descarga de los barcos. Sin embargo, el hecho de que sea principalmente una ciudad portuaria no significa que esté volcada hacia el mar. Su entorno natural es la laguna. Para llegar a otras regiones del país, hay que atravesarla. Sin duda, será una imagen digna de recordar. Para expandirse, la urbe erigida por los franceses ha tenido que saltar al otro lado del canal que une el lago Nokoué con el mar. Y como desgraciadamente el lago tiende a desbordarse en la estación de lluvias, el agua invade las calles. Si va a pie, espere. La geografía está hecha así. Construido sobre un cordón lagunar, Cotonú se encuentra por debajo del nivel del mar.

Los imprescindibles de Cotonú y el Atlántico

Perderse en el mercado de Dantopka es una oportunidad para tomar el pulso de la ciudad y conocer a sus habitantes.

Bañarse en la playa de Fidjrossé y aprovechar para recorrer la ruta de los Pescadores, un cordón de arena que conecta Cotonú con Ouidah.

Recorrer la avenida Juan Pablo II, donde se encuentra la mayoría de administraciones e instituciones del país (presidencias y ministerios).

Degustar la cocina de mercado en un maquis y pasear por el barrio Jonquet, el más animado de Cotonú.

Visitar la Fundación Zinsou, el museo de África Occidental dedicado al arte moderno.

Descubrir los pueblos lacustres de la costa, entre ellos, por supuesto, Ganvié, pero hay otros muchos menos conocidos, como Sô-Tchanhoué y Sô-Ava.

Recorrer la ruta de los Esclavos en Ouidah e impregnarse de su ambiente particular, a menudo algo apabullante.

Historia

Historia - Estatua en Cotonú.

© CT/ASSOCIATION 1,2,3 DECLICS

Durante mucho tiempo, el territorio de Cotonú permaneció bajo la tutela del reino dahomeyano. Del siglo XVII al XIX, los reyes de Abomey controlaban todas las localidades entre Allada y el litoral. No obstante, a excepción de algunos pueblos de pescadores situados a orillas del lago Nokoué, la localidad de Cotonú apenas estaba habitada hasta que el rey Agadja (1708-1732) envió a gente del pueblo fon para que se instalara allí. De toda...

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