1. Emprende, una actitud vital propia de la gente de calidad
Te confieso que he dedicado más de la mitad de mi vida a emprender y fomentar el espíritu emprendedor. Convivo con emprendedores a diario. A lo largo de mi trayectoria profesional he emprendido, he formado y asesorado a emprendedores, he colaborado con firmas de capital riesgo que invertían en proyectos emprendedores, he liderado intraemprendimientos en organizaciones ya existentes, he ayudado a muchas empresas a desarrollar cultura emprendedora y crecer hasta convertirse en grandes empresas líderes… Todo ello viajando por multitud de países y compartiendo vivencias con gente muy, pero que muy diversa. Este bagaje me permite decirte con toda firmeza que un mundo emprendedor es un mundo mejor. Y también compartir contigo otra profunda convicción, la GE es GQ. La GEGQ es de las mejores especies que pueblan este complejo mundo del siglo XXI. Por eso te animo lector a que contribuyamos todos a la necesaria revolución emprendedora que tanto necesita nuestra sociedad.
Como verás, a lo largo del libro estaré hablándote de emprender en sentido amplio, como esa actitud vital que te mueve y motiva a pasar por la vida dejando huella. Dejar tu sello allá por donde el destino y tus intereses te vayan llevando. Mirar atrás y observar con orgullo la obra creada. Porque emprender supone aportar valor y provocar avances. Verdadero progreso.
Además, por si no lo sabías, he tenido la enorme fortuna de desarrollar buena parte de mi carrera en el ámbito de una escuela de negocios de prestigio internacional como es el IE Business School. Un ejemplo de historia emprendedora con un emprendedor de raza al frente como Diego Alcázar Silvela. Creo que una escuela de negocios líder debe jugar un papel relevante en la sociedad civil. Pues, además de su misión formativa, constituye una plataforma de creación de estados de opinión. No puedo por menos que intentar aprovechar esta oportunidad para seguir contribuyendo al fomento del espíritu emprendedor en nuestra sociedad. Para que dejemos a nuestros hijos un mundo con más GEGQ, un mundo mejor, un mundo más libre, un mundo con más oportunidades. Un mundo más feliz.
Ése es el gran propósito con el que nace este libro que ahora empiezas a leer: poner en valor a la GE, y compartir historias y pautas de comportamiento/pensamiento/acción de personas emprendedoras. Para que te pueda servir como aprendizaje si es que te animas a seguir leyendo, bien porque ya te consideres emprendedor, bien porque creas que te ha llegado la hora de sacar tu vertiente emprendedora. Emprender con éxito es una labor complejísima y las experiencias que vamos a compartir pueden ser una ayuda útil para facilitarte esa ardua tarea.
La sociedad ha evolucionado mucho y el emprendedurismo ha ido ganando terreno en muchas facetas de nuestra vida. Por ejemplo, si buscas programas de formación para emprendedores, puedes encontrarlos a millares. Por seguir con el ámbito académico, son muchos más los profesores que tratan de especializarse e investigar en materia de emprendedurismo, cuando hasta hace poco, aunque no lo reconocerán en público, ésta era considerada una materia soft de escasa relevancia, propia de una moda pasajera. Los medios de comunicación, muy poco a poco, comienzan a dedicar algún espacio a los emprendedores y al fenómeno emprendedor. Desde las administraciones de muchos países e instituciones supranacionales se trata de impulsar y facilitar la labor de los emprendedores.
No obstante, me sigue pareciendo que hacen falta medidas mucho más audaces para crear una sociedad más emprendedora, especialmente en lugares de Europa (y en España específicamente) y Latinoamérica, donde todavía hay demasiadas veces una mirada sospechosa sobre la figura del emprendedor. El emprendedor necesita una mirada cómplice de la sociedad y sus gobernantes. Pero ¿quién crea empleo ahora que el trabajo por desgracia es un bien tan escaso en muchos países? ¿Quién contribuye a generar riqueza y sostener así el Estado del bienestar? ¿Quién va a dar a nuestros hijos oportunidades de desarrollo en el futuro? En la mayoría de países que conozco mejor tiene mucha más notoriedad el día sin humo, el día sin coche o el día del amigo que el día del emprendedor, si es que lo hay. Aún nos queda una afanosa tarea para que el desarrollo emprendedor esté, de verdad y sin ambages, en la agenda de prioridades de las clases dirigentes.
Comparto contigo en forma de pregunta algunas cuestiones para las que me encantaría encontrar respuesta, y que ésta fuera radicalmente afirmativa: ¿por qué no se crean ministerios (o entes equivalentes) de desarrollo emprendedor en medio de las mastodónticas administraciones que nos gobiernan a escala nacional, supranacional y global, que impulsen decididamente el desarrollo emprendedor y coordinen el sinfín de pequeñas iniciativas que apoyan a los emprendedores para que su impacto sea mayor? ¿Por qué no plantear medidas para crear el crédito emprendedor igual que se creó, por ejemplo en España, el crédito promotor? ¿Por qué no articular desde las administraciones esquemas de inversión para tantas pymes gacelas de alto potencial que podrían aspirar a escalar posiciones de liderazgo y que muchas veces no encuentran respuesta en el capital de inversión privado? ¿Por qué no estimular fórmulas para favorecer el asociacionismo empresarial que persiga, con una mayor dimensión, ventajas competitivas para concurrir en mercados globales? ¿Por qué no estudiar medidas de apoyo a sectores como la franquicia o la empresa familiar? ¿Por qué no diseñar un entorno que favorezca la creación de más empresas de base tecnológica facilitando los spin offs desde universidades y centros de investigación? ¿Por qué no hacer un ejercicio de imaginación para incentivar a quien convierta en socios a sus empleados, en la seguridad de que es la mejor manera conocida de incentivar a muchas personas? ¿Por qué no dedicar programas de televisión en prime time a este asunto del emprendedurismo? Y, para acabar, ¿por qué no incluir la gestión emprendedora en los planes de estudios de colegios y universidades?
La educación es capital para crear una sociedad más emprendedora. He vivido en primera persona el efecto benéfico que supone incorporar al currículum académico de programas de postgrado cursos de creación de empresas. Fui el primer director del MBA del IE que decidió dotar al programa de un módulo obligatorio de gestión emprendedora justo al inicio del máster. El porcentaje de graduados del IE que hoy desarrollan una actividad emprendedora es enorme. Inocular la semilla emprendedora despierta vocaciones emprendedoras. La experiencia y know-how en esta materia de las escuelas de negocios son muy notables y podrían ser aprovechadas para su inclusión en todas las etapas formativas. Se precisa una educación que desde la infancia hasta el final del ciclo colabore a la hora de desarrollar capacidades como la creatividad y la detección de oportunidades, un pensamiento transversal que permita integrar conocimientos tal como se demanda para ser líderes emprendedores o habilidades interpersonales que van a formar parte de la actividad cotidiana del emprendedor. Una educación en la que alguien te diga de vez en cuando que lo que estás aprendiendo puede servirte para emprender tu propio negocio o hacer crecer el negocio de tu familia, si es que existe. Y una educación que también destaque la trascendente contribución que los emprendedores realizan en las modernas sociedades. Nuestros hijos tienen que tener referentes de emprendedores, sociales y empresariales, y no solo idolatrar a Messi o Lady Gaga. Sólo así tendremos más actitudes emprendedoras, de las que tan necesitados estamos. A través de la educación tenemos que hacer entender que el papel de los emprendedores en la sociedad global que nos toca vivir es fundamental si queremos tener un entorno sostenible en términos de empleo, riqueza y bienestar.
No podemos vivir en un ambiente que sitúa permanentemente la dicotomía trabajador/bueno frente a empresario/malo. Tiene que extenderse la idea de que en las organizaciones empresariales todos deben ir en una misma dirección, propietarios y asalariados. Lo bueno para el dueño de la empresa debe ser bueno también para todos sus empleados. Si se trabaja en aras de la competitividad no es por escamotear un euro del salario o de los gastos de viaje, sino porque es la única manera de abrirse un hueco en el mercado que permita a la empresa una posición sostenible, de la cual todos deben salir ganando. Fíjate en que a los emprendedores casi nunca nadie nos da las gracias cuando creamos empleo, pero nos acribillan cuando tenemos que hacer despidos, aun por causas más que justificadas.
Honestamente, creo necesaria una evolución de la percepción y valoración del emprendedor. Por ejemplo, llama la atención que, en muchos países, los aficionados actúan con un altísimo compromiso en relación con su club de fútbol (lo digo como amante que soy del deporte rey). He visto movilizarse a legiones de partidarios, hasta a ciudades enteras, para salvar a sus equipos de descensos de categoría por razones administrativas. Sin embargo, con respecto a su empresa, que le da oportunidades fundamentales para su desarrollo, el comportamiento de mucha de esa misma gente puede ser frío y distante.
Hay que generar los valor...