La lógica del sistema categorial de la Ciencia
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La lógica del sistema categorial de la Ciencia

Un acercamiento dialéctico

  1. 200 páginas
  2. Spanish
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La lógica del sistema categorial de la Ciencia

Un acercamiento dialéctico

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Cuando una ciencia alcanza un desarrollo muy alto porque ha acumulado una gran cantidad de materiales empíricos, surge, según Engels, la necesidad de ordenarlos sistemáticamente con base en sus conexiones e interacciones internas, lo que se convierte en "una exigencia sencillamente imperativa e irrefutable". Este libro propone una respuesta a ese desafío aplicado a la ciencia de la información documental, lo que significa, antes que nada, que dicha ciencia ha logrado un nivel de desarrollo considerable y el siguiente paso consiste en rescatar y dar a conocer su lógica interna. La herramienta teórica que se utiliza para realizar esa tarea también es la dialéctica.

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Capítulo III
La dialéctica en la
realidad informativa documental

En diversas ocasiones hemos expresado nuestra posición realista que destaca la primacía de la ontología frente a la gnoseología, la axiología, la teleología o la práctica, ya sea técnica o tecnológica: “Desde nuestra concepción, el Ser es primero y, posteriormente, se da el conocer, el hacer, el valer” (Rendón Rojas, 2014: 119). El ámbito informativo documental no es la excepción y en él también rige ese principio. Por consiguiente, si el ser es primero y nos encontramos en un mundo informativo documental, entonces debemos partir del ser informacional.

El ser informacional

En nuestros estudios epistemológicos sobre la Ciencia de la Información Documental, hemos identificado como fundamento ontológico de esa área de conocimiento con su respectivo campo fenoménico, lo que hemos denominado ser informacional. Esta forma de ser la encontramos no como un abstracto sino como una realidad presente en un ente concreto, en el único ser que construye su ser y es consciente de ello: el ser humano. Es por ese motivo que hemos calificado al ser humano como un ser informacional.
El ser humano puede ser visto desde diferentes perspectivas, por lo cual es posible identificarlo como un ser político, social, económico, histórico, dialógico, cultural, simbólico, lúdico, entre otras muchas atribuciones. Desde un enfoque informativo documental, aseveramos que el ser humano es un ser informacional.
Para justificar esa tesis, podemos recordar las palabras de Marx y Engels (1974: 28) en la Ideología alemana y aplicarlas a nuestro campo de estudio: “la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para ‘hacer historia’, en condiciones de vivir”.
Es decir, antes que nada, hay que existir; si no se existe, si no se es, no se hace nada y no se es nada. Ahora bien, una de las condiciones para vivir es crear, utilizar, conservar, transmitir, transformar información porque de lo contrario el ser humano de principio, sencillamente no podría sobrevivir, no podría ubicarse y orientarse en el mundo, no sabría qué le rodea, qué podría utilizar para “comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más” (Marx y Engels, 1974: 28). Para saber dónde está, qué son esas “cosas” que tiene a su lado, es necesario dotar de sentido al mundo, a las cosas, y saber que “eso es un árbol”, “eso otro es una cueva”, “lo de más allá es un león”, “esto es un fruto”, “ese es un amigo”, etcétera, lo que significa que es preciso otorgarle sentido al mundo, actividad íntimamente ligada al lenguaje. Al ir nombrando las cosas se les convierte en objetos con los cuales ya se puede interactuar porque se sabe qué son y para qué sirven.
Recordemos el pasaje bíblico del Génesis que narra una especie de segunda creación, la primera hecha por Dios, y la segunda por el hombre cuando les otorga a las cosas su estatus de objetos en el mundo humano al irlas nombrando:
Y Yahvéh Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado. El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes (Biblia de Jerusalén, 1967: Gn 2, 19-20).
Ese otorgarle sentido a las cosas mediante el lenguaje es construir información sobre ellas.
Al mismo tiempo, esa capacidad de dotar de sentido al ser permite la existencia de la cultura, ya que ésta es un mundo de significados, sentidos, valores. Por otro lado, la existencia de esos sentidos y significados mediados por el lenguaje posibilita la capacidad de comunicarse y, con ello, la posibilidad de transmitir la cultura a generaciones posteriores y también la existencia de la sociedad. En otras palabras, sin la información no puede existir el ser humano. De esta manera, concluimos que éste por su estructura ontológica es un ser informacional.

La dialéctica del ser informacional: ser en sí,
ser fuera de sí y ser para sí

Como se recordará, el sistema de Hegel comienza con la tesis de que el ser se autoconoce, por lo que aparece como sujeto, pensamiento, idea. Pero ese autoconocimiento no se realiza en un acto, de un solo golpe, de manera intuitiva (como quizá sucedería dentro de un concepto comúnmente aceptado de Dios), sino que se lleva a cabo a través de un proceso que recorre varios estadios a través de un camino en espiral donde el ser produce sus propias formas y límites, los cuales va superando hasta alcanzar la plenitud de su autoconocimiento. De esta manera, en una primera etapa, el ser es visto como en sí mismo, en su forma pura, es un ser en sí, que posteriormente sale de sí y se enajena en la naturaleza, para convertirse en un ser fuera de sí; y finalmente se hace consciente y se autoconoce de manera completa en la filosofía, pasando a ser un ser para sí.
Esa dialéctica de ser en sí, ser fuera de sí y ser para sí también la podemos encontrar en el ser informacional, el cual, ya no de manera artificiosa y casi mística, sino de manera “natural” y empíricamente constatable, actúa como sujeto en calidad de idea absoluta, aparece como sujeto, es un sujeto.
Al mismo tiempo, su movimiento para autoconocerse se realiza no por una necesidad intrínseca, un destino fatal, sino por un movimiento de voluntad. En realidad, no todos los sujetos se lanzan a esa aventura de autoconocerse, muchos de ellos no lo han intentado ni lo intentarán; es más, ni siquiera están interesados en hacerlo. Sin embargo, dicho proceso, visto no ya como tarea de individualidades, sino como actividad del todo, como autoconocimiento de la humanidad en general, sí se desarrolla, aunque a diferencia de Hegel, ese proceso no termina en un punto determinado porque siempre se está realizando. La humanidad siempre se encuentra en un continuo proceso de salir de sí y al mismo tiempo, si nada se lo impide y encuentra los medios y caminos adecuados, regresar a sí. Esa dialéctica ya en cierta manera la habíamos identificado cuando hablamos de “La enajenación y la Bibliotecología” (Rendón Rojas, 2005a: 62-67). Veamos cómo se lleva a cabo.
Como se recordará, Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (1980: 103-119) escribe sobre el trabajo enajenado y constata que la condición inicial del trabajo es la existencia del mundo: “El trabajador no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior sensible. Ésta es la materia en que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que produce” (Marx, 1980: 107).
Pero al llevarse a cabo ese proceso de producción sucede algo interesante: el ser humano transmite parte de su ser al producto que sale de sus manos, fruto de su trabajo: “El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación” (Marx, 1980: 105). Más aún, “El trabajador pone su vida en el objeto” (Marx, 1980: 106). De este modo es posible afirmar que el producto contiene parte del ser de su productor; esto es, el ser del ser humano se encuentra objetivado en el objeto producido, su ser ha salido de él.
Ahora bien, ese ser fuera se convierte en enajenación cuando el producto se le presenta como ajeno a su productor, cuando no le pertenece, y se le enfrenta:
Todas estas consecuencias [sujetas a dominación del producto] están determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño [...] La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil. (Marx, 1980: 106).
El problema no radica en el trabajo y su capacidad creadora de productos. Ya en otra parte hemos referido que Marx declara la intrínseca necesidad de producir los bienes materiales de la existencia para vivir; es decir, la necesidad de trabajar. Esa hostilidad de los productos frente a su productor proviene del hecho de que el productor no es dueño de los productos, y de que su ser se encuentra en esos productos; del lado opuesto, otro sujeto se apropia de los productos y por consecuencia del ser del productor que está en ellos.
De esta manera, para evitar esa enajenación el productor debe recobrar su ser objetivado en el producto y esto lo logra sólo si es dueño de ese producto. Así pues, es necesario que tenga lugar
[La] apropiación real de la esencia humana por y para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el presente [...] completo humanismo (Marx, 1980: 143).
Con ese paso de retorno del ser a su dueño, al sujeto, se cierra el ciclo dialéctico, transitando a la etapa del ser para sí.
Ahora bien, ese movimiento dialéctico del ser en su paso de ser en sí-ser fuera de sí-ser para sí, cuando aparece como ser informacional se desarrolla de la siguiente forma. En primer lugar, es necesario aclarar que, estrictamente hablando, no es posible identificar un inicio histórico-temporal concreto del desenvolvimiento dialéctico del ser informacional. En ese sentido, ni la Historia, la Antropología o la Etnología como ciencias empíricas particulares nos pueden ayudar a encontrar ese primer momento. El enfoque desde donde se realiza el estudio es eminentemente filosófico, en cierto sentido fenomenológico, guiado por el análisis realizado por Heidegger del ser (2011), que aparece como Dasein1 y sus existenciarios.2 Dicho enfoque presupone que todo ser humano nace en una sociedad y en una cultura, la cual ya se encuentra estructurada, y lo recibe como medio ambiente espiritual desde donde y con ayuda de la cual se irá formando y al mismo tiempo, trasformando. El origen de esa cultura es simultáneo al origen del ser humano.
Por consiguiente, es necesario realizar una abstracción y, partiendo de esa idealización, realizar una analogía entre lo que sucede con el trabajador que, como afirma Marx, no puede crear nada sin la naturaleza y el ser informacional que aparece como ser-en-el mundo. En efecto, para su desarrollo como ser informacional ese ser necesita un hábitat, que en este caso es el mundo. Sin embargo, ese ser-en-el-mundo debe ser entendido en el sentido heideggeriano; esto es, como un ser que habita no un mundo como conjunto de objetos dados, un mundo como presencia, sino un ser que en una comprensión e interpretación, realizadas gracias a los prejuicios que su mundo cultural le ofrece, lo va configurando, lo va comprendiendo como una serie de objetos con sentidos, con los que puede interactuar y utilizar en su devenir existencial para desarrollar su proyecto de lo que quiere ser.
Así pues, en esa abstracción realizada, encontramos al ser informacional que aparece en su ser inicial, en sí mismo y que, como ya lo indicamos, gracias a su interrelación con el medio que lo rodea, así como con la interacción social y cultural, ayudado por el lenguaje, va recibiendo y construyendo, reconstruyendo información.3 A la vez, constatamos que esa información se encuentra en una situación abstracta, ideal, presente en el sujeto que la creó. Es el estadio del ser en sí.
A partir de esa información ideal, el ser informacional construye más información y conocimiento, recrea representaciones mentales no necesariamente ideográficas (ideas, conceptos, juicios, raciocinios, teorías, formas lógicas), sino también imágenes sensoriales (visuales, auditivas, gustativas, olfativas, táctiles, sentimientos, emociones).
Como ya se indicó, la información se encuentra íntimamente ligada al lenguaje, visto en su forma externa como un sistem...

Índice

  1. Introducción
  2. Marco teórico general
  3. Capítulo I La dialéctica en general. Hegel
  4. Capítulo II La lógica dialéctica como herramienta de análisis epistemológico
  5. Aplicación del método dialéctico al análisis de la Ciencia de la Información Documental
  6. Capítulo III La dialéctica en la realidad informativa documental