Envejecer en Colombia
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Envejecer en Colombia

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Información del libro

La obra ofrece una mirada total y plural a la circunstancia actual de la vejez en el país. Hecho novedoso, puesto que la mayoría de los estudios sobre la vejez se enfocan en la aproximación a un único problema y a partir de unas teorías y métodos específicos. Los ensayos que hacen parte de esta obra tratan aspectos tan diversos como los demográficos, médicos, psicológicos, políticos, laborales, existenciales y estéticos. El libro no se centra en el estudio de la vejez de una ciudad, una región o un aspecto específico, sino que busca comprenderla en el país y a partir del más amplio abanico de problemas.

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Información

Año
2015
ISBN
9789587726817
Categoría
Social Sciences
Categoría
Sociology

CAPÍTULO 1

Vejez y envejecimiento: una mirada demográfica

FERNÁN VEJARANO ALVARADO
ALEJANDRO ANGULO NOVOA
De los importantes cambios demográficos que ha experimentado la humanidad quizás el último, el envejecimiento de la población, es el menos comprendido, y ello no tanto en los mecanismos como en las repercusiones y consecuencias que tiene y tendrá en la conformación de las poblaciones en el futuro. Junto con las migraciones de las últimas décadas que han alterado los uniformes rostros nacionales y continentales, el envejecimiento estimula en la mayoría de las naciones desarrolladas del globo esos movimientos que nunca se habían experimentado con tanto ímpetu como en el último medio siglo1.
La vejez y el envejecimiento, que parecerían ser dos denominaciones para el mismo fenómeno, o simplemente dos momentos del mismo hecho biológico, en su consideración sociológica y demográfica resultan muy diferentes. Lo que sigue es la mirada del envejecimiento con algunas referencias a la vejez, entendiendo que la vejez como hecho biológico se vive distintamente en las poblaciones con diferente estructura por edades. Ese tránsito, con sus causas y consecuencias, se tratará en este capítulo.
Dos miradas se imponen cuando de la vejez y el envejecimiento se trata: el envejecimiento de la persona y el de la población. La vejez la sufren los individuos y el envejecimiento lo experimentan tanto las poblaciones como los individuos. Con la popularización de los asuntos de la vejez, la consideración es positiva y benévola hacia todas las acciones para una mejor vejez, un bien vieillir, pero cuando la mirada se dirige a la población como colectivo, las perspectivas ya no son tan comprensivas y más bien emerge el fantasma de los problemas que esa población vieja, ya no solo los viejos, acarrea desde todos los ángulos sociales: la salud y el cuidado de los viejos, las pensiones y la seguridad social, la carga que la dependencia supone sobre la familia, la comunidad y el Estado.
Así pues, los individuos experimentan tanto el proceso de envejecimiento, desde el nacimiento, como el de la vejez, a partir de un límite arbitrario de edad2. Las poblaciones solamente envejecen a partir del aumento de la proporción de individuos que sobrepasan esa edad arbitraria que, como se verá, cambia y cambiará de acuerdo con las condiciones de longevidad resultado de los avances de la ciencia y de la técnica tanto en el control de la mortalidad como en el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas.
Ante esa doble perspectiva, la sensación aprensiva de la sociedad es: ¡larga y buena vida para los viejos! Pero al mismo tiempo la pregunta angustiosa es: ¿cómo y cuánto nos costará ese colectivo de viejos cada vez más numeroso? En el imaginario colectivo es cada vez más común la asociación de que hay dos clases de países: los ricos y viejos y los pobres y jóvenes3. Esa impresión, tiene repercusiones sobre las consecuencias económicas y financieras que el envejecimiento comporta.
El interés, desde tiempos bíblicos y hasta no hace mucho tiempo, se dirigió hacia la vejez de los individuos. Son ya clásicos los acercamientos y vivencias desde la literatura y el ensayo filosófico de autores como CICERÓN, HERMANN HESSE, SIMONE DE BEAUVOIR, ELIAS CANETTI, HANNAH ARENDT y MARCEL JOUHANDEAU, entre otros. En América Latina y Colombia, ESTER VILAR, GONZALO CANAL RAMÍREZ y el médico ANTONIO ORDÓÑEZ PLAJA fueron quizás los pioneros en tratar el tema.
La mirada demográfica sobre el envejecimiento de la población es mucho más reciente y controversial4. A pesar de que la ONU proclamó desde 1948 su Declaración sobre los derechos de la vejez, no fue sino en 1991 cuando se establecieron los principios en favor de las personas de edad, y solo en 2002 se dio verdaderamente visibilidad al problema demográfico en la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, realizada en Madrid.
Como postulado de partida me atrevo a afirmar que el envejecimiento poblacional es tan irreversible como el de los individuos, a diferencia de algunos autores que señalan que, en contraste con este último, el envejecimiento de las poblaciones puede no serlo. Sostengo que el envejecimiento de las poblaciones es irreversible ya no por razones biológicas, sino por razones socioeconómicas y mayormente culturales. La historia de las transiciones demográficas así permite afirmarlo, como se verá adelante.
El envejecimiento de las poblaciones humanas es el resultado de las diversas transiciones demográficas, sociales, económicas y culturales que en su conjunto se han denominado, desde su postulación en 1953, la Transición Demográfica, constituyendo el envejecimiento poblacional la culminación de ese proceso.
La preocupación por el envejecimiento poblacional es pues un asunto relativamente reciente, y corre pareja con la preocupación por los otros dos componentes del cambio demográfico: en su orden de ocurrencia, la mortalidad y la fecundidad. En el ámbito global, las primeras conferencias sobre población no se preocuparon por el envejecimiento puesto que no era un asunto del que preocuparse y su advenimiento no se vislumbraba en un futuro cercano. Quizá en Colombia el que primero hizo una mención sobre el envejecimiento fue GONZALO CANAL RAMÍREZ, quien recordó, de pasada, lo que en los lejanos años ochenta se denominó el plazo demográfico como se presagiaba, sin mayores apuros, el momento en el que los viejos superarían en número a los niños5, y que ocurriría globalmente en algún momento del año 1985.
Este capítulo se ocupa del envejecimiento como última fase de la denominada primera transición demográfica, al igual que de sus consecuencias sobre la segunda transición, recorriendo un amplio panorama del envejecimiento desde la aproximación demográfica, así como sus causas y sus consecuencias sobre otros aspectos de la vida del individuo y la sociedad. Finalmente se alude al papel que la educación de la población puede tener sobre el envejecimiento y a una breve discusión sobre la medición de la misma: ¿a qué edad se vuelve uno viejo?, ¿cuáles son los límites inferior y superior de la vejez, cuál es la máxima longevidad de la especie?

I. EL ENVEJECIMIENTO POBLACIONAL, RESULTADO INEVITABLE E IRREVERSIBLE DE LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA

Hace sesenta años el demógrafo FRANK NOTESTEIN describió la evolución que ha seguido la población humana, e ilustró su mecanismo llamándolo la transición demográfica. Si se quisiera expresar de una forma sintética, se podría decir que la transición demográfica consiste en el paso de altos niveles de fecundidad y mortalidad a bajos niveles de fecundidad y mortalidad. Este proceso transcurre en un lapso que varía de un país a otro, de una sociedad a otra. Su ocurrencia comenzó a mediados del siglo XVIII en Europa, y este camino ha sido recorrido por las demás poblaciones en diferentes épocas a partir de ese momento.
La constatación de Notestein con los datos sobre la natalidad y la mortalidad de los países que ya habían cumplido la transición demográfica fue seguidamente corroborada por otros países en los años transcurridos desde su formulación hasta el presente6.
En la primera fase de la transición demográfica que cubre más del 95% de la historia de la humanidad, tanto los índices de natalidad como de mortalidad son muy altos, y como consecuencia de ello la población apenas crece o se mantiene estable: el volumen de población prácticamente no cambia y la tasa de crecimiento es cercana a cero. La pirámide de población resultante adopta la forma de una verdadera pirámide, con una base ancha y una cúspide muy estrecha debido a una alta proporción de población en edades jóvenes y un proporción muy pequeña en las edades mayores.
En la segunda fase, como consecuencia de mejoras sostenidas en las condiciones de vida, particularmente por los avances en la higiene y el control de las enfermedades, y mayoritariamente por una creciente disponibilidad de alimentos (hipótesis de MASSIMO LIVI BACCI) los índices de mortalidad descienden, en forma lenta en un comienzo, y luego sostenida y acelerada según las regiones y el nivel de desarrollo del país de que se trate. En esta fase se trata entonces de la transición de la mortalidad. Las consecuencias son un aumento en el volumen de la población por el incremento en la tasa de crecimiento, y el comienzo del cambio de la forma de la pirámide de la población, que se aleja de la forma propiamente piramidal.
Durante la tercera fase, con un desfase temporal con respecto al descenso de la mortalidad, las poblaciones experimentan una caída de la fecundidad como resultado de un mayor acceso a la educación y de la posibilidad de planificar los nacimientos, muy ineficaz al comienzo. Es el tiempo de la transición de la fecundidad que produce una desaceleración del crecimiento de la población por una menor tasa de natalidad.
Finalmente se llega a la cuarta fase, de estabilización de la población por lo bajo, al contrario de la estabilización por lo alto como ocurría en la primera fase. Se produce una tasa de crecimiento menor y el volumen de población luego de una etapa de estabilización comienza a decrecer; la forma de la pirámide de población se aleja de su perfil clásico, hacia una figura de trompo: la base cada vez más estrecha y la parte superior más amplia. La transición demográfica, compuesta de esas sucesivas transiciones, se completa.
En este marco se produce el envejecimiento de la población por un aumento proporcional cada vez mayor de la población mayor de sesenta años, proceso sin precedentes, inevitable, irreversible y permanente7. A pesar de que algunos demógrafos están tentados a considerar el envejecimiento como una fase adicional de la transición demográfica, tal aproximación es impropia, pues este resultado de la evolución de los componentes del cambio demográfico, no el motor de esos cambios. De acuerdo con las estimaciones de la división de población de la ONU, la cantidad de viejos superará por primera vez el número de jóvenes, a nivel global, antes del año 2050[8].
Esos mismos expertos calculan que en la actualidad el crecimiento de la población de los mayores de sesenta años es considerablemente may...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Contenido
  5. Prólogo
  6. Presentación
  7. Capítulo 1. Vejez y envejecimiento: una mirada demográfica
  8. Capítulo 2. Vida, salud y enfermedad en la vejez
  9. Capítulo 3. Ante la vida y la muerte: una mirada alternativa
  10. Capítulo 4. Identidad, autonomía y adaptación en adultos mayores de Bogotá
  11. Capítulo 5. Legislación y política pública para el cambio demográfico
  12. Capítulo 6. El aseguramiento social en pensiones: ¿una forma de protección económica para la vejez?
  13. Capítulo 7. El trabajo después de la jubilación: tres casos, dos contenidos
  14. Capítulo 8. Vejez, dependencia y cuidado en Colombia
  15. Capítulo 9. Vejez y vida cotidiana
  16. Capítulo 10. Habitar el espacio de los ancianos
  17. Capítulo 11. La nueva cinematografía de la vejez
  18. Epílogo Perspectivas de futuro para la vejez colombiana
  19. Los autores
  20. Notas al pie