Las ideas políticas y el pensamiento administrativo en la historia
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Las ideas políticas y el pensamiento administrativo en la historia

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Las ideas políticas y el pensamiento administrativo en la historia

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Abordar la temática de la historia de las ideas políticas y el pensamiento administrativo como un corpus coherente e integrado es posible. Es importante encontrar nuevas formas de narrar la historia, ampliar sus objetos de estudio tanto de contexto como de autores e imprimir un sentido particular a cada época que se aborda en el proceso investigativo. En este libro se aspira a entender un aspecto de los grandes procesos y transformaciones de las ideas y actores políticos y sociales en el devenir histórico: el de las relaciones entre el pensamiento político y el administrativo. Las ciencias, las artes y ciertas concepciones filosóficas serán soportes de nuestro inquirir sobre la relación que ha existido entre estos dos importantes campos del pensamiento. Nos interesa adentrarnos en los vasos comunicantes de dos arquitecturas del pensamiento, la historia y la filosofía política, en un intento de vincular la belleza de la historia con el arte superior de la reflexión filosófica. En este empeño, las narrativas contenidas a lo largo del texto acogen como suyo el pensamiento de Aristóteles, quien interpretaba la filosofía como la construcción de principios universales, y la historia, como el estudio juicioso de eventos singulares. No siempre la filosofía y la historia suelen converger, pero en este libro se hace clara la necesidad de acercar estas disciplinas de estudio para entender la política y la administración.

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Información

PARTE I
El pensamiento político
“De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”
JORGE LUIS BORGES

1. ANTIGUEDAD

1.1 LAS CIVILIZACIONES DEL CERCANO Y EL LEJANO ORIENTE

1.1.1. EGIPTO: LA POLOTICA, LAS COSTUMBRES,
LAS CONSTRUCCIONES Y EL SENTIMIENTO NACIONAL
“Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender”
El Kibalión de Hermes Trimegisto
“Psamético entregó a un pastor dos niños recién nacidos, hijos de padres cualesquiera; tenía que llevarlos junto a su rebaño y criarlos de tal modo que ante ellos jamás se pronunciara una sola palabra. Dio tales órdenes porque quería saber cuál sería la primera palabra que pronunciarían los niños. Una vez transcurridos dos años en los que el pastor así actuaba, un día al abrir la puerta y entrar, los niños se echaron a sus pies y extendiendo las manos pronunciaron la palabra becas. [Psamético] averiguó que los frigios llamaban becas al pan. De este modo los egipcios. admitieron que los frigios eran más antiguos que ellos”.
Heródoto, Historias, II, I,
(En el libro La búsqueda de la lengua perfecta de Umberto Eco)
CONTEXTO GENERAL DE UN PROCESO PARTICULAR DE UNIFICACIÓN
Desde la Antigüedad, la conformación del pensamiento político de Egipto tiene sus orígenes en percepciones divinizantes de los sistemas de gobierno y en todo un entramado de simbolismos que representan las cualidades de los gobernantes del Egipto dinástico. Egipto antiguo no se puede ver simplemente como el periodo de un tipo de despotismo característico en muchas regiones del cercano y lejano Oriente, sino que persiste en su territorio un sentido de progreso espiritual poco frecuente en la historia humana.
Sin embargo su rígida estratificación o clasificación de roles sociales muestra un tipo de sociedad que muchos han catalogado dentro de los estudios de ideologías políticas como de tipo esclavista y de abierta promoción de la sociedad de clases. En tal sentido, cabe recordar una fuente para sustentar lo anterior, la cual lleva el nombre de La Sabiduría de PTAH-HOTEP. Este documento relata la historia de Ptah-Hotep, uno de los “representantes de la nobleza egipcia que ocupa altos cargos en el Estado, incluso el puesto de visir, jefe de todo el aparato administrativo (...) Ptah-Hotep parte de la necesidad de la desigualdad social. Según él, el hombre que ocupa una posición inferior en la sociedad es malo, el que ocupa una posición superior es valioso y noble. Reclama a los inferiores el sometimiento y la resignación frente a los superiores”{5}.
Por otra parte, dentro del sistema de creencias del mundo antiguo, a diferencia de las formas de gobierno modernas de Occidente, gran parte de la concepción del poder en Egipto y Oriente continúa la tradición vinculante de la religión y la política. Esto se manifiesta en que la salvación y el poder mundano marchan juntos en convivencia para sellar los destinos de los pueblos gobernados. En el antiguo Egipto existió un tipo de “comunismo primitivo y durante largo tiempo se conservó la comunidad aldeana (...) Ya durante la época del antiguo reino se había formado un auténtico culto de los faraones a los que se llamaba Gran Dios, Hijo del Sol o Descendiente de los dioses. El rey no muere sino que desaparece en su horizonte eterno”{6}.
Desde el punto de vista político, la antigüedad egipcia nos comunica que sus estructuras de poder dinásticas y faraónicas son, esencialmente, elites ilustradas en saberes científicos y religiosos en distintas épocas, por ende, sostenidas por un grupo selecto de sabios sacerdotes. No obstante, no siempre fue así, pues se tiene entendido que sólo desde el año 3100 a. C. se inician los periodos dinásticos con las características mencionadas y fue precisamente a partir de esta fecha cuando se logra un Egipto unificado, con un personaje llamado Narmer o Menes. En tal sentido, se puede afirmar que existe un período predinástico que sitúa el origen de la civilización egipcia más allá del cuarto milenio antes de la era cristiana.
Los relatos del antiguo Egipto más sistemáticos y controversiales son los de Heródoto, por un lado, y los de Manetón de sebennytus, por otro. Se puede afirmar que “a diferencia de Heródoto, Manetón hablaba y leía egipcio y también griego (...) No sólo publicó un panfleto refutando los errores de Heródoto, sino que compiló la historia sistemática de Egipto dinástico”{7}. A este último compilador debemos la clasificación de los periodos históricos de Egipto, aunque se han rechazado muchas de sus fechas por comprobaciones científicas que refutan la duración de cada dinastía o élite política.
Estas estructuras de poder se han constituido de forma análoga en otras épocas y lugares del mundo, y se replican como formas de gobierno monolíticas y hereditarias. No obstante, “los antiguos egipcios se destacaban por una singular característica: fueron los primeros en crear un Estado nación. Ese Estado (.) constituyó una teocracia en su más completa expresión. Fue el marco para una
cultura de fuerza, convicción y continuidad extraordinarias; perduró tres mil años y conservó casi hasta el final su propio estilo, puro e inconfundible. En Egipto de la antigüedad, el Estado, la religión y la cultura formaron una unidad incuestionable”{8}. Es por tal razón que este capítulo de la historia se enfocará en el significado de la unificación del Estado egipcio.
Los egipcios hicieron innovaciones en los campos administrativo y tecnológico, lo cual les permitió pasar “directamente de los grandes poblados a un Estado nación que abarca un extenso territorio, unificado por una cultura común y una economía nacional, más que un sistema limítrofe. Este proceso permitió a los egipcios lograr su unificación nacional alrededor del 3100 a. C.”{9}.
En el antiguo Egipto, existían caudillos locales que agrupaban organizaciones de pobladores y creencias religiosas que “fueron los precursores de los nomos, o distritos administrativos (...), cuyo linaje en el poder generalmente era tan antiguo como el de los faraones mismos. Los ídolos religiosos de los distritos pasaron a ser los emblemas que los nomos blasonaron en escudos y estandartes”{10}.
La unificación de Egipto antiguo fue un proceso que llevó largo tiempo, pero permitió fortalecer la estructura sociopolítica existente, y el desarrollo de varias áreas. Política y religión se fundieron no solo en lo administrativo sino en lo militar; se puede advertir que dicha unificación amplió los “beneficios administrativos y económicos. Los reyes del sur se casaron con las princesas del norte, fusionando las estirpes reales. Hubo un sincretismo de los dioses y diosas rivales (...) La unificación puso fin a la enemistad acérrima que existía entre los pueblos y los nomos, a las incursiones limítrofes entre los antiguos reinos y al saqueo de bandidos nómadas, cuyos merodeos en la zona del Nilo comenzaron a ser vigilados por el Estado centralizado”{79 a}.
La centralización del Estado nación egipcio originó una primigenia burocracia encargada de los asuntos administrativos domésticos, en los que se destacan el control del río Nilo; la forma de distribuir los cultivos y la cría de animales; la organización de la población nómada, que se integró paulatinamente a la que habitaba tradicionalmente en la región; el almacenamiento de granos, que fue un invento revolucionario entre los pueblos de la antigüedad, y la incipiente tributación.
El Estado centralizado basaba su nuevo esplendor también en la tecnología de sus calendarios y en las observaciones de astrónomos, que permitieron organizar la vida social y productiva de la comunidad, de tal forma que los trabajadores laboraban armónicamente por temporadas en el año y otros se dedicaban a varias obras de construcción complementarias basados en el tiempo de las cosechas. El faraón gobernaba ahora con un orden establecido.
Con la unificación del Estado, el sincretismo religioso naciente y la nueva tecnología aplicada a la vida socioeconómica, el nuevo orden faraónico dio paso a lo que conocemos como dinastías. A partir de este momento histórico unificador, se tiene conocimiento de treinta dinastías y de los sucesivos reyes macedónicos y ptolomeicos que llegan a esta región oriental hacia el siglo IV antes de la era cristiana. Se debe mencionar que “las instituciones gubernamentales de Egipto se ocuparon en todos los períodos de su historia de los mismos aspectos básicos: la dirección de la economía, la administración de justicia, el mantenimiento del orden civil, la defensa del territorio y la organización del culto divino. En la compleja maquinaria organizada para satisfacer esas necesidades, el faraón era, teóricamente, la fuente de toda autoridad”{11}.
La historia antigua es, principalmente, la búsqueda de la unificación y administración del poder central. Según indica la historia egipcia, este no fue un proyecto fácil sino que vivió resquebrajamientos para los años venideros, pero sin lugar a equívocos, la característica predominante después de la unificación del Estado nación es que los faraones y su séquito concentraron cada vez más poder, y su capacidad de emprender proyectos a costa de la libertad misma de los individuos que conformaban el pueblo de este país oriental se hizo más evidente.
Existe en este último punto una controversia acerca de la existencia de esclavitud en Egipto. Lo que resulta claro es que para llevar a cabo las grandes obras de ingeniería de las pirámides, como para desarrollar la economía pujante durante más de treinta dinastías en medio del desierto, implacable en ciertas épocas, se requería de numerosa fuerza de trabajo que no necesariamente recibía una retribución justa por su labor.
Los egiptólogos más nacionalistas dudan de la esclavitud en el Egipto antiguo, mientras los contradictores la aseguran con pruebas del abuso al que se sometía la mano de obra para realizar tales sueños faraónicos. El problema de la esclavitud en Egipto radica en “relacionar la estructura institucional y el léxico de una sociedad con otra (...) L...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLA
  3. CRÉDITOS
  4. AGRADECIMIENTOS
  5. INTRODUCCIÓN
  6. PRIMERA PARTE
  7. SEGUNDA PARTE
  8. TERCERA PARTE
  9. BIBLIOGRAFÍA
  10. ANEXO