RESPUESTA
Cuando alguien piensa la manera en la que hay que responder ante una epidemia, lo primero que le viene a la cabeza son los sistemas sanitarios, y tal vez después los servicios de salud pública y vigilancia epidemiológica. Siendo esta una parte fundamental y clave, no cabe duda de que existen otros elementos importantes para entender y atenuar el impacto de una epidemia sobre la salud de la población.
Qué papel se da al mercado en la dialéctica salud-economía, de qué manera responden las instituciones haciendo uso de elementos de autoritarismo más o menos claros, qué principios éticos se hacen presentes en la priorización de recursos sanitarios escasos o cómo centrar las medidas en una parte de la población para que podamos proteger a quienes no se pueden proteger a sí mismos, son aspectos tan centrales como el funcionamiento de unos sistemas de salud que, en lo imprescindible de su actuación, no pueden olvidar que no son elementos de curación y cuidado, así como de justicia social.
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Los sistemas sanitarios
como elementos de
curación y justicia
La respuesta sanitaria
depende del sustrato
Una constante de las grandes epidemias es maldecir la debilidad de algunos aspectos de los sistemas de salud que no son como querríamos que fueran; lo malos que son los datos que manejamos, la falta de camas o profesionales sanitarios, la debilidad de la estructura de salud pública, la burocratización de las tareas sanitarias habituales... Sin embargo, el grito y la queja por lo presente en pocas ocasiones busca en las raíces de la situación, en parte por falta de tiempo y en parte por no querer caer en el ventajismo que se le supone a quien señala con el dedo hacia el pasado y afirma: «Os lo dije».
Para analizar cómo enfrentan los sistemas sanitarios una gran epidemia o cómo han de prepararse previamente podríamos hablar sobre número de camas de UCI, capacidad de los servicios de urgencias hospitalarias para absorber una demanda infinita, número de profesionales sanitarios en atención primaria por cada 100 000 habitantes o tiempo medio de llegada de ambulancias a cualquier lugar de una región. Sin embargo, creemos que es más útil y adecuado centrar nuestro planteamiento en dos conceptos: resiliencia y universalidad. Resiliencia porque expresa la capacidad de adaptarse a lo imprevisto partiendo de unas condiciones previas determinadas; universalidad porque es el único valor del sistema capaz de actuar sobre dos de las características fundamentales de casi todas las epidemias: la interdependencia y la distribución desigual de los efectos de la enfermedad.
Resiliencia también es nombre de sistema
Los sistemas sanitarios atraviesan varias curvas a lo largo del transcurso de una gran epidemia; la primera curva es la más evidente, la de los casos (casos, hospitalizaciones, ingresos en UCI, fallecimientos...) de la enfermedad en cuestión; la segunda curva en el tiempo, solapada con la primera, es la de las patologías urgentes, diferentes a la enfermedad epidémica, pero que no encuentran asistencia adecuada en el contexto del incremento de necesidades sanitarias; la tercera curva es la de las condiciones crónicas que se han dejado a un lado para atender lo inmediato pero que no han cesado en su evolución y, en muchas ocasiones, complicaciones. Por último, tenemos la curva de la huella dejada por todo lo anterior, las afecciones sobre el estado del ánimo, el microdistanciamiento social estructural que se mantiene una vez levantadas las restricciones y la desigualdad social que crece como resultado de todo lo anterior e impacta en la salud.
Cómo respondan los sistemas a cada uno de los golpes que reciban vendrá determinado por su resiliencia. Tras un par de décadas hablando de sostenibilidad y solvencia de los sistemas públicos de salud como conceptos en el centro de todos los debates, el concepto de resiliencia parece más indicado para abordar una situación inesperada y cambiante, debiendo discernir si es una nueva moda dentro del estudio de los sistemas de salud o si se trata de un concepto que puede aportar algo significativo al bienestar de la salud y de los sistemas.
En un artículo publicado en Lancet en 2015 se planteó un marco de análisis de la resiliencia de los sistemas sanitarios a la luz de una crisis epidémica como fue la del ébola. En dicho texto se define la resiliencia de los sistemas sanitarios como
la capacidad de los diferentes actores en salud, las instituciones y las poblaciones para prepararse y responder eficazmente a las crisis; mantener las funciones fundamentales funcionando correctamente cuando la crisis golpea; y, con información a partir de las lecciones aprendidas durante la crisis, reorganizar el sistema si las condiciones lo requieren. Los sistemas de salud son resilientes si protegen la vida humana y producen buenos resultados de salud para todos durante una crisis y después de esta.
Tener sistemas de salud resilientes requeriría, entonces, cierta capacidad para amoldar el sistema a las necesidades cambiantes, hacerlo a partir de un análisis del contexto, identificar las debilidades del sistema previas a una crisis y tener la habilidad para reforzarlas en el momento previo, así como durante una situación de emergencia. No existe una receta única para construir sistemas resilientes de salud, pero de acuerdo con la bibliografía publicada sí que podemos señalar algunos aspectos que ayudarían a preparar la respuesta correcta en cada situación de crisis epidémica: I) reconocer la naturaleza y severidad de la crisis que se cierne sobre el sistema, y cuál es el rol de los diferentes actores implicados, II) implementar la Regulación Sanitaria Internacional (RSI), que señala la necesidad de dotarse de una serie de capacidades relacionadas con la salud pública y la coordinación para situaciones de emergencia, III) dotarse de profesionales comprometidos para trabajar en situaciones que pueden ser complicadas y, en ocasiones, peligrosas, así como estrechar lazos entre dichos profesionales y las comunidades en las que trabajan, fortaleciendo el capital social vinculado al sistema sanitario.
Estos tres aspectos serían el sustrato sobre el que construir un sistema de salud resiliente, pero no nos dicen mucho sobre qué características concretas deberían tener dichos sistemas. Adaptando los criterios señalados en el art...