El cuerpo femenino y sus narrativas

Nuria Gómez Benet, Mónica Lavín, Sara Sefchovich

• Editorial: UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial
• Año: 2019
• ISBN:
  9786070296840
• Categoría: Social Sciences
• Categoría: Sociology

Los textos reunidos en este volumen fueron escritos originalmente para la primera edición del Coloquio El cuerpo femenino y sus narrativas, conformado por mesas de diálogo y una conferencia magistral. Las cinco ponencias seleccionadas corresponden a Nuria Gómez Benet, Mónica Lavín, Marisa Belausteguigoitia, Rosa Beltrán y Sara Sefchovich. El material fue adaptado por sus autoras para este volumen con el propósito de potenciar la fuerza natural de sus escritos, magistralmente plasmados por sus expertas plumas, que hará que más de un lector quiera tender puentes hacia la obra de estas emblemáticas escritoras.

¿De qué hablamos cuando hablamos de escribir?

Sara Sefchovich

¿De qué hablamos cuando hablamos de escribir?

Cuando hablamos de escribir, hablamos de ir contra el mundo. Sobre todo, en el caso de las mujeres, por su posición, condición, funciones en la vida, por su historia y lo que se espera de ellas.

Pero hablar de algo tan amplio como la escritura de las mujeres resulta temerario. Las mujeres somos más de la mitad de la población del planeta, vivimos en todo tipo de circunstancias de lo más diversas en lo económico, social, cultural, religioso, ideológico, de modo que no parece posible abarcarlas (abarcarnos) en conjunto.

Y sin embargo, si nos fijamos más de cerca, hay lugares sociales y funciones que se reiteran a lo largo y ancho de la tierra, a través de la historia y en los distintos estratos sociales que hacen semejantes no a las mujeres pero sí a la mujer en tanto concepto.

Y más todavía, eso es así si nos referimos a la mujer que escribe que es nuestro tema. Entonces el ancho campo se reduce a las que hacen esa actividad, lo cual a su vez lo reduce más porque la escritura siempre ha sido un privilegio de clase. Fueran hombres o mujeres, los campesinos, obreros y prestadores de servicios, no disponían de tiempo, recursos y educación para hacerlo. Fueron los aristócratas primero y después los burgueses, quienes pudieron dedicarse a leer, pintar, componer o interpretar música, y… escribir.

Así que cuando hablamos de escribir, nos estamos refiriendo a un cierto tipo de mujeres, que por su condición de clase tuvieron acceso a aprender a leer y escribir y pudieron disponer de tiempo libre para ello. Esto es el fundamento del asunto, para saber de quién hablamos cuando hablamos de las mujeres que escriben.1

Hoy eso ha cambiado con el surgimiento de las clases medias, que ha ampliado el espectro de las mu­jeres que tienen educación y que pueden escribir. Pero aun así, hacerlo sigue siendo un privilegio de clase y sobre todo, de sociedad en la que se vive, pues no es lo mismo Estados Unidos o Francia que Guatemala o Sudán e incluso dentro de ellos, no es lo mismo Nueva York o París que algún pueblo en alguna región alejada de la civilización.

Pero en todo caso, vuelvo a la idea que ya expresé de que escribir, ayer y hoy, allá y acá, es ir contra el mundo.

Y eso por una razón muy sencilla: porque escribir obliga a aislarse de él. Sea si el mundo es el hogar y la familia, sea si el mundo es el trabajo o los amigos, quien escribe no puede participar completamente de él porque debe encerrarse. La escritura es, paradójicamente, un modo de estar en el mundo y de pensar en él y de referirse a él, que se practica desde la soledad, desde el encierro, desde el no estar en él.

Por eso en los siglos pasados a las mujeres se les permitía hacer “obra de aguja” como se le llamaba al bordado, pintura en acuarela e interpretación de instrumentos musicales, pero no leer y no escribir. En la Nueva España por Cédula Real estaba expresa­mente prohibido leer obras que no fueran religiosas, sobre todo novelas, y escribir poesía. Y las mayores escritoras inglesas escribieron en sus áticos, sin contarle a nadie que estaban haciendo eso.

Ya en nuestro tiempo, cuando ya las cosas no son así para las mujeres (repito, de ciertos países, de ciertas clases sociales), paradójicamente, lo no permitido es quedarse en casa, dejar de estar en movimiento constante, viajando, paseando, trabajando, haciendo ejercicio, con los amigos, de compras.

La pregunta es: ¿por qué siendo esto así, de todas maneras las mujeres quisieron y siguen queriendo escribir?

Porque escribir, dice Alfonso Armada, se hace para darle sentido a la vida.2 Y eso no es poca cosa. Porque escribir “puede ser la barca que te lleve a la otra orilla” como le dice un personaje a otro en una novela.3 Y eso no es poca cosa.

¿Cómo es que la escritura hace esta tarea descomun...

Índice

• Introducción
• En lo alto del tajamar
• Narrativas del cuerpo Nombrar
• Tiempo y movimiento: mujeres, jóvenes y la literatura go
• Mujeres que importan
• ¿De qué hablamos cuando hablamos de escribir?
• Aviso legal