Género, cuerpo y psicoanálisis
  1. 192 páginas
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La transexualidad, ¿a qué lógica obedece? ¿De qué manera se sitúa este problema de identidad sexual en relación a los diferentes registros real, simbólico e imaginario, y la sexuación en juego? Poder situar lo heterogéneo y singular de cada trans será una de las maneras de poder trabajar en esta nueva clínica. Ser un hombre, ser una mujer, es ser esa mujer, ese hombre en particular. Tener una conducta adecuada en función de ciertas normas sociales impide que cada quien pueda reconocerse a sí mismo como hombre o como mujer. Esperamos que con la lectura atenta de cada uno de ustedes se logren elaborar ciertas respuestas que se centren en los casos y su relación con el axioma de estructura que está en el origen de las diferentes soluciones de la ausencia de una relación sexual e incluso motive a seguir interrogando e investigando acerca de lo trans.

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Información

Año
2020
ISBN
9789878372341
Categoría
Psychology
Categoría
Psychoanalysis
Del fantasma de cambio de sexo al sinthome transexual

Jean-Claude Maleval
“Cada transexual es único”, (1) resalta Marie-Edith Cypris en su destacable testimonio sobre su recorrido de cambio de sexo, a la vez que constata que hoy es posible querer, e incluso operar este cambio, en el marco de un proceso transgénero muy diferente al suyo. Subraya que el fantasma de cambio de sexo hoy se encuentra en expansión y es propio de sujetos heterogéneos en su funcionamiento y en sus aspiraciones. Sus Memorias de una transexual, publicadas en 2012, constituyen un documento de primer orden sobre la transexualización, respecto a la cual ella se esfuerza por proponer un “análisis atípico” y “sin complacencias”. (2) La enseñanza que extrae de su propia experiencia la aparta del discurso políticamente correcto de las asociaciones LGBTIQ. (3) Escribe menos para defender una opinión sobre la naturaleza del transexualismo, que para testimoniar acerca de la dificultad del recorrido de quienes tienen la convicción de pertenecer a otro sexo que a aquel asignado a sus cuerpos por la biología. Procura contribuir a la percepción del estado transexual, ofreciendo su “percepción ingenua, en el sentido de cándida, espontánea, natural, incluso si a menudo está formulada de manera provocadora”. (4) En su relato, hay un esfuerzo de bien decir que le otorga todo su valor. Por otra parte, se encuentra nutrido de una cultura literaria y científica de primer orden. Lo que ella califica de “humor negro” y de “burla a veces feroz” deja subsistir poco a los semblantes ligados a los discursos convencionales sobre lo que observa.
Desde sus doce años, se travestía con la vestimenta de su madre. Observaba a las niñas en la escuela mixta, no por un deseo sexual, sino porque las “envidiaba respecto a lo que ella era”. Las “envidiaba insanamente”, quería “ser como ellas”. (5) Su recorrido ha sido difícil. Debido a una “inestabilidad profesional” y a “antecedentes psiquiátricos”, (6) su primera demanda de cambio de sexo, luego de un proceso iniciado en 1991, no fue juzgada relevante. Ha debido esperar unos cuantos años para lograr ser operada en 2007, a la edad de 42 años.
Acentúa el sufrimiento ligado a lo que ella misma considera como una dificultad psíquica inicial. “Difícilmente puedo concebir”, escribe, “que uno pueda desear un recorrido tal, tan doloroso y contra natura, diciéndose en buena salud psíquica”. (7) El síndrome transexual, tal como lo describe, supone tres características, además del sufrimiento inicial, una convicción de pertenecer al otro sexo y una precariedad del revestimiento fálico. Afirma haber sentido “una percepción inmutable que sostiene, contra todo”, que sería mejor ser una mujer. (8) “El hecho de detestar ser un hombre y el deseo de ser una mujer” (9) constituyen una convicción que se mantiene a lo largo de los años y que se presenta para ella bajo una forma psico-rígida invariable e irreductible. (10) Por otro lado, desde su infancia, se percibió como “una mierda”. Su madre, que la detestaba, le explicaba en detalle lo que eso significaba. “Era preciso que yo comprendiera bien el estatuto definitivo: no era nada y jamás lo sería en mi vida”. (11)
Que el síndrome transexual provenga, en este caso, no de una psicosis desencadenada, sino de un funcionamiento subjetivo determinado por una forclusión de la función paterna, es algo de lo que encontramos varias indicaciones. En primer lugar, la emergencia de un real no dialectizable de la convicción transexual y la precariedad del revestimiento fálico. Por otra parte, asumir la función paterna es para Cypris absolutamente impensable: abandona a una mujer con la que se había puesto en pareja heterosexual, tan pronto como su partenaire manifiesta un deseo de hijo. (12) Hay que añadir que, a sus 20 años, Cypris había hecho un delirio, con alucinaciones auditivas, temas de persecución y sentimiento megalomaníacos. Se pregunta après-coup si este episodio no se habría debido a un “ácido” que le habrían puesto subrepticiamente en su vaso de alcohol. (13) Sugiere así que no se habría debido a un estado psicótico, sino a un episodio suscitado por una toma de LSD no voluntaria. No podríamos cuestionar que un delirio sea un fenómeno no propiamente perteneciente a la estructura psicótica; no obstante, un estado onírico pasajero suscitado por una droga alucinógena no comporta una internación de ocho meses requiriendo una pesada quimioterapia. “Al momento de mi ingreso, pesaba cuarenta y cinco kilos; cuando me “liberaron”, ¡pesaba setenta y uno! ¡Gracias, medicamentos!”. (14)
Ahora bien, cuarenta años después, en el après-coup de su transexualización, Cypris afirma haber logrado apaciguarse. “Lo que me aportó el cambio de sexo, entre otras cosas, es no volver a padecer este dolor invasivo hasta la angustia. Pronto será mi primer cumpleaños luego de la intervención de transformación genital, después de la cual siento en mi interior una dulce armonía que me apacigua”. (15) Observa con justeza que la transexualización no se limita a la operación quirúrgica: “solo toma cuerpo una vez que es sostenida en la escena social”. (16) “La evaluación de los resultados previstos”, precisa, “(satisfacción física, estética y funcional, credibilidad social) pasa indefectiblemente por el otro: este último es el testigo – incluso también el partenaire hetero en el sexo de llegada – que evalúa si hay una mujer o un hombre en el sexo de llegada”. (17) Es importante destacar que la transexualización solo se vuelve una suplencia al permitir un anudamiento de un lazo social. Ahora bien, luego de su operación, Cypris ha retomado su oficio de auxiliar de enfermería haciendo que su empleador y sus colegas acepten su transformación. Si bien se encuentra sola, no excluye la posibilidad de encontrar un hombre, y parece haber logrado adquirir una identidad sexuada que la satisface. No obstante, observa muy bien que la suplencia obtenida deja persistir un fallo: “uno no se convierte verdaderamente en el otro sexo, se le acerca lo más posible”. (18) Tener una próstata disimulada detrás de su vagina constituye para ella un “rastro repugnante que hay que integrar”. (19) Ello no quita que afirme fuertemente que “el bienestar omnipresente de ser aproximadamente es mejor que lo intolerable de ser nada”. (20)
Un cuadro heterogéneo
El transexualismo ya no es lo que era en tiempos de Alby y de Lacan. Los transexuales primarios a lo Stoller se volvieron sumamente infrecuentes. El cuadro clínico se ha desdibujado. Los clínicos acuerdan que los pacientes que solicitan una reasignación sexual han cambiado en las últimas décadas. Los progresos de la ciencia han vuelto más plausibles las feminizaciones y masculinizaciones transexuales; el concepto de género, que considera al sexo como una construcción social, se ha difundido ampliamente desde los años ’70; el eco que el fenómeno transexual ha tenido en los medios de comunicación ha vuelto más tolerante a la sociedad occidental con respecto a éste. Por consiguiente, el movimiento transgénero, por intermedio de las asociaciones LGTBIQ, hoy milita no solo por la aceptación del fenómeno transexual, sino por una aplicación de los principios libertarios e individualistas al cuerpo humano. Aboga por una separación menos crispada en las categorías sexuales. Considera que la capacidad de hacer variar el género sería psíquicamente liberadora: nada debería prohibir, por ejemplo, ser hombre durante la mañana, mujer a la tarde e híbrido por la noche. Denuncia las discriminaciones transfóbicas ejercidas por el Estado y milita por una despatologización y una desmedicalización integral de la transidentidad. El tratamiento integral de la reasignación sexual constituye una de sus mayores reivindicaciones. Por lo tanto, hay que resaltar que el fenómeno transexual ha evolucionado en las últimas décadas: de ser una enfermedad rara, se ha vuelto la insignia de una militancia hipercrítica respecto a las normas sexuales.
Los sujetos que se ocupan del concepto de género desde los años ‘70 para promover una transidentidad liberadora, consideran a los transexuales como precursores. Algunos pueden tomarlos como modelos hasta borrar toda diferenciación entre transexuales y transgéneros. No obstante, en el interior de los movimientos LGTBTIQ encontramos la marca de ciertas divergencias. Los transexuales constituyen la culminación más extrema de la transidentidad y, al mismo tiempo, son implícitamente contestatarios de la ideología transgénero. Para esta última, los roles masculinos y femeninos son construcciones sociales de las que se trata de desprenderse haciéndolas variar; en cambio, los transexuales se muestran muy inclinados a encarnarlos luego de la reasignación sexual. En consecuencia, algunos transgéneros, que consideran que los roles sexuales se distribuyen en una continuidad, se burlan del apego de los transexuales a la binaridad clásica hombre/mujer. Los primeros, abogan por la fluidez de los géneros; los segundos, se apegan a su rígida distinción. Los transexuales introducen una falla en la ideología transgénero que han contribuido a forjar. No obstante, en el interior mismo de los movimientos LGTBTIQ, las posiciones no son siempre tan categóricas. Los clínicos coinciden en que la demanda de reasignación sexual, mediante el recurso a las hormonas y a veces hasta la cirugía, puede hoy ser efectuada por sujetos transgéneros que no son transexuales. “Cambiar de sexo”, escribe P.-H. Castel, “haciéndose eco de una opinión extensamente difundida, se ha convertido ya no en el síntoma patognomónico de una entidad, sino […] en un atractor sintomático, que selecciona a individuos con todo tipo de patologías de componente sexual (desde la histeria hasta la homosexualidad ‘ego-distónica’ en ciertos momentos de crisis interna)”. (21) Algunos sujetos que confían especialmente en los poderes de la ciencia, vienen hoy a consultar creyendo que la identidad se ha vuelto plástica y que sería posible modificarla a voluntad. No es la certeza transexual lo que los moviliza, sino un fantasma que se inserta en un nuevo contexto cultural. Desde que el tratamiento de los transexuales se ha democratizado en Francia, una multitud de candidatos quieren cambiar de sexo por razones heterogéneas. Un cierto número de prostituidos, hombres y mujeres, se presentan como transexuales para aprovechar los beneficios pecuniarios de su cambio de sexo, a veces bajo presión de proxenetas. Dado que la oferta crea la demanda, travestis e histéricas hoy se ajustan a la construcción social del síndrome transexual para obtener el cambio de sexo. Por otra parte, si bien la mayoría de los transexuales no presentan trastornos psicóticos manifiestos, es no obstante cierto que desde hace tiempo se ha observado que un delirio hipocondríaco, esquizofrénico o paranoico, puede también producir un tema transexual. Añadamos que las demandas son en sí mis...

Índice

  1. Portadilla
  2. Legales
  3. Agradecimientos
  4. Prólogo. Angélica Marchesini
  5. La cuestión trans en nuestra época. Edit Tendlarz
  6. Across de universe sin salir de Manhattan. Gustavo Dessal
  7. Yo soy yo. Irene Greiser
  8. Cuerpos trans. Alejandra Antuña
  9. El ombligo de Lacan. Gerardo Arenas
  10. Sueños y escritura. Andrea Cucagna
  11. Comentarios clínicos sobre el caso “S”. Alexandre Stevens
  12. El acontecimiento Butler, una cuestión de escritura. Solana González Basso
  13. Entrevista a Miquel Bassols
  14. Lógica freudiana de la sexuación. Osvaldo L. Delgado
  15. Cuerpos Trans. Paula Husni
  16. Del fantasma de cambio de sexo al sinthome transexual. Jean-Claude Maleval
  17. Fuera de Género. Silvia Salvarezza
  18. Infancias trans un nuevo modo de nominalismo. Silvia Bermúdez
  19. La clínica transgéneros. Entrevista a François Ansermet. Por Edit Tendlarz
  20. La elección inconsciente del género. Historia del género y el transgénero. Patricio Álvarez
  21. El impacto de la época en los cuerpos. Luis Tudanca
  22. Lo que el sujeto trans enseña al psicoanálisis. Fabián Fajnwaks
  23. ¿Hacia un paradigma trans? Margarita Álvarez
  24. Ser sexuado en el siglo XXI: ¿empuje a lo Trans? Blanca Musachi
  25. Decisión inconsciente - Consentimiento de goce. Débora Nitzcaner
  26. ¿Qué hay de nuevo en las sexualidades? Carolina Rovere
  27. Una nueva clínica para el tratamiento del transexual. José Manuel Ramírez