A modo de epílogo:
Percepción en la distracción en la era acústica
En torno a la percepción en la distracción:
Walter Benjamin y Marshall McLuhan
Aceptar las exigencias de la sociedad del conocimiento significa haber mutado. Como la serpiente muda su piel para seguir creciendo, así los hombres han transformado el sistema perceptivo que les hacía sentir y pensar el mundo y a sí mismos. Pero no hay que olvidar que mientras la serpiente muda su piel, sus ojos se opacan y queda casi ciega. Es éste un momento muy delicado.
Desconocemos la parte de ceguera o lucidez que hay en la mutación que se ha producido en los hombres, sólo se llega a percibir una desazón que trae reiteradamente las palabras de Benjamin respecto a la tecnología: puede ser utilizada por el fascismo y servir como herramienta de adaptación a las nuevas situaciones sociales. En esta mutación, tenemos la impresión de que éste es todavía el paisaje en el que estamos inmersos.
En este paisaje en el que los hombres mudan su piel, se atenderá a los conceptos de choque y de percepción en la distracción que eran, para Benjamin, los que constituirían en el futuro las formas perceptivas de adecuación a los cambios sociales.
El futuro que auguraba Benjamin es nuestro presente. Su tesis según la cual a los modos de reproducción tecnológicos corresponden modos de producción y reproducción del comportamiento, ha quedado constatada. En este sentido, lo que se bautizó como la generación del zapping no es más que la prolongación de lo que Benjamin denominó la experiencia de choque y la percepción en la distracción.
En La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Benjamin distingue entre dos grandes modos de percepción: el contemplativo y la distracción. El primero caracteriza la obra de arte autónoma, así como la experiencia religiosa y la experiencia de uno mismo. El modo contemplativo consiste en el recogimiento y se corresponde con la época que el filósofo denomina burguesa. A este modo se le opone, en un primer momento, la percepción en la distracción que supone, para Benjamin, la iniciación a formas inéditas de actitud social. La percepción en la distracción es la que caracteriza la aprehensión de las masas. Pero, de hecho, la dicotomía entre una actitud de recogimiento que correspondería a la denominada alta cultura y la distracción, que seria la percepción propia de las masas, es falsa porque como Benjamin escribe:
“quien se recoge ante una obra de arte se hunde en ella, entra en la obra como cuenta la leyenda del pintor chino que contemplaba su obra terminada. La masa, en cambio, cuando se distrae, hace que la obra de arte se hunda en ella, la baña con su oleaje, la envuelve en su marea.”
Si en la contemplación el sujeto que observa tiene que recogerse para captar la obra, en el caso de la distracción la masa recoge la obra en sí misma, transmitiéndole su propio ritmo de vida. A la tarea individual se opone una tarea colectiva. En el recogimiento el sujeto se pierde, queda abismado en la obra. El sujeto entra en el ritmo, por así decir, de la obra. En la percepción en la distracción, el descuido con el que se observa hace que sea la obra, en cierto modo, la que se adapte a la colectividad.
Este tipo de percepción que encarna la masa en su relación con las técnicas de reproducción mecánica como el cine, tenía sus antecedentes para Benjamin, en la arquitectura. La arquitectura es un arte reservado a la colectividad y cuya percepción se realiza en la distracción. La arquitectura, argumenta el filósofo, es objeto de un doble modo de recepción: el tacto y la vista.
La recepción táctil es un tantear que se realiza a través del hábito, del ser habitado y el habitar la arquitectura. Es el hábito, en su doble acepción de uso y vestidura, el que determina en gran medida la recepción visual. Este modelo perceptivo es fundamental para Benjamin quien considera que en épocas de inflexión histórica, la contemplación no puede afrontar las tareas que se le plantean. Estas se harán posibles progresivamente, al habituarse a ellas.
Distraídamente se capta y resuelve aquello para lo que el modo contemplativo resulta insuficiente.
Si la arquitectura supone un primer acercamiento a la recepción en la distracción, el cine será el campo de experiencias privilegiado que tiene esta recepción en el nuevo paisaje creado con la técnica.
La recepción en la distracción va unida en el cine a la experiencia de choque. No se trata por tanto, de una percepción pasiva en la que el sujeto se encontraría alienado.
En el cine es donde se muestra, de modo ejemplar, la experiencia de choque. De entre las funciones sociales del cine, Benjamin destaca la que consiste en establecer el equilibrio entre el hombre y el equipamiento técnico. Esta tarea se realiza de dos maneras. La primera, por la forma en la que el hombre se puede ofrecer a los aparatos: sea el caso de los actores que actúan ante la cámara, o de la convicción de que todo hombre tiene derecho a ser filmado. La segunda, por el modo en que a través de los aparatos el hombre puede representar el mundo que le rodea.
Atendiendo al primer aspecto y en referencia al momento actual, se podría señalar que el derecho del hombre a ser filmado encuentra su máximo exponente en la proliferación de los reality shows. Se continúa con ello una larga tradición iniciada con el cinematógrafo cuando los hermanos Lumière instaban a que sus operarios filmaran a la gente por la calle con el fin de atraerles más tarde a la función.
El cine crea, asimismo, el sueño colectivo con la figura de la star, sea ésta encarnada en un actor o de ficción como el ratón Mickey. El resultado es que las niñas sueñan con ser princesas y los niños quieren tener superpoderes. Para todos, niños y adultos, se dibuja el sueño de un escenario ideal en el que uno resplandece.
En referencia al segundo, es importante recordar que como Benjamin explicó, el mundo que habla a la cámara no es el mismo mundo que habla a los ojos. La cámara permite una penetración intensiva de los objetos que el hombre desconocía. La penetración consciente de la mirada humana es sustituida por la penetración inconsciente de la cámara. Este modo de proceder se hallaría emparentado con esa provocación de la Naturaleza que la técnica moderna ejercía según Heidegger.
Mediante esta función social, el cine prepara también al público para captar experiencias que antes pertenecían a los individuos aislados. Las deformaciones que muestra la cámara serían, en este sentido, comprendidas como procedimie...