Sócrates, Jesús, Buda
eBook - ePub

Sócrates, Jesús, Buda

Frédéric Lenoir, Christina Moreira

  1. 272 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Sócrates, Jesús, Buda

Frédéric Lenoir, Christina Moreira

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Contra una visión puramente materialista del hombre, y en un mundo carente de modelos de vida de referencia, Sócrates, Jesús y Buda pueden inspirar a cualquier persona, creyente o no creyente, para enriquecerse humana y espiritualmente. Un libro del que ya se han vendido más de 300.000 ejemplares en Francia.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es Sócrates, Jesús, Buda un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a Sócrates, Jesús, Buda de Frédéric Lenoir, Christina Moreira en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Filosofía y Historia y teoría filosóficas. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2013
ISBN
9788428826259
PRIMERA PARTE

¿QUIÉNES SON?

1

¿CÓMO LOS CONOCEMOS?

¿Existieron realmente?
¿Existieron realmente Buda, Sócrates y Jesús? La pregunta puede parecer extraña y hasta chocante, teniendo en cuenta su considerable herencia. Sin embargo, esta pregunta es a la vez legítima y pertinente. Nadie cuestiona la profunda huella que estos tres personajes han dejado en la conciencia colectiva de gran parte de la humanidad. Pero, ¿tenemos la absoluta certeza de que hayan existido históricamente? No hablaremos aquí de la veracidad de sus hechos o de las palabras que se les atribuyen: es una cuestión que examinaremos más adelante. No, en primer lugar se plantea otra pregunta más radical: ¿tenemos pruebas indiscutibles de su existencia en carne y hueso? La respuesta es tan abrupta como la pregunta: no.
En realidad, no existe ninguna prueba definitiva de su existencia histórica. Aquel a quien llamamos «el Buda», título que significa «el Iluminado», habría vivido en el norte da la India hace dos mil quinientos años. El griego Sócrates habría vivido en Atenas hace unos dos mil trescientos años. Jesús habría nacido en Palestina hace poco más de dos mil años. No se conservan ni sus sepulcros ni sus osamentas. No existe ninguna moneda, ningún rastro arqueológico contemporáneos de estos personajes que pueda certificar su existencia o validar acontecimientos de su vida, como ocurrió con grandes gobernantes como Alejandro Magno o Julio César. Ellos mismos no escribieron nada y los textos que cuentan su vida son principalmente obra de sus discípulos, y fueron redactados pocos años después de su muerte en el caso de Sócrates, varios decenios después en el caso de Jesús y varios siglos en el caso de Buda. No habiendo huellas arqueológicas ni testimonios históricos variados y acordes, los historiadores no pueden afirmar con certeza absoluta la existencia de estos tres personajes. Sin embargo, todos concuerdan en reconocer como altamente probable la existencia histórica de Sócrates, Jesús y Buda. Y lo hacen, una vez más, a pesar de la carencia de pruebas tangibles de dicha existencia, de decretos firmados con su nombre y apellido, de muestras palpables que ellos mismos habrían dejado para la posteridad. ¿Por qué?
La hipótesis de su no existencia histórica plantea, desde luego, más problemas que la realidad de su existencia. Por ello los historiadores, sobre todo razonando ab absurdum, han llegado a la convicción de que estos tres personajes existieron ciertamente. Si eran mitos, ¿cómo explicar que quienes transmitieron su mensaje hayan quedado tan impregnados de su personalidad hasta el punto, a veces, de sacrificar su vida, como ocurrió con la mayor parte de los apóstoles de Jesús? Somos menos proclives a dar nuestra vida por un mito que por un personaje real con quien hemos mantenido lazos afectivos a prueba de todo. Los evangelios, que cuentan la vida de Jesús, dan fe del amor y la poderosa admiración que profesaban hacia él sus discípulos. También en los escritos de Platón, principal discípulo de Sócrates, se siente hasta qué punto amaba a su maestro. Sus escritos no son en absoluto desencarnados, sino que transmiten una emoción muy humana, una simpatía casi palpable. Las vidas de Buda, escritas varios siglos después de la muerte del maestro, poseen escasamente este sabor y aroma de autenticidad del testimonio directo, pero el historiador se hace la misma pregunta: ¿cómo explicar que generaciones de hombres y mujeres hayan dedicado su vida por entero a seguir los pasos de un hombre que no habría existido? Es indiscutible que ocurrió un gran acontecimiento que transformó por completo a Pedro, Platón, Ananda y a tantos otros después de ellos. Estos discípulos cercanos o lejanos llaman a este acontecimiento Jesús, Sócrates y Buda. Otro problema consiste en saber si transmitieron fielmente la vida y palabras de sus maestros; lo trataremos más adelante. Pero no cabe duda de que su vida quedó marcada por algo tangible, por una voz, un discurso, gestos que procedían de alguien. La memoria oral, primero, y más tarde los escritos nos legaron el nombre de ese alguien.
La falta de huellas arqueológicas directas de la existencia de estos tres personajes se explica por el hecho de que ninguno ostentaba poder político. En aquella remota antigüedad, solo los monarcas y gobernantes podían dejar una huella para la posteridad acuñando monedas con su efigie, mandando grabar sus decretos en piedra o edificando imponentes monumentos funerarios. La historia inmediata era la de los poderosos de este mundo; pues bien, ni Buda, ni Sócrates, ni Jesús fueron poderosos, ni mucho menos. Vivieron con sencillez, en vida disfrutaron de una proyección relativamente limitada y no dejaron ninguna obra escrita de su puño y letra. Las autoridades públicas de la época no tenían ninguna razón para transcribir en los anales oficiales el nombre y la vida de aquel asceta que predica la extinción del deseo, de aquel filósofo provocador y de aquel joven judío que anunciaba el advenimiento del Reino de Dios. Los tres enseñaban la renuncia a las ilusiones de este mundo, y tenían un papel secundario en la polis. Debido a sus escasos medios económicos y a su irrisoria influencia política, sus discípulos, aun convencidos de la grandeza moral y espiritual de su maestro, poca capacidad tenían para edificar monumentos en su memoria. El único modo de transmitir su recuerdo fue el relato oral, escrito más adelante. Esos testimonios, que no dejaron de extenderse a círculos cada vez más amplios, labraron con el paso de los siglos la fama increíble de Sócrates, Jesús y Buda. Podríamos decir que su éxito, como ocurre hoy con una película, no se logró con un gran lanzamiento mediático, sino con la fuerza lenta y eficaz del boca a boca. Porque su vida y sus palabras impactaron poderosamente a los que convivieron con ellos, nunca dejaron de comunicarse con fervor hasta llegar a nosotros. A la postre, ese es el mejor indicio de que fue real su existencia.
Desde qué fuentes y testimonios pasaron a la posteridad su vida y su mensaje, esto es lo que tenemos que ver ahora.
Las fuentes
Lo esencial que sabemos de ellos fue relatado por testigos de sus vidas. Sobre todo por discípulos que, pese al carácter elogioso del retrato que realizaron, parecen haber tenido intención de transmitir un testimonio fiel, que a veces muestra a su maestro con sus virtudes y sus defectos, sus humores y también su carácter a veces desigual. La mayor parte de los trabajos de investigación y de exégesis posteriores fueron realizados a partir de los materiales transmitidos por esos discípulos, testigos directos o indirectos de su recorrido vital. Sin embargo, también existen algunos indicios fuera de estos círculos de fieles que, si bien muy tenues, confirman la historicidad de los personajes y su presencia en la historia.
Durante los últimos cincuenta años, los trabajos de los historiadores y exegetas han progresado considerablemente. Las vidas de Sócrates, Jesús y Buda, o más exactamente algunos tramos de su vida, han podido ser reconstruidos desde una óptica crítica, superando los aspectos legendarios y elementos de fe que dificultaban la aplicación de criterios científicos de autenticidad. Esta observación es especialmente válida respecto a Buda y Jesús, fundadores de corrientes espirituales que se convirtieron en religiones. También se plantea la cuestión de la fiabilidad de los testimonios sobre los que trabajamos hoy. Los discípulos, por quienes conocemos estos maestros, ¿fueron fieles traductores del pensamiento que nos han transmitido? Es obvio que nunca lo sabremos con certeza, aunque las concordancias confirmen esa coherencia.
– Buda vivió en un tiempo remoto y en una sociedad en la que la escritura no era común, de modo que de él es de quien nos quedan menos huellas históricas cercanas y fiables. Con toda probabilidad, Buda nació y vivió en la India, en el siglo VI antes de nuestra era. Las primeras huellas escritas, que se refieren no tanto a él cuanto a su enseñanza, datan aproximadamente de dos siglos y medio después de su muerte. No se trata de textos, sino de las estelas del rey Asoka, que reinó sobre una gran parte del subcontinente indio, que comprendía desde el actual Afganistán hasta Bengala, entre aproximadamente el año 269 y el 232 antes de nuestra era. Asoka fue primero un soberano tiránico, hasta que se convirtió al dharma (ley) budista con apenas veinte años de edad. En ese momento mandó grabar en estelas, en paredes de grutas, en columnas y bloques de granito, sentencias que proclamaban su aversión a la violencia y su adhesión a las enseñanzas del dharma. Estas sentencias a menudo están acompañadas por un dibujo: una rueda que simboliza la rueda del dharma, la ley que Buda puso en movimiento. En estos edictos, grabados y proclamados en todo su reino, llama a adoptar reglas morales inspiradas en los preceptos de Buda:
La Ley Sagrada [dharma] es esta: para los esclavos y siervos, amabilidad; para la madre y el padre, obediencia; para los amigos, compañeros y parientes ascetas y brahmanes, generosidad; para los vivientes, renuncia a darles muerte3.
En uno de sus edictos, el soberano expresa muy claramente su intención de dejar para la posteridad la ley budista:
En verdad, durante largo tiempo en el pasado no existieron ministros de la Ley Sagrada; en verdad, al decimotercer año de ser ungido yo fueron instituidos los ministros de la Ley Sagrada. Estos, ahora, en medio de los pueblos de todas las religiones, están atareados en el establecimiento de la Ley Sagrada, en el crecimiento de la Ley Sagrada, en el bien y la felicidad de todo hombre fiel a la Ley Sagrada entre los griegos, los kambojas y los gamdhara, entre los lathika y los pitinika y demás pueblos de la frontera occidental. Entre siervos y señores, entre brahmanes y hombres del pueblo, entre los miserables y entre los viejos, están atareados para su bien y para la remoción de las ataduras de los fieles a la Ley Sagrada... Este edicto de la Ley Sagrada ha sido grabado con este fin: que sea largamente duradero y lo siga mi descendencia4...
Como más tarde lo fue el emperador romano Constantino para el cristianismo, Asoka fue una pieza clave para el desarrollo del budismo en toda Asia.
Exceptuando los edictos grabados del emperador, los primeros escritos budistas que llegan hasta nosotros no son sino del siglo I antes de nuestra era. Están redactados en pali, la lengua hablada en el norte de la India, cercana al magadhi, que estaba en uso en la época de Buda y servían de referencia casi exclusiva a la escuela budista Theravada, también llamada «de los antiguos»; y a otras escuelas como la del Mahayana, que le adjuntaron otras enseñanzas. Estos textos, escritos casi cuatro siglos después de la muerte de Buda, son, con bastante probabilidad, fruto de una larga transmisión oral. Acostumbrados como estamos ...

Índice