La naturaleza nos protege y nosotros la despreciamos
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La naturaleza nos protege y nosotros la despreciamos

Desmontando la posverdad

  1. 140 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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La naturaleza nos protege y nosotros la despreciamos

Desmontando la posverdad

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Información del libro

La Tierra siempre ha sufrido transformaciones que han predeterminado su devenir, muchas de ellas de origen natural. Sin embargo, en los últimos siglos las actuaciones ocasionadas por el hombre están teniendo graves repercusiones ambientales y están condicionando el futuro y la sostenibilidad del planeta.La situación actual nos obliga a adoptar un nuevo paradigma de consumo y desarrollo que no hipoteque nuestro futuro ni arruine las condiciones de vida de cientos de millones de personas. En este libro, Eduardo Gil desmonta la "posverdad" o esa serie de mentiras y manipulaciones informativas que como consumidores nos impiden a veces entender todo lo que está pasando y poder empezar a tomar posición y acción para defender lo que más debería importarnos: el futuro de nuestro planeta.

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Información

Editorial
Kolima Books
Año
2017
ISBN
9788416994441
Categoría
Ecology
I. Grandes transformaciones del planeta
«Solo hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana, y de la única que dudo es de la primera».
Albert Einstein
Las distintas etapas recorridas por la Humanidad han dejado un enriquecedor legado cultural, industrial y humano, pero por desgracia el peaje que se ha tenido que pagar ha sido en determinadas ocasionados demasiado elevado.
La Historia nos ofrece variados ejemplos de las nefastas consecuencias de determinadas acciones sobre la economía y el medio natural, que deben servir para tomar conciencia de la compleja interconectividad de los procesos naturales. La deforestación sufrida en la isla de Pascua o Rapa Nui provocó la desaparición y extinción de toda la población que habitaba la isla. En otro siglo, la transformación sufrida por la isla de Madeira –la isla de la madera– fue tan elevada, que en el año 1510 ya había sido talado un tercio de su superficie forestal. Poder trasladar los efectos de dichas transformaciones a las continuas alteraciones y destrucciones que sufre la naturaleza debe servir para que determinados gobiernos y ciudadanos se quiten la orejeras, abran los ojos y, con ayuda de una sociedad bien informada y necesariamente comprometida, contribuyan a detener las actuaciones que ponen en entredicho la sostenibilidad de los ecosistemas y de las especies, incluida la nuestra.
Los diarios de a bordo que realizó Cristóbal Colón en sus viajes fueron predecesores de los tratados de los grandes ecólogos del siglo XIX y XX. Los textos del navegante ya recogían los efectos ocasionados por alteraciones humanas desmedidas, como las grandes deforestaciones producidas en algunas de las islas que visitó (Porto Santo, Azores, Madeira o El Hierro) y documentó en sus viajes.
En uno de sus viajes al continente americano, en relación al clima de los países ribereños del mar Caribe, dejó escrita la siguiente cita: «Cada día aparece una nube cargada de una lluvia que dura una hora, a veces más y a veces menos, hecho que se atribuye a los grandes árboles de este país».
La relación entre los grandes bosques de aquellos países y la generación de nubes y lluvia es una de las ideas que se reflejan en sus textos y que hizo llegar a la reina española.
Imagen 3. Cristóbal Colón se convirtió en una de las primeras personas en su época que entendió y difundió los problemas medioambientales que una colonización incontrolada podría generar, siendo plenamente actual en cuanto a la descripción de la relación entre la deforestación y la reducción de las precipitaciones y alteraciones del clima. Fotografía: Shutterstock.
Las transformaciones y realizaciones de los proyectos asociados a la revolución industrial iniciada a mediados del siglo XVIII trajeron consigo el mayor cambio de la Historia de la Humanidad. Las sociedades pasaron de ser eminentemente rurales y agrícolas a desarrollarse en torno a las ciudades y a grandes instalaciones fabriles.
La construcción de las vías de comunicación para favorecen el comercio y la rápida industrialización y el aumento en la producción de bienes basados en la combustión de carbón incrementaron la contaminación industrial que ha llegado a nuestros días.
Inglaterra, cuna de la revolución industrial, es fiel reflejo del tóxico legado que dicha época dejó. En el condado de Cornualles existen más de 2.000 minas abandonadas, y en el conjunto del país residuos tóxicos sin tratar con sustancias como el cadmio, el arsénico, el zinc o el plomo, que han contaminado más de 3.000 kilómetros de canales de agua.
Los geógrafos han establecido que el paisaje sufrió menos cambios entre el siglo XIII y mediados del siglo XX (cerca de 700 años), que entre 1950 y la actualidad (menos de 70 años). Las modificaciones físicas han producido un impacto global en todos los países del mundo que todavía pueden ser revertidas en beneficio de la naturaleza y de la propia Humanidad si tomamos consciencia de ellas.
El mayor de los cambios ocasionados por la actividad humana en el planeta, es sin lugar a dudas, el cambio de era geológica. La Tierra ha cambiado de ciclo vital como consecuencia de las repercusiones de las actividades contaminantes en la variabilidad natural del planeta, dejando atrás el Holoceno y entrando en un nuevo periodo geológico, el Antropoceno.
En la actualidad, la generalización y asunción por la sociedad del concepto de «desarrollo sostenible» afortunadamente impide que en los países democráticos se realicen obras con elevado impacto ambiental, social y económico que puedan llegar a hipotecar de manera irreversible el futuro de determinadas comunidades, la conservación de los ecosistemas o el destino de ciertas regiones.
La descarbonización de la economía es la única opción viable para frenar el peligroso incremento de las temperaturas globales y evitar mayores daños ligados al cambio climático. Alemania, junto con Inglaterra, fue abanderada de la minería y la producción eléctrica basadas en las centrales térmicas de carbón, pero, a diferencia del Reino Unido, su apuesta decidida por las energías renovables y el fin del uso de los combustibles fósiles han significado una reducción de las emisiones y un cambio hacia fuentes de producción de energía limpia.
La visión estratégica alemana queda resumida gráficamente en las palabras expresadas por los parlamentarios del Partido Verde de dicho país: «Querer proteger el clima sin abandonar el carbón sería como regar plantas sin agua».
Las economías del siglo XXI tienen su base distorsionada por su obsesiva dependencia del incremento del PIB y el culto a un crecimiento económico ilimitado e insostenible. El término «desarrollo sostenible» se acuñó en la década de los años 1980 con motivo del Informe Brundtland; sin embargo, en el año 1973 el visionario economista alemán E.F. Schumacher ya advertía sobre los peligros de las desnaturalización de la Humanidad y de una economía que despreciara la sostenibilidad. Sus tratados filosóficos y económicos, y sus ensayos sobre las economías locales, los sistemas agrarios ecológicos y los obligados compromisos gubernamentales dirigidos hacia un desarrollo sostenible crearon algunos de los textos más importantes e influyentes del pasado siglo. Una de sus obras más conocidas, Lo pequeño es hermoso: Economía como si la gente importara, considerado como uno de los cien libros más influyentes del siglo XX, advertía de lo siguiente: «El hombre no se siente parte de la naturaleza sino más bien como una fuerza externa destinada a dominarla y conquistarla. Aún habla de una batalla contra la naturaleza olvidándose que, en el caso de ganar, se encontraría él mismo en el bando perdedor».
Con carácter profético ya advirtió también en la misma obra que: «Si la civilización occidental está en un estado de crisis permanente no es nada antojadizo sugerir que puede haber algo malo con su educación».
La necesaria conservación de la biodiversidad y la amenaza sobre el cambio climático nos obligan a repensar qué tipo de crecimiento económico y modelo de sociedad realmente necesitamos en un planeta finito y con recursos limitados. Una aplicación coherente y la puesta en valor de las normas reguladoras y protectoras de nuestro medioambiente crearán riqueza y evitarán el despilfarro de elevados recursos públicos, generando beneficios directos a la población y evitando daños de imposible reparación en el patrimonio natural.
De manera ilustrativa y sin carácter excluyente, en el presente capítulo se han seleccionado algunos de los mayores desastres ambientales ocurridos en el planeta, tanto por el incumplimiento de las principales normas reguladoras de la protección ambiental, como por consecuencia de la codicia infinita de determinados gobernantes que priman su cuenta corriente (mayoritariamente en un país extranjero distinto al suyo propio) sobre el bienestar de sus ciudadanos.
España proyectó en su territorio un controvertido proyecto de construcción de una gran infraestructura pública insostenible que hubiera dejado en su territorio una herida difícil de cicatrizar. En la década de los noventa del siglo pasado se aprobó, dentro del denominado Plan Hidrológico Nacional como solución al déficit de agua de las cuencas hidrográficas del Mediterráneo, la construcción de un gran trasvase que atravesaría todo el estado de Norte a Sur, para trasladar caudales del río Ebro a la provincia de Almería.
La disponibilidad del recurso hídrico debe ser obtenida en lugares cercanos a su consumo; detraer agua del río Ebro cerca de su desembocadura hubiera ocasionado un grave desastre ambiental y humano. Sin el aporte de los caudales y sedimentos del río, el propio Delta del Ebro no existiría, y eso lo hubiera abocado además a la destrucción de sus ecosistemas por la intrusión del agua salada del mar, denominada también cuña salina, que hubiera arruinado la agricultura existente y la valiosa biodiversidad local. Por dicho motivo, la escandalosa afirmación realizada en su día por algunos responsables públicos ambientales de que el río Ebro pierde mucha agua en su desembocadura, como intento de legitimación de la obra, representa uno de los mayores episodios de desinformación a la población para justificar obras imposibles de aceptar por la ciudadanía cuando esta dispone de una información veraz, técnica y científica al respecto.
La polémica obra no llegó a realizarse por los elevadísimos impactos ...

Índice

  1. Introducción
  2. I. Grandes transformaciones del planeta
  3. II. El mar nos da la vida ¿Por qué nosotros se la quitamos?
  4. III. Especies benefactoras ¿Las conocemos y valoramos?
  5. IV. Alteramos el clima y el clima nos altera a nosotros
  6. V. La ecoutopía hecha realidad. Copenhague, La capital más ecológica del mundo
  7. Bibliografía y fuentes consultadas
  8. Agradecimientos