La desigualdad de la distribución de ingresos en el Perú
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La desigualdad de la distribución de ingresos en el Perú

Orígenes históricos y dinámica política y económica

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La desigualdad de la distribución de ingresos en el Perú

Orígenes históricos y dinámica política y económica

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Análisis interdisciplinario ( historia, la ciencia política y la economía) de la desigualdad de salarios en el Perú.El Perú, a inicios del siglo XXI, además de haber logrado los mejores resultados en reducción de pobreza e inflación, aparece como el país que lidera el crecimiento económico en América Latina, a tal punto que hoy se habla del "milagro peruano". Sin embargo, el país sigue siendo profundamente desigual, según confirman las cifras de distribución del ingreso. ¿Cuáles son las razones que explican este alto grado de desigualdad? ¿Nuestra herencia colonial ha tenido un papel en esta materia? ¿Cuál ha sido la relación entre la política peruana y las diferencias en el ingreso desde mediados del siglo XX hasta la actualidad? ¿Cómo y por qué se han ido modificando estas desigualdades durante las últimas seis décadas en el Perú? Este libro enfrenta de manera interdisciplinaria a estas y otras interrogantes cuyas respuestas no solo explican nuestra realidad sino que pueden, si se analizan correctamente, ayudar a definir un mejor rumbo para nuestro país.

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Información

Año
2016
ISBN
9786123172107
Edición
1
Categoría
Economía
Capítulo 1.
Los orígenes históricos de la desigualdad en el Perú
Carlos Contreras y Cristina Mazzeo1
Los trabajos sobre la desigualdad en América Latina han coincidido en señalar el carácter elevado y persistente que este fenómeno tiene en el subcontinente, a la vez que han postulado su origen histórico. En consonancia con este planteamiento, proponemos que el patrón de fuerte desigualdad se originó en el Perú durante el período colonial. Desde entonces, más que ingresar a una tendencia declinante, la desigualdad ha ido variando en sus manifestaciones a lo largo del tiempo. De un país dividido entre indios colonizados y blancos colonizadores se pasó a una república de ricos y pobres, sin que la asociación entre colonos blancos y riqueza, por un lado, e indios colonizados y pobreza, por el otro, haya desaparecido.
Pero no es fácil llevar un registro histórico cuantitativo de la desigualdad. Incluso, si nos restringiéramos a la desigualdad económica, no toda ella es mensurable y, aun cuando lo fuera, dichos datos no son conocidos. En este trabajo hemos recurrido a la información demográfica aportada por los censos, a los datos de los precios de la tierra y del trabajo que pueden recogerse en los protocolos notariales y en los archivos de la propiedad inmueble y a algunas estadísticas aparecidas esporádicamente en relatos de viajeros y disposiciones fiscales. La investigación se realizó a escala nacional: tomamos en cuenta los departamentos de Arequipa, Ayacucho, Cajamarca y Lima como representativos de la realidad peruana.
Este capítulo está organizado en tres partes: en la primera se realiza un balance de la historiografía y se precisan las categorías que empleamos en el texto. En la segunda parte realizamos un recorrido por la historia del Perú entre los siglos XVIII y XX, y nos detenemos en los hitos significativos para el tema de la desigualdad. Asimismo, hemos procurado recoger la información que nos permitiese evaluar el grado de desigualdad presente en la población (apartados 2, 3, 4 y 5). Finalmente, en la tercera parte esbozamos unas reflexiones conclusivas y ofrecemos una periodización de la desigualdad en el Perú republicano: el período de la posindependencia (1821-1890), marcado por una disminución de la desigualdad; el período oligárquico (1890-1940), caracterizado por la aparición de una clase media y una complicación de la pirámide de la riqueza, y el período moderno (1940-1990), marcado por un incremento de la desigualdad a raíz de la depreciación del trabajo —provocado, a su vez, por la explosión demográfica, primero, y, luego, por la disminución del crecimiento económico desde la década de 1970—.
1. Marco conceptual e historiográfico
La desigualdad económica es un concepto relacional, a diferencia de la pobreza, que mide la cantidad de personas que están por debajo de cierto estándar de bienestar. La desigualdad es una medida de dispersión del bienestar alrededor de la media, cuya existencia certifica la convivencia de niveles de pobreza y riqueza en un mismo territorio. A mayor acentuación de estos desniveles se reportará una mayor desigualdad o su empeoramiento. Cuando hay desigualdad de ordinario sucede que también hay pobreza, pero las causas de ambas no tienen por qué coincidir.
Las razones de la desigualdad económica fueron un tema que motivó la reflexión de los científicos sociales y la acción de los líderes políticos de diversas épocas. Las grandes revoluciones de Francia y Rusia, a finales del siglo XVIII e inicios del XX, respectivamente, ocurrieron, en gran medida, como una reacción frente a lo que era percibido como un grado intolerable de desigualdad, y sus dirigentes se propusieron construir un nuevo orden que aboliese las diferencias entre los hombres. Pero estas no tardaron mucho en reaparecer. Murió la aristocracia «feudal», pero emergió una élite capitalista. Aunque algunos se consolaban pensando que, igual, esto era ganancia, puesto que en la sociedad capitalista, a diferencia de la sociedad del «antiguo régimen», todos podían aspirar a ser parte de la élite, otros estudiosos, como Wilfredo Pareto (1848-1923), consideraron que las élites eran no solo inevitables, sino necesarias (1968).
Hoy en día la mayoría de los estudiosos siguen pensando que la desigualdad económica entre los hombres descansa más en las circunstancias históricas que estos han enfrentado que en su distinta capacidad o fortuna. En cualquier caso, el consenso al que terminó arribándose hacia finales del siglo XX fue que si bien cierta dosis de desigualdad era inevitable, o incluso conveniente, una desigualdad por encima de dicho nivel —digámoslo así— «óptimo» perjudicaba el bienestar y el progreso de una sociedad (Alesina & Perroti, 1996).
Como ya hemos adelantado, el propósito de este capítulo es reflexionar acerca de los orígenes históricos de la desigualdad económica en el Perú, un país que se conformó a partir del virreinato que el imperio español organizó, desde del siglo XVI, sobre el sustrato de la civilización inca. Muchas de las naciones que surgieron como tales después de una experiencia colonial han padecido de elevados grados de desigualdad; al parecer el peso del pasado ocupa un lugar importante entre sus causas.
La correlación entre desigualdad y pasado colonial puede resultar, de primera impresión, fácilmente comprensible si tomamos en cuenta que los sistemas coloniales se formaron a partir de la expansión de sociedades habituadas a los acuerdos y prácticas comerciales y con una mayor tecnología industrial sobre sociedades agrícolas o preagrícolas, las cuales practicaban una economía de autoconsumo y disponían de una tecnología industrial inferior. Cuando en el seno de estas sociedades agrícolas o preagrícolas se instalaron los colonos de la civilización comercial, con el fin de explotar los recursos naturales, que por su alto valor podían ser transportados a los mercados de las metrópolis, la desigualdad rápidamente se abrió paso. Ahora bien, este rápido incremento de la desigualdad no se debió a un empeoramiento de la situación económica de los nativos tras la colonización —aunque esto sí podía ser cierto respecto a la antigua clase gobernante y, eventualmente, incluso podía ocurrir para todos—. El cambio en la distribución de ingresos se debió a que en esa nueva época los nativos vivían al lado de los colonos blancos, quienes tenían rentas mucho más altas, derivadas del comercio de materias primas. Las dificultades geográficas, medioambientales, de logística y política que padecían las migraciones de hombres libres entre los siglos XVI y XVII hacían que los empresarios venidos de la metrópolis fuesen relativamente pocos. A partir de ello, empezó a conformarse en las colonias un mundo bipolar, en el que no solo los niveles de riqueza y bienestar eran harto distintos entre colonos y nativos sino también sus capacidades y derechos.
De este modo, esa grave desigualdad inicial ocurrió, ya sea que se usase a los nativos como mano de obra en la extracción de los recursos naturales o que para ello se trajese a población (en condición de esclavos, generalmente) desde otras partes del mundo (Wolf, 1987). Lo que puede resultar sorprendente, sin embargo, en el caso de América Latina, es por qué después de dos siglos de cancelado el dominio colonial, la desigualdad en la mayor parte de países que la componen no se ha disminuido, sino que aún se ha acrecentado y consolidado2.
Históricamente la relación entre desigualdad, pobreza y atraso económico se ha presentado de forma bastante compleja. De un lado, pareciera que en las sociedades desiguales el crecimiento económico se hubiera visto obstaculizado por la propia desigualdad, con lo cual se dificulta la erradicación de la pobreza entre sus miembros. Las extremadas diferencias de bienestar, capacidades y derechos entre la población vuelven difícil el logro de acuerdos para el bien común y complican la acción colectiva y el respeto a los derechos de propiedad y las normas de comportamiento económico. Las sociedades altamente desiguales se vuelven así conflictivas, difícilmente predecibles y muy inestables (Alesina & Perroti, 1996; Ravallion, 2001; Rodrik, 1998 y Figueroa, 2003). De otro lado, sobre la base del estudio de los ciclos económicos, autores como Simón Kuznets creyeron detectar una asociación histórica entre aumento de la desigualdad y crecimiento económico. De acuerdo con lo que se conoció luego como la curva de Kuznets, el fenómeno del crecimiento aumentaba la desigualdad en una sociedad durante una primera fase de su desarrollo o modernización industrial, pero la reducía en una segunda (1955).
Las investigaciones realizadas sobre la desigualdad en América Latina apuntan a distintas concepciones, aunque coinciden todas en que se trata de un subcontinente marcado por un fuerte desarrollo del fenómeno. Durante la década de 1970 la teoría de la dependencia y la escuela marxista de la articulación de modos de producción argumentaron que la extremada desigualdad registrada en el subcontinente era el resultado de la convivencia entre diferentes estructuras económicas y sociales, arcaicas y modernas. Dicha coexistencia entre los nuevos modos de producción, traídos por los colonos o las empresas de las metrópolis, y aquellos arcaicos, representados por la civilización de los nativos, permitían la emergencia en los países de la periferia, de burguesías industriales o financieras «modernas», pero cuya acumulación se lograba sobre la pervivencia de modos de vida feudales o tradicionales en las áreas de donde se surtían de trabajadores. Tales modos de producción arcaicos determinaban estilos de consumo austeros y primitivos y, por tanto, salarios sumamente exiguos3.
La persistencia de formas de trabajo forzado o casi forzado en América Latina (como la esclavitud, la servidumbre por deudas o el pago de tributos en trabajo) hasta épocas tan tardías (en relación con Europa) como las postrimerías del siglo XIX o la p...

Índice

  1. Introducción
  2. Capítulo 1. Los orígenes históricos de la desigualdad en el Perú
  3. Capítulo 2. La política y la desigualdad de ingresos en el Perú
  4. Capítulo 3. La distribución del ingreso en el Perú (1950-2010)
  5. Conclusiones
  6. Referencias bibliográficas
  7. Sobre los autores y colaboradores