San Josemaría Escrivá
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San Josemaría Escrivá

Miguel Dolz

  1. 160 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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San Josemaría Escrivá

Miguel Dolz

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Índice
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Información del libro

Este libro intenta asomarse a la fidelidad de un nuevo santo. Un extracto de su biografía, la presentación de sus obras, y algunos de sus comentarios sobre la vida de Cristo, que podrán servir a los fieles para alabar a Dios en sus santos.

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Información

Año
2011
ISBN
9788432138621
Categoría
Religión

Dentro del Evangelio, como un personaje más


«Hemos de aprender de El, de Jesús, nuestro único modelo escribe san Josemaría en Amigos de Dios. Si quieres ir adelante previniendo tropiezos y extravíos, no tienes más que andar por donde El anduvo, apoyar tus plantas sobre la impronta de sus pisadas, adentrarte en su Corazón humilde y paciente, beber del manantial de sus mandatos y afectos; en una palabra, has de identificarte con Jesucristo, has de procurar convertirte de verdad en otro Cristo entre tus hermanos los hombres» (Amigos de Dios, 128).
Las enseñanzas de san Josemaría se dirigen hacia un único fin: la identificación con Cristo. Él es el único modelo; el punto de partida y de llegada; el Camino, la Verdad, la Vida; el verdadero amor: el Amor con mayúsculas. Para amarle con plenitud, para identificarse con Él con toda el alma, hay que tratarle con intimidad, hay que esforzarse por caminar a su lado durante la existencia cotidiana como hicieron los Apóstoles en su paso por la tierra.
«Para acercarse al Señor a través de las páginas del Santo Evangelio se lee en Amigos de Dios, recomiendo siempre que os esforcéis por meteros de tal modo en la escena, que participéis como un personaje más. Así sé de tantas almas normales y corrientes que lo viven, os ensimismaréis como María, pendiente de las palabras de Jesús o, como Marta, os atreveréis a manifestarle sinceramente vuestras inquietudes, hasta las más pequeñas» (Amigos de Dios, 222).
Se incluyen a continuación algunos pasajes de la vida de Nuestro Señor, comentados por san Josemaría. No tienen pretensión alguna de exhaustividad, ni tampoco de antología, pero quieren ayudar a poner en práctica el modo de meditación evangélica que él proponía.

LA ANUNCIACIÓN


En el sexto mes, fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María (Lc 1, 26-27).
«No olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino... Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena: El Arcángel dice su embajada... Quomodo fiet istud, quoniam virum non cognosco? ¿De qué modo se hará esto si no conozco varón? (Luc., I, 34.)
La voz de nuestra Madre agolpa en mi memoria, por contraste, todas las impurezas de los hombres..., las mías también.
Y ¡cómo odio entonces esas bajas miserias de la tierra!... ¡Qué propósitos!».
La Anunciación,
Santo Rosario
«Nuestra Madre es modelo de correspondencia a la gracia y, al contemplar su vida, el Señor nos dará luz para que sepamos divinizar nuestra existencia ordinaria. A lo largo del año, cuando celebramos las fiestas marianas, y en bastantes momentos de cada jornada corriente, los cristianos pensamos muchas veces en la Virgen. Si aprovechamos esos instantes, imaginando cómo se conduciría Nuestra Madre en las tareas que nosotros hemos de realizar, poco a poco iremos aprendiendo: y acabaremos pareciéndonos a Ella, como los hijos se parecen a su madre.
Imitar, en primer lugar, su amor. La caridad no se queda en sentimientos: ha de estar en las palabras, pero sobre todo en las obras. La Virgen no sólo dijo fiat, sino que cumplió en todo momento esa decisión firme e irrevocable. Así nosotros: cuando nos aguijonee el amor de Dios y conozcamos lo que El quiere, debemos comprometernos a ser fieles, leales, y a serlo efectivamente. Porque no todo aquel que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; sino aquel que hace la voluntad de mi Padre celestial 1 .
Hemos de imitar su natural y sobrenatural elegancia. Ella es una criatura privilegiada de la historia de la salvación: en María, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros2. Fue testigo delicado, que pasa oculto; no le gustó recibir alabanzas, porque no ambicionó su propia gloria. María asiste a los misterios de la infancia de su Hijo, misterios, si cabe hablar así, normales: a la hora de los grandes milagros y de las aclamaciones de las masas, desaparece. En Jerusalén, cuando Cristo cabalgando un borriquito es vitoreado como Rey, no está María. Pero reaparece junto a la Cruz, cuando todos huyen. Este modo de comportarse tiene el sabor, no buscado, de la grandeza, de la profundidad, de la santidad de su alma.
Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, esa delicada combinación de esclavitud y de señorío. En María no hay nada de aquella actitud de las vírgenes necias, que obedecen, pero alocadamente. Nuestra Señora oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Luego, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra3. ¿Veis la maravilla? Santa María, maestra de toda nuestra conducta, nos enseña ahora que la obediencia a Dios no es servilismo, no sojuzga la conciencia: nos mueve íntimamente a que descubramos la libertad de los hijos de Dios4».
Es Cristo que pasa, n. 173

EL NACIMIENTO DE JESÚS


Y sucedió que, estando allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento (Lc 2, 6-7).
«Se ha promulgado un edicto de César Augusto, y manda empadronar a todo el mundo. Cada cual ha de ir, para esto, al pueblo de donde arranca su estirpe. Como es José de la casa y familia de David, va con la Virgen María desde Nazaret a la ciudad llamada Belén, en Judea. (Luc., II, 1-5.)
Y en Belén nace nuestro Dios: ¡Jesucristo! No hay lugar en la posada: en un establo. Y su Madre le envuelve en pañales y le recuesta en el pesebre. (Luc., II, 7.)
Frío. Pobreza. Soy un esclavito de José. ¡Qué bueno es José! Me trata como un padre a su hijo. ¡Hasta me perdona, si cojo en mis brazos al Niño y me quedo, horas y horas, diciéndole cosas dulces y encendidas!...
Y le beso bésale tú, y le bailo, y le canto, y le llamo Rey, Amor, mi Dios, mi Único, mi Todo!...».
Nacimiento de Jesús, Santo Rosario
Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de luz y se llenaron de un gran temor.
El ángel les dijo: No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.
De pronto apareció junto al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la...

Índice

  1. La Vida de Josemaría Escrivá
  2. Dentro del Evangelio, como un personaje más
  3. Obras publicadas
  4. Cronología