Cristianos en peligro
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Cristianos en peligro

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Cristianos en peligro

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Información del libro

En El Cairo, unos islamistas han atacado a los fieles que salían de los oficios en la catedral de San Marcos, lanzando piedras y cócteles molotov desde lo alto de los edificios vecinos. Las fuerzas del orden presentes no han intervenido.En Irak, un granjero cristiano es secuestrado. El rescate supone 60.000 dólares. Sus captores le han dado a elegir: si él y su familia se convierten al islam, no tendrá que pagar… Y pagó.En Gojra, Pakistán, mientras una multitud histérica pretenden linchar a los cristianos que huyen de sus casas incendiadas, muchas familias musulmanas les ofrecen la suya como refugio, arriesgando así sus vidas.Doscientos millones de cristianos -uno de cada seis- carecen de libertad para practicar su fe. Son perseguidos, discriminados y, algunos de ellos, asesinados. Creer en Dios supone un riesgo, a veces muy alto, pero hay muchas razones para la esperanza.

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Información

Año
2014
ISBN
9788432143731
Categoría
Religión

III

ÁFRICA

1. CONGO (s)
2. SUDÁN (s)
3. NIGERIA
4. SUDÁFRICA
5. MALI

1. CONGO (S)

La serpiente y el salchichón
Makoua, pequeña ciudad a 600 km al norte de Brazzaville. Enviado por la D.C.C. (Delegación Católica para la Cooperación), soy profesor de francés en un pequeño seminario llevado por la comunidad de las Béatitudes. En octubre de 1991, con frecuencia falta la electricidad y el grupo electrógeno se avería a menudo —nos alumbramos con lámparas de petróleo—, el agua escasea —nos lavamos en el río, el Likouala—, el teléfono prácticamente no funciona nunca, tampoco hay Coca-Cola...
Hace ocho días que llegué y uno de los jóvenes que frecuenta el monasterio —se llama Gabin— ha sido mordido por una «serpiente minuto» y nos ha dejado después de las vísperas de Todos los santos. Catecúmeno muy motivado y preparado para el bautismo, tendría justo el tiempo de recibir el bautismo antes de morir, minutos después de la mordedura. Es de noche, la sabana que nos rodea es de todo menos silenciosa, se oyen también los tamtams. En este momento me atrapa un cierto vértigo: ¡he firmado por dos años!
* * *
Brazzaville, un año y medio más tarde. Después del discurso de la Baule, en que Francia ha insistido para que hubiera progresos democráticos reales en África, aunque en realidad eso no nos ayudaría mucho —más valdría negociar de una vez por todas, pero con un presidente estable, devolviendo las comisiones a cambio del libre acceso a las riquezas del país, que aquí son el petróleo—, reina en el país una cierta tensión.
Según los números, la etnia más numerosa ha ganado las elecciones presidenciales y el nuevo presidente, Pascal Lissouba, trata de distanciarse de Francia acercándose a los americanos, que buscan sacar a los franceses del África central.
No es aún la guerra civil, aunque no tardará en llegar y se saldará —además de destrucciones masivas y un cierto número de víctimas— con el regreso al poder del antiguo jefe del estado, Denis Sassou Nguesso. Entre tanto, se talan árboles con frecuencia para cortar las carreteras, incluso en medio de la ciudad, y se comienzan a oír durante la noche disparos de armas automáticas.
Al salir de la Nunciatura, donde he sido invitado a almorzar, las religiosas italianas que se ocupan de la intendencia me ofrecen generosamente un salchichón. Eso no les supone una privación, me dicen, han recibido un buen paquete de Italia. Acompañado por el secretario de la Nunciatura en el coche climatizado de la embajada, debo continuar a pie hasta nuestro centro en Kinsundi, un barrio más lejano, pues la ruta está cortada.
Sudando de lo lindo, hace calor y la atmósfera está cargada, imagino la bodega de la Nunciatura repleta de salchichones y me parece que las hermanas han sido un poco tacañas: si querían recibir el céntuplo, más les valdría haberme dado un par de ellos más.
El oro gris
En Makoua, el pequeño seminario acoge a unos cuarenta alumnos de enseñanza media que se plantean la cuestión de su vocación sacerdotal. Para alimentarlos, nos procuramos caza sobre el terreno: antílopes, jabalíes, búfalos y peces de agua dulce, pero también tenemos que ir a Brazzaville para comprar al por mayor el azúcar, la harina, las conservas...
Hay 70 km de pista y 530 km de carretera oficialmente asfaltada, pero en algunos tramos hace mucho tiempo que el asfalto ha desaparecido, a veces también la carretera. Es necesario pues un vehículo todoterreno y tardamos, según la estación, entre diez y doce horas en llegar a la capital.
La ecuación es sencilla: si no hay vehículo, no hay seminario. Como el viejo coche que teníamos ha llegado realmente al fin de sus días, recibimos con alegría un nuevo vehículo flamante, financiado por un organismo que no conozco: Ayuda a la Iglesia Necesitada (en Francia, AED).
Ha sido el obispo del lugar, Mons. Ernest Kombo, quien se ha ocupado de la petición. Desde que fue elegido presidente de la Conferencia nacional, estructura que ha dirigido el país en el momento de la transición, después de la dictadura marxista, no se mueve sin sus dos guardaespaldas, incluso cuando viene a celebrar la misa a veces al seminario. Celebra rodeado de sus «gorilas», que visten alba... pero armados.
La historia reciente del Congo Brazzaville, oficialmente la República Popular del Congo, es complicada y llena de sufrimientos, pero el país parece un oasis de paz comparado con su vecino homónimo, el Congo Kinshasa, ex Zaire, oficialmente la República Democrática del Congo.
Las dos capitales están una frente a la otra, a orillas del Stanley Pool, ensanche del río Congo, antes de unas cataratas impresionantes. Pero el ex Congo belga ha tenido menos suerte que el ex Congo francés: es infinitamente mayor y sobre todo más rico. Pues, en África, allí donde están las riquezas, allí están los depredadores...
Si se toma un mapa de África y se superponen el de las riquezas naturales y el mapa de los conflictos, puede sorprender —aunque quizá no tanto— ver que son el mismo mapa. Diamantes, oro, petróleo... se transforman en estas latitudes en una maldición, al menos para la población local que, no solamente no saca de esto un solo franco CFA, sino que se convierte en víctima de masacres en gran escala, secuestrada por el enfrentamiento entre los famosos depredadores, compañías mineras o países vecinos, con frecuencia ambas cosas.
El Congo Kinshasa es el ejemplo más dramático. Hay que decir que este país, potencialmente uno de los más ricos del planeta, ha sido descrito como un escándalo geológico, tales son los tesoros que esconde en su subsuelo, incluidos los minerales raros —como el coltán, llamado a veces oro gris—, indispensables hoy para las nuevas tecnologías como los teléfonos móviles.
Es también uno de los países que han sufrido más en estos últimos años: se estima que cerca de cinco millones de personas han muerto por causas no naturales desde mediados de los años 90, y la mayoría ha perdido la vida en la parte oriental del país, allí donde se concentran las riquezas.
Este trágico escándalo no parece conmover a mucha gente... Hay que pensar que occidente debe tener allí sus intereses, sin eso me imagino que se sabría más. En todo caso, cinco millones de muertos...
Una parte del país, el Kivu, está actualmente ocupada por Ruanda, misteriosamente convertida en anglófona tras el cambio de régimen. Claro que esta región tiene entre el 60 y el 80% de las reservas mundiales de coltán...
La Iglesia sigue siendo la única institución todavía operante en la región, es decir, en el país, y prosigue sin descanso su misión pastoral ocupándose de los más pobres, o sea, de la mayor parte de la población. No duda la Iglesia en levantar su voz reclamando la vuelta del Estado de derecho, con un mínimo de seguridad y justicia social. Y por eso paga un alto precio: es incontable el número de sacerdotes y religiosos asesinados en estos últimos años, y las amenazas que siguen pesando hoy sobre la Iglesia.
* * *
Domingo 5 de diciembre de 2010 en Kinshasa. El arzobispo de la capital, Mons. Laurent Monsengwo, da la vuelta por la pista del gran estadio, de pie sobre la plataforma de un vehículo todoterreno, ante más de 80.000 personas, incluido el presidente de la RDC, Joseph Kabila.
Es su primera misa de rojo en el país, pues acaba de ser creado cardenal dos semanas antes en Roma, y es un acontecimiento nacional. El estadio se llama Estadio de los Mártires, lo que es un guiño al cardenalato, aunque la fuerte homilía del arzobispo ese día podría hacer temer una señal premonitoria.
«La autoridad está al servicio del bien común. Una autoridad y un poder que no se ocupan en primer lugar del bien común del pueblo, sino de sus propios intereses, es un poder sin sentido», afirma en su intervención, desatando una tormenta de aplausos. «No hay necesidad de matar tantos hombres y mujeres, no hay necesidad de tantas violencias innombrables para conseguir dinero. Es un dinero criminal», añade, invitando con insistencia a «poner fin a la guerra en el Congo en general y sobre todo en el este del país», en el norte de Kivu donde la violencia no cesa de intensificarse.
Pero el arzobispo no está en sus primeras tomas de posición. Algunos meses antes, su homilía de Pascua había sido particularmente virulenta, al denunciar sin complacencias la mala gobernanza del país y condenando también los malos tratos a mujeres y niños, las violencias de la inseguridad general, sin omitir los delitos financieros, la desviación de caudales públicos, así como el culto a la personalidad de algunos dirigentes. «Tenemos que hacer el censo de los antivalores en los que se ha deslizado nuestra sociedad, hasta el punto de alcanzar lo innombrable», declaraba entonces.
Al otro lado del río, en Congo Brazzaville, se había asesinado a un cardenal, cosa que se sale de lo ordinario, pero se trataba de otra época en que la dictadura marxista estaba controlada bajo cuerda por los soviéticos. Creado cardenal a la edad de cuarenta y seis años, Mons. Émile Biayenda fue asesinado cuatro años después, el 22 de marzo de 1977.
El pulmón espiritual de la humanidad
Si hubiese que retener solo una palabra del viaje de Benedicto XVI a Benín, en noviembre de 2011, esa palabra sería «esperanza». Sin minimizar las dificultades ni los extraordinarios desafíos que se presentan en África, el Santo Padre nos invitó entonces claramente a cambiar nuestro modo de mirar este continente, insistiendo de manera profética sobre el «tesoro precioso» que representaba África para el porvenir de la Iglesia y de la humanidad.
Esta segunda visita de Benedicto XVI a África, después de la de marzo de 2009 a Angola y Camerún, ha sido sin duda un éxito. La acogida de la población de Benín fue extraordinaria:
«Todos los benineses, asegura Mons. Antoine Ganyé, arzobispo de Cotonou, los musulmanes, los fieles de la religión tradicional... todas las religiones estaban presentes a lo largo de la carretera para acoger al Papa porque todos querían su bendición. ¡La bendición del Papa es muy, muy importante para nosotros los africanos!».
La mención de la esperanza se renovará en cada et...

Índice

  1. Portadilla
  2. Índice
  3. Introducción
  4. I. Oriente Medio
  5. II. Asia
  6. III. África
  7. IV. América
  8. V. Europa
  9. Epílogo
  10. Créditos