Cartas a una joven ensayista
eBook - ePub

Cartas a una joven ensayista

  1. 144 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Cartas a una joven ensayista

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Querida amiga: la salud cariñosamente y celebro que podamos encontrarnos aquí, en este espacio de ficción que nos da la escritura. No nos vemos en persona, pero vaya que nos vemos. yo ya invento a usted a través de estas palabras y usted hace lo propio conmigo.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Cartas a una joven ensayista de Efrén Giraldo en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Historia y teoría de la crítica literaria. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2018
ISBN
9789587203998

[SEIS.]

IMAGEN
Querida amiga:
En esta ocasión, y ya con la confirmación de mi viaje, quiero dedicarme a un aspecto al que hace poco aludíamos solo de pasada y que, espero, haya dejado alguna expectativa en el cierre de mi última carta: la pertenencia del ensayo al dominio del arte y la imagen. Lo podemos decir más simplemente: su carácter de li­teratura por un lado, y la naturaleza plástica de sus recursos por el otro. Se trata de lo que, en resumen, podríamos llamar su dimensión estética. Su pertenencia a dominios que no son de la ciencia o del derecho. Su abandono de la demostración y su ingreso en la mostración.
Durante mucho tiempo, la teoría reconoció que la belleza era, además de la representación, la mímesis, lo que definía al arte. Una categoría estética que no se asocia muy frecuentemente con el ensayo, pero que deberíamos considerar de nuevo, si es que queremos pensar este género como realización donde predomi­nan la factura literaria y el entusiasmo favorecido por lo esté­tico. A menudo, creemos que las historias, la representación dramática y la expresión lírica son las únicas producciones capaces de contener la belleza del lenguaje. La cuestión es que la argumentación y la exposición han sido juzgadas desde sus finalidades prácticas, desde su eficacia y rigor, desde sus contex­tos de uso, y se ha descuidado la función estética que cumple la comunicación de las ideas. Sin embargo, es de suponer que –aun sin creer que hay ideas o conceptos bellos– sí podemos atribuir valor estético a acciones como exponer, ejemplificar, argumen­tar, citar y analizar. Todas ellas propias de la tarea ensayística a la que tú empiezas a entregarte. La elegancia, la sencillez, la solidez y la fluidez son rasgos que frecuentemente se atribuyen al ensayo, sin pensar en que estamos hablando de propiedades estéticas, y no de funciones técnicas. Eso sin contar la gracia, la hondura, el ingenio y la agudeza, que también nos asisten cuando quere­mos hablar de nuestras piezas ensayísticas favoritas. Tú misma lo has dicho en tu anterior carta. El interés de un buen ensayo persiste incluso cuando sus ideas han sido refutadas. Nos quedan la gracia, el humor. Yo completo lo que dices: perdura cuando ha creado imágenes y símbolos que pasan a ser propiedad nuestra.
Más allá de estos rasgos estéticos, que a la larga son pro­ducto de la valoración, siempre me ha llamado la atención la importancia que tiene la imagen en el ensayo. Algo en lo que poco reparan los que, en la escuela, intentan enseñar a los jóve­nes a escribir. De tan abstracto, de tan serio, en el ensayo de los profesores ha quedado poco del gesto de Montaigne. A menudo me pasa –y eso lo he experimentado también con tus propios textos– que los ensayos me convencen por la energía con que me trasmiten las ideas, por el efecto plástico que en mí tiene el hábil tratamiento de cuestiones y problemas. En el último texto tuyo, encuentro muchas ideas discutibles, pero me convence la manera en que las expones y las defiendes con intensidad. Logro imaginar plenamente el calor de vida que inspira la apari­ción de los conceptos y adivinar la temperatura y las aguas que han alumbrado su germinación. Eso explica que no pueda esperar a conocer a la persona de carne y hueso que pensó tales ideas. ¿No has imaginado a veces que podríamos conocer a los ensayistas que más nos gustan y tomar un café con ellos?
La belleza de la prosa expositiva –algo reconocido en múl­tiples ocasiones en la filosofía y las humanidades– se relaciona para mí, principalmente, con dos capacidades visuales del texto ensayístico. Por un lado, el ensayista construye imágenes que sirven de agentes de la trasmisión, apoyos de su propuesta. Negocia iconos con el lector, y estos aparecen cuando leemos. No son adorno, sino herramientas para penetrar en el interior de una cuestión. Metáforas, metonimias y personificaciones irrum­pen como medios para garantizar el cumplimiento de los fines expositivos y persuasivos. Y, por el otro, la imagen se convier­te en protagonista del ensayo, bien con su presencia temática, bien con su misma inclusión material. En este caso, podemos decir que la arquitectura conceptual y la dependencia con el sentido de la vista se vuelven cruciales. En un primer caso, la imagen es virtual; en el segundo, como veremos, “real”.
Pero déjame hacer una pequeña digresión.
A finales del siglo XVIII, la imaginación era una de las fa­cultades que presidía la elaboración de obras de arte y dio lugar a una famosa dicotomía. Por un lado, estaba la literatura de imaginación, obras de poesía, novela y drama que buscaban el deleite y la emoción estética. Mientras que, por el otro, estaba la literatura de ideas, toda aquella producción centrada en la ar­gumentación y la exposición, la historia, la filosofía y –cómo no– el ensayo. Para muchos, la literatura de ideas tenía una función social muy importante, acaso más profunda que la de la literatura “poética”. El ideal ilustrado atribuyó a las letras de ideas muchas funciones “serias”, que quizás nos distrajeron de la autonomía estética negada al ensayo, pero que ya reconocíamos en poesía, drama y narración. Olvidados de que el ensayo puede imaginar, crear belleza y hacer ficción, creímos que la suya era la seriedad académica, el rigor de la ciencia, la verdad y la exhaustividad de lo jurídico. Pero nada más ajeno a él. También en el ensayo pue­de haber desinterés. Exposición por la exposición, argumentación por el mero hecho de hacerlo. La actitud lúdica del ensayista hacia el lenguaje, sus libertades, su violación consciente de las reglas de la lógica y la argumentación hacen pensar en lo estrechas que son sus relaciones con lo poético.
Convendría en este punto revisar esta antinomia –literatura de ideas frente a literatura de imaginación– y preguntarse qué tan útil es hoy en día, cuando han ocurrido tantas cosas. Hoy, cuando hay ya una erosión probada de fronteras entre géneros de escritura y una integración de las funciones del arte y la literatura en las ciencias sociales. Mi propuesta es practicar, en­tonces, la anulación de esa estrecha distinción entre imaginación e ideas para afirmar la orientación literaria del ensayo, sin desmedro de su capacidad crítica, sin olvido de su utilidad política o su responsabilidad social.
De todas formas, la distinción entre imaginación e ideolo­gía –coincidirás conmigo– es mejor que otras, como la que opone ficción a no ficción. A mi juicio, esta última ha impedi­do reconocer la estatura literaria del ensayo, pues ha inculcado la idea de que en el ensayo no se miente y que hay en él una presencia del real sentir y pensar de una persona que escribe, en acuerdo con la verdad. Pero, si miramos bien, encontramos la dimensión ficcional del ensayo en varios puntos. Por un lado, en la configuración de una perspectiva autoral, que aunque remite a una persona concreta es siempre una voz inventada. Al igual que el narrador en el cuento o en la novela, el ensayista es un punto de vista construido por el escritor, que determina los otros elementos constitutivos del ensayo. De modo que insistir en la índole imaginativa del ensayo puede ser un buen camino, si partimos de que nuestra primera creación, como ensayistas, es la propia voz. Tú, como ensayista, tienes esa primera tarea: in­ventar tu enunciación. También están los personajes, los diálogos, la polifonía y, cómo no, el “buen gusto” y la “elegancia”.
Ahora bien, decir que el ensayista piensa por, con y a través de imágenes para hacer más concreto su proceso de pensamiento y su juego de habilidad con las ideas nos lleva a algo inesperado: a la hora de construir el texto, la imagen es la que aporta mayores recursos argumentativos al ensayo. Esto nos lleva a recuperar esta noción inventiva y poética por vía de su participación en los dominios de lo visual. Los ensayistas tienen en la ima­gen uno de sus temas favoritos, pero también las imágenes literarias ayudan a desentrañar los misterios que como escrito­res pretenden enfrentar. Los mejores críticos, para mi gusto, son los que también pueden crear imágenes con las que responden al desafío del arte. Una imagen es, desde esta perspectiva doble, un tema, pero también un medio de conocimiento.
En este punto, convendría diferenciar la imagen empleada en la poesía o en el relato de la que se usa en el ensayo. Creo yo que, pese a advertir la existencia de imágenes líricas poderosas en muchos de los ensayos que nos gustan, las imágenes que hay en nuestro género tienen una naturaleza cognitiva, y por ello aparecen como elaboraciones que participan de una doble vida: la sensible y la intelectual. Cuando Octavio Paz analiza la mentalidad de los mexicanos y para ello recurre a la imagen de la rajadura –ese “rajarse” exquisito del habla popular–, está buceando en el fondo de la conciencia de su pueblo. Y extrae es­ta perla, visible para muchos, pero que solo el sondeo del ensayo pudo sacar de las profundidades para sus fines analíticos.
Y es que, en buena medida, el ensayo se mueve en el domi­nio de la imagen-pensamiento, lo que le permite acercarse a los conceptos a partir de representaciones. Los pensamientos, nos recuerda el ensayo, son también construcciones que tienen una forma, un estilo, una belleza. La imagen es, por eso mismo, mediadora, pero también objeto de la propia pesquisa del autor. Cuando tú, en tu último ensayo, usas la pradera como imagen de la vida cotidiana y la relacionas con el tedio y la amargura que a veces experimentas, estás usando un pretexto para situarme a mí en tus ideas más fácilmente. Sin duda, una de las imáge­nes más perdurables de Montaigne es aquella donde define el mismo ensayo como el intento de cruzar un vado. Con ello, el autor consigue exponer muchas de las características del géne­ro: sus rodeos, su tanteo, sus cruces a veces abruptos o a saltos. Fíjate que no dice “río”, ni “borrasca...

Índice

  1. CUBIERTA
  2. PORTADILLA
  3. PORTADA
  4. CRÉDITOS
  5. ÍNDICE
  6. [UNO.] FRONTERA
  7. [DOS.] CULTURA
  8. [TRES.] ESPACIO
  9. [CUATRO.] TIEMPO
  10. [CINCO.] CITA. DIGRESIÓN
  11. [SEIS.] IMAGEN
  12. [SIETE.] BREVEDAD
  13. [OCHO.] LECTURA
  14. [NUEVE.] ERÓTICA
  15. GALERÍA