Pensar España con Julián Marías
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Pensar España con Julián Marías

  1. 208 páginas
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Pensar España con Julián Marías

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A los extranjeros les gusta odiar España. Los españoles odian amarla. Sin embargo, millones de personas la recorren, seducidos por las mismas cosas que públicamente critican. Tal vez sea el país más visitado de los tiempos modernos, y el más denigrado. Pocas naciones han sido más estudiadas y también más incomprendidas.Julián Marías puede ayudarnos a comprender su coherencia interna y su continuidad en la historia.

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Información

Año
2012
ISBN
9788432141706
Categoría
Literatura

RAZÓN HISTÓRICA DE LAS ESPAÑAS

LA RAZÓN HISTÓRICA Y ESPAÑA

Frente a la difundida idea de que la realidad de España es incomprensible, irracional o ininteligible, Julián Marías ha necesitado saber a qué atenerse respecto a ella, y después de muchos años de indagación se propuso en su libro España inteligible «dar razón de España; y esa razón no puede ser más que razón histórica»[19]. Por ello el subtítulo de esa obra es Razón histórica de las Españas. Se trata de la «primera aplicación a fondo del método de la razón histórica a la realidad íntegra de un país y de sus consecuencias transoceánicas»[20].
Ese libro no cuenta la historia de España, sino que muestra «el argumento de esa historia, los nexos entre los sucesos que la integran, el horizonte de posibilidades ofrecidas en cada situación decisiva, la pluralidad de trayectorias abiertas y la que en cada caso fue efectivamente elegida y, en una u otra medida, realizada o frustrada». Eso es «lo que significa razón histórica. La historia misma da razón de la realidad, permite entenderla; la inteligibilidad histórica no es posible más que mediante la razón narrativa, es decir, la narración que no se reduce a “hechos”, que no rebaja lo humano a “cosas” físicas o psíquicas o sociales, sino que conserva su carácter intrínsecamente proyectivo y dramático»[21].
Ortega creó el concepto de razón histórica, pero nadie, ni él mismo, la aplicó a la investigación de España, hasta Julián Marías. Gracias a esa razón histórica podrá afirmar que «España es un caso excepcional —probablemente único— de un país definido por un programa explícito y mantenido durante siglos con asombrosa constancia; un país que consiste primariamente en un argumento —lo más humano imaginable—, y al cual pertenece, por tanto, paradójicamente, un inverosímil grado de inteligibilidad»[22].
Más aún, lo «más sorprendente, en contraste con las imágenes habituales de lo que ha sido España, es la extremada coherencia de su historia». Será «difícil encontrar un pueblo en que sea más transparente y explícito el proyecto histórico que lo ha constituido, con mayor constancia, durante siglos y siglos. Por eso, paradójicamente, contra todo lo que se ha pensado durante la Edad Moderna, pertenece a España un máximo de inteligibilidad, con la sola condición de no mutilar su realidad y tender sobre ella una mirada abarcadora y que acepte su estructura, no la deforme superponiéndole otra ajena, resultante de una interpretación previa, que no nazca de la visión de la historia misma»[23].
España «es más inteligible que la mayoría de las naciones europeas»; contemplándola con los recursos adecuados de la razón histórica «descubre una coherencia y continuidad infrecuentes, que permiten comprenderla. La mayoría de los que se han enfrentado con la cuestión han considerado España con la óptica recibida de otros países, cuya estructura e historia son bastante diferentes, y de ahí viene la impresión de “anormalidad”». Al hablar de España hay que ocuparse, esencial y no marginalmente, de América. «Una de las diferencias radicales entre España y otros países europeos es que, mientras la mayoría de ellos son “intraeuropeos”, España ha sido desde finales del siglo XV un país “transeuropeo”; por eso, si en la Edad Moderna se aplica a España el esquema que puede ser válido para Francia, Alemania u otros países, no se entiende nada. De ahí el subtítulo de mi libro: “Razón histórica de las Españas”»[24].
Pero vuelve a explicar que «España inteligible no es un libro de historia; en rigor es un análisis filosófico, según la razón histórica, de una realidad que ella es histórica, y es su historia la que “da razón”»[25].
A Julián Marías le interesa lograr que España sea inteligible. Y como España es una realidad histórica, sin la totalidad de su historia no es inteligible. Por eso Marías da razón del argumento de la historia de España. Se da el hecho lamentable, de incalculable gravedad, de que los españoles e hispánicos, sin exceptuar los cultos, viven con un mínimo porcentaje de su realidad.
Lo que ocurre es que suele darse un desconocimiento histórico generalizado. Esta ignorancia «se convierte en un factor de perturbación, que anula incluso lo que se sabe, lo invalida, porque lo deja incompleto, mutilado, sin justificación, fuera de contexto, de manera que viene a resultar un error»[26]. Retengamos esa última palabra, error, porque se repetirá muchas veces a partir de ahora para ver cómo perturba a la hora de considerar la realidad española.
Cree que «la ignorancia histórica es la causa de un incalculable número de errores y de la mayor parte de los abatimientos y desánimos; por eso la fomentan los que quieren desmoralizar a los pueblos y dejarlos indefensos y manejables»[27].
Hay que tener en cuenta unas palabras de su Introducción a la Filosofía: «el olvido de la historia es olvido de nosotros, ignorancia o pérdida de nuestra propia realidad. Sin la historia estamos incompletos, somos ajenos a nosotros mismos, esto es, estamos enajenados o alterados, perdidos en el ámbito social de la tradición. Por eso es privación la ignorancia histórica, y por eso necesitamos el saber histórico, nada menos que para ser; se entiende, para ser nosotros mismos». Con la historia, el hombre «toma íntegra posesión de sí mismo, y sale de la angostura de su circunstancialidad y de las interpretaciones tradicionales recibidas a la realidad misma, allende todas las interpretaciones. Solo con la razón histórica —con la razón que es la historia misma— puede el hombre dar razón de sí mismo y proyectar libremente su vida personal, desde su realidad originaria e irreductible. La historia es el órganon de la autenticidad»[28]. Lo que hace Marías es un análisis del contenido y la significación de esa historia para hacer inteligible la realidad de España.
Además el «aterrador descenso del conocimiento de la historia favorece la erupción de nacionalismos y hace posible la manipulación de pueblos que sustituyen su realidad por una ficción y de paso se llenan de resentimiento y rencores»[29].
El hecho enorme que gravita sobre España es precisamente «el desconocimiento del conjunto y el argumento de nuestra historia, del proyecto histórico que, con extraña coherencia, la ha constituido; la visión parcial de una España que durante siglos ha sido otra cosa, la supernación en dos hemisferios, de magnitud incomparable con las demás naciones europeas». Por eso el factor capital «que permitió que se malograran tantos aciertos y posibilidades fue la falta de posesión de nuestra historia o la interpretación arbitraria y deformada de ella. Cada vez se me impone con más fuerza la convicción de que en esto estriba lo más peligroso y negativo de nuestro tiempo». Desde «los “nacionalismos”, dedicados a la “historia-ficción”, y desde una politización partidista empeñada en la descalificación de grandes porciones de la historia, sobre todo cercana, se ha puesto en cuestión la realidad española, y con ello se ha dificultado su posesión y utilización. Por desprecio a la verdad, se ha renunciado por algunos a la inteligibilidad de la historia, lo que implica la obturación del porvenir». Se pinta de manera absolutamente ridícula y falsa lo que ha sido esa historia, «y se cae en una funesta y suicida calumnia de España, cultivada metódicamente». Si en lugar de conocer los pasos y personajes de la historia, «preferimos los espacios angostos o las banderías, nos condenamos a la pobreza y la cerrazón del horizonte. No se ve por qué se ha de renunciar a lo que somos, a dimitir de nuestra propia condición»[30].
Pero la razón histórica no es la razón aplicada a la historia, sino la razón que es la historia: es la historia misma la que da razón, la que permite comprender. Hasta Ortega se solía concebir la historia como lo contrario de la razón. Ahora se trata de encontrar en la historia —en nuestro caso de España— su razón. «Esta visión no se ha ensayado nunca para comprender España». En nosotros «es más urgente que en otras partes el recurso a ese instrumento superior de intelección». Por fortuna, «ese método ha nacido y se ha desarrollado en España, lo cual parece obligarnos más a usarlo»[31]. Se trata de escapar a la razón abstracta para intentar comprender España y, frente a su calumnia, «hacerle justicia con el método de la razón histórica»[32].
Ya sabemos por qué el libro España inteligible se subtitula Razón histórica. Pero el subtítulo continúa así: de las Españas. ¿Por qué? Julián Marías ve imperiosa la necesidad «de incluir, desde cierto momento, América como ingrediente esencial de España. Sin ello, España es ininteligible; y no basta con tener en cuenta el mundo americano como un apéndice o un complemento, sino que hay que dar razón de él, a la vez, si se quiere comprender la realidad efectiva que fueron las Españas: toda consideración aislada de España o de la América hispánica está condenada al fracaso, renuncia automáticamente a entender»[33].
En su obra La Corona y la comunidad hispánica de naciones, Marías escribirá que «uno de los motivos que me impulsaron a escribir España inteligible, acaso el principal, fue la evidencia de que se había pasado por alto una y otra vez la originalidad de España. Los demás europeos, que en un primer momento la adivinaron, perdieron pronto su impresión de que era algo nuevo y distinto, se extinguió su curiosidad y dieron por supuesto que la nación española era como las demás, y al advertir, a pesar de ello, ciertas diferencias insuperables, las interpretaron como deficiencias e inferioridades o como anomalías. Esta manera de ver las cosas impregnó a muchos españoles y ha sido una de las causas más pertinaces de que España no sea bien entendida y de que no se tome posesión plena de su realidad»[34]. Esa originalidad estriba en que es una nación transeuropea, a diferencia de las que son meramente intraeuropeas.
Desde que es una nación, España «no ha sido nunca solo España, o si se prefiere, no ha estado nunca sola. Fue una Monarquía en dos continentes, una nación trasnacional y no nacionalista». Teniendo en cuenta que «el mundo ha recaído en un nacionalismo absolutamente arcaico», incluso «nuestra Literatura es inconciliable con todo espíritu nacionalista». Si hay «una Literat...

Índice

  1. Portadilla
  2. Dedicatoria
  3. Introducción: España inteligible
  4. Razón histórica de las Españas
  5. Créditos