Si hay algo que he podido constatar a lo largo de mi trayectoria profesional trabajando con familias ha sido la preocupación de los padres por el uso que hacen sus hijos menores de los dispositivos móviles y en general de las nuevas tecnologías de la Información (TIC). A menudo me consultan sobre cómo educarlos en internet y qué hacer para que sus hijos adolescentes aprendan a protegerse frente a posibles riesgos en redes sociales.
Varios estudios han constatado la iniciación de los menores a edades cada vez más tempranas en internet y redes sociales. Tomando prestado el término de “cachorros digitales” comentado por nuestra querida Sonia Martín en la introducción, no podemos pasar por alto la importancia que tiene incorporar al ámbito familiar la educación en el uso de las TIC, porque estamos hablando de la generación digital llamada “Generación 2.0”. Fue Marc Prensky el padre de tan singular título para denominar a una generación de jóvenes internautas nacidos con una tablet bajo el brazo y que han sido expuestos desde bebés a la tecnología. Hablamos de una generación que se mueve como “pez en el agua” en todo lo relativo al funcionamiento de móviles y cualquier tipo de artilugio electrónico.
Hablamos de menores con mentes digitales. ¿Pero qué significa esto? Sin necesidad de profundizar, es preciso saber que el cerebro humano es una gran máquina, hasta el momento no se ha conseguido inventar nada parecido. Su gran capacidad plástica (neuroplasticidad) está íntimamente relacionada con la capacidad de adaptación a nuevos entornos. Así las nuevas generaciones han desarrollado unas mentes digitales, sabiéndose adaptar a los nuevos escenarios tecnológicos que presiden nuestra sociedad actual.
Hoy en día vivimos en un cambio continuo que poco invita a la reflexión. La tecnología del momento queda obsoleta a una velocidad vertiginosa sin darnos apenas tiempo a saborearla. Lo que hace el cerebro es establecer nuevas conexiones neuronales para adaptarse a la inmediatez de las cosas. Se sabe que las jóvenes mentes digitales desarrollan a nivel cerebral unas funciones llamadas “multitarea”. Algunos estudios sobre las posibles consecuencias derivadas de la obsesión por los videojuegos muestran unos resultados que apuntan a una posible atrofia del lóbulo frontal y afectación de la visión periférica al centrar la visión durante un tiempo excesivo en pantallas.
Pero para serles sincera, no quiero quedarme con este último dato y prefiero pensar que evolucionamos hacia un mundo mejor, que la sabia naturaleza inclinará la balanza y “nuevos cableados neuronales” diseñaran atajos y caminos adaptados en las mentes digitales de nuestros hijos. Mientras tanto, ocupémonos de hacer todo lo que esté en nuestras manos, como sociedad, como padres y como profesionales, mediante programas de prevención que doten a nuestros menores digitales de hábitos responsables y recursos de afrontamiento ante los posibles riesgos en este nuevo escenario digital en el que casi todos hemos aterrizado sin haber sido preparados para ello.
Internet y las redes sociales han revolucionado el mundo a pesar de que aún muchos se resistan al cambio. La brecha digital es evidente y divide a los llamados “inmigrantes digitales” o “analógicos digitales”, que han tenido que adquirir habilidades para manejarse con las nuevas tecnologías, frente a “los nativos digitales”, nacidos en la era digital y que incorporan habilidades para manejar de forma natural y espontánea las TIC.
¡¡Despertad “padres analógicos”!! Subíos “al carro digital”. Cuanto antes lo hagáis, mayor sintonía encontraréis con vuestros hijos. A modo de símil, esto me recuerda a las bandas de frecuencia de las emisoras de radio: los menores internautas, en Frecuencia Modulada, y los padres analógicos en Onda Media. Al final, si los analógicos no se esfuerzan un mínimo, será más complicada la sintonía entre ambas generaciones.
Disminuir esa brecha generacional no es tarea fácil. Mostrarnos cercanos desde la tierna infancia, interesarnos, a medida que van creciendo, por conocer cómo pasan el tiempo en internet y en las redes sociales, conocer los juegos que comparten, qué vídeos de YouTube visualizan… En definitiva bucear con ellos en ese mundo digital. La evolución tecnológica es imparable y tenemos la responsabilidad social de educar a los menores, desde las familias y los centros educativos, en el uso responsable de las TIC. Para ello, hay que facilitar a las familias el acceso a recursos y herramientas formativas e informativas que fomenten la educación hacia un uso responsable de las nuevas tecnologías de la Información y la prevención de riesgos en internet.
La Encuesta del INE sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación en los Hogares Españoles 2017, mostró que el 94,0% de los adolescentes de 15 años disponen de móvil. Y un alto porcentaje de menores de entre 10 a 15 años utilizan las nuevas tecnologías de la información, con una edad de inicio en internet por debajo de los 10 años. En el apartado de “Estudios sobre las TIC”, los lectores podrán encontrar datos relacionados con diversas cuestiones relativas a las TIC.
Por otro lado, el Informe Generación 2.0. 2010, realizado por la Universidad Camilo José Cela sobre los hábitos de los adolescentes en el uso de las redes sociales por comunidades autónomas, reflejó que el 78% de los adolescentes utilizaban las redes sociales, siendo las mujeres quienes más lo utilizaban, con un 81,6%, y los varones, un 74,4%.
Sin duda alguna, los lectores podrán imaginarse que si estos datos son resultados de 2010, en la actualidad habría que inflarlos aún más.
Trabajando con menores he podido constatar que la edad de los internautas disminuye cada año. En 2011, las familias me solicitaban orientación para sus hijos adolescentes sobre aspectos relativos a la educación en internet y otras problemáticas relacionadas con las que se encontraban. Sin embargo, hoy en día además de triplicarse las consultas, las edades de los menores han descendido hasta los 8 y 9 años e incluso menos, lo que resulta inquietante.
Creo que es urgente ponernos manos a la obra y educar desde la infancia, dotándoles de las herramientas de protección y de los recursos necesarios para manejarse en estas lindes porque tener “mentes digitales” no es suficiente. Necesitan aprender a hacer un uso responsable y a navegar de forma segura. Por lo demás, bien es cierto que ellos son más rápidos navegando en internet, más hábiles y se mueven de forma más natural, intuitiva y espontánea.
Desde el entorno familiar, recomiendo buena dosis de píldoras educativas en prevención de posibles riesgos en internet y redes sociales para nuestros menores, píldoras de prevención no solo dirigidas a las nuevas generaciones digitales, protagonistas indiscutibles de nuestra era, sino también dirigidas a las familias y a los profesionales de la educación.
Las preocupaciones de los padres giran, por lo general, en torno a los siguientes puntos:
Que sus hijos puedan acceder a contenidos inapropiados. Es necesario educar en una navegación segura. En internet NO todo vale.
Que se registren en redes sociales sin el consentimiento de los padres a edades muy tempranas (infancia y preadolescencia).
Que faciliten datos personales, tanto suyos como de su entorno (amigos y familia) con la pérdida de privacidad, exponiéndose a posibles riesgos.
También les preocupa que sus hijos puedan estar siendo víctimas de acoso escolar. En algunos casos los padres manifiestan su preocupación ante la posibilidad de tener “hijos pegones” y/o “acosadores”.
Que sus hijos puedan ser víctimas de un adulto y puedan ser engañados a través de las redes sociales.
El excesivo tiempo que pasan con pantallas
: YouTube, videojuegos, WhatsApp, etc., en detrimento de otras actividades (estudio, actividades deportivas, responsabilidades familiares…). No es extraño ver en los informativos noticias relativas a menores que agreden a sus progenitores cuando les dejan sin conexión a internet.
Estas y otras cuestiones son las que me plantean las familias. Resulta preocupante saber que la gran mayoría de los padres con los que he tratado en talleres y consultas aseguran al principio no tener ni idea de las webs que sus hijos adolescentes visitan.
Es necesario educar, desde los hogares, para que el menor sea responsable a la hora de usar la tecnología para conseguir jóvenes con criterio, capaces de autorregular su conducta. Los padres han de supervisar los contenidos que visitan sus hijos.
Las nuevas generaciones de internautas se relacionan, comunican y divierten a través de internet y las redes sociales. Ya hemos visto que en los últimos años se han incrementado de forma masiva los adolescentes que las usan y cada vez se inician en ellas a edades más tempranas. ¿Q...