Parte 1
Nuevas prácticas para nuevos escenarios
Esta sección, teniendo en cuenta la transformación de los medios de comunicación en diferentes ámbitos debido a la evolución tecnológica, reúne reflexiones basadas en teorías y experiencias del quehacer periodístico contemporáneo. Comienza con un capítulo que aborda los nuevos retos y oportunidades laborales para los periodistas, tema que está directamente relacionado con las claves para la concepción de contenidos digitales y la producción multimedia móvil.
Como parte relevante de las nuevas formas de circulación de la información publicada por los medios, se encuentra el capítulo “Redes sociales y opinión pública: las nuevas rutinas de consumo informativo”. En un entorno en que urge el desarrollo de nuevos modelos de negocio para rentabilizar periódicos y cadenas de radio y televisión, “Medios de comunicación y emprendimiento” plantea propuestas de creación de nuevos medios en diferentes regiones en Colombia. Para emprender en comunicación no se puede olvidar que internet se configura como un espacio de producción y consumo editorial, ni tampoco la importancia de la labor llevada a cabo por los influencers. El debate que se realiza en este apartado se cierra considerando los principales aspectos del marco jurídico del periodismo en el país.
Horizontes epistemológicos y nuevas oportunidades laborales
Algunas reflexiones sobre los roles
y sectores profesionales de
los comunicadores contemporáneos
Daniel Barredo Ibáñez
Universidad del Rosario (Colombia)
Grace Zurita Maldonado
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Ecuador)
Juan Pablo Trámpuz Reyes
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Ecuador)
Introducción
La comunicación tiene una gran influencia sobre el desarrollo de la cultura, porque proporciona las herramientas para percibir el mundo, difundir los saberes, adquirir los valores y los procesos de socialización. Y, además, es este ámbito el que proporciona los contenidos y los discursos, basados en los imaginarios colectivos para la transmisión de conocimientos, saberes, prácticas y representaciones (Martín-Barbero, 2015). En el siglo XXI, con la movilización y la desterritorialización de los sujetos, está emergiendo una nueva ciudadanía diversa con consecuencias para todos los procesos sociales y, por ende, para los procesos comunicativos que sin duda inciden en la forma de asimilar conceptos como cultura, religión y género, entre otros. Este es un intercambio de innovaciones sociales que, a su vez, se ve influenciado por la globalización cultural (Reeder, 2012).
La comunicación —a través de la transversalidad con otras ciencias y la interculturalidad— transforma la realidad, se convierte en un elemento activo para la inclusión y la comprensión social. Desde ese prisma, la comunicación inclusiva, intercultural y diversa ayuda a eliminar las barreras a partir de un fomento de la equidad, el respeto y la tolerancia (Serrano y Capdevilla, 2013). Asimismo, la comunicación trata de orientar a los sujetos desde su autoidentificación, reconociendo la cultura emergente en la que se conforman continuamente nuevos significados, valores y relaciones (Gordillo, 2014).
En las últimas décadas, este enfoque social se ha expandido a partir de las tecnologías de la información y la comunicación que, mediante la generalización del uso de dispositivos de conexión y unas tasas cada vez mayores de acceso y manejo de internet, estimula una reconfiguración del discurso, la praxis, la cultura y la estética (Girola y Thomasz, 2015). Desde ese punto de vista, tanto los profesionales como los sectores de la comunicación se encuentran también inmersos dentro del cambio estructural que propone la mediación tecnológica. En las siguientes páginas presentamos algunas reflexiones, con el fin de aproximarnos a los horizontes epistemológicos y a las nuevas oportunidades laborales de los periodistas en las sociedades contemporáneas.
La progresiva implementación de las TIC en las sociedades locales y globales y la adaptación de la industria a los nuevos soportes
El gran cambio para los actores que ha supuesto la progresiva implementación de las TIC en las sociedades locales y globales supone, por un lado, la aparición de un nuevo tipo de usuario, el cual no se conforma con recibir y asimilar información, sino que además demanda participar con ella (López, Solana y Mendoza, 2010). Se ha producido, en términos globales, una activación de las audiencias:
Este cambio no afecta sólo a su sistema productivo, sino que también alcanza a sus nuevas vías de transmisión y difusión, a su forma de consumo, de acceso, de interacción participativa e integración y feedback entre el emisor y el receptor. El proceso informativo se ha reformado: ha pasado de ser unidireccional (sólo de ida), a ser bidireccional (de ida y vuelta); de monólogo, a diálogo; de información, a comunicación. (Montoya, 2014, p. 733)
Es decir, la producción de sentido en los medios de comunicación tiene que fomentar una progresiva integración de las audiencias, una incorporación de la opinión ciudadana en los actores o emisores, una mayor transparencia sobre el tipo de gestión y los mecanismos de participación, así como una mayor apertura ante las demandas y sugerencias de información.
El segundo problema, vinculado a los sectores que integran a la profesión, hace referencia a la adaptación de la industria a los nuevos soportes. En ese sentido, la industria relacionada con la información y la comunicación, dados los cambios enunciados anteriormente, se encuentra en un proceso de reconversión (García, Westlund y Rodríguez, 2015), relacionado también con la crisis económica internacional que inició en 2007 y motivó una caída de la inversión publicitaria (Montoya, 2014). La generalización de las TIC y la expansión de dispositivos como tabletas, plataformas móviles o incluso videoconsolas motiva que haya descendido la edad de los individuos consumidores de información (Túñez, 2012) y que hayan aparecido nuevos segmentos o nichos o sectores, así como nuevas vías de financiación y de inyección de recursos económicos para las empresas. La convergencia, entonces, o la localización de nuevas posibilidades empresariales desde las redes sociales son algunos de los intentos y estrategias que, como señalan López, Solana y Mendoza (2010), realizan las empresas informativas para garantizar su supervivencia económica, o bien la expansión hacia los nuevos mercados. Asimismo, estos autores subrayan también la adopción de “soluciones flexibles” (p. 81) con los anunciantes y un gran contacto y dinamismo con respecto de las demandas realizadas por parte de las empresas publicitarias. Gracias a las nuevas relaciones entre el usuario y la organización, y a las posibilidades técnicas de las plataformas en línea, surgen roles profesionales asociados a las necesidades empresariales; el análisis de datos, la gestión de foros o comunidades, o una mayor “investigación comercial” (Villada, 2006, p. 423), con el fin de disponer de más elementos para minimizar las innovaciones de las empresas rivales, teniendo en cuenta que la ciberesfera es un entorno altamente competitivo.
Por otra parte, las empresas han alcanzado “una dimensión global en el espacio y atemporal en el tiempo” (Túñez, 2012, p. 223), es decir, el nivel competitivo está determinado por organizaciones similares del entorno internacional, las cuales tienen una mayor facilidad para integrar, de manera segmentada, a las audiencias de otro país y, con ellas, a sus anunciantes.
La aparición de la microempresa informativa y los cambios en las rutinas individuales
El tercer problema identificado, en este caso para los sectores, estriba en la aparición de la microempresa informativa, los medios hiperlocales y las plataformas individuales. A escala global, la generalización del consumo de los productos y servicios que ofrece internet conlleva la aparición de formas novedosas de participación social (Van Raer y Van Aelst, 2010) en las cuales las instituciones, las organizaciones y, por supuesto, los individuos reconfiguran su relacionamiento dialéctico y vivencial. Esto, a su vez, desde el punto de vista netamente empresarial, favorece la aparición de nuevos nichos en el mercado comunicacional, donde, por cierto, se han abaratado los costos de generación y la posibilidad de desarrollar innovaciones, como sugiere Bennett (2003), y las audiencias demandan una personalización del producto (Montoya, 2014). Fenómenos como el mencionado favorecen el emprendimiento, particularmente entre los jóvenes graduados, quienes a su vez se ven beneficiados por el cambio de la estructura organizativa, reconfigurada a partir de los patrones asociativos propios de la ciudadanía digital, más flexible y dinámica y menos vertical.
En paralelo, el mercado convencional de medios sufre una pérdida de credibilidad social, como ya explicábamos en Barredo (2013), que se traduce en un descenso generalizado de audiencias y, por tanto, de anunciantes. Dicho descrédito no está únicamente asociado al escenario digital; Timoteo Álvarez (2005) describe numerosos casos polémicos de medios tan a priori prestigiosos como The New York Times, Le Monde o El País que marcan su estrecha vinculación a los poderes económicos o políticos, en detrimento de la defensa de la ciudadanía. Una de las estrategias empleadas para conseguir la reactivación del prestigio social trata de integrar a los usuarios como cocreadores de contenidos, con el fin de contrarrestar el efecto de plataforma...