Arte y gestión de la producción audiovisual
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Arte y gestión de la producción audiovisual

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Arte y gestión de la producción audiovisual

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"Arte y gestión de la producción audiovisual" es una obra que, más allá de ser un manual sobre el quehacer audiovisual, sugiere una serie de lineamientos imprescindibles para que la preparación de una producción en cualquier medio sea eficaz y, al mismo tiempo, presenta una reflexión sobre distintos aspectos que confluyen en el desarrollo de los productos audiovisuales. La lógica de la producción ayuda a comprender los procesos de cada producto audiovisual en sus diferentes etapas, trabajo desplegado por Carpio con precisión al incorporar las nuevas tecnologías y los nuevos actores-agentes del mundo audiovisual. Esta obra recoge modelos, experiencias compartidas, entrevistas, lecturas e investigaciones para recrear los productos audiovisuales en función de los cambios tecnológicos, el entorno social, las condiciones del mercado y la diversidad de públicos. Como explica el propio "Chachi" Carpio, "el público es cada vez más peculiar y difícil de retener, ha dejado de ser un personaje pasivo. Los medios, por su parte, actúan de manera convergente e interactiva. Se requiere, por tanto, de una persona competente en la elaboración de contenidos audiovisuales, capaz de manejar estructuras dramáticas y narrativas con sensaciones que permitan llegar tanto a públicos masivos como especializados. Para ello, tendrá que contar con las capacidades y habilidades gerenciales suficientes para regentar un negocio que ha dejado de ser coto de unos pocos". Este libro es para quienes buscan convertirse en ese neoproductor creativo y eficaz en la era de los medios transversales.

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Información

SEGUNDA PARTE

El proceso de producción audiovisual

Como ya se refirió, el concepto de producción proviene del sector manufacturas y por tanto contempla una cadena o etapas de fabricación de una obra, en este caso audiovisual.
Pero esta obra tiene algunas condiciones que la hacen aún más particular.
Primero, no ser enteramente un producto comercial o ser parcialmente un servicio, o ambos a la vez, dependiendo de la óptica con la que se mire o el papel que se juegue en el mercado.
En segundo lugar, estar dentro de lo que se ha denominado industrias culturales le otorga al bien un valor especial, tanto por el beneficio económico que presta como por su contenido ideológico.
Si bien cada programa o producto tiene sus particularidades por el tema, formato, soporte, público, mercado o emisión con los que se trabaje y desarrolle, hay características comunes que serán comentadas.
Con algunos conceptos ya aclarados, como la lógica de la producción, la definición de producción y sobre el productor mismo, es menester comprender las etapas del proceso de generación de un producto audiovisual analizando el siguiente esquema:
Gráfico 4.1. Proceso de producción
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Capítulo 5. El preproyecto

En cine suelen llamar a esta etapa «Desarrollo del proyecto», otros lo denominan «Anteproyecto» o, simplemente, «Proyecto». Cualquiera de los nombres da cuenta de la necesidad de fijar una propuesta dentro de los marcos de su viabilidad económica, financiera, comercial y artística. En este libro se plantea que el término más pertinente es Preproyecto porque antes de mover cualquier cámara o movilizar a un personaje se debe contar con los recursos necesarios para llevar a cabo el plan de principio a fin.
Sin un análisis de las diferentes partes que componen el proyecto, tanto en lo que se refiere al desarrollo de la historia como en su manejo económico, financiero, comercial, y de un compromiso concreto para hacer frente a cada aspecto, la propuesta puede quedar trunca en una de sus etapas y perderse toda la inversión.
Hay quienes se animan a trabajar cada parte en función de los recursos que vayan consiguiendo, es una forma, pero, precisamente, no es la mejor.
Aquí interviene mucho el factor experiencia, los contactos, la capacidad económica que se pone en juego y, por supuesto, el valor de la idea en un determinado contexto.
Al margen de las preguntas económicas y financieras, que son medulares y, ciertamente, las del público a quien se dirige el proyecto, una interrogante crucial es: ¿cuál será el diferencial que ayude a identificar el producto? Es la más simple y compleja a la vez, porque su respuesta debe ser el eje de toda la producción. Incluso, ese pequeño detalle ayuda significativamente en el proceso de venta de la idea a los posibles agentes financieros.
Sin embargo, es necesario tener en claro que nadie solventará económicamente un proyecto audiovisual si no encuentra un beneficio en esa acción, lo cual supone entender las necesidades del «público–cliente»: ganar imagen en la venta de sus productos o servicios, o en posicionamiento. Esto es clave para hacer que asuman la idea como suya y se comprometan con el productor.
Ahora bien, las propuestas audiovisuales tienen muchas aristas para destacar dependiendo del «público–cliente» al que se quiere llegar: el tema, el género, el público al que se dirige, los éxitos previos, las referencias a la marca o producto, etcétera. Empero, y además de la idea central de la propuesta, por lo general los programas se centran en la imagen de los personajes, los actores o los periodistas que conducirían, según sea el caso, ya que con ello es como se construye el 50 % del éxito de un programa, el porcentaje restante lo pone el contenido y la producción. De manera que el casting, o selección de las personas que saldrán en la pantalla, se torna definitivo.
Las caras, los rostros y los personajes son determinantes para la identificación y continuidad de una propuesta. Jaime Bayly o César Hildebrandt podrán ponerle el nombre que quieran a sus programas, pero el público siempre reconocerá que detrás de la marca está el periodista. Hay, por supuesto, excepciones en donde el formato prevalece por encima de las personas. Saturday Night Live es un clásico del humor en los Estados Unidos, y su equipo de comediantes se renueva con periodicidad, manteniéndose el esquema del formato como identificador del programa.
Las películas en mercados como el norteamericano se crean, muchas veces, pensando en el intérprete, de manera de producir una simbiosis que facilite el reconocimiento del público y, por supuesto, el éxito de la obra.
Otros ejemplos son las series cinematográficas protagonizadas por un personaje, como James Bond, Superman o Batman, en donde se espera que el actor de turno cumpla la función otorgada al héroe y facilite la identificación del público.
En la radio, la voz del locutor identifica el programa. Cuando este cambia, es muy probable que se le extrañe, aunque también puede haber formatos más fuertes que el propio presentador.
«Los primeros locutores de la radio eran parte vendedores, maestros de ceremonias e informados guías sobre los sucesos del mundo. De acuerdo con ello, realizaban tareas variadas, fungir como maestro de ceremonias en un programa de variedades, anunciar el reparto de una radionovela o presentar una obra de radio.
Al locutor se lo veía como actor más de lo que es, cuando estaba en el aire. Esta percepción dio origen al desarrollo de una forma estilizada de hablar enfática y dramática. Los locutores hacían gala de un estilo distintivo que solo se escuchaba en la radio» (Hausman 2001: 21).
En los nuevos media ya existen espacios (blog, Twitter o Facebook) como «Perez Hilton15» o «El útero de Marita16», que sin ser medios audiovisuales cuentan con una identidad muy fuerte.
En resumen, reconocer cuál es la viabilidad de la idea para convertirla en un proyecto seguro, es una etapa crucial. Definir quién se hará cargo de la imagen del programa será también determinante. Sin embargo, a pesar de incluir todas estas y muchas otras preguntas y desarrollar posibles respuestas, nada garantiza un resultado al 100 %.
Si se aprecia en detalle el Gráfico 4.1., puede observarse que el proceso responde a una lógica que va desde la idea hasta su evaluación.
También es posible visualizar las diferentes etapas, el propósito y el objetivo de cada una, los responsables y las personas que intervienen directamente, los trabajos a realizar, los contratos y finalmente los productos que se deben obtener en cada momento.
Este cuadro ayuda a distinguir trabajos y responsabilidades durante el proceso de producción, el mismo que debe ser acompañado de un plan y de un cronograma. Todo ello ayudará a evaluar la situación en cada etapa y tomar decisiones correctivas en el momento oportuno.

5.1. DE LA IDEA AL PREPROYECTO

La raíz de cualquier propuesta audiovisual es la necesidad de expresión interior. Una pulsión que mueve a comunicar lo que se siente y decirlo de mil formas. No obstante, esta necesidad pasa por varios tamices que van depurando aquello que finalmente puede articularse.
Ya se ha comentado que las necesidades son también de diversos públicos, y estas se canalizan a través de propuestas que el productor recoge, discrimina, selecciona y procesa para generar un producto audiovisual.
En ese derrotero, entre lo que se puede expresar y las necesidades de unos y otros, las ideas pueden transformarse una y otra vez, o tantas veces como las que hagan falta, hasta que cumplan las reglas de juego de quien las imponga en el momento de su producción o emisión.
El proceso de producción, si bien se desarrolla bajo una lógica y una metodología que contempla muchos aspectos posibles de ser definidos claramente, no siempre son controlables.
De hecho, el proceso de producción no acaba en el producto final o en la exhibición misma, trasciende el producto y obliga a estar atento a las respuestas y reacciones que se desprendan del público. Su aceptación o indiferencia son claves para que el sistema se retroalimente.
Bajo esa perspectiva, el productor no tiene más remedio que vivir de la constante respuesta que el público le brinda a los productos que él ofrece, y debe ser lo suficientemente crítico como para persistir en una línea, o modificarla, si ello resulta conveniente. En ese sentido, cada producción es siempre vista como un producto único, una inversión de riesgo, pues existen muchos factores que afectan el comportamiento del público y que son imposibles de controlar.
Por ello, es necesario, con la ayuda de recursos informáticos y de un trabajo de investigación previa, definir con claridad qué es lo que se quiere, determinar los contenidos, a quién va a llegar para vender el producto, evidenciando la inversión en comparación con la rentabilidad esperada. La evaluación del trabajo de producción no solamente radica en la calidad del producto o en la respuesta del público, sino principalmente en los resultados económicos que se generen.
«La producción, por tanto, como proceso creativo, puede iniciarse de mil maneras y desarrollarse de otras tantas» (Carpio 1997: 35).
Como procedimiento académico, en esta obra se presenta un esquema que apunta a señalar, imaginariamente, el camino a seguir.
Si bien se parte de una idea, la que puede ser fruto de mil y una eventualidades o actividades constantes y cotidianas, resulta indispensable que esta se transforme tantas veces como sea necesario para lograr un producto integral coherente, consumible, económicamente rentable, atractivo en su forma y estilo y medianamente original, de manera que se ubique como nuevo.
Es posible imaginar que en una reunión de café, un viernes por la noche, tres amigos discuten sobre las posibilidades de hacer un programa de televisión. ¿Sobre qué? He aquí la primera pregunta.
«…las historias están en la realidad: vivimos rodeados de ellas. Lo que ocurre es que, a veces no se perciben como tales, bien porque resultan demasiado próximas, bien porque resultan demasiado inverosímiles. Otras veces son cosas que nos han ocurrido a nosotros y no valoramos su interés narrativo hasta que no oímos a alguien explicar una cosa suya o de otro, con una frase del estilo ¿Sabéis qué le ha pasado a Juan?; y después de escucharlo, decimos ‘a mí también me ocurrió una cosa parecida’ y empezamos a narrar nuestra propia experiencia. O hasta que una persona nos dice en una conversación entre amigos: ¿Por qué no les cuentas lo que te ha pasado esta mañana?, y si nos escuchan con atención advertimos que eso tiene interés» (Aranda y de Felipe 2006: 25).
Comienzan a jugar, sobre la mesa, una multiplicidad de ideas descabelladas, incoherentes y otras muchas intrascendentes. En definitiva, por ahí surge una medianamente altisonante, pero viable.

5.1.1. ¿Cómo surgen estas ideas?

Los orígenes pueden ser disímiles. Para uno, luego de la lectura de una novela, la inspiración le viene a la mente. Para otro, a partir de los personajes de una película que vio últimamente en el cine. Para el tercero, la motivación creadora le surge luego de haberse visto envuelto en una aventura romántica en donde fue la manzana de la discordia (mejor que ser el ofendido).
Uno quiere hacer una telenovela con un toque de thriller, el otro una miniserie con tintes cómicos, y el tercero un documental dramatizado para contar los devaneos de los amores juveniles.
La discusión se puede prolongar horas, inclusive días, pero al final llegan a un acuerdo: «qué les parece si hacemos un programa de discusión juvenil o mejor aún, un programa concurso musical y juvenil». Luego de ello, lo propio sería realizar un brief que incluya un presupuesto y con él hacer un sondeo para analizar la posibilidad de producirlo. Esto no es extraño: las posibilidades de que la idea original se transforme tantas veces como sea necesario son habituales. Son también infinitas las probabilidades de realizarla.
Miles de ideas se discuten diariamente, con el afán de querer hacer algo nuevo, diferente y exitoso.
La idea, por sí sola, no vale nada. Lo importante es querer, poder y saber hacerlo. Es más, las ideas son de quien las realiza, y no de quien las piensa o las crea. Mientras las ideas no estén expuestas en una obra, poco se podrá hacer para que otro no llegue a realizarlas antes.
Para simplificar detalles sobre los orígenes de las ideas, existen categorías básicas establecidas:
a. Vivenciales
Fruto de la experiencia cotidiana, una anécdota, un suceso o acontecimiento histórico, una lectura que se transforma en una pequeña historia embrionaria porque tiene elementos para contar: ¿qué me pasó?, ¿qué le pasó a alguien cercano a mí?, ¿q...

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  1. portada
  2. Título de la página
  3. Derechos de Autor Página
  4. Contenido
  5. Sobre el autor
  6. Prólogo
  7. Introducción
  8. Primera parte. La comunicación transversal y los agentes del cambio
  9. Segunda Parte. El proceso de producción audiovisual
  10. Tercera parte. La producción en los medios interactivos
  11. Entrevistas
  12. Formatos
  13. Contratos
  14. Festivales y fondos
  15. Bibliografía
  16. cubiertatrasera