La investigación como biosfera autoorganizada
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La investigación como biosfera autoorganizada

Diálogos entre psicología clínica, ciencias de la complejidad y estética de los mundo posibles

  1. 374 páginas
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La investigación como biosfera autoorganizada

Diálogos entre psicología clínica, ciencias de la complejidad y estética de los mundo posibles

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¿Es la producción de conocimiento un proceso coevolutivo? ¿Tiene algún sentido adaptativo, vital, para nuestras sociedades desarrollar procesos de investigación? ¿La investigación es un juego de lo posible en el que nos inventamos la vida y avanzamos hacia lo improbable, lo impensado, lo no dicho? La investigación como biosfera autoorganizada explora la idea de que producir conocimiento es un fenómeno cercano a la invención de la vida. La principal apuesta que encontrará el lector es la concepción heurística de que la imaginación es el principio de toda investigación, concepción que parte de lo impensado y avanza hacia lo improbable. Mediante un diálogo entre la psicología, las ciencias de la complejidad y la estética de los mundosposibles, este libro observa la manera como se pueden gestar mundos posibles —e imposibles— a través de la investigación como proceso de producción de conocimiento y, por tanto, como fenómeno de apertura para la vida misma. La investigación como biosfera autoorganizada.

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Información

Año
2017
ISBN
9789587810783

CÓMO INVESTIGAR EN COHERENCIA CON LA COMPLEJIDAD DEL MUNDO

El cuestionamiento que ha atravesado este trabajo doctoral ha permanecido en la pregunta por la relación entre los procesos de investigación y la producción de conocimiento nuevo, por lo que se hace énfasis en las condiciones de posibilidad del conocimiento y se concibe la investigación como proceso y entorno privilegiado para su producción.
Esta primera parte tiene como objetivo el desarrollo de referentes conceptuales y metodológicos que permitan la organización de un entramado de ideas facilitadoras de aperturas heurísticas conceptuales que dan contexto a los desarrollos metodológicos, propuestos para avanzar en relación con la comprensión de los procesos de investigación en cuanto procesos de producción de conocimiento novedoso.
Para este propósito, en principio, se pretende desarrollar cuatro grandes líneas conceptuales, fruto del diálogo dinámico con las ciencias de la complejidad y más específicamente respecto de los sistemas complejos adaptativos. Posteriormente, se presentan los elementos metodológicos de lo que se ha denominado diálogos experimentales reflexivos, como principales desarrollos del trabajo de campo.
Cabe mencionar que lo que a continuación se desarrolla está basado de manera significativa, aunque no necesariamente exclusiva, en los planteamientos de Kauffman (2003) a propósito de las posibilidades para una biología general, que permitan avanzar en el conocimiento de los sistemas complejos adaptativos cercanos al caos y sus pautas de autoproducción y complejización, que han dado como resultado la emergencia de la vida tal y como la conocemos.
Es importante señalar que en el planteamiento de estas ideas se sigue lo expuesto por Maldonado (2005) acerca de la necesidad de comprender cómo la ciencia produce conocimiento novedoso, proceso que se desarrolla haciendo investigación. Por tanto, ciencia e investigación son sistemas que comparten procesos de innovación, cuya distinción no es necesaria en la medida en que, como se planteará a lo largo de este apartado, emergen como biosferas autoorganizadas:
Pero si ello es así, la investigación se revela entonces como el motor o el fundamento del conocimiento y no ya, como en la antigüedad o en el medioevo, la enseñanza. Esta idea plantea, sin embargo, una dificultad: ¿qué es investigar, y cómo se hace (la) investigación? (Maldonado, 2005, p. 106)
Por tanto, este trabajo se adhiere a los cuestionamientos que el autor propone para pensar la heurística de la ciencia, al interrogar por lo que hace que una teoría sea una buena teoría. En este sentido, Maldonado (2005) expone que el desarrollo del pensamiento asociado a la generación de buenas teorías debe “ser objeto de tematización directa y abierta, y no puede librarse al azar” (p. 122). De lo que se trata entonces es de avanzar en las implicaciones que las ciencias de la complejidad tienen cuando se trata de pensar en la investigación como proceso de construcción de conocimiento y se va más allá de las viejas dicotomías de las ciencias y las humanidades.
Se plantea así entender la investigación como una biosfera autoorganizada que, como se ha mencionado, responde a procesos de interacción, cuyo comportamiento es no lineal, indeterminado y altamente complejo. Igualmente, se expondrán los referentes implicados en la propuesta de entender a los investigadores y los participantes de la investigación como agentes autónomos y las posibilidades coevolutivas de los paisajes adaptativos que generan en sus interacciones para favorecer la creación de novedad. Posteriomente, se trabajará la noción de conocimiento nuevo como adyacente posible que dirige la mirada a las condiciones de innovación que se pueden propiciar en estos procesos de investigación.
Hacia el final de los referentes conceptuales se ofrecen algunas reflexiones acerca de las exigencias conceptuales de los sistemas complejos adaptativos dentro de la investigación, tras lo cual se trabajarán específicamente las implicaciones de la idea del tiempo múltiple, de las estructuras disipativas, de las redes complejas adaptativas, de la endofísica como endoestética y del pensamiento borroso; estas dos últimas como complementos muy afines a los planteamientos de la complejidad.

La investigación como biosfera autoorganizada

La investigación en este trabajo se entiende como una biosfera autoorganizada, cuya explicación se basa principalmente en la teoría de los sistemas complejos adaptativos. Lo anterior supone el desarrollo de algunos planteamientos asociados a la idea de que los procesos de la investigación en cuanto procesos de generación de conocimiento nuevo pueden responder a las leyes de autoorganización que Kauffman (2003) expone para las biosferas y por tanto a procesos de generación creativa, que por vía de diálogos experimentales pueden aproximarse a la producción de conocimiento nuevo como adyacente posible, a través de mecanismos de búsqueda que generan posibilidades de coevolución, selección, mutación y recombinación, por ejemplo,
una biosfera es un entramado coevolutivo y autoconsistente formado por agentes autónomos que se ganan la vida, juegos naturales que desarrollan los modos de hacerlo y mecanismos de búsqueda que permiten que esos juegos sean sistemáticamente explotados por la selección natural. (p. 113)
En este concepto de biosfera resalta la idea de entramado formado por agentes autónomos que se ganan la vida y juegos naturales para hacerlo, lo cual a su vez permite hablar de las interacciones entre agentes autónomos, de sus ciclos de trabajo para coevolucionar y de la complejización de los sistemas que autoproducen. En relación con este concepto, se propone plantear que la investigación no escapa a la necesidad de comprender las interacciones entre agentes autónomos para explicar el modo como se construye a sí misma respecto del conocimiento novedoso. Lo interesante de este planteamiento es que junto con su propia construcción es posible que los agentes autónomos (investigadores, participantes de la investigación, asesores, entre otros) coevolucionen, lo cual aporta a su vez comprensiones a propósito del modo como este sistema autónomo y abierto se autoconstruye.
Pensar la investigación como biosfera es coherente con la idea de que en cuanto sistema complejo adaptativo es mucho más cercana a la invención, a la creación y a la imaginación que a la certeza, como lo menciona Jacob (1982): “La investigación científica siempre empieza por la invención de un mundo posible, o de un fragmento de un mundo posible” (p. 32). Sin embargo, también se trata de sostener que la investigación no solo empieza sino que igualmente avanza hacia la invención de mundos posibles, o como lo sugiere Kauffman (2003) al insistir en que la vida avanza hacia sus adyacentes posibles, apertura de posibilidad para lo impensado o lo impredecible.
Ya sea por grupos o individualmente, la vida humana siempre conlleva un diálogo continuo entre lo que podría ser y lo que es, entre lo posible y lo real. Una mezcla sutil de creencia, conocimiento e imaginación conforma ante nuestros ojos la imagen siempre cambiante de lo posible. A esa imagen ajustamos nuestros deseos y nuestros temores. A ese “posible” adecuamos nuestro comportamiento y nuestros actos. En cierto sentido, muchas de las actividades humanas, las artes, las ciencias, las técnicas o la política, no son sino formas específicas, cada una con sus propias reglas, de practicar el juego de lo posible. (Jacob, 1982, p. 13)
Estas ideas conectan con las nociones de creación e imaginación como espacios producidos por la representación científica. En este sentido, la investigación se puede pensar como un proceso que conlleva cierta concepción de lo desconocido y que a su vez actúa como un sistema complejo adaptativo que aparece como diálogo entre lo que podría ser y lo que es, entre lo posible y lo real, interfaz entre creencia, conocimiento e imaginación. La investigación no solo es un ejercicio puramente racional, sino que es una apuesta hacia el porvenir que permite el ajuste constante del proceso de investigar, es una forma de practicar lo posible que mantiene sus propias reglas.
El proceso científico no solo consiste en observar, en acumular datos experimentales para deducir de ellos una teoría [...]. Para aportar una observación que posea algún valor científico es necesario, de entrada, tener una cierta idea de lo que hay que observar. Es preciso haber tomado una decisión acerca de lo que es posible. La ciencia evoluciona a menudo porque de repente se aclara un aspecto todavía desconocido de las cosas, y no siempre como consecuencia de la aparición de nueva instrumentación, sino gracias a una nueva manera de examinar los objetos, de darles un nuevo enfoque; enfoque que está necesariamente guiado por una cierta idea de lo que puede ser la “realidad". (Jacob, 1982, p. 31)
Pero ¿qué podría significar que la investigación sea asumida como una manera de practicar el juego de lo posible? ¿Cómo entender la decisión que los sistemas parecen tomar acerca de lo posible cuando se trata de comprender los procesos de investigación como nichos privilegiados para la emergencia de conocimiento novedoso? Se trata aquí de determinar las implicaciones de comprender la investigación como un sistema complejo adaptativo y de resolver cuestionamientos asociados a la organización conceptual que permitiría ir de una noción determinista de este proceso a una idea asociada a las heurísticas coherentes con la invención, la imaginación, la capacidad creativa para producir lo novedoso, lo impensado o lo que puede resultar distinto de lo establecido por cánones de la producción de conocimiento.
En primer lugar, estas ideas aluden a las posibilidades de asumir la investigación como un proceso de innovación que habita en zonas entre el orden y el caos, las cuales empiezan y se mueven constantemente dentro de la invención de un mundo posible (Jacob, 1982, p. 32). Hablar del orden en el límite del caos sugiere el reconocimiento de que el caos entraña la posibilidad del orden, por lo que no sería coherente entenderlo como el opuesto de este último o como un estado de pura aleatoriedad. El caos contiene estructuras llamadas atractores extraños, que aparecen como regiones limitadas sobre las cuales se concentran las interacciones de los sistemas.
Un atractor extraño es un tipo que tiende a adquirir, cuando se lo grafica, una forma geométrica fractal; corresponde a procesos que son estables y confinados, pero que nunca hacen lo mismo más de una vez [...]. Como todo fractal, su geometría presenta autosimilitud: cada evento, proceso, período y cambio de estado es similar a cada otro, pero jamás idéntico. Aunque el sistema no es estable, posee un orden pautado y un límite; y aunque el sistema es determinista, los estados [.] a largo plazo son impredecibles. Como diría Murray Gell-Mann (1994), cuanto más exactas sean las mediciones, más imprecisas serán las leyes. (Reynoso, 2006, p. 276)
Hablar de caos permite reconocer la capacidad que tienen los sistemas complejos adaptativos para generar nueva información en regiones alejadas del equilibrio, que, sin embargo, logran producir autoorganizaciones entendidas como orden espontáneo (order for free) (Kauffman, 1995, p. 71). Este orden espontáneo habla de los procesos de iteración basados en reglas sencillas, que son característicos de las interacciones entre los componentes de dichos sistemas.
De este modo, hablar de orden en el límite del caos supone la capacidad de generación de novedad organizada, que al ser asociada a la investigación (biosfera autoorganizada) se puede entender como exploración de oportunidades y como forma de practicar el juego de lo posible en cuanto proceso que constantemente avanza hacia lo que puede ser. Para Jacob (1982), por ejemplo, la actitud científica y la investigación resultan importantes en el desarrollo de diálogos entre lo posible y lo real y actúan así como matrices de actividad inventiva de la realidad. La ciencia se podría considerar como un proceso que enmarca los límites de lo posible (Jacob, 1982, p. 27), que, a su vez, permite entender a la investigación como apertura para la generación de lo que hasta el momento no se ha pensado o dicho.
La investigación es un sistema cercano a los procesos de la vida, que incluye el aprendizaje y los procesos mentales. En consecuencia, se comprende que la investigación es un sistema que, al ser capaz de actuar en el orden al límite del caos, sostiene características particulares a sus procesos de búsqueda en cuanto ciclos de trabajo para ganarse la vida o procesos de producción de conocimiento nuevo. Precisamente, Gell-Mann (1995) insiste en que los sistemas complejos adaptativos crean esquemas según la información adquirida del entorno y su interacción, que les permite actuar recursivamente para la explotación de posibilidades coevolutivas.
Lo que tienen en común todos estos procesos es la existencia de un sistema complejo adaptativo que adquiere información acerca tanto de su entorno como de la interacción entre el propio sistema y dicho entorno, identificando regularidades, condensándolas en una especie de “esquema" o modelo y actuando en el mundo real sobre la base de dicho esquema. En cada caso hay diversos esquemas en competencia, y los resultados de la acción en el mundo real influyen de modo retroactivo en dicha competencia. (Gell-Mann, 1995, p. 35)
La investigación como una biosfera autoorganizada desarrolla procesamientos de información que se asocian a los ciclos de trabajo para avanzar hacia niveles de complejidad creciente, tal como la evolución biológica trabaja por procesos de síntesis. Así, es posible pensar la empresa científica como un sistema complejo adaptativo, que por vía del bricolaje genera síntesis de la información procesada en términos coevolutivos. La síntesis procede de la compresión de las regularidades en explicaciones tan simples como sea...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLA
  3. CRÉDITOS
  4. DEDICATORIA
  5. AGRADECIMIENTOS
  6. INTRODUCCIÓN
  7. PRIMERA PARTE
  8. UNA PROPUESTA REFLEXIVA PARA INVESTIGAR EN COHERENCIA CON LA COMPLEJIDAD DEL MUNDO
  9. EMERGENCIA DEL PROBLEMA: LA FORMACIÓN INVESTIGATIVA EN PSICOLOGÍA
  10. CÓMO INVESTIGAR EN COHERENCIA CON LA COMPLEJIDAD DEL MUNDO
  11. SEGUNDA PARTE
  12. DIÁLOGOS EXPERIMENTALES REFLEXIVOS ENTRE PSICOLOGÍA, COMPLEJIDAD Y ESTÉTICA DE LOS MUNDOS POSIBLES
  13. UNA BIOSFERA HÍBRIDA: EMERGENCIA DE LA RELACIÓN HUMANO-TECNOLOGÍA COMO RED TRANSHUMANA
  14. UNA BIOSFERA COEVOLUTIVA: AUTOORGANIZACIÓN DE SISTEMAS VINCULARES COMO SISTEMAS BORROSOS
  15. UNA BIOSFERA BIFURCATIVA: REINVENCIÓN DE LA CRISIS COMO CREACIÓN DISIPATIVA
  16. UNA BIOSFERA ENDOESTÉTICA: APERTURA DE LA PSICOTERAPIA COMO TRANSDISCIPLINA
  17. CONCLUSIONES
  18. REFERENCIAS