La inevitable globalización
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La inevitable globalización

Enfoque cultural y económico del escenario mundial

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La inevitable globalización

Enfoque cultural y económico del escenario mundial

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Barreras y distancias van quedando atrás. Día a día vivimos interconectados con los demás habitantes del mundo a través de un chat, una red social, una compra electrónica, una venta de productos nativos, una clase virtual o un club de fans oficial. Estamos sumergidos, sin querer, en un proceso que no termina y lo llamamos globalización. Sin embargo, este fenómeno que nos interconecta trae consigo una serie de retos y desafíos que afectan el modelo económico, el comercio mundial y los patrones de convivencia tal cual los conocemos. Paradójicamente, mientras más "cerca" estamos, gracias al avance tecnológico, más alejados nos encontramos para establecer relaciones humanas."La inevitable globalización" es un compendio de ocho artículos dividido en dos partes. En los primeros artículos, Oscar Sánchez Benavides, Julio Corcuera Portugal, Jorge Illa Boris y Daniel Flores Bueno reflexionan sobre los orígenes del término y las características de anteriores procesos de globalización así como el actual, los efectos de las crisis económicas desde fines del siglo XX, la trazabilidad para conocer el origen de los productos que consumimos y la historia de un emprendedor peruano conocido a nivel internacional que descubrió el mundo en un atlas. La segunda parte del libro está enfocada en las paradojas y trascendencias de una cultura interconectada bajo las perspectivas de Irma del Águila Peralta, Gisella López Lenci, Bruno Rivas Frías y Jaime Cordero Cabrera quienes analizan los atentados en París en el año 2015, Los Beatles como un fenómeno decisivo en la globalización de la música, cinco películas de Hollywood que cuestionan los alcances de una interconexión tan celebrada y la dimensión global que ha alcanzado el fútbol en los últimos años.

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SEGUNDA PARTE

Paradojas y trascendencias en una cultura interconectada

Los atentados en París vistos bajo el paradigma del «choque de civilizaciones»

Irma del Águila Peralta

Introducción

Los ataques perpetrados por terroristas islamistas en París el 7, 8 y 9 de enero de 2015 contra el semanario Charlie Hebdo y el supermercado kosher y, años antes, los sangrientos atentados contra el metro de Londres el 7 de julio de 2005, contra el tren de Cercanías en Madrid el 11 de marzo de 2004 y los aviones suicidas contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001 son leídos bajo un marco de interpretación que va de la mano con nuestro sentido común occidental: los hechos de sangre serían episodios de una historia milenaria, un «choque de civilizaciones», el conflicto persistente entre Occidente y el islam.
En la mañana del 7 de enero de 2015, los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, cubiertos con pasamontañas y provistos de rifles de asalto, penetraron en las oficinas del semanario Charlie Hebdo al grito de Al·lahu-àkbar (‘Dios es el más grande’), asesinaron a doce personas y, de una manera siniestra, actualizaron el temor de Occidente ante la «amenaza» del islam.
En el 2006, la revista Charlie Hebdo había causado controversia por la publicación de una caricatura del profeta Mahoma, originalmente aparecida en el diario danés conservador Jyllands-Posten. «Charlie» proclamaba con este gesto el ejercicio irrestricto de la libertad de expresión, mientras un grueso de fieles del islam la considerada impía y ofensiva. En el 2011, «Charlie» siguiendo con su ácida crítica liberal del islam y de otras confesiones fue objeto de un ataque terrorista con bomba molotov, desde entonces el semanario se encontraba bajo protección policial.
El presente artículo analiza el concepto de «choque de civilizaciones» como marco de interpretación. En 1993, el politólogo norteamericano Samuel Huntington publicó en la revista Foreign Affairs su artículo «The Clash of Civilizations?»76, donde sostenía una idea provocadora: el conflicto político global dominante en el futuro será entre Estados y grupos de diferentes civilizaciones. Atrás quedaron, argumentaba, los conflictos entre ideologías (comunismo, fascismo, democracia liberal) que marcaron con hierro el siglo XX y que se expandieron a escala global con la Guerra Fría. Después de la Guerra Fría, el mundo contempla el estallido de pugnas entre civilizaciones occidentales y no occidentales y al interior de las civilizaciones no occidentales, sostiene. Huntington reconoce ocho civilizaciones primordiales en el mundo contemporáneo: occidental, confuciana, islámica, latinoamericana, hindú, eslava-ortodoxa, japonesa y africana. Civilizaciones tales como la china o la occidental son definidas como civilizaciones por no ser parte de «ninguna entidad cultural mayor»; así, por ejemplo, un ciudadano occidental puede ser parte de diferentes círculos sociales y de identidades culturales «menores» como ser, a la vez, bretón, católico, francés, es decir, estar adscrito a «subculturas» que remiten al mundo occidental. Para el ciudadano de la globalización, la pertenencia a una de estas civilizaciones es el rasgo que define, en última instancia, su identidad individual.77
Desde su aparición en la revista Foreign Affairs en 1993, el artículo de Huntington, «The Clash of Civilizations?», ha contribuido a moldear las relaciones internacionales que los países occidentales, particularmente los Estados Unidos, sostienen con los países de mayoría musulmana en Oriente.
Se repasan, asimismo, las posiciones críticas de Amartya Sen,78 quien, moviéndose desde «Oriente» hasta los centros académicos de «Occidente», pone en tela de juicio las visiones dicotómicas de Huntington que oponen a las civilizaciones del mundo contemporáneo. Sen señala, en particular, la concepción rígida de «civilización» en Huntington como una realidad compacta, desprovista de historia y devenir, es decir, impermeables a los procesos de aculturación o sincretismo. Además «se hace caso omiso de muchas diversidades significativas presentes en el interior de cada civilización, y se pasa por alto de manera sustancial la interacción entre las civilizaciones» (Sen 2007: 89 y 90).
En este artículo se echa mano de encuestas realizadas en Francia por las empresas Harris Interactive y el Institut Français d’Opinion Publique (IFOP) los días 12 y 13 de enero, con la intención de explorar el sentir de la población francesa que marchó el 11 de enero, inmediatamente después de los hechos sangrientos. Las preguntas iniciales que se abordan son las siguientes: ¿Quiénes salieron a las calles? ¿Bajo qué banderas? ¿Quiénes se abstuvieron? ¿Por qué? ¿El islam es una amenaza en el sentir de los franceses?
El análisis de las percepciones y miedos y también de las expectativas de los ciudadanos, de la dimensión simbólica en definitiva, puede contribuir a explorar el peso que puede tener el paradigma «choque de civilizaciones» en la interpretación que los ciudadanos tienen sobre el origen y los alcances de los ataques. Se indaga, asimismo, sobre el «sentido de pertenencia», «civilizatoria» y de «nación francesa» de los ciudadanos que tomaron las plazas y de los que se abstuvieron.

Charlie Hebdo y la crisis del pacto republicano en el siglo XXI

Los atentados terroristas contra el semanario satírico Charlie Hebdo, el supermercado de comida kosher y policías municipales en París, los días 7, 8 y 9 de enero, que dejaron diecisiete víctimas asesinadas y tres terroristas muertos por las fuerzas de seguridad, desataron una ola de indignación en toda Francia. El 10 y 11 de enero, las calles de París fueron testigos de una movilización sin precedentes: más de un millón y medio de ciudadanos se concentraron principalmente en el recorrido que va de la Plaza de la República a la Plaza de la Nación, en rechazo masivo al terrorismo islamista. Unas cuatro millones de personas lo harían en todo el territorio francés.
Aunque existieron voces disidentes con lecturas críticas de la convocatoria a las marchas llamadas «republicanas», las concentraciones de esos días no tienen precedente en la historia reciente de Francia y son solo comparables con la muchedumbre que aclamó al general De Gaulle a su ingreso en París, liberada de los alemanes en agosto de 1944, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, y antes, en 1885, con las exequias nacionales en honor del escritor Victor Hugo.79

¿«Choque de civilizaciones» en las calles de París?

Inmediatamente después de los atentados en París, las redes sociales se inundaron de mensajes de indignación que apuntaban, algunos, al conflicto atávico, insalvable que sostendrían el islam y Occidente como el origen último del «mal». El periodista norteamericano John Cassidy, en su artículo «Charlie Hebdo and the ‘Clash of Civilizations’»80, cita un mensaje por Twitter del inglés Richard Dawkins, promotor del ateísmo: «Ellos gritarán ‘hemos vengado al profeta Mahoma…’ algún idiota útil afirmará que esto no tiene nada que ver con la religión». Posteriormente, agrega Dawkins, «No, todas las religiones no son igualmente violentas. Algunas nunca fueron violentas, algunas dejaron de serlo hace siglos. Una religión en particular no ha dejado de serlo» (Cassidy 2015). Cassidy advierte que el eco del politólogo norteamericano Samuel Huntington y su concepto «choque de civilizaciones», particularmente la advertencia que el «islam tiene fronteras ensangrentadas»81, se deja sentir en la acusación de Dawkins.

Las marchas republicanas

Apenas horas después del ataque al semanario Charlie Hebdo y el supermercado kosher, un puñado de partidos de la izquierda francesa hizo un llamado a la sociedad francesa para marchar en repulsa al terrorismo, evocando la unidad nacional: «Abierta a todos los partidos republicanos, a los sindicatos, las asociaciones, los cultos religiosos» (Le Figaro 2015a). La convocatoria, a la que se fueron plegando los principales partidos políticos y la sociedad civil francesa, tomó el nombre de «marcha republicana». ¿Por qué «marcha republicana»? ¿Qué hay de importante en lo «republicano» para los franceses del siglo XXI?
El espíritu republicano tiene que ver con la lucha histórica emprendida en Francia contra la monarquía absoluta, a fines del siglo XVIII y que desembocó en la Revolución francesa en 1789. Su momento emblemático fue la Toma de la Bastilla, el 14 de julio de ese mismo año (fecha que, desde 1880, es declarada fiesta nacional de Francia).
Los líderes de la Revolución francesa peleaban, desde diversas tendencias políticas, por imponer el novísimo principio de «soberanía nacional», vale decir, interpretaban que el poder político descansaba en la «nación» y no en el rey de Francia. Entendían que el «soberano» es la nación o el pueblo de Francia y su voluntad se expresa en elecciones libres donde elige a sus representantes.
Los principios de soberanía nacional y de soberanía popular82 afirmaban el concepto de ciudadanía: antes que súbditos de un rey, con privilegios otorgados por el «soberano», son ciudadanos de una nación, con derechos universales y, por lo tanto, iguales ante la ley.
Otro principio a destacar en el espíritu republicano francés es la separación entre Iglesia y Estado. Si el rey de Francia hasta 1791 era rey por «derecho divino»83, con una Iglesia católica que avalaba esta condición especial del monarca y legitimaba desde su prédica en el púlpito su poder político absoluto, la república afirmará un poder laico, es decir, una soberanía que descansa no en Dios, sino en el pueblo o la nación francesa y que busca el «bien común» de los ciudadanos. La separación definitiva entre Estado e Iglesia fue un proceso político gradual y conflictivo a lo largo de todo el siglo XIX. Solo en 1905 se aprueba la «Ley de separación de las Iglesias y del Estado»84: se establece la libertad de conciencia y el libre ejercicio de cultos. La República Francesa no reconoce, paga ni subvenciona ningún culto.85 La República Francesa es laica.
Así pues, la marcha «republicana» convocada desde el 8 de enero proclamó su adhesión al laicismo y a las libertades consagradas por la república. El «espíritu republicano» es considerado por muchos no solo el pilar de la identidad de la nación francesa, sino un inestimable principio de convivencia pacífica entre franceses de diferentes credos religiosos y convicciones políticas.
En París, los manifestantes de la marcha del 11 de enero abarrotaron las calles que cubren la distancia que separa la Plaza de la República, punto de inicio de la movilización, de la Plaza de la Nación. Sumaron, según cifras del Ministerio de Interior,86 entre 1,2 y 1,6 millones de personas. Se señalaba, sin embargo, que el conteo preciso era imposible debido a la gran movilidad de la muchedumbre.
Gráfico 1. Recorrido de la marcha republicana87
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Fuente: Diario Le Monde.
Los ciudadanos que se movilizaron en rechazo a los atentados terroristas portaban lemas diversos, el más evocado, en homenaje a los periodistas, «Yo soy Charlie», y también otros lemas con variaciones que dejaban entrever la composición heterogénea del público, «Yo soy Ahmed»88, «Yo soy judío»89, etc. En la Plaza de la Nación, unos guardaban un silencio de recogimiento, otros cantaban La Marsellesa, en la calle o encaramados en lo alto de la estatua del Triunfo de la Revolución, enarbolando banderas de Francia.
Las «marchas republicanas», en todo el territorio francés, convocaron a más de cuatro millones de personas. En medio de la diversidad de los manifestantes, analistas políticos, periodistas y ciudadanos de a pie intentaron discernir «voluntades» comunes. Así se plantearon preguntas sobre las motivaciones de aquellos ciudadanos que salieron a las calles y también de aquellos que no salieron: ¿Quiénes manifestaron? ¿Bajo qué banderas? ¿Quiénes se abstuvieron? ¿Por qué?
Las encuestadoras francesas Harris Interactive y el Institut Français d’Opinion Publique (IFOP) realizaron sondeos de opinión por internet los días 12 y 13 de enero,90 con la intención de medir ese «estado de ánimo» de la población. El análisis de las opiniones de las personas respecto de esos eventos puede echar luz sobre los imaginarios en juego alrededor del sentimiento de «pertenencia» y no pertenencia republicana y de «fuera» del sistema republicano. El propósito es contrastar esta visión o visiones con el paradigma del «choque de civilizaciones».

Las encuestas: la data

¿Por qué marcharon?

Harris Interactive, en su reporte «El estado de ánimo de los franceses al día siguiente de los atentados»91, preguntó por el sentido de la movilización, presentando a los encuestados opciones predeterminadas:
Gráfico 2. El estado de ánimo de los franceses al día siguiente de los atentados
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Fuente: Harris Interactive 2015.
Como se aprecia en el gráfico 2, el 92% indicó que estaba «totalmente de acuerdo» o «parcialmente de acuerdo» con «defender los valores republicanos» y sobre todo el respeto de la libertad de expresión: cabe destacar que el 69% estuvo «totalmente de acuerdo» con esta opción y el 23% «parcialmente de acuerdo».
La encuesta exploró otras consideraciones: las marchas buscaron asimismo «mostrar al mundo entero la unidad de los franceses de cara al terrorismo», 92%: de los cuales, el 59% indicó está «totalmente de acuerdo» y 33% «parcialmente acuerdo» con esta aseveración. Además, un 90% indicó que «constituyen un evento histórico inédito»: 59% «totalmente de acuerdo» y 31% «parcialmente de acuerdo».
Más allá de las apreciaciones «políticas» de la marcha, un 89% consideró que las movilizaciones ciudadanas expresaron un sentimiento de solidaridad para con aquellos que habían perdido un familiar en los atentados. Un 74% destacó que los eventos permitieron marcar un rechazo a la «amalgama» que pudiera hacerse en la opinión pública, tomando musulmanes por terroristas: el 34% expresó estar «totalmente de acuerdo» con esta intención. Es interesante notar que el informe narrativo de la encuesta proporciona algunos rasgos de la identidad política y origen de las personas que rechazaron la «amalgama»: un 52% manifestó sus simpatías por el Partido Socialista y un 44% eran personas que informaron no tener ningún padre ni abuelo nacido en suelo francés, es decir, franceses de primera generación, en buena cuenta, migrantes.

¿Quiénes marcharon?

Por edad, clase social y simpatías políticas
Otro reporte de la misma agencia, «¿Quién es Charlie? ¿Por qué se es Charlie? Análisis de la motivación y del perfil de los manifestantes»92, tomada también en esos días y con una muestra similar, bajo ...

Índice

  1. Hoja de créditos
  2. Índice
  3. Prólogo
  4. Introducción
  5. Primera parte. Rasgos del nuevo entorno económico global
  6. Segunda parte. Paradojas y trascendencias en una cultura interconectada
  7. Autores de la publicación