El más allá
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El más allá

  1. 208 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Índice
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Información del libro

"Todos los hombres desean saber" (S. Agustín). El objeto de este deseo es la verdad, y no meras conjeturas. La Escatología estudia lo que por Revelación de Dios sabemos acerca de lo que existe tras el término de la vida terrena.

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Información

Año
2000
ISBN
9788432141362

Capítulo V

ESTADOS FINALES O ESCATOLOGÍA CONSUMADA

Introducción

Se ha tratado en páginas anteriores de la Segunda Venida de Cristo, de la Resurrección de la carne y del Juicio Universal. Y, después, ¿qué? Es la pregunta última y definitiva. Unas palabras de Jesucristo que conocemos bien nos ofrecen la respuesta: «En verdad, en verdad os digo que llega la hora, y es ésta, en la que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán, pues como el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado al Hijo tener vida en sí mismo. Y le dio poder de juzgar, ya que es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto, porque viene la hora en la que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron el bien saldrán para la resurrección de la vida; y los que practicaron el mal, para la resurrección del juicio»1 (entendido aquí, por el contexto, como juicio condenatorio).
Resurrección para la vida y resurrección para la condenación: el Paraíso o el Infierno. Trataremos en este capítulo de los dos posibles estados definitivos del hombre en el más allá. Antes, es oportuna una doble aclaración:
a) La meta es el Cielo. El Catecismo de la Iglesia Católica y las oraciones para la recomendación del alma durante la agonía nos recuerdan que la Revelación cristiana no nos propone dos caminos o vías —la salvación o la perdición, el paraíso o el infierno:
«Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el viaje. Le habla entonces con una dulce seguridad: «Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con San José y todos los ángeles y santos. ... Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos. ... Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor»2.
Es decir, Cristo ha venido a la tierra «para que todos se salven»3; la única meta es Dios, la salvación, el paraíso, que ha conseguido Cristo para los hombres con su encarnación, pasión, muerte, resurrección: «Porque Dios no nos ha destinado a la ira, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo»4.
«Este único destino pretendido por Dios puede ser rechazado por el hombre, lo que abre la posibilidad, revelada por Dios, de la condenación eterna del individuo. El «otro» camino lo emprende y recorre el hombre con sus decisiones morales equivocadas: «El camino de Cristo «lleva a la vida», un camino contrario «lleva a la perdición» (Mt 7,13; cf. Dt 30,15-20). La parábola evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra salvación. «Hay dos caminos, el uno de la vida, el otro de la muerte; pero entre los dos, una gran diferencia» (Didajé, 1,1)»5.
De la posibilidad de la condenación trataremos en la segunda parte de este capítulo. Antes hablaremos del cielo.
b) La escatología intermedia. La segunda aclaración se refiere a lo que sucede inmediatamente después de la separación del alma y el cuerpo de cada uno. Entre la muerte y el estado definitivo de cada persona se da una situación de alguna manera transitoria; es lo que se conoce con el nombre de escatología intermedia: intermedia entre la muerte y la Resurrección de la carne en el Juicio Final.
En esa situación, que de alguna manera ha de ser ultimada, perfeccionada, las almas de los justos gozan ya de Dios; las de los condenados sufren ya el infierno; y las de los que se purifican en el purgatorio van pasando a la visión de Dios y a la felicidad de la gloria.
Trataremos de la escatología intermedia en otro capítulo. Pero lo que aquí digamos sobre el cielo o el infierno vale, con las necesarias acomodaciones, para esa situación intermedia de salvación o condenación: en ella se ha llegado ya al destino último, pero falta el juicio final y la resurrección del cuerpo.

I: La vida eterna en el Cielo

Como se ha estudiado con anterioridad (vid. Capítulo III), la vida eterna, el reino de los cielos, se incoa en esta tierra, en la que ya podemos conocer y amar a Dios, aunque imperfectamente, y se consumará en el más allá: es, como sabemos, algo futuro que ya ha empezado en el alma de cada cristiano; algo que es ya real como es real la semilla que se desarrollará en árbol, pero que todavía no ha llegado a su plenitud. Conviene no perder de vista esa continuidad de la vida cristiana en este mundo con su consumación final que estudiaremos ahora.

El Cielo, verdad de fe

Se llama Cielo a la perfecta comunión de vida y amor con la Santísima Trinidad, con la Virgen Santísima, los ángeles y todos los bienaventurados; vivir en el Cielo es «estar con Cristo»6. Los que mueren en gracia, una vez que estén purificados —si lo precisaran— de cualquier apego a las criaturas, irán al Cielo. Es una verdad de fe enseñada constantemente por el Magisterio de la Iglesia en diversas ocasiones, como el Concilio II de Lyon (año 1274), en el documento conocido como Profesión de Fe de Miguel Paleólogo7; y en el Concilio de Florencia, en la Bula Laetentur coeli (año 1439)8. Y fue solemnemente definida como verdad revelada por Dios en la Bula...

Índice

  1. INTRODUCCIÓN
  2. Capítulo I. EL REINO DE DIOS Y EL SENTIDO DE LA HISTORIA
  3. Capítulo II. LA PARUSÍA
  4. Capítulo III. LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
  5. Capítulo IV. TEOLOGÍA DE LA MUERTE Y JUICIO DEL PARTICULAR
  6. Capítulo V. ESTADOS FINALES O ESCATOLOGÍA CONSUMADA
  7. Capítulo VI. ENTRE LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN
  8. BIBLIOGRAFÍA