Capítulo III
Día tras día, la neutralización
del terrorismo
“Las enemistades más encarnizadas producen
menos crímenes que el fanatismo”
Voltaire
Nunca nadie había imaginado que dos miembros de «Al-Qaeda» –uno de ellos era uno de los suicidas en los atentados del 11 de septiembre negro en Nueva York–, habrían pasado por las catacumbas terroristas en Casablanca.
Sin embargo, la desarticulación de una célula llamada «Assirat Al Mustaqim» en abril de 2002 reveló datos increíbles y prácticas que habían planeado transformar a Marruecos en un charco de sangre.
La célula incluía una docena de personas, involucrados en el asesinato por lapidación de un exnarcotraficante llamado Fouad El Kardoudi el 23 de febrero de 2002, en el barrio de Sidi Moumen de Casablanca.
Pero el horrible asesinato de esta manera, un antecedente en los crímenes, llegó después de la emisión de la opinión consultiva (Fatwa) de “licitud de sangre”, inspirada en el llamado Ibrahim Fardous, detenido, junto con el cabecilla Zakaria Miloudi, fundador de la «Expiación sin la Migración», fallecido después de ser trasladado al Hospital «Al Idrisi» en Kenitra como resultado de una grave crisis de asma.
El recurso a la violencia extrema, el poder y el horror, no era ajeno al grupo, que adoptó el método de «corregir desviaciones de las personas» que consideraban como ateos o perpetradores de actos descritos como poco éticos.
Los elementos de la organización se embarcaron, a instancias de Zakaria Miloudi, en la realización de «patrullas», armados de porras y cuchillos para las campañas punitivas, amenazando a los transeúntes. Para distinguirlos de los otros, usaban ropa similar a la túnica afgana de los talibanes. Para asegurar el éxito de la estrategia radical, Zakaria Miloudi supervisó los entrenamientos paramilitares para sus seguidores en la zona de «Wad El Maleh». Además, trató de atraer a miembros de las Fuerzas Armadas Reales a la organización con el fin de aportar a sus partidarios el máximo beneficio de una formación de combate.
Los miembros de la célula planearon, bajo la supervisión tanto de Zakaria Miloudi como de Ibrahim Fardous, llevar a cabo ataques contra los símbolos del Estado y el personal de los intereses de la seguridad y la justicia. Después de matar a Fouad E Kardoudi, Zakaria Miloudi escribió una carta que tenía la intención de publicar, en la que alababa a los ejecutores del atentado calificándoles como «verdaderos musulmanes», en referencia a la expiación generalizada.
Los miembros de la célula enviaron a sus asistentes leales a la región de Agadir para formar redes paralelas de «yihad», desmanteladas inmediatamente después de los atentados de Casablanca el 16 de mayo de 2003.
Los “yihadistas de Agadir” recibieron entrenamientos sobre las técnicas de la fabricación de explosivos convencionales bajo la supervisión de sus superiores en Casablanca, Mustapha Dabt y El Yazid Oujerf, detenidos. Llevaron a cabo tres experimentos realizados en este sentido en las afueras de la ciudad, antes de acordar el ataque al almacén de explosivos perteneciente a una cantera.
La célula mantuvo contactos con los terroristas suicidas de los ataques del 16 de mayo de 2003, a través de talleres de la «yihad» impartidos por Khaled Abboubi, con amplios conocimientos en el ámbito religioso de tendencia extremista, que sería arrestado también.
Los activistas de los grupos, especialmente Mustapha Dabt y El Yazid Oujerf, alojaron a dos de los autores de los ataques del 11 de septiembre de 2001, los saudíes Khalid al-Mihdhar, alias «Abu Suleiman» y Fahd Chehri, alias «Abu Abdel-Rahman» en su domicilio en Lahraouiyin, Casablanca. Khalid Al-Mihdhar es conocido como uno de los autores de los terribles atentados suicidas del 11 de septiembre, mientras que Fahd Chehri era miembro de Al-Qaeda, detenido en Yemen.
Paralelamente, los activistas de la organización tenían conexiones con organizaciones extremistas en el extranjero, al igual que el extremista Omar Mahmoud Omar, alias «Abu Qatada», quien durante su estancia en Gran Bretaña emitió por teléfono fatwas en beneficio de la célula, así como el marroquí que recibió una formación militar en Afganistán Said El Boujaadia, exconvicto en la base de «Guantánamo».
Los buques de la OTAN bajo vigilancia
El control de las embarcaciones extranjeras, especialmente las de la OTAN que cruzan el Estrecho de Gibraltar, y la elaboración de una lista de objetivos, incluidas misiones diplomáticas, intereses económicos y comerciales, fue nada más y nada menos la agenda de la primera célula terrorista de nacionalidades extranjeras, que entraron en el país y establecieron relaciones sociales y matrimonios para mantenerse lejos de las sospechas.
El desmantelamiento de la célula latente de «Al-Qaeda» llevó a la detención de una docena de personas, entre ellas tres saudíes: Hilal Jaber Awad Assiri, Zouhair Hilal Attabiti y Abdellah Bin Misfer Al-Ghamidi. En su historial aparecen excombatientes en Afganistán y activistas de «Al Qaeda» más cercanos a Osama Bin Laden, además de los siete socios marroquíes en la gestión y ejecución de los planes.
La cúpula de «Al Qaeda» eligió a estos saudíes, graduados en el campamento «Al Faruk», para poner en práctica una serie de operaciones a gran escala en Marruecos. Contrajeron un matrimonio consuetudinario con mujeres marroquíes por mediación del marroquí-afgano Ahmad Rafiki, alias «Abu Huzaifa», para encubrir su actividad en el Reino.
Entre los objetivos fijados por la célula:
- “Café France”, en la Plaza Djemaa el Fna en Marrakech
- La empresa de autobuses «CTM», por ser de propiedad judía.
También tenían previsto llevar a cabo operaciones contra los judíos y los occidentales que residen en Marruecos, además de la misión diplomática de Estados Unidos en Rabat y lugares de culto cristiano y judío.
Paralelamente a estos objetivos, los acusados se trasladaron a Nador y Fnideq para informarse acerca de las posibilidades de infiltración en las ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla, en el norte de Marruecos, y las oportunidades para la adq...