No te entiendo, no me entiendo
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No te entiendo, no me entiendo

Enfermedades del ánimo a profundidad

Santiago Duque

  1. 176 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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No te entiendo, no me entiendo

Enfermedades del ánimo a profundidad

Santiago Duque

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Información del libro

La medicina psiquiátrica y las enfermedades del ánimo generan cada vez un mayor número de consultas alrededor del mundo. Sin embargo, no se ha desmitificado el cliché de 'locura' al que está vinculado cualquier término o medicamento psiquiátrico.Sin prejuicios, ni generalizaciones, el Dr. Santiago Duque habla de cómo funciona el cerebro y 10 de sus condiciones además de la forma de identificarlas a partir de los comportamientos de las personas. En este libro se aborda y explica cada tema entendiendo que una enfermedad del ánimo puede ser un padecimiento igual de común a cualquier otro del cuerpo y con las mismas posibilidades de evolución. Para lograrlo el libro menciona algunas tendencias de comportamiento y tips para llevar una vida familiar y personal saludable.

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Información

Año
2019
ISBN
9789587578744
Image
Imaginemos que el cerebro de un adicto es un órgano dividido en dos partes: primero el cerebro primitivo central, que se deja llevar por el placer, y segundo el cerebro avanzado, encargado de decir no y de controlar los impulsos.
En un adicto quien comanda y maneja el poder es el cerebro primitivo, que se encuentra cerca y conectado al lugar en el que se guardan las emociones básicas y algunos de los recuerdos más emotivos de la persona, es por esto que los adictos rememoran con tanta intensidad la sensación del momento en el que consumen.
Existen dos tipos de adicciones, las que se generan por el consumo de sustancias y las comportamentales.
Las que son por sustancias producen cambios bioquímicos que terminan afectando el equilibrio del cerebro, esto se debe a que empiezan a generar una especie de tolerancia que hace que se necesite cada vez una mayor cantidad de sustancia para producir el mismo efecto. Además genera síndrome de abstinencia, que es una necesidad imperiosa cuando no se puede obtener la sustancia, la persona experimenta cambios en el comportamiento como insomnio, ansiedad, irritabilidad y actividad motora constante.
Las adicciones relacionadas al comportamiento, no requieren de ninguna sustancia química para explicar el deterioro de la persona, generalmente dependen de la ansiedad y de la dificultad para controlar impulsos y pensamientos, esto hace que genere síntomas similares a los del síndrome de abstinencia.
Ambos tipos afectan la vida del paciente, pero el síntoma cardinal de una adicción es cuando genera disfuncionalidad bien sea en el ámbito escolar, familiar, laboral, económico, de salud o legal.
A la hora de tratar a un paciente siempre se deben definir claramente los objetivos, el primero siempre es proponer la abstinencia, esto quiere decir evitar el consumo de cualquier tipo de sustancia psicoactiva para evitar que prolifere la enfermedad.
En esa fase del tratamiento hay que saber que existen sustancias que, aunque no son las de principal consumo, pueden abrir paso a la ingesta de otros psicoactivos. Por ejemplo el licor, por lo que también debe evitarse.
El segundo objetivo es evitar daños severos en la persona, en este punto, cuando no se logra la abstinencia, surge el término “reducción del daño”, entonces algunos pacientes, por ejemplo, dejan la heroína para convertirse en adictos a la marihuana, y aunque es cierto que el riesgo disminuye, puesto que deja de exponerse a consumos intravenosos, infecciones, y a un desgaste progresivo mayor. Los pacientes siempre seguirán deteriorándose, así sea en menor escala.
En el consultorio, muchos adictos me han hablado de que logran mantener periodos prolongados de abstinencia. Pero, realmente lo que han logrado es cambiar una sustancia predominante, por otra con menor capacidad de deterioro. Por desgracia a veces pasa lo contrario y empiezan a utilizar una más potente.
El adicto se convierte entonces en un experto para ‘saltar’ entre sustancias, algo a lo que yo llamo ‘switch’. Y por supuesto, esa no es la forma de vencer la enfermedad.
El perfil de un adicto depende, en gran medida, de su estado psicológico, por ejemplo, una persona ansiosa, generalmente, es nerviosa y busca la forma de tranquilizar sus miedos y preocupaciones. Desde la infancia utiliza mecanismos inadecuados como comerse las uñas, dependencia a una persona o un factor externo que le genere tranquilidad, en muchos casos este rol lo asume el padre o la madre generando comportamientos compatibles con la personalidad dependiente.
En estas personas el miedo es tan grande que no prueban las sustancias psicoactivas por temor, pero cuando se dan una oportunidad con alguna que tiene poder ansiolítico o tranquilizante como el cigarrillo, la marihuana, el licor o si les da un arrebato y consumen heroína, el riesgo de adicción es mucho más alto.

“Sin darme cuenta el cigarrillo comenzó a ganar terreno, del consumo ocasional luego de presentar exámenes, empecé a fumar entre tres y diez al día”.

Lina, era una paciente de 30 años, siempre se había reconocido como una persona algo nerviosa, creció sin su padre porque las abandonó a ella y a su madre, por el consumo de licor. A raíz de ese hecho su mamá y ella crearon un vínculo tan fuerte que les permitió salir adelante, pero también las hizo altamente dependientes. Durante el colegio empezó a comerse las uñas, y con el tiempo notó que también calmaba su ansiedad comiendo pan y dulces. Lina era la mayor preocupación de su madre, ella era intrusiva en el cuidado, y la dejaba salir, pero sus reportes debían ser frecuentes, a tal punto que Lina prefería no ir a la calle.
Cuando tenía 13 años ya era una paciente ansiosa, con migraña y colon irritable, síntomas que aumentaban durante su menstruación.
Su rendimiento escolar siempre fue excelente, tanto que a los 16 años inició la universidad, allí se expuso, por primera vez, al consumo de licor y de cigarrillo solo los fines de semana.
Sin darse cuenta el cigarrillo comenzó a ganar terreno, del consumo ocasional luego de presentar exámenes. Pasó a fumar diario entre tres y diez, de esta manera contuvo su tendencia a comer por ansiedad, pero empezó a deteriorar su salud.
Los dolores de cabeza y la dificultad para dormir se hicieron mucho más frecuentes. Nunca se sentía completamente feliz, sufría de miedo y preocupaciones, aunque todo parecía relativamente bien. Permanentemente consultaba a médicos especialistas para que le dieran una explicación acerca de sus síntomas.
Fueron estos mismos médicos los que le recomendaron ir a psicología. Pero, luego de múltiples consultas fue remitida a psiquiatría para que su ánimo y comportamiento mejoraran. Lina asistió a su primera cita, pero de salida, como muchos pacientes, consultó en Google la medicación y decidió no usarla.
Por su parte, comenzó a buscar terapias alternativas que le ofrecieron mejorías parciales, pero los síntomas y el malestar aumentaron. Fue al neurólogo y tomó algunos medicamentos con componentes ansiolíticos, en ese momento presentó, de nuevo, una mejoría parcial.
Al notar que no avanzaba, Lina, más allá de la ansiedad, empezó a sentirse deprimida, agotada y frustrada, estos sentimientos son normales en estos pacientes que incluso pueden llegar a sentirse incapaces de vivir felices y en ese momento deciden regresar a las consultas de psiquiatría.
Durante la primera consulta, luego de su regreso, hablamos sobre la confianza, el funcionamiento del cerebro y su deterioro. También le expliqué cómo funcionan biológicamente los medicamentos y de qué manera pueden mejorar su vida.
Le apostamos a suspender el tabaquismo y a la mejora del ánimo, para ello probamos medicación que controlara la ansiedad.
Por un par de meses Lina presentó algunos síntomas que ella misma asociaba a los medicamentos, detectamos que se trataba de una fase de predisposición y negación. Al explicarle y asumir esta fase, su confianza en el tratamiento aumentó y las mejorías fueron notorias.
Lina dejó de fumar, desaparecieron sus dolores de cabeza, su ánimo mejoró y disminuyó su ansiedad, también sus problemas gástricos se volvieron ocasionales. Finalmente, con la ayuda de psicología se trató la relación con su madre, la terapia las convirtió, lentamente, en personas independientes sin afectar su cercanía.
Otro perfil característico es cuando el paciente padece un trastorno de déficit de atención e hiperactividad, o con trastorno opositor desafiante. En estos casos, hay una característica muy marcada a que la persona sea impulsiva y generalmente en medio de esta sensación toman el riesgo de ‘probar’ sustancias psicoactivas sin medir las consecuencias.
Hace años, cuando viví en el exterior, compartí con un familiar que estudiaba mercadeo. Juntos, evaluamos el fenómeno del tabaquismo en los años sesenta y cómo este vendía la imagen de independencia en las mujeres a través del cigarrillo.
Aunque se trató de un hito importante que le permitió a la mujer decidir qué consumir y qué no, al igual que un hombre. No podemos olvidar que era una estrategia de ventas que creaba dependencia al tabaco o al cigarrillo, tanto en hombres como en mujeres. Esta misma política de mercado aplica en la actualidad, en aquellos que distribuyen, de forma legal o ilegal, sustancias adictivas.
A jóvenes y niños se les vende la idea de ‘independencia’ y ‘libertad’ cuando se les invita a consumir una sustancia psicoactiva diciéndoles que no van a quedar ‘ligados’ o adictos.
Cabe aclarar que se trata de un mercado que mueve millones de dólares alrededor del mundo y que busca someter a los compradores volviéndolos adictos. Por tal motivo, SÍ, el propósito de alguien que ofrece, vende y hasta regala por primera vez, es convertir a esa persona en un adicto.
A estos jóvenes, que caen en esta red, los llamo población “pared”, porque, aunque su vida sea un caos a causa de sus elecciones, las consecuencias se las “rebotan” a sus padres, al colegio, al matoneo, a la falta de oportunidades o al señalamiento social, y solo admiten el uso de sustancias cuando están vencidos.

“Estudiar no es para mí, a mí lo que me gusta es ganar plata”

Rafael era un joven de 24 años, que vivía en la casa con sus padres y con su hermana menor. Él en su infancia tuvo problemas académicos, perdió un grado en primaria y dos en secundaria.
Para que estudiara sus padres habían generado un mecanismo: le ponían metas y si las cumplía obtenía un reconocimiento, pero en algún momento, Rafael empezó a convertir el reconocimiento en obligación de sus padres, entonces, exigía un ‘premio’ por cada pequeño y gran logro.
Bajo ese mecanismo de negociación Rafael obtuvo una moto, un computador y un celular. Incluso empezaron a ser notorias las diferencias entre él y su hermana, a ella le iba muy bien académicamente y esto no le significaba ningún estímulo. De hecho, Rafael solía victimizarse con el fin de evitar que su hermana recibiera cualquier tipo de reconocimiento diciendo: “para ustedes siempre ha sido la preferida”.
Por su parte, los padres eran conscientes de que a él le “echaban cantaleta” e intentaban equilibrar la carga con estímulos. Es decir a Rafael lo regañaban pero recibía obsequios, su hermana no recibe regalos pero tampoco regaños.
Rafael solo se graduó de secundaria validando, intentó estudiar en la universidad, sin éxito.
El 12,4 % de las personas que consumen marihuana la probaron antes de cumplir 10 años.
Tampoco trabajaba por su falta de constancia, sus padres le compraron un negocio, pero: “el almacén que me compraron quedaba muy lejos y me tocaba madrugar mucho”, “la gente quiere todo regalado y mi trabajo vale”, “ustedes siempre me humillan porque me he quebrado económicamente tres veces con esos negocios que ustedes me ponen”, decía.
Él era un pequeño emperador en la casa, trasnochaba todos los días jugando videojuegos o viendo películas, dormía hasta las once de la mañana y en las tardes salía a consumir marihuana cocaína y licor.
La gota que derramó el vaso fue cuando quiso vivir con su pareja en la casa y los padres no lo permitieron.
Él se describía como una persona libre e independiente, que no encajaba en el sistema económico. Pero sus padres debían solventar todos sus gastos, desde la moto hasta las invitaciones a la novia.
Llegó a consulta porque sus padres le dijeron que, para recibir a su novia, debía trabajar y dejar de consumir. Cuando entrevisté a su novia, ella decía que él lo iba a dejar todo por ella.
Mujeres, debo decirles algo: la mayoría de los adictos tienen una enfermedad crónica, recurrente, tratable, y no curable. Y en ese escenario, aunque es importante tener una motivación, no es suficiente.
A los adictos los mueve la comodidad y el placer, y cuando una mujer les deja de significar eso y empieza a causarles responsabilidad, generalmente empiezan los conflictos; justo como sucede con varios miembros de su familia. No obstante, en beneficio de la duda les cuento que muchos adictos dejan el consumo porque pierden las familias. En conclusión, no hay una verdad absoluta, pero es importante ver cómo se comportan con sus familias, con sus trabajos y con su vida para determinar si tienen la suficiente fuerza para dejar el consumo.
Dado el ímpetu de Rafael, lo internamos en una comunidad terapéutica, modificamos la interacción con su familia para que pasara del sometimiento a un trato más adecuado, se hicieron ejercicios para la independencia desde ámbitos como la vida, hasta el trato con las sustancias y lo económico.
No fue fácil, respecto a su pareja iniciamos manejo, exámenes de sangre y pruebas neuropsicológicas, confirmamos el diagnóstico: déficit de atención y trastorno opositor desafiante. Con medicación logramos la abstinencia.
Pero, el trabajo psicológico y la terapia de familia fueron claves para la mejoría del paciente. Hoy, con algunas recaídas puntuales, Rafael mantiene su hogar y su independencia. Sus padres, su hermana y su pareja están felices.
Es claro que la relación del entorno y las condiciones psicológicas de los pacientes hacen que estos sean más propensos al consumo de sustancias psicoactivas.

“No murió con la caída, pero casi la perdimos con la fractura, la cirugía y la morfina”.

De joven, Julia era ansiosa, y durante la adolescencia consumió cigarrillo, pero lo dejó durante su primer embarazo. Para ella fue muy difícil dejarlo, por ello no probó de nuevo alguna otra sustancia. Con el paso del tiempo la ansiedad aparecía y mutaba, a veces era irritable, otras veces tomaba licor, pero por lo general comía y su peso se volvió algo incontrolable. Con la llegada de la menopausia su actividad física disminuyó, su sueño no era reparador, su sobrepeso y su irritabilidad empeoraron.
Un día, ya con 62 años, Julia sufrió una caída en la que se fracturó la cadera. En el hospital le realizaron una cirugía pa...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Contenido
  5. ¿Cómo funciona el cerebro?
  6. Depresión
  7. Ansiedad
  8. Homosexuales, ¿nacen o se hacen?
  9. Demencias
  10. El Cuidador quemado
  11. Adicciones
  12. El niño hiperregalado
  13. Fibromialgia
  14. Trastorno afectivo bipolar
  15. Suicidio
  16. Glosario
  17. Notas al pie
  18. Contracubierta
Estilos de citas para No te entiendo, no me entiendo

APA 6 Citation

Duque, S. (2019). No te entiendo, no me entiendo ([edition unavailable]). Intermedio Editores S.A.S. Retrieved from https://www.perlego.com/book/1913316/no-te-entiendo-no-me-entiendo-enfermedades-del-nimo-a-profundidad-pdf (Original work published 2019)

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Duque, Santiago. (2019) 2019. No Te Entiendo, No Me Entiendo. [Edition unavailable]. Intermedio Editores S.A.S. https://www.perlego.com/book/1913316/no-te-entiendo-no-me-entiendo-enfermedades-del-nimo-a-profundidad-pdf.

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Duque, S. (2019) No te entiendo, no me entiendo. [edition unavailable]. Intermedio Editores S.A.S. Available at: https://www.perlego.com/book/1913316/no-te-entiendo-no-me-entiendo-enfermedades-del-nimo-a-profundidad-pdf (Accessed: 15 October 2022).

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Duque, Santiago. No Te Entiendo, No Me Entiendo. [edition unavailable]. Intermedio Editores S.A.S, 2019. Web. 15 Oct. 2022.