Atrapados en el Periférico
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Atrapados en el Periférico

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Atrapados en el Periférico

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Un análisis desde una óptica distinta es "Atrapados en el Periférico" (Jus 2014), ensayo realizado por Pico Prieto, ex banquero en Nueva York, Londres y México, quien intenta reflejar el sentimiento de toda una nación en relación con los problemas históricos, culturales y sociales que han derivado en el estancamiento económico y en la gestación de la "mediocridad" a la que está acostumbrado el pueblo mexicano, según el autor, la cual contribuye a forjar el eterno sentimiento de inferioridad de sus habitantes.El autor escarba en el imaginario colectivo y en los símbolos de identidad nacional para cuestionarlos y criticar una mexicanidad que no acepta su propia historia, sus derrotas y con ello no expone un pasado lastimado que podría redundar en el cierre de ciertas heridas y así poder allanar el camino hacia el anhelado progreso, como lo han hecho determinados países desarrollados. El hecho de que en México no existan calles, monumentos, escuelas, etc., con el nombre del conquistador español Hernán Cortés, o que la población prehispánica haya analizado a las estrellas sólo para sus augurios y algo para los tiempos de la agricultura, son hechos que el autor cuestiona en relación con otras sociedades que aceptan su pasado, por más doloroso que sea, y que asimismo trabajan para el progreso de sus naciones.Desde la plataforma multifactorial de las tecnologías a la red vial de cualquier ciudad moderna, inmerso en la globalización, con la problemática que encierra y sus encrucijadas, el autor de "Atrapados en el Periférico" insta al lector a una revisión profunda de nuestros mitos, al análisis de la realidad del México de nuestros días y su herencia cultural, para que, con seriedad descifremos las opciones reales que correspondan. En ocasiones altamente perturbador y polémico, José Ignacio Prieto con inusual audacia nos conduce puntilloso a través del texto a un viaje en el que disecciona grandes mitos de la sociedad mexicana y su impacto en el imaginario colectivo.

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Información

Año
2015
ISBN
9786074121537
Edición
1
Categoría
Economía

VI. La pobreza


La pobreza, característica que pareciera congénita, destino o karma36, técnicamente se asemeja a una acumulación crítica de deficiencias de elementos de diferentes órdenes que forman círculos viciosos redundantes difíciles de romper. No obstante, vista desde otro ángulo, hay algo que resulta claro y descriptivo: existen niveles de cultura y desahogo económico que hacen al hombre boyante y dueño de sí mismo y de su destino, y por debajo de esto, the bread line37 pobre, triste y quejumbroso. Esta extraña frontera, me parece que define de mejor manera la diferencia entre dos mundos, más que las divisiones políticas o físicas. La variedad de intereses en el mundo es de tal manera que sorprenden las diferencias tan notables de enfoques, concepciones, aspiraciones y fobias; sin embargo, al parecer el elemento que mejor los hermana, independientemente de latitud, historia y congenialidad racial, es la ubicación con respecto a la frontera de la pobreza.

Para empezar la digresión, percibo que hay sociedades que participan en ciertos conceptos en común que son ya muy claros y simples, mismos que se manejan con toda destreza.

Estos conceptos o apreciaciones representan por su cotidianidad, su aparente sencillez, pero sobre todo por su utilidad, importante acervo de capital intelectual de sociedades que están ya por encima de la línea de la pobreza. Un ejemplo de estas apreciaciones se manifiesta en expresiones tales como: “La semilla de siembra no es para hacer tamales”, “el ganado para cría, aun cuando apetitoso, no es para hacerlo cecina”, “el capital, es el trabajo congelado que de manera natural potencia productividad y eficiencia y la seguridad jurídica, que tiende a definir de manera inequívoca los espacios que hacen que todas estas cosas y otras más funcionen, no es ninguna monserga”.

En nuestro Nuevo Mundo, que a menudo resulta tan sui generis, poseemos una serie de nociones y conocimientos que manejamos y que, de alguna manera, son parte central del acervo herramental de la humanidad. Sin embargo, no estoy del todo seguro de que estemos conscientes en qué momento aparecen, y sobre todo, el contexto en que se produjeron. La verdad es que una gran cantidad de conocimientos nos llegó de regalo, o sea, que no los obtuvimos de parto natural. Los cuestionamientos que en este momento me asaltan son muchos: ¿son conocimientos realmente entendidos y asimilados?, ¿llegan justo a tiempo y tenemos la mentalidad para darles uso racional y juicioso? y ¿somos lo suficientemente capaces para contribuir a su evolución con lo cual estamos en sincronía con resto del mundo? Visto desde otro ángulo, la pregunta que se hace relevante es: ¿tenemos el capital básico y, teniéndolo, se encuentra éste subutilizado por nuestra falta de destreza e ingeniosidad? Otra pregunta importante: ¿representa esto una de las tantas facetas de nuestra proverbial manera de aprobar etapas y materias como de repente nos sucedió en la escuela, copiando y de panzazo?

Al manejar estos temas cabe revisar algunos descubrimientos importantes y su historia entre nosotros, por ejemplo: la rueda, concepto vital que en el Viejo Mundo significó el salto tecnológico que destrabó y sigue destrabando el avance de la civilización y la técnica hacia otros estratos más avanzados, asociada obviamente al concepto de eje. En nuestro muy extraño mundo, la rueda fue un curioso juguete, ajeno al concepto de eje, con el que tropezamos sólo hasta la época colonial. Otro ejemplo sería el arado, que junto con el arnés, después de aprender a sembrar, representa en la agricultura posiblemente el mayor avance; no solamente es la pica que rompe la tierra, sino la palanca ejercida de manera dinámica sobre el suelo; grandioso avance que le da sentido práctico y cotidiano al concepto de palanca, manejado teóricamente de tiempo atrás en la antigüedad griega. A esta importante lista podríamos agregar la plomada y el nivel, que de manera más que obvia aparecen en estas tierras también a partir de la Conquista. Los conceptos que aquí menciono nunca tuvieron ocasión de florecer de manera espontánea en esta parte tan aislada del mundo, donde para empezar, en la América precolombina y entre nuestros haberes, nunca contamos con animales de tiro. La pregunta obligada surge: ¿estamos dándole a esa tecnología el uso intensivo que requiere? Y de hacerlo, ¿estamos a la vez beneficiándonos de todos los utensilios secundarios que se crean alrededor de ellos de manera natural?

Necesario es tomar conciencia de que todos estos conceptos, aparte de su importancia, le agregan valor a una plétora de pequeños y modestos elementos y adelantos tecnológicos como el martillo, los clavos y tornillos, las agujas de coser, el brasero, los nudos, los ganchos, la tetera, los zapatos y otros cientos más de objetos que se podrían mencionar. Elementos y avances tecnológicos que, combinados e interactuando, operan como fuente primordial multiplicadora de productividad y riqueza, sirven además de base y a su vez potencian todavía más el valor del todo, cada vez que aparece alguna innovación. Aquellos países que en el pasado con éxito lograron capitalizar de inicio estos pequeños y grandes avances, enriquecieron sus sociedades con una amplia variedad de utensilios y satisfactores y a su vez, con la habilidad para producirlos, accedieron a niveles superiores de riqueza.

La Revolución Industrial en un sentido popular es sinónimo de la máquina de vapor de James Watt, de las máquinas hiladoras y las tejedoras, el ferrocarril y si nos alargamos, habrá que incluir también la trilladora mecánica; se trata realmente de lo más conocido de una sucesión de cambios tecnológicos, económicos y culturales fundamentales que en conjunto constituyen la revolución. Con el hecho de transferir cantidades masivas de hombres y mujeres del quehacer agrícola, que hasta entonces había sido la ocupación principal desde el comienzo de la civilización, y desplazarlos e introducirlos a una nueva manera de trabajar y vivir, la Revolución Industrial transforma al mundo para siempre. Por consecuencia, se convierte en uno de los principales determinantes del sistema de vida moderno del occidente. Diera la impresión que tal revolución, para todos los efectos prácticos, haya sido el big bang, el detonante no sólo para que la Gran Bretaña, Europa y los Estados Unidos reexaminaran a fondo sus problemas y soluciones con otra lente, sino también para que pueblos ajenos de muy diversas latitudes y civilizaciones muy a su manera e idiosincrasia, también se aplicaran. En concreto, en el aspecto de desarrollo económico y social, todo parece indicar que hoy se define dependiendo de qué tan cerca o cuán alejadas intelectualmente las sociedades se encuentren de los conceptos filosóficos, técnicos y las nuevas dinámicas que dieron sustento al fenómeno. De nuevo, nuestra trayectoria pone de relieve el atraso o lo ajenos que quedamos del movimiento; como se sabe, esta revolución no florece aislada, se origina en el fermento cultural de la muy peculiar versión de la Ilustración Británica, por donde pasamos de noche. Las inquietudes de talentos de la talla de Hobbes, Locke y Hume, y de hasta el mismo Adam Smith.

En relación con el tema de la pobreza y sus diferentes facetas, me ha tocado por suerte que la mayoría de los libros o estudios, comentarios y reportes que he leído me dejan la sensación de que provienen de autores pobres, o bien que los autores crecieron y se formaron en sociedades pobres, avalándose tácitamente en el hecho de conocer la pobreza de primera mano y haberla sufrido en carne propia. Pareciera que provienen de una cultura o culturas con un común denominador que se desarrollan invariablemente de la misma solera. Menciono esto porque de alguna manera siempre me queda al final la sensación o el mensaje subliminal de que la pobreza, a la vez que pesada losa que gravita sobre la humanidad, aparece de una manera confusa pero sin lugar a duda como virtud y que el solo hecho de ser pobre otorga una solvencia moral especial de algún tipo, la cual invariablemente y con gran peso gravita en cualquier análisis, sobre todo, en cualquier juicio. Con toda seguridad habrá algún elemento que permea desde el subconsciente que indefectiblemente hace que a la pobreza se le perciba como virtud, con toda su carga emocional. Me queda también la impresión que en el mundo entero toda la gama de políticos que se denominan de izquierda de ahí abrevan, y también algunos moderados de las derechas cuando se ven en apuros, hasta las mismas iglesias que de varias maneras nunca han dejado de cultivar esta parcela.

Con toda seguridad la mayoría de los estudios sobre la pobreza deberán estar bien documentados y algunas de sus tesis e intuiciones serán muy válidas, pero mi inquietud proviene de otro orden. Primero, me sentiría mayormente estimulado al entender cuáles son las relaciones causa-efecto que generan y atrapan a la pobreza en la pobreza misma, y qué opciones habrá para romper esos círculos viciosos desde la raíz misma donde se generan. Me sería más ilustrativo, y me haría muy feliz también, conocer la opinión de ricos o de estudiosos procedentes de sociedades que han logrado superar el plano de la pobreza donde se genera, o al menos, que hayan logrado ascender algunos peldaños en la escala del bienestar económico y social. Cualquier historia de éxito bien documentada, me sería más ilustrativa.

Existe por ahí la extraña compulsión por crear pobres a la carta, “avalada” por académicos y organizaciones de lo más respetables. Por ejemplo, me llamó la atención que en reportes económicos del año 2000, aparte de la China, los países que más clara y consistentemente lograron crecimientos económicos fueron: los Estados Unidos, México, Gran Bretaña y España, extrañamente y con poco usual insistencia se reportaba a los mismos países como el reverso de la medalla donde mayormente creció la pobreza, curiosamente coincidiendo hasta en el orden. La conclusión velada que todo aquello sugería es que nuestro sistema es de tal manera perverso y su decadencia es tal, que simplemente en la medida que crece la actividad económica aumenta la pobreza. En todo caso, el sistema tiene injusticias y defectos que sus propias contradicciones apunten a una crisis terminal. La descomposición es ya de tal manera que bajo las condiciones imperantes no importa qué tanto puedan esforzarse gobiernos y sectores productivos de un país para darle crecimientos a la sociedad, el resultado será sin remedio, un aumento de la pobreza.

La verdad es que todo esto suena de lo más extraño y demasiado intencionado, sospechoso por decirlo de alguna manera, a la vez que descorazonador para todos aquellos que se lo tomen en serio. No alcanzo a entender por qué suerte de fantasía o perversión una gran cantidad de gente sueña con el Apocalipsis de este mundo, o al menos, con el fin de este sistema en el que vivimos, sistema en el que penosamente hemos transitado hasta aquí. Lo inexplicable es la actitud de tirarle y atacarle por cualquier lado para dañarlo, derrotarlo o al menos desprestigiarlo y cooperar con un modesto clavo para su ataúd, como si en las farmacias o tiendas departamentales ya estuviese disponible algún otro genérico o similar.

Este sistema, sin embargo, que dista mucho de ser lo perfecto, querámoslo o no, es el acervo o el destilado de conocimientos, experiencias y errores que como humanidad hemos acumulando hasta aquí, a través de una interminable cadena de prueba y error; donde se incluyen largos y tortuosos procesos de evolución hasta revoluciones, que nos han enseñado y a veces obligado a funcionar; fuera de utopías y fantasías, esto es lo más seguro que hemos logrado a la fecha, a pesar de tantos achaques. Es un sistema que de manera constante va desarrollándose, evolucionando y que seguramente con frecuencia tendrá aspectos equivocados que nos resulten duros e inaceptables y a veces terribles, por ser producto de la vida misma. También por las mismas razones nos parecerá cruel, justo en esos momentos en que a las cosas y a la realidad se les tiene que ver de frente, y será cuando en aspectos concretos mayormente lo encontramos más inaceptable. Sin embargo, habrá que tener en mente que ha habido países que con gran entereza y coraje se han disciplinado y se han sobrepuesto a la dureza que de tiempo en tiempo presenta la vida y la de los sistemas mismos, y al final, haciéndose cargo de su destino han logrado salir de la pobreza.

Regresando a nuestro tema de la creación de pobres a la carta, creo percibir alguna luz, una explicación tranquilizante, al menos para mí. La verdad es que recientemente y en nuestro país en concreto a través de los datos que ahora pone a disposición el Inegi38 hemos de la noche a la mañana accedido a un caudal de material estadístico, y pues bien, andamos por ahí un poco como niños con juguete nuevo. La verdad sea dicha, contar con este material estadístico tan copioso, pareciera ser a veces más peligroso que no tenerlo.

Con toda honestidad existe la necesidad de una orientación o formación base en este orden de cosas; el objeto sería poder manejar con propiedad y sin riesgos excesivos este material e irse con tiento y con una buena dosis de sentido común y humildad, de otra forma nos arriesgamos a padecer y a provocar el ya famoso terrorismo estadístico. Es en el contexto de este exceso de material estadístico disponible y a veces apabullante, donde se da pie a que surja una especie de explosión de uso y abuso; material que a menudo se utiliza para presentar y vestir de manera un tanto artificial toda suerte de teorías.

Continuando con el tema, percibo una terrible equivocación que quizá sea de buena fe o una gran perversión. Lo que puede suceder es que por ahí leyeron o escucharon algo que les pareció apropiado y que, “interpretado con suficiente profundidad”, refrenda de buena manera las fantasías apocalípticas de algunos trasnochados. No obstante, mi interpretación a raíz de las noticias de un crecimiento vigoroso se resume como sigue: el aumento de riqueza de los segmentos que representaron la vanguardia de cada uno de los países en cuestión y en términos de promedio, descobija a los segmentos que no fueron lo suficiente afortunados para crecer al mismo ritmo. Expresado de diferente manera: en este caso tan afortunado, las sociedades efectivamente crecieron de manera vigorosa, pero dentro de los segmentos mismos de la economía hubo sectores que crecieron con diferente intensidad.

Pero, al manosear cifras y llevar razonamientos al absurdo, un enriquecimiento claro y generaliza...

Índice

  1. Índice
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Agradecimientos
  5. I. El Periférico
  6. II. La romanización
  7. III. ¿Dónde queda el alma?
  8. IV. Corrupción e impunidad
  9. V. Ajenos al liberalismo mercantil
  10. VI. La pobreza
  11. VII. Comunicadores, intelectuales y el futuro
  12. Reseña
  13. Colofón
  14. Sobre el autor