Valor social de la educación y la cultura
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Valor social de la educación y la cultura

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Valor social de la educación y la cultura

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Hacer del sistema educativo en general, y en particular de las instituciones educativas y los procesos de formativos, objeto permanente de estudio, ocuparse de la promoción y el desarrollo sociocultural de la educación, y reflexionar críticamente sobre resultados y logros obtenidos, son tareas connaturales al educador.Por ello, este texto solo tiene la pretensión de abordar y poner a disposición de sus posibles lectores, mis colegas educadores, la conceptualización del conocimiento, las vivencias y las experiencias desarrolladas personalmente durante muchos años de servicio público en instituciones oficiales y privadas de los diferentes niveles de la educación colombiana. Para ello abordo de manera simple, práctica y didáctica el esclarecimiento, la contextualización sociocultural y el establecimiento de relaciones entre términos y acciones que, con mucha frecuencia, y algunas veces con singular e innecesaria sofisticación, suelen emplearse en los medios y las instituciones educativas.

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Información

Año
2018
ISBN
9789587204216
Categoría
Education

EDUCACIÓN

Sea lo primero precisar qué es educación y cuál es su función social, o lo que quizá sería mejor, ¿cómo es que la organización social determina la educación?
Al nacer, el hombre encuentra establecidas, y en buena medida, las condiciones físicas, naturales y culturales en las cuales ha de realizar su existencia. En el mundo cada individuo encuentra desde su origen, en forma más o menos organizada, al hombre que lo ha precedido, y frente a él se le presentan como primeras alternativas el acercamiento, la integración y la socialización. Por ello se ha dicho, y con razón, que por naturaleza el hombre es un ser social.
Si bien es cierto que desde su más temprana edad el hombre inicia el proceso específico que le permite adquirir la cultura de su grupo e interiorizar sus normas, buscando que su conducta comience a tener en cuenta las experiencias y las expectativas de los otros, también lo es que la organización social imperante no le permite ni le deja a libre elección o arbitrio la dirección de ese proceso, ya que prácticamente se lo señala, regula y obliga como una necesidad imperiosa, que a su vez le promete o garantiza, como resultado, la propia subsistencia. La acción de la sociedad en el individuo, y de este en aquella, es lo que da consistencia al proceso educativo, que entendido en la forma señalada nos permite verlo en relación con la sociedad como una aplicación del antiguo principio: “El ser tiende a permanecer en el Ser”. Dice Gustavo Cirigliano:
Toda sociedad necesita unidad en el espacio –cohesión– y unidad temporal –tradición–. La necesidad primera de la sociedad, luego de ser una, es conseguir individuos que la prolonguen y continúen integrándola para mantener la comunidad, para lograr que el grupo se mantenga idéntico a sí mismo aunque sus miembros cambien o desaparezcan.
La forma o el proceso especial con el cual la sociedad cuenta para inculcar y orientar en cada hombre, como individuo, los principios, valores, actitudes y comportamientos que espera de él, y la cultura que lo identifica con el grupo, ha sido, desde muchos años atrás y hasta nuestros días, la educación, entendida como proceso y como sistema.
De ahí que la educación sea identificada como un proceso y un producto social e históricamente condicionado, que implica la relación entre un agente educador o regulador y un sujeto que se educa en condiciones determinadas. La educación no está dada en sí por una sociedad en abstracto, ni habilita en sí para la sociedad en general, sino por y para una determinada sociedad.
Este doble proceso: aporte de la sociedad de ciertos ingredientes culturales propios y asimilación, por parte de los individuos, de aquellos que les permiten convertirse en socios, es lo que se denomina educación y lo que históricamente nos muestra el “fenómeno” educativo en toda cultura.
De acuerdo con lo descrito, la comprensión y el desarrollo de la educación exigen un marco social. La educación no puede ser considerada como un acontecer individual e independiente, sino como una función social con este fin: adaptación conveniente y ubicación crítica del individuo en la sociedad de la cual forma parte. Así se expresa Krieck: “El sentido de toda educación es [...] en una palabra, incorporarlos como miembros de una comunidad”. Educación se presenta, hasta ahora, como socializar, convertir al hombre en socio permitiéndole la integración al grupo.
Por tales motivos claramente podemos deducir que el individuo es un resultado que para su comprensión reclama en primer término el estudio de las condiciones sociales imperantes y concretas, en las cuales llega a la vida y en las cuales vive; condiciones sociales que no son para todos los hombres las mismas ya que en todas partes y en todos los tiempos suelen presentarse particularidades que devienen y cambian con relativa facilidad.
En su época, Platón, en Las leyes, lo vio claro desde la educación: “[...] la educación, decíamos consiste en traer y conducir a los niños al principio que la luz enuncia como justo, y cuya rectitud reconocen de común acuerdo las personas más virtuosas y de más edad, en virtud de su experiencia”.
Con todo lo anotado concluimos que la educación es un proceso de formación axiológico –referido a valores–, teleológico –dirigido a unos fines determinados–, social, cultural e histórico, a través del cual, en forma dialéctica y positiva, el hombre y la sociedad mutuamente se influyen y determinan para lograr el pleno desarrollo de su ser. La educación es una propuesta y una respuesta cultural que formula o reformula la sociedad en cada uno de sus momentos históricos, con el fin de intervenir en la formación y orientación de los individuos que le son necesarios para la conservación de sus mejores legados y la construcción del futuro que desea.
En el ámbito de un país, su sistema educativo en general, y cada institución formadora en particular, han de concebirse y entenderse como un escenario cultural a cuyos componentes y recursos apelan la sociedad en su conjunto, los grupos humanos en sus diversas configuraciones y los individuos mismos en sus infinitas y variadas singularidades, buscando inspiración y referentes para lograr el pleno desarrollo y el perfeccionamiento de su ser.

Educación y formación integral de la personalidad

El interés y el compromiso de las sociedades contemporáneas con el enfoque y las finalidades del desarrollo humano hunden sus raíces en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Desde entonces los gobiernos, las instituciones educativas y en especial los educadores vinculados a todos los niveles y modalidades de los sistemas formativos de la mayoría de los países del mundo cuentan con un referente estratégico y a la vez operativo. El siguiente es el principio expresado en el Artículo 26, numeral 2:
La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
A tono con dicha declaración, la Constitución Política de Colombia incorporó, en el Título II, “De los derechos, las garantías y los deberes”, y en el Capítulo 1, el Artículo 16, en el cual se dice: “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”, y en la definición de las responsabilidades del Estado, Artículo 68, estableció: “[…] Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación, con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos […]”.
Según el Artículo 67 de la Constitución Política: “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura”, y agrega: “La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente”. En el mismo artículo se afirma que “El Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo un año de preescolar y nueve de educación básica”, disponiendo que “La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos”; señala además que
Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado cubrimiento del servicio y asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo.
Y concluye mandando que “La Nación y las entidades territoriales participen en la dirección, financiación y administración de los servicios educativos estatales, en los términos que señalen la Constitución y la Ley [...]”.
En desarrollo de la Constitución Política, la Ley General de Educación, Ley 115 de 1994, en el Artículo 5, numeral 1, enunció como el primero de los fines del proceso educativo en Colombia: “El pleno desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que le imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, dentro de un proceso de formación integral, física, psíquica, intelectual, moral, espiritual, social, afectiva, ética, cívica y demás valores humanos”. En la misma Ley, la educación se definió como “un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes”.
Coherente con los postulados constitucionales, la Ley de Educación Superior, Ley 30 de 1992, fijó los objetivos de la misma y de sus instituciones. Entre ellos, también el primero señala, en el ordinal a) del Artículo 6: “Profundizar en la formación integral de los colombianos, dentro de las modalidades de la Educación Superior, capacitándolos para cumplir las funciones profesionales, investigativas y de servicio social que requiere el país”.
Asumir la tarea social de facilitar y orientar la formación humana en momentos tan decisivos y trascendentes de la vida, como lo son la niñez y la juventud, implica asegurar, en todos los agentes que participan en el proceso, la comprensión de los términos educativos, tanto en su contenido como en su alcance.

Definición de términos

Desarrollo

El término desarrollo no tiene en educación la misma significación que en economía u otras áreas de las ciencias sociales. En educación, la palabra desarrollo hace alusión específica a identificación, desenvolvimiento, despliegue, crecimiento, progreso, extensión, expansión, proyección, auge y plenitud de todas las dimensiones estructurales del ser humano como persona y por consiguiente de su identidad.
La palabra desarrollo, inicialmente utilizada en las ciencias biológicas, se ha empleado en el lenguaje socioeconómico para designar ante todo, en los decenios de 1950 y 1960, la expansión y el crecimiento económico y más adelante, en los decenios siguientes, un mejoramiento del nivel y de la calidad de vida de todos los pueblos y de cada persona en particular. Desarrollo no debe reducirse en absoluto a crecimiento cuantitativo. Las consideraciones meramente económicas que predominan en los procesos de desarrollo deberían ceder el paso a un equilibrio entre estas y las consideraciones humanas, sociales, culturales, y de otro tipo que convengan al país, con el fin de coadyuvar al mejoramiento del nivel y de la calidad de vida de los colombianos.
El desarrollo humano es el principal objetivo de todo proceso de desarrollo. Este deberá tender siempre a acrecentar y a aprovechar inteligente y éticamente las capacidades del ser humano y a darle acceso, no solo a ciertos bienes materiales como los ingresos económicos, el empleo, la salud pública y un medio ambiente sano, sino también a bienes de orden inmaterial como el saber, el derecho a participar plenamente en la vida de la comunidad, en los procesos de toma de decisiones y a gozar, al mismo tiempo, de las libertades humanas, económicas y políticas.
Un auténtico desarrollo humano parte de sus raíces endógenas, esto es, de la historia y la genética familiar, de las culturas local, regional y nacional, de los recursos de la sociedad y el respeto hacia ellos, y de las necesidades y aspiraciones de un pueblo. Todo proceso de desarrollo debe comprometerse a someter a sana crítica y a respetar las generaciones pasadas, perpetuando y enriqueciendo al mismo tiempo, el patrimonio cultural que han legado a la posteridad.
El desarrollo humano es un proceso conducente a la ampliación de las opciones de que disponen las personas. En principio, esas opciones pueden ser infinitas y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Pero a todos los niveles de desarrollo, las tres opciones esenciales para las personas son: poder tener una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso. Si no se dispone de esas opciones esenciales, muchas otras oportunidades permanecen inaccesibles… Pero el desarrollo humano no termina allí. Otras opciones, sumamente preciadas por muchos, van desde la libertad política, económica y social hasta las oportunidades de ser creativos y productivos y de disfrutar de autorrespeto personal y de derechos humanos garantizados.
En consecuencia, la acción de los educadores, lo mismo que de las instituciones educativas, está compelida, legal, ética, social y humanísticamente, a centrarse en las necesidades y aspiraciones de los niños, jóvenes y adultos, para promover, sustentar y facilitar en ellos, como sujetos de su propio desarrollo, el desenvolvimiento, con el mayor equilibrio posible, de todas las dimensiones con las cuales se estructura la personalidad.

Dimensiones de la personalidad

Corporal

El ser humano es un ser encarnado. Es su cuerpo: nadie puede pensarse, comprenderse, ni concebirse en lo que ha de ser o quiere llegar a ser, sin una visión de su propio cuerpo. El cuerpo es el elemento que permite la ubicación espaciotemporal indispensable para la inserción del hombre en la sociedad y en la historia. Con él empieza la construcción de la identidad. El “cuidado de sí”, como principio de la ética, al que apela Michel Foucault, presupone el cuidado en la nutrición, el crecimiento, el respeto y la protección del cuerpo, expresión física de la vida y mediador de la acción humana. “Yo soy mi propio cuerpo” es una de las expresiones concluyentes del filósofo fenomenológico-existencialista Maurice Merleau-Ponty. En los currículos educacionales las ciencias naturales y la educación física tienen particulares responsabilidades en el desarrollo...

Índice

  1. CUBIERTA
  2. PORTADA
  3. CRÉDITOS
  4. CONTENIDO
  5. PRESENTACIÓN
  6. INTRODUCCIÓN
  7. EDUCACIÓN
  8. CULTURA
  9. LA EDUCACIÓN EN LA HORA ACTUAL DE COLOMBIA
  10. RETOS PARA EL ESTADO FRENTE A LA CULTURA Y LAS ACTIVIDADES DE PROMOCIÓN CULTURAL
  11. EL MAESTRO: SÍMBOLO Y FORMADOR DE VALORES
  12. BIBLIOGRAFÍA
  13. GABRIEL JAIME ARANGO VELÁSQUEZ
  14. NOTAS AL PIE