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Una ciudadanía activa para conseguir el desarrollo de los objetivos de desarrollo sostenible
DOLORES LIMÓN-DOMÍNGUEZ
JORGE RUIZ-MORALES
CRISTÓBAL TORRES FERNÁNDEZ
1.1. Introducción: los retos de la sociedad
Uno de los retos en nuestra sociedad es la búsqueda de nuevos planteamientos educativos, sociales y culturales que sean capaces de favorecer una convivencia armónica donde todas las personas participen en la construcción conjunta de una mayor calidad de vida.
Lograr dar respuestas al gran desafío que representan los objetivos del desarrollo sostenible (ODS) es un sueño que nos ocupa y nos preocupa. Es una propuesta mundial obtenida del trabajo generado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible Río+20 y concluyó con la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible (United Nations, 2015). Como eje central de este evento y esta agenda se encuentran los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) que abordan los principales desafíos de desarrollo para la humanidad, con planteamientos tan concretos como los de iniciar una convivencia donde se reconozca al otro, al vecino, como nuestro necesario aliado.
Conseguir una utopía viable pasa por reducir el consumo, aumentar la reutilización, generalizar el reciclaje y mejorar los niveles de autosuficiencia a escala local; en definitiva, poner en marcha nuestra creatividad social para que sea generadora de una transformación en el aquí y ahora.
La formación ciudadana dentro de la educación superior ha de contar con una participación directa (Limón y Ruiz-Morales, 2013), un compromiso de búsqueda de estrategias formativas que consoliden un análisis crítico de la realidad y, sobre todo, una toma de conciencia sobre la crisis social y ambiental actual, y la modificación de aspectos económicos, culturales y sociales, que desde una sociedad de consumo (Fernández Buey, 2004) ha ido produciendo bolsas de pobreza extrema y entornos vitales muy degradados. Tenemos el deber de buscar dentro de los objetivos para la sostenibilidad una educación de calidad, favorecedora de una democracia ética y comprometida con la justicia social.
La educación nos invita a situarnos en un compromiso ecológico y social desde donde potenciar una ecociudadanía que dinamice una ciudad cuidada, compartida, gestionada desde las necesidades y potencialidades de las personas y su entorno. Todos los asuntos públicos, han de ser tratados en pro del desarrollo humano, de todos los habitantes del planeta, mediante la satisfacción de sus necesidades, sin comprometer el equilibrio del planeta de las futuras generaciones.
1.2. Propuestas y estrategias para garantizar una ciudadanía democrática
El protagonismo para buscar alternativas de acción y mejoras, y, sobre todo, el compromiso para corresponsabilizarse por un cambio que mejore la cotidianidad. Necesitamos una democracia ambiental (Manzini y Beigues, 2000) que asegure un desarrollo humano: la formación de una ciudadanía que responda al cuidado y a la mejora de su hábitat. Este desarrollo que llamamos humano ha de encuadrarse en una revisión/disminución del nivel de consumo actual, ya que se corre el riesgo de olvidar los recursos finitos de nuestro planeta. La ciudadanía democrática ha de implicarse, por tanto, en una participación ética, dialógica e igualitaria que inexcusablemente tendrá consecuencias en mejoras ambientales. Se puede decir que la ecociudadanía exige un ejercicio activo de responsabilidades con el medio natural y social, y ha de reivindicar los derechos de una ciudadanía que se incorpore activamente en el proceso de toma de decisiones, que abra nuevos espacios en el que ejerza como protagonista de cambio.
La propuesta de análisis de nuestra sociedad nos invita a investigar y actuar para poder gestionar cambios. La dificultad de comunicación, el individualismo y la competitividad, fruto de un modelo económico insano para las relaciones humanas, nos apremian a tomar medidas de cambio y transformación. El medio social está tan degradado que se hace apremiante desarrollar estrategias de intervención social, pues sin actuar sobre las problemáticas sociales no podemos abordar las problemáticas ambientales. Los barrios, las aulas, las relaciones interpersonales han de desarrollar pautas de cuidados dentro de la formación de una ética ciudadana. Hablar de calidad de vida es también hablar de calidad ambiental.
Este libro trata de viajar desde reflexiones extraídas de revisiones académicas contrastadas con proyectos de cooperación nacional (barrios con vulnerabilidad socioeconómica) e internacional (en Marruecos, Senegal, Perú, Republica Dominicana y Cuba), a investigaciones refrendadas en tesis doctorales.
La búsqueda de nuevas propuestas metodológicas y de acción nos invita a abogar por una formación crítica del pensamiento que permita acercarnos a la realidad con un cuestionamiento de los valores imperantes para conseguir buscar, de forma autónoma, respuestas creativas viables que se traduzcan en la construcción de una nueva realidad alternativa a la ya existente.
Si queremos conseguir una ciudadanía activa, debemos comprometernos a producir nuevos conocimientos y nuevos métodos de investigación que nos permitan analizar, comprender y resolver los retos de la problemática cercana que siempre tienen repercusión en la globalidad desde los valores de la libertad y la autonomía.
1.3. Hacia nuevos planteamientos didácticos y metodológicos de las prácticas ciudadanas
Como venimos insistiendo, esta ciudadanía activa requiere una modificación de los planteamientos didácticos y metodológicos existentes en la educación, incluidos cambios y mejoras en los mismos, puesto que partimos de una realidad holística, con interacciones y necesidades comunicativas, donde nuestra visión dialógica de la educación ha de acercarse a la conformación de una nueva conciencia ecológica que nos comprometa con un desarrollo humano.
Surge, pues, el interrogante metodológico de cómo llevar a cabo estos cambios. La respuesta viene dada por proyectos participativos de construcción conjunta y, por tanto, proyectos de consenso que constituyen una apuesta clara por la democratización real en la formación de personas.
Estamos ante una nueva etapa de interrogantes, cuyas respuestas nos han de obligar a la resolución conjunta que parta por aceptar la complejidad y su inherente incertidumbre: lo certero, lo indiscutible, lo demostrado ha finalizado.
El pensamiento humano se desarrolla de forma creativa, cuestiona la realidad. El diálogo nunca concluye, forma parte de una discusión participativa continua. El concepto de democracia ha de ser entendido como proyecto de vida en todas sus vertientes, lejos de su mera significación únicamente como forma de gobierno (Peñalver, Borrego y Limón-Domínguez, 1994: 39).
Por eso unas prácticas ciudadanas que atiendan a todo lo anterior han de llevar, hasta sus últimas consecuencias esa nueva concepción del lugar y el sentido de la vida del hombre y de la mujer en el mundo de una forma más comprometida.
Para trabajar desde esta ciudadanía activa se ve pertinente organizar la vida cotidiana desde las comunidades, de tal forma que las personas puedan participar en la toma de decisiones de todos los aspectos que conforman su existencia: salud, deporte, educación, uso de los tiempos y de los espacios. En definitiva, hemos de generar procesos donde la ciudadanía construya su realidad en cooperación con los demás desde la responsabilidad.
1.4. Calidad de vida y sustentabilidad desde una perspectiva de género
La calidad de vida no solo se relaciona con asegurar el sustento a todas las personas del planeta, sino también la calidad del aire, del agua y de un hábitat no agresivo que facilite vivir en armonía con la naturaleza humana y natural.
El término sustentabilidad comienza a emplearse en la obra Estrategia mundial para la conservación... (Berkmuller, 1986), la cual contribuyó, entre otras cosas, a la inclusión del desarrollo económico y social en la conceptualización de la conservación de la naturaleza como condición indispensable para mitigar la pobreza y la miseria de millones de personas.
No disponemos de una revisión crítica de los modelos ni de una visión radical del entorno que, con profundidad y rigurosidad, se propongan analizar las estructuras socioeconómicas cuyo irracional funcionamiento está forzando el empleo, precisamente, de medidas excepcionales. Tanto el conocido como nuevo orden (económico) mundial como la democratización de las organizaciones internacionales han conducido a que el concepto de sustentabilidad sea empleado, incluso, por organismos como el Banco Mundial durante la última década, contribuyendo así a que el término sostenible pueda ser interpretado desde dos puntos de vistas muy diferentes: sustentabilidad ecológica y sustentabilidad económica.
Para la recuperación de modos de vida que nos devuelvan la esperanza para resolver los problemas actuales, han de ir en paralelo hombres y mujeres con la finalidad clara de cambiar el modelo de vida.
Lo que proponemos es rescatar el sentir femenino de las personas; es decir, si sabemos que la paz engendra paz y la violencia o el miedo generan aún más miedo, creemos que el sentir femenino nos aproxima a estereotipos de cuidados, que nos acercan a valores como la igualdad, la cooperación, la comprensión..., pero, sobre todo, a la generosidad y la justicia. No obstante, dicho sentir femenino no puede establecerse desde un principio hegemónico, sino desde una base dialógica y consensuada.
En definitiva, sostenemos que la identidad fe...