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Asuntos de familia
La familia sustituta que David llegó a ofrecer a sus discípulos representó una versión más amplia, más organizada de la que una vez fue su propia familia. También él había perdido a su padre, e incluso a una edad más temprana, a los nueve años: Maurice David falleció en 1757, muy probablemente abatido en un duelo en Normandía mientras estaba lejos del hogar de la familia en París1. Maurice fue un ambicioso comerciante, que negociaba con componentes de hierro para la construcción cuyo uso empezaba a aumentar hacia la mitad del siglo XVIII. Fue ese comercio el que pudo haberle proporcionado su primer contacto con su futura esposa, cuyo padre, Jacques Buron, fue un próspero contratista y el pilar de una amplia familia de constructores y arquitectos parisinos. Jacques-Louis fue el único hijo de esa unión.
Después de la muerte de su padre se hicieron cargo de él, de un modo más bien distante, dos tías maternas. Por aquella época ya era estudiante en un internado, y su madre desapareció de la vida diaria del muchacho retirándose al campo2. Sus dos tutores, François Buron y Jacques-François Desmaisons (fig. 2), fueron ambos importantes hombres de negocios de la capital: el primero de ellos fue el heredero de la empresa de negocios familiar; el segundo estuvo en el núcleo mismo del mundo de la arquitectura, fue el encargado de supervisar las obras de la Archidiócesis y en 1769 se le concedió un título mobiliario.
Sin embargo había otra figura masculina en la órbita de la familia Buron-David, alguien por el contrario menos ortodoxo tanto en su vida profesional como en la personal. Se trataba de Michel-Jean Sedaine (fig. 3), que ocupó el puesto de secretario vitalicio de la Real Academia de Arquitectura y fue una de las figuras más importantes del teatro francés durante la última parte del siglo XVIII. El dramaturgo Ducis, que estuvo muy próximo a ambos, se refirió a David como el «segundo hijo» de Sedaine3. La hija de Diderot, Madame de Vandeul, hizo el mismo apunte de un modo algo más extenso en su obituario de Sedaine, escrito en 1797 para la misma revista en la que fue apareciendo la brillante crítica artística de su padre: «Quiso a David en su juventud con un afecto sin límites, porque él mismo había contribuido a la superioridad de su arte. Él había sido consciente desde principio del talento del muchacho; se enorgulleció de su éxito. Su devoción por él fue tal que mucha gente creía que David era su hijo...»4.
3. Jacques-Louis David, Jaques-François Desmaisons, 1782. Óleo sobre lienzo, 91,5 x 72 cm. Buffalo, Albright-Knox Gallery, General Purchase Fund, 1944.
4. Según Jacques-Louis David, Michel-Jean Sedaine. Grabado.
Vandeul se refiere a las dificultades que tuvo David en el marco familiar respecto a la elección de su carrera. Sus tíos habían insistido en que se le diera la mejor educación clásica y trataron de que siguiera una carrera profesional en derecho o arquitectura5. Justo antes de morir, su padre había comprado un modesto título del Estado, medio habitual a través del cual las familias ambiciosas de clase media iniciaban su movimiento para alcanzar el estatus de nobles (el modo en que murió revelaba también sus pretensiones de ascensión social)6. La pintura como vocación todavía hacia mediados del siglo XVIII estaba mal vista por su carácter manual y por los orígenes artesanos de la mayoría de los artistas. La preferencia del muchacho era algo decididamente inusual y estaba condenada a disgustar a sus allegados.
Fue Sedaine, según el relato de Vandeul, el que intervino a favor de David, proporcionándole de forma eventual un estudio donde pudiera trabajar con tranquilidad, y pidiendo como única compensación que David, a su vez, diera lecciones de dibujo a las huérfanas y desamparadas hermanas Guéret, de quienes el compasivo Sedaine también se había hecho cargo, junto con su madre viuda, en el seno de su propia familia7. En su residencia del Louvre que acompañaba a su puesto académico, Sedaine encabezaba un hogar extenso y relajado, con miembros adoptados que iban y venían (sus alojamientos, según un testigo, incluían 22 habitaciones8). Entre los alojados, después de 1768, estuvo David, que vivió allí durante sus últimos años como estudiante en la Real Academia de Pintura y Escultura9.
Cuando Drouais y Girodet llegaron al estudio de David, en la década de 1780, continuaron con la cadena de adopciones y tutelas que había llegado a ser parte de la tradición familiar de su maestro, en la que la historia vital de su propio tutor era un eslabón más de la amplia cadena que se extendía a una o dos generaciones en el pasado10. El joven Sedaine también había perdido a su padre, un arquitecto o maestro masón, en apariencia algo disipado, lo que le obligó a ocupar el papel de cabeza de familia a la edad de dieciséis años. Durante cuatro años luchó trabajando como picapedrero, continuando su educación de modo independiente y con ayuda de su esfuerzo personal. Esa persistencia se haría legendaria, como a su muerte recordaba otro loador: «... mientras sus compañeros descansaban, él desarrollaba su juicio y encendía su espíritu leyendo a nuestros más grandes autores clásicos. Era verdaderamente sorprendente ver a este joven masón leyendo a Horacio o Virgilio en su propia lengua»11.
Sea cual fuere la verdad de esta anécdota, que suena algo familiar con respecto a su inesperada precocidad, lo cierto es que de hecho su singular capacidad y constancia atrajo la atención del abuelo materno de David12. Sedaine aprendió el negocio de la construcción con la ayuda del mayor de los Buron (incluyendo una gran formación en el dibujo), vivió en su casa y trabajó como su principal asistente durante unos veinte años. Al final de este período, sus adinerados clientes llegaron a tener conocimiento de sus improvisaciones literarias, y gracias al interés de éstos se abrió el camino de una segunda carrera que haría de él uno de los dramaturgos y libretistas de mayor éxito en su época (fig. 5). Llegó a colaborar de forma regular con Grétry, el primer compositor de ópera cómica; tuvo un estrecho contacto con Diderot y, parece, con casi todo aquel que era alguien en el mundo de las letras y de la música de París13. Su Philosophe sans le savoir (1765) fue la obra de más éxito comercial y de crítica en la moda del drame burgeois, ese híbrido moderno de comedia y tragedia del que Diderot fue pionero y teorizador. La amplitud e influencia de su talento le granjearon su valioso puesto en la Academia de Arquitectura, y las reuniones de escritores, artistas y arquitectos en sus salones del Louvre los lunes por la tarde llegaron a hacerse famosas. El loador citado más arriba concluía su encomio con una extravagante opinión de las que Sedaine parece haber atraído habitualmente a lo largo de su vida: «Qué huérfano, qué poseedor de un talento no reconocido, qué persona infeliz cualquiera que sea, no sentiría, al oír esta historia, arrebatada su alma por un rayo de esperanza»14.
5. Según Charles-Nicolas Cochin, diseño del escenario para Les Femmes vengées de Michel-Jean Sedaine. Aguafuerte.
David, por supuesto, tuvo también un profesor de pintura, Joseph-Marie Vien, con quien comenzó a trabajar alrededor de 1765. Vien fue el principal defensor de una reforma artística orientada hacia un mayor clasicismo arqueológico, y su estudio se había convertido en el lugar de aprendizaje mejor considerado por parte de una joven y ambiciosa generación; se daba la circunstancia de que también Vien era otro de los amigos íntimos de Sedaine15. En el estudio de Vien, David encontró un magnífico grupo de estudiantes algo mayores –Vincent, Regnault, Ménageot–, que se encontrarían entre sus primeros colegas y rivales d...