Educación inclusiva: Estado de la cuestión y balance analítico
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Educación inclusiva: Estado de la cuestión y balance analítico

Estado de la cuestión y balance analítico

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Educación inclusiva: Estado de la cuestión y balance analítico

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Información del libro

Este libro surge de la elaboración de un estado de la cuestión y un balance analítico, cuyo objetivo era servir de insumo y apoyo para la formulación de una política pública de educación inclusiva para Bogotá. Los autores y autoras no solo dan cuenta de la producción académica en torno a la temática, sino que entran en el campo de la conceptualización y se posicionan frente a ella, desde una mirada que tiene en cuenta el contexto educativo colombiano.

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Información

Año
2020
ISBN
9789587940510
Edición
1
Categoría
Education

CAPÍTULO 1

CONCEPTUALIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA

Carlos Miñana Blasco
Marisol Moreno Angarita
Tatiana Herrera Rodríguez
Este primer capítulo presenta una síntesis de la conceptualización que se ha realizado, desde el mundo académico, sobre el concepto de inclusión y su uso en el ámbito educativo, mostrando sus transformaciones hasta llegar el actual concepto de educación inclusiva. Es importante partir de la conceptualización académica, pues la terminología adoptada por los organismos internacionales y por las legislaciones de los diferentes países, entre ellos Colombia, ha sido tomada en la mayoría de las ocasiones de los aportes de la academia. Esta, a su vez, ha estado muy atenta a incorporar en sus conceptos las reivindicaciones de determinados grupos poblacionales, así como las evaluaciones serias de los impactos de las políticas públicas en dichos grupos.

EXCLUSIÓN E INCLUSIÓN SOCIAL

Para poder comprender la inclusión como concepto y, más específicamente, la inclusión en la educación, es necesario abordar, en primer lugar, el concepto de exclusión social, en tanto que la inclusión y la exclusión se han comprendido como fenómenos interdependientes. Aunque varias han sido las críticas que se han hecho al uso del binomio inclusión-exclusión (Mascareño y Carvajal, 2015), para efectos analíticos, en el presente documento trataremos estas categorías por separado para comprender su desarrollo en la academia y las políticas públicas.

Exclusión social

En el terreno conceptual, la tradición sociológica ha estudiado y propuesto definiciones para la inclusión y la exclusión, y ha generado debates que han conducido a transformaciones en el ámbito político a través de la implementación de políticas públicas (Mascareño y Carvajal, 2015). La sociología se encargó desde el siglo XIX de abordar el estudio de los grupos marginados y los sujetos que se salían de la norma. Sin embargo, fue a partir de la década del 60, siglo XX, que en Francia se acuñó el concepto de exclusión para hacer referencia a las personas en condiciones de marginalidad con el informe del Comisario General del Plan, Pierre Massé. En 1974, René Lenoir, secretario de Estado para la Acción Social del gobierno gaullista, publicó el libro titulado Les exclus: Un français sur dix ―Los excluidos: un francés de cada diez―, en el cual presenta una lista de sectores vulnerables y grupos marginados a causa del crecimiento económico, la urbanización y la modernización de la sociedad (Rojas, 2012, pp.5-6). No obstante, Lenoir no va desarrollar el concepto ni lo va a usar en su libro, aunque el título va a tener un gran impacto en los debates de la política pública1.
A partir de la década de 1980, este concepto se aplicó a diversas categorías de desventaja social. Con el impulso de Jacques Delors, el concepto de exclusión social ganó un rango privilegiado en la Comunidad Europea reemplazando el concepto de pobreza e iniciando una expansión a través de sus estados miembros y organismos internacionales como Organización de las Naciones Unidas (ONU), Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Mundial (Rojas, 2012). No obstante, el uso del concepto en la Comunidad Europea tuvo un cambio sutil, donde la acepción francesa se combinó con la noción inglesa, según la cual la exclusión estaba dada por la privación material y los derechos a la ciudadanía (Rojas, 2012, p.9). Posteriormente, el concepto fue adoptado por la Comunidad Europea para promover la integración social (Jiménez et al., 2009; Garrido, 2012). Contrario fue el recorrido del concepto en Estados Unidos, Asia, África y América Latina, donde la categoría de pobreza ha sido el mayormente abordado (Rojas, 2012).
Las definiciones alrededor de la exclusión social se mueven entre la ruptura de lo que Durkheim denominaba lazo social y el sentido que los ingleses dieron al concepto como una suma de situaciones de pobreza que son causas y componentes de la exclusión (Rojas, 2012, p.8). Se ha hecho referencia al desarrollo de una serie de fenómenos sociales y económicos que producen la pérdida o negación de los derechos que definen la ciudadanía producto de la crisis del régimen salarial capitalista (Jiménez et al., 2009). Al mismo tiempo, la exclusión ha sido definida como un proceso multidimensional que conduce a los actores en una trayectoria que va del centro a la periferia gradualmente. En este sentido, comprender la exclusión ha supuesto el análisis histórico de las causas y factores que ubicaron a un determinado grupo de sujetos en esa posición. En la actualidad, la variedad de definiciones de la exclusión social hace énfasis en que se trata de un fenómeno multidimensional y acumulativo en el que coinciden procesos y situaciones de privación y exclusión que amenazan el lazo social que une a los individuos y grupos con la sociedad (Rojas, 2012, p.10).
Sin embargo, la aparente claridad en el uso de este concepto, especialmente en el terreno gubernamental para referirse a determinados fenómenos como la pobreza, ha sido cuestionada por numerosos autores debido a su debilidad teórica (Paugam, 1993) y porque «a diferencia de [conceptos como] la explotación, la exclusión no solo no beneficia a nadie, de tal suerte que nadie puede ser considerado responsable salvo por negligencia o por error, sino que todavía conserva siempre resonancias de las propiedades negativas vinculadas a sus propias víctimas» (Boltanski y Chiapello, 2002, p.457). Los trabajos estadísticos acaban identificando «a los grupos o personas “de riesgo”, es decir, a aquellos sobre los que se cierne la amenaza de la exclusión a causa de sus propias desventajas, concebidas ahora como desventajas sociales, a la par que físicas o mentales» (Boltanski y Chiapello, 2002, p.457). Para Rojas (2012, p.12), el «lanzamiento» del concepto en Francia en la década de 1970 y el uso exagerado en la retórica de la Comunidad Europea, a partir de 1989, han generado una algarabía general que ha alejado a la exclusión social de su acepción inicial propuesta por la sociología de exponentes como Durkheim y Tönnies: como la disolución del tejido social que no necesariamente se origina por factores económicos. Además, los procesos de multidimensionalidad, acumulación y privación múltiple no han sido comprobados como fenómenos generales que condenan a los individuos y los grupos a caer en una situación de exclusión total y, en cambio, los estudios han encontrado evidencia que demuestra que tales procesos ocurren durante momentos de la vida de los individuos.
No obstante, el mismo Rojas (2012, p.13) rescata la importancia de este concepto para comprender un fenómeno cualitativamente importante en las sociedades contemporáneas y alude a la reflexión sociológica clásica, para referirse al sentido distintivo del concepto en tanto que no debe ser confundido con el de pobreza y, en cambio, debe dar cuenta de los factores que conducen a una ruptura del sentido de pertenencia a una determinada sociedad, en donde se afectan elementos como la identidad o la autoestima, desde una perspectiva horizontal de la estructura social en la que se está adentro o afuera (2012, p.6). En este sentido, el autor propone hablar de la exclusión social profunda como un fenómeno colectivo que puede dar origen a conflictos sociales y amenazar la cohesión social (2012, p.14).
Perspectivas analíticas más recientes parten de la metáfora de la red. Estas abordan la exclusión que genera la expansión del nuevo capitalismo y la globalización, donde buena parte del éxito económico y también de los movimientos sociales se construye desde la híper conectividad.
En esta versión del paradigma de la exclusión, incluido es aquel que está conectado, ligado a otros (…) a través de vínculos múltiples y diversificados. Por el contrario, excluidos son aquellos que han visto romper sus vínculos con los demás, aquellos que han sido enviados a los márgenes de la red, allí donde se pierde toda visibilidad, toda necesidad y, prácticamente toda existencia. (Boltanski y Chiapello, 2002, p.448)
Desde este punto de vista, a pesar de los problemas conceptuales y de lo que oculta el concepto de exclusión, hoy merece ser tomado en serio «en la medida que apunta a nuevas formas de miseria» surgidas desde la década de 1980, a «una forma de explotación desarrollada en un mundo conexionista, es decir, en un mundo en el que la consecución de beneficio pasa por la puesta en red de las actividades» (Boltanski y Chiapello, 2002, p.459).

Inclusión social

Este concepto ha sido entendido en oposición al de exclusión y se ha caracterizado por tener una vecindad semántica con el concepto de integración (Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas de la Organización de los Estados Americanos (CICAD/OEA), 2012). El término inclusión llega a ponerse de moda y es usado de forma generalizada en diversos contextos. Sin embargo, existen diferencias en las definiciones que es preciso aclarar, pues estas se mueven entre el nivel de complejidad al que alude la inclusión.
De acuerdo con la CICAD (2012, p.10) el sentido de la inclusión hace referencia a un «espacio» real, simbólico o social que encierra y posibilita o prohíbe la circulación dentro de él. De esta manera, la inclusión supone un espacio en el cual incluir o contener mediante fronteras. En cambio, la integración se refiere a la necesidad de que ese espacio social tenga un modelo de referencia desde el cual examinar a los integrantes de la sociedad (CICAD, 2012, p.11). La característica común entre estos dos términos estaría dada por la idea de un espacio de participación y pertenencia necesarias para la cohesión social. De acuerdo con la CICAD (2012) la integración permite superar la dicotomía del concepto de inclusión-exclusión y subsume en su definición el concepto de inclusión como espacio social.
Una forma más compleja de entender la inclusión ―más allá de ser un espacio contendor o lo opuesto a la exclusión― es la que presenta Garrido (2012), cuando señala que este concepto está relacionado con la heterogeneidad del grupo social. De esta manera, se genera un quiebre con el concepto de integración que, contrario a la definición de la CICAD, refiere a un sentido de participación en el que se reconoce que el grupo excluido está siendo incluido como diferente pero en el que la sociedad sigue teniendo un porcentaje de control sobre esta integración. En cambio, la inclusión alcanza un nivel mayor de complejidad cuando reconoce que la sociedad no es homogénea sino diversa y que existe en un ámbito de ella la exclusión (Garrido 2012, p.186). La clave, en esta definición, estaría en el reconocimiento de la diferencia.
Ahora bien, el concepto de diferencia ha sido abordado de diversas maneras, entre ellas por la filosofía política con autores como Jhon Rawls (1971), quien propone el dilema de la diferencia como un reconocimiento de la diversidad de miembros al interior de la sociedad, quienes, en algún momento u otro, deciden reconocerse como distintos o no, dependiendo de las circunstancias; por eso, se reconoce como dilema, porque es el sujeto el que decide asumirse como tal, en un contexto concreto, ya que en otro podría no serlo.
Haciendo referencia al ámbito educativo, Castillo (2015, p.140) señala que en la inclusión la sociedad se adapta a las personas y atiende a sus diversidades y necesidades. De manera contraria, en la integración las personas deben adaptarse a los modelos existentes. En este sentido, la integración implica un centro que permite entrar a los que están afuera. La inclusión sería una noción más abarcadora, en tanto que la transformación debe darse desde el centro mismo para adaptarse a aquellas diferencias que se alejan de éste. En concordancia con esta idea, Beltrán-Villamizar, Martínez-Fuentes y Vargas-Beltrán (2015) mencionan que, en el campo educativo, la integración fue promovida por el Informe Warnock de 1978 a partir del cual se posicionó el paradigma de las necesidades educativas especiales. Para este paradigma, la integración escolar categorizaba las personas con discapacidad y promovía la idea de que cada niño necesita una educación particular. Si bien la integración fue un avance para la eliminación de la segregación en uso hasta el momento, esta se concentró en la educación especial y no en toda la educación. En este sentido, el concepto de integración no fue suficiente para proponer una verdadera transformación de los sistemas educativos (Beltrán Villamizar et al., 2015, pp.65-66). De aquí que surja en los años 90 el concepto de educación para todos y luego de educación inclusiva que se abordarán más adelante.

Relaciones entre inclusión y exclusión

Referirse a la inclusión y exclusión de manera dicotómica, como si se tratara de dos estados en los que los individuos y grupos sociales se ubican, impide analizar y visibilizar la complejidad de estos fenómenos. Mascareño y Carvajal (2015) proponen cinco situaciones donde la inclusión y la exclusión se interrelacionan y prod...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Contenido
  5. Índice de figuras
  6. Índice de tablas
  7. Presentación
  8. Capítulo 1 Conceptualización de la educación inclusiva
  9. Capítulo 2 Políticas globales sobre inclusión educativa
  10. Capítulo 3 Experiencias y políticas de algunos países sobre inclusión educativa
  11. Capítulo 4 Políticas nacionales generales y normas sobre inclusión educativa
  12. Capítulo 5 Políticas distritales generales y normas sobre educación inclusiva
  13. Capítulo 6 Conceptualización sobre inclusión educativa de poblaciones específicas
  14. Capítulo 7 Políticas globales y experiencias internacionales para cada tipo de población
  15. Capítulo 8 Políticas nacionales y distritales, y normas para cada tipo de población
  16. Capítulo 9 Conclusiones
  17. Anexos
  18. Índice analítico