Narrar el oficio
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Narrar el oficio

Los museos de las fuerzas de seguridad como espacios de ficciones fundadoras

  1. 240 páginas
  2. Spanish
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Narrar el oficio

Los museos de las fuerzas de seguridad como espacios de ficciones fundadoras

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Todo museo comercia con el pasado y la memoria, y en esa conservación y reunión de objetos -siempre se ha dicho- descansa su ficción fundadora: uno al lado del otro y todos juntos, cada objeto cuenta de por sí una historia, pero asiste, a su vez, al significado colectivo de una historia mayor. La reunión de elementos heterogéneos se vuelve, en un museo, más una representación al tiempo que una explicación de una cierta porción del mundo. Los museos de las fuerzas de seguridad no escapan a tales características. Sus colecciones ponen de manifiesto una intencionalidad por reunir, conservar y exhibir ciertos objetos: banderas, cascos, medallas, bustos, uniformes, placas, armas. ¿Qué nos dicen estos objetos de la pretendida labor de las fuerzas de seguridad? ¿Qué narraciones habilitan acerca de las variadas facetas de su quehacer profesional? El cuerpo descuartizado de Alcira Methyger, los órganos en formol del Museo de la Morgue, el blíndex del féretro de Perón, los trofeos de guerra de los museos antisubversivos, el heroísmo, la pertenencia, los caídos -y hasta los silencios institucionales- conforman así algunos de los casos y líneas narrativas que se rescatan en este libro. Deambular por los pasillos de estos museos es deambular por las vivencias del oficio y descubrir las relaciones y los sentidos que transforman objetos y palabras en relatos institucionales. Sobre esto versan las contribuciones de este volumen. Sobre la potencialidad de mirar los museos de las fuerzas de seguridad y sus artefactos para descubrir en ellos las historias que buscan ser contadas.

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Información

Año
2020
ISBN
9789876917988
Categoría
Arte
Categoría
Museología

1. Narrativas museísticas sobre el origen, funciones y heroísmo de la Gendarmería Nacional Argentina

Mariano Melotto
Partiendo de la idea de que el sentido que las instituciones tienen sobre lo que son se construye por discursos y narrativas públicas, este trabajo indaga cómo en el Museo Histórico de Gendarmería Nacional se combinan elementos para exponer ciertos tópicos sobre lo que significa ser gendarme. Más precisamente, nos interesa mostrar dos aspectos centrales que mujeres y hombres gendarmes usan para contar quiénes son; nos referimos al origen de la institución e, íntimamente relacionado con ello, al trabajo de frontera que realizan, entendido como la función característica de la fuerza. Para ello, utilizaremos como principal insumo datos recogidos durante diferentes visitas al Museo.1 También recurriremos, en menor medida, a entrevistas realizadas como parte de nuestro trabajo de campo etnográfico realizado entre 2012 y 2014 en escuelas e institutos de Gendarmería Nacional, cuyos resultados se plasmaron en nuestra tesis de doctorado inédita, “Ingresando a la fuerza: un estudio antropológico sobre las escuelas de formación básica de la Gendarmería Nacional Argentina”, defendida y aprobada durante 2017.
Como se plantea en la introducción de este volumen, los museos recortan una parte de la historia como memoria instituida y la exponen a sus visitantes en la forma de un relato. Este es construido siempre desde y para el presente, por ello varía históricamente, ya que de no ser así pasarían a transformarse en sitios históricos o ruinas. Asimismo, es casi una verdad de Perogrullo que no hay semántica sin sintaxis (Magariños de Morentín, 1996). Así, la forma en que se combinan y ordenan los objetos que nos ofrecen los museos conforman sentido, ofrecen una explicación, en nuestro caso, sobre una institución de seguridad.
Refiriéndose al Museo Histórico de la Gendarmería Nacional, Diego Escolar explica que, al igual que la mayoría de los museos institucionales, este “es un museo del olvido. Recorta la historia y deja solo aquellos aspectos que proporcionan una imagen deseada. Está orientado a mostrar lo que se quiere ser, no lo que se es. Y esto es, básicamente, una Gendarmería muy profesionalizada y con una genealogía distinta que el Ejército” (2017: 130).2
Partiendo de estas nociones, nos proponemos entonces indagar la manera en que, a través de los relatos construidos de manera selectiva, la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) le cuenta a quienes visitan su museo una ficción fundadora sobre su origen histórico y su labor como “centinelas de la patria”.

Recorriendo el Museo Histórico de Gendarmería Nacional

El Museo de la Gendarmería Nacional reposa a la sombra del edificio Centinela, en el barrio de Retiro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De acuerdo con la página web de prensa de la Gendarmería y el sitio oficial del Ministerio de Seguridad de la Nación,3 la inauguración del Museo Histórico de Gendarmería Nacional se realizó el 26 de julio de 1979. En estos sitios oficiales de internet se explica también que el Museo cuenta con una superficie de mil metros cuadrados dividida en cinco salas, cada una de las cuales lleva el nombre de antiguos integrantes de la fuerza, reconocidos por motivos disímiles, como referentes institucionales.
La primera vez que visitamos el Museo de Gendarmería Nacional fue en 2015, en el marco de un convenio de asistencia técnica entre la Universidad Nacional de Lanús y el Ministerio de Seguridad de la Nación. La visita fue circunstancial: en realidad, nos encontrábamos trabajando en el Archivo Histórico de Gendarmería Nacional que se encuentra en una oficina colindante al museo. En aquella ocasión, el comandante principal a cargo de ambas dependencias nos invitó a conocerlo, guiados por un joven oficial que llamaremos Javier4 y que es, además, historiador. Fue una visita de carácter recreativo antes que indagatorio, realizada en un descanso que nos tomamos entre revisiones de Órdenes del Día y otros documentos institucionales; a lo sumo podemos decir que fue exploratoria. Por ello, este trabajo se concentrará casi exclusivamente en los datos construidos en visitas posteriores y solo excepcionalmente haremos referencia a la del 2015, cuando lo consideremos necesario.
Tres años después, a lo largo del 2018, regresamos en dos ocasiones más al Museo Histórico de Gendarmería Nacional con el objetivo de recabar información para el trabajo que aquí presentamos. En la primera de estas dos visitas, nos recibió nuevamente Javier, que nos guió a lo largo de todo el recorrido. En la segunda realizamos un recorrido sin guía pero acompañados por un suboficial que llamaremos Franco. En esa ocasión nos recibió, además, el encargado del Museo y Archivo Histórico de la GNA, a quien nos referiremos como Gustavo. Si bien no es nuestro objetivo dar cuenta de las diferencias entre las visitas, es importante aclarar que del 2015 a la fecha se realizaron modificaciones, principalmente en la disposición de las vitrinas y de los objetos, aunque también se incorporaron nuevos temas y se quitaron otros (Escolar, 2017: 113-131).
En todas nuestras visitas iniciamos el recorrido por la sala I, que lleva el nombre de General de Brigada Don Manuel María Calderón, quien fue el primer director general de la institución al momento de su creación en 1938.5 La sala está conformada por diversos elementos organizados con el fin de representar el origen y los antecedentes históricos de Gendarmería como fuerza de frontera. Javier inicia la visita con un breve repaso por la historia de los primeros directores y nos cuenta que en los orígenes, y durante la mayor parte de la historia institucional, el director de Gendarmería debía provenir de las filas del Ejército Argentino. Continúa aclarando que esta condición fue revertida cuando el 29 de junio de 1984, por el decreto 2048 del Poder Ejecutivo Nacional, se designa como director nacional de Gendarmería al comandante general Arturo Lopetegui, un miembro que provenía de las propias filas de la institución. Así, a partir de dicho decreto del entonces presidente Raúl Alfonsín, se establece que el director de la GNA deberá provenir de las propias filas. Javier nos dice además que el 28 de julio de 2018 se cumplió el 80º aniversario de la creación de la Gendarmería.
El guía prosigue explicándonos que, en sus orígenes, la GNA era una fuerza dependiente del Ejército Argentino, por lo que se encontraba bajo la órbita del Ministerio de Defensa, y que luego en 1992 pasa a tener una doble dependencia sumando su filiación al Ministerio de Interior en lo referido a cuestiones de seguridad interior.6 Finalmente, desde 2010 y con la creación del Ministerio de Seguridad de la Nación, la GNA cambia su subordinación a este ministerio, dependencia que se mantiene hasta la actualidad.
El siguiente punto de nuestro itinerario se organiza en torno a un sector del Museo que hace referencia al Cuerpo de Blandengues. Una vitrina conserva un uniforme histórico de dicha milicia. En otra se observa una maqueta a escala del Fortín de Salto, donde se reproduce con gran detalle de dicha fortificación de madera, su empalizada o muro formado de troncos, el mangrullo, tres “ranchos”, una miniatura de un caballo “ensillado” y otras seis de blandengues distribuidos en diferentes partes de la maqueta. Otro objeto que se exhibe del Cuerpo de Blandengues es una lanza con un banderín perteneciente al fuerte El Zanjón de Chascomús, de 1770.
Una vez que nos detenemos frente a estas vitrinas, Javier retoma su relato explicando que el Cuerpo de Blandengues era una fuerza militar fronteriza de la época colonial, y sigue:
Sus inicios fueron en 1724 hasta 1810. Nosotros lo tomamos como orígenes al Cuerpo de Blandengues principalmente por las funciones que cumplía. Era la función de proteger la frontera de los aborígenes porque en ese entonces el español había dominado la parte del territorio argentino, pero no la Patagonia y tampoco lo que conocemos hoy como Chaco y Formosa. Eso estaba bajo el dominio de los aborígenes. El Cuerpo de Blandengues estaba distribuido en tres sectores: Buenos Aires, Santa Fe y la Banda Oriental. La Banda Oriental principalmente por los portugueses. Sobre todo el sur de la provincia de Buenos Aires, la frontera para evitar los malones aborígenes que atacaban a los pobladores. Eran los tres puntos estratégicos. Obviamente la mayoría de ellos eran criollos, conocedores del terreno. Al principio eran españoles y después los hijos de españoles empezaron a ocupar sus lugares. Incluso el mismo Ejército toma al Cuerpo de Blandengues como sus orígenes. Compartimos ese antecedente. Tenemos que remontarnos porque, bueno, uno trata de encontrar las funciones similares y buscamos los Blandengues como un antecedente.
El relato institucional presenta a esta milicia colonial como su primer antecedente histórico y funda dicha descendencia en la tarea de control o protección de las fronteras que, por otra parte, los gendarmes7 reconocen como la función que los caracteriza por encima de cualquier otra.
El recorrido continúa entre uniformes de la GNA; se puede ver el primero que fuera utilizado por la institución expuesto en esta primera sala, que era el mismo que usaba el Ejército y al que llaman “uniforme histórico”. El 25 de octubre de 1939, la Gendarmería cambia el verde oliva característico de sus uniformes para pasar a utilizar el bicolor con la incorporación del color arena en la camisa y el pantalón. Javier refiere que esto se hizo para diferenciarse del Ejército. Prestando atención a sus palabras, esta distinción también se construye alrededor de las funciones de cada una de estas fuerzas:
Siempre fue una fuerza policial, una policía militar. El Ejército estaba para otra cosa, no estaba para custodiar la frontera, el Ejército estaba para eventos más importantes como una guerra. Entonces necesitábamos una fuerza que protegiera las fronteras. Ya había proyectos de creación de una Gendarmería. De hecho en 1917 se creó la Gendarmería de Línea que estuvo en la provincia de Formosa. Siempre en los territorios nacionales que precisaban de una fuerza que defienda la frontera. La presencia de Gendarmería fue fundamental para la consolidación del país, fundamentalmente, y para dejar una impronta de la soberanía nacional. Esa misión la llevó a cabo la Gendarmería Nacional.
Como se aprecia en sus palabras, Javier reitera la mención a la defensa de la frontera como la función propia de la GNA, que justificó su creación. Asimismo, se cita el antecedente histórico de la Gendarmería de Línea, institución a la que podemos asignar un linaje común y, claramente, menos forzado que con el Cuerpo de Blandengues.
A medida que continuamos, el guion que ordena el recorrido insiste en describir la función de la GNA en la frontera. Luego de mostrarnos unas antiguas fotos de excavadoras, nos cuenta que parte de las actividades de Gendarmería era construir los caminos provinciales: “Una ruta provincial de Formosa está hecha por Gendarmería. Era la llegada del hombre civilizado a lugares totalmente vírgenes”. Aparece en esta frase el “rol civilizador” que la institución se autoadjudica.
Si bien volveremos más adelante sobre varias de las cuestiones que venimos mencionando, baste afirmar aquí que desde el punto de vista nativo se realiza una particular apropiación simbólica de los territorios de frontera, definiéndolos como salvajes e inhóspitos, un entorno siempre lejano de las comodidades de los centros urbanos. Dicha apropiación construye un “ambiente natural” del gendarme que trae aparejadas connotaciones distintivas y fundantes sobre lo que significa ser gendarme. Una de estas connotaciones es, como ya dijimos, su “rol civilizador”. Con dichas connotaciones nuestro guía nos explicó cómo se establecieron los escuadrones de GNA a lo largo de las fronteras nacionales:
Lo que hacía Gendarmería antes de instalarse era llevar a cabo las inspecciones territoriales. Eran tres bloques: norte, centro y sur. En aquellas provincias que estaban cerca de las fronteras iba una patrulla o un grupo para conocer el terreno y saber dónde tenían que instalarse. Después, una vez que ya estaba establecido el lugar, iba un escuadrón de treinta o cuarenta efectivos con nada, acampaban ahí en medio de la nada, imagínense con cero luz, cero personas, cero gas, y después el destacamento de perforaciones que se encargaba de buscar agua potable para abastecer a las unidades. Y las primeras unidades vivían en carpas…
Siguiendo el relato sobre el despliegue de la fuerza y su establecimiento en el terreno, vemos que se describe un territorio desconocido y sin ninguna comodidad ni adelanto tecnológico como electricidad, agua potable, o cualquier otro servicio. Asimismo, la frase “en medio de la nada” expresa lo lejano e inhóspito de dicho entorno.
Junto al sector referido al Cuerpo de Blandengues se aprecia otro dedicado al General Martín Miguel de Güemes (foto 1) y su División de Gauchos Infernales. En dicho espacio, un conjunto de significantes se ordenan en torno de un busto del prócer. Javier nos explica que en 1959 Güemes es adoptado como numen tutelar de la institución por su labor histórica durante la independencia nacional conteniendo las ofensivas realistas desde el Alto Perú. El discurso institucional traza una analogía entre dicha función y el rol de custodios de las fronteras de la GNA. Además, nos cuenta que a partir de dicho año la Escuela de Oficiales tomará también el nombre de Martín Miguel del Güemes. El ya citado trabajo de Escolar (2017: 131) da cuenta de esta referencia cuando afirma que “Güemes fue seleccionado hace muchos años por la institución como ancestro debido a su famosa lucha, durante la guerra de independencia, en las fronteras del territorio independizado de los españoles. Por su identificación con las fronteras, era el símbolo perfecto de una historia militar de la Gendarmería, una fuerza de fronteras, que se remontaría al nacimiento mismo de la nación”.
Entre las referencias a Güemes se exhiben una réplica de su sable, el típico “poncho de Güemes”, una caja de madera con tapa de vidrio que contiene tierra extraída de la Quebrada de la Orqueta, lugar donde falleciera el general, un retrato del prócer y una imitación de su uniforme. También hay un cuadro que representa una batalla librada por Güemes y sus Gauchos Infernales durante las invasiones inglesas y un dibujo de tema ecuestre de un soldado de este ejército.
Pasamos luego a la sala II, que se denomina Comandante Inspector Don Marcelo Barbieri, en conmemoración del director general de Gendarmería Nacional que fuera nombrado en agosto de 1955 en reemplazo de Manuel M. Calderón.8 En esta sala se destaca, por un lado, un sector dedicado a las actividades de montaña de la GNA y, en el otro extremo, un espacio formado...

Índice

  1. Cubierta
  2. Acerca de este libro
  3. Portada
  4. Presentación. Museos y fuerzas de seguridad en la Argentina, por Mariana Sirimarco
  5. 1. Narrativas museísticas sobre el origen, funciones y heroísmo de la Gendarmería Nacional Argentina, por Mariano Melotto
  6. 2. Relatos policiales de Chubut: visita al Museo Comisario General Mariano H. Iralde, por Pilar Pérez
  7. 3. Ni militares, ni policías: registros de una identidad en pugna en el Museo Histórico de la Prefectura Naval Argentina, por Sabrina Calandrón
  8. 4. Los caídos en, a través y más allá del museo: el caso del Museo de la Policía Federal Argentina, por Elea Maglia
  9. 5. El museo del olvido: apuntes sobre la reconstrucción de la imagen institucional de la. Gendarmería Nacional Argentina, 2001-2017, Diego Escolar
  10. 6. La vida social de las cosas: tramas policiales y judiciales en la construcción de un objeto museable (el caso del blíndex de Perón), por Deborah Daich y Mariana Sirimarco
  11. 7. Ritos íntimos y propuestas éticas en el Proyecto Museos de Vivi Tellas, por Brenda Werth
  12. 8. Con toda la muerte al aire, por María Eugenia Cerutti
  13. 9. Las huellas de lo borrado: muerte, guerra y restos corporales en los museos de la subversión, por Mariana Sirimarco
  14. Autores y autoras
  15. Créditos