El verano que inició el desplome de un gobierno
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El verano que inició el desplome de un gobierno

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El verano que inició el desplome de un gobierno

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Información del libro

En la presente edición el lector podrá seguir los acontecimientos que estremecieron a Polonia en el verano de 1980, donde vieron la luz contradicciones acumuladas en aquella sociedad desde la fundación de la República Popular y que dieran paso posteriormente a la creación de la III República.

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Información

Año
2017
ISBN
9788417029111
Categoría
History
Dedicado a la memoria de
Maria Núñez Fernández,
Oscar Ortiz Domínguez y Piotr Kowalczyk
Carta al lector
Quisiera, estimado lector, hacerle algunas precisiones de los motivos que tuve para escribir estas páginas.
Llegué por primera vez a Polonia con 19 años recién cumplidos. Corría la década de los años 60. Estudié el idioma, realicé mis estudios superiores y regresé a mi país a ejercer mi profesión. A finales de los años setenta volví a realizar mis estudios doctorales, planificados para hacer dos estancias cortas y una final de un año. En ese último viaje tuve la oportunidad de presenciar la conmoción de aquella sociedad sacudida por oleadas de huelgas y de protestas masivas de los trabajadores. Mis amigos de los tiempos de estudiante se encontraban divididos entre las dos tendencias fundamentales, el oficialismo y la representada por “Solidaridad”.
La crisis polaca de 1980/81 tuvo una repercusión alta, puede decirse que impactó al mundo. Sobre ella se ha escrito poco en lengua castellana. Vivir acontecimientos que cambian el rumbo de la historia tiene un magnetismo singular. Tanto me interesó que comencé a reunir información para después poder procesarla y compartirla con otras personas. La presente obra cuenta aquella historia con una visión diferente a todo lo que he podido leer después sobre ella. Primero porque mi visión no estaba sesgada por un bando u otro. Segundo porque procedo de otro continente, con cultura diferente, con una historia personal distinta.
Comentando con un amigo de otra latitud que se encontraba en Varsovia en aquella etapa, me di cuenta de que además podía explicarle muchas cosas que él no podía comprender. Me di cuenta que el haber convivido los años de mi juventud con los polacos me había hecho sentir su historia como propia. Había llegado no solo a pensar en polaco, sino también a penetrar en las raíces de aquel sufrido país, con cultura milenaria y amargas experiencias en busca de su independencia. Tres veces desaparecieron del mapa europeo, pero a pesar de todo conservaron su idioma, sus creencias religiosas, su cultura. No pudieron los prusianos, los austro-húngaros, los alemanes, ni los soviéticos, hacer que Polonia dejara de ser ella misma.
Espero que este libro contribuya a la reflexión sobre problemas que se presentan cuando en vez de subsanar errores cometidos en la dirección de un país, se insiste en continuar un camino incorrecto. La crisis polaca de 1980/81 sacó a flote muchos problemas acumulados en esa sociedad. Había sin lugar a dudas que rectificar, había que poner en primer plano la vida del hombre y no otros supuestos que al final repercutieron con gran fuerza en la vida de los trabajadores polacos y no precisamente para su bien. Creció el descontento popular y tomó tal fuerza que debilitó los cimientos de aquella sociedad.
El conocimiento de cómo se originó la gran grieta social que llevo al socialismo polaco a su autodestrucción, ayudará a los que persisten en el empeño de construir una sociedad mejor, a no cometer errores similares. ¿Por qué el socialismo en Polonia se derrumbó, podría haberse evitado?
Mi motivación principal es compartir esta historia con personas que crean que vale la pena transformar este mundo nuestro en otro mejor. Personalmente creo que es posible y que en ese camino nos toca analizar tanto los éxitos como los fracasos. Si este esfuerzo le resulta útil me sentiré satisfecha.
La Autora
Capítulo 1
El VI Pleno del POUP
Recién comenzado el otoño de 1980, el Partido obrero Unificado Polaco (POUP) convocó su histórico VI Pleno. En su presidencia no se encontraba Edward Gierek, quien había asumido la primera secretaría del POUP los últimos diez años, en su lugar se hallaba el presidente del Consejo de Estado Henryk Jablonski. Esa madrugada el Comité Central elegía un nuevo primer secretario.
Stanislaw Kania, recién electo jefe del partido manifestaba en su primer discurso: “... los graves errores de la política económica y las deformaciones de la vida social han sido la causa fundamental de esta gran oleada de huelgas que ha inundado a Polonia y que aun continúa. Consideramos estas huelgas como manifestación del descontento obrero, de la protesta obrera en su dirección central, limpia y realmente proletaria. Ha sido una protesta dirigida no contra los fundamentos del socialismo, no contra nuestros aliados, no ha sido una protesta dirigida contra el papel rector de nuestro Partido que ha fraguado la historia. Ha sido dirigida contra las desviaciones, contra los errores de nuestra política…Pero el enemigo antisocialita desea aprovechar el conflicto surgido…” 1
Exactamente 22 días antes de ser pronunciadas estas palabras había estallado en los astilleros “Lenin” de la ciudad de Gdansk una huelga de ocupación. Si bien, no habían sido los primeros en declarar la huelga, allí había sido constituido el Comité Interfabril de Huelga, al que se unieron durante los 18 días de paralización de las máquinas, 338 grandes combinados industriales de todo el país. La cifra total de obreros que participaron en el paro se estimó en unos setecientos cincuenta mil.
Una Comisión Gubernamental había viajado a las costas del Báltico con el propósito de entrevistarse con los huelguistas. Después de varios intentos de negociación separada con representantes de algunos colectivos obreros la Comisión de reunió con el Comité Interfabril de Huelga (CIH) que presidía Lech Wałesa. En esa entrevista le fueron presentados a la parte gubernamental los 21 aspectos que sintetizaban las exigencias de los huelguistas.
Lech Wałeca, un electricista del los astilleros “Lenin” de Gdansk, formó parte del Comité de Huelga que 10 años antes había tenido un escenario similar y que tuvo un final sangriento. Sin embargo, hasta el instante en que se inició la huelga, Wałeca era un obrero más, sin apenas preparación política y una cultura general limitada. Su despido de los astilleros después de aquellos acontecimientos y su exclusión de muchas empresas a las cuales ingresaba y días después era despedido, le habían hecho ganar la confianza de los obreros de los astilleros y ahora los huelguistas lo nombraban su líder. En él depositaron su confianza por su determinación, osadía y su capacidad de conversar con las multitudes, descubriendo sus sueños y esperanzas. Así un hombre simple del pueblo fue creciendo en el propio proceso, llegándose a convertir por prácticamente una década, en el símbolo indiscutible de la clase obrera polaca y de todo un movimiento social que lo acompañó. Ese ascenso lo logró en parte por sus cualidades personales, principalmente el lograr interpretar las frustraciones acumuladas de las multitudes durante varias décadas y por el apoyo recibido desde los más variados sectores entre los que hay que destacar a la Iglesia, los intereses de occidente y la miopía política de los dirigentes del POUP.
En aquella ocasión, tratando de dominar la complicada situación que se originó, el POUP destituyó al hasta entonces Primer Secretario Władysław Gomułka y eligió a Edward Gierek el cual prometió una mejora de sus condiciones de vida y la revisión de la política económica que hasta entonces se había aplicado. Ambas protestas habían surgido inmediatamente después del anuncio por parte del gobierno del incremento del precio de alimentos de primera necesidad.
Las primeras rondas de conversaciones entre huelguistas y la comisión gubernamental, no dio ningún resultado. El gobierno decidió variar la composición de la comisión nombrando presidente de la misma al miembro del Buró Político y Vicepremier Mieczyslaw Jagielski. Las conversaciones se reiniciaron. En el resto del país no se tenía conocimiento de lo que a ciencia cierta ocurría en Gdansk. Las comunicaciones estaban cortadas y solo rumores circulaban por doquier. Mientras tanto en los astilleros se habían preparado una red de micrófonos para que todos los obreros pudieran oír las conversaciones de la CIH y la comisión presidida por el vicepremier. A Gdansk llegaban delegados de cientos de fábricas de todo el país, grababan las discusiones y las hacían llegar a sus respectivos lugares de orígenes.
El 31 de agosto de 1980, después de 18 días de tensiones, se firmaban los llamados Acuerdos de Gdansk. Protocolos similares fueron firmados en las provincias de Szczecin y en la región minera de Jastrzebie. Bajo la presión de estos últimos acontecimientos se efectuaba la sesión otoñal del Parlamento Polaco. Los delegados se hicieron eco de las opiniones que se generalizaban en todo el país.
El delegado Kazimierz Cupisz, miembro del POUP, desde la alta tribuna parlamentaria manifestó: .. “el conflicto surgido tiene carácter complejo. Su origen no ha sido el empeoramiento de la vida social y económica, sino entraña en si la no creencia de la clase obrera en la realización y el ejercicio del poder... lo que significaba la desconfianza de los trabajadores en la política gubernamental” . 2
Jan Szczepanski, delegado sin partido, abordaba la grave situación surgida...” El conflicto entre la población y el Partido, entre la clase obrera y el Partido tiene su origen en la vida interna del Partido, en la actividad de las instancias partidistas, en las tensiones existentes entre los miembros de fila y la dirección del Partido...”. Mientras los miembros de fila del partido planteaban su inconformidad con el desarrollo de los acontecimientos políticos y económicos del país, esto no había hecho ningún efecto en las instancias de toma de decisiones del aparato partidista.
El delegado del POUP Zdzislaw Wydzyski manifestaba…” Dejemos de tolerar la vida parasitaria fenómeno fuertemente criticado por los trabajadores y el enriquecimiento de algunos grupos de personas a costa de la mayor parte del pueblo trabajador. ¿Por qué toleramos tanto tiempo este estado de cosas a pesar de la crítica social?”. Era la primera vez que estas opiniones eran transmitidas por todos los medios de difusión. La consternación de la población crecía, no daban crédito a lo que estaban escuchando en boca de los miembros del Parlamento.
Un representante del pensamiento católico, el delegado Janusz Zablonski expresaba desde su escaño parlamentario: ..” Hay que reconocer la actitud de la dirección del partido y del estado con relación al movimiento huelguístico… en los días difíciles de julio y agosto existió la disposición de ambas partes al establecimiento de compromisos y de tolerancia mutua en la búsqueda de una solución aceptable tanto de un lado como del otro, condescendientes a las exigencias pero con el conocimiento de los limites establecidos por la realidad,,, Si realmente el programa de actividades de gobierno debe ser aceptado por la población, la cual en su inmensa mayoría es católica, tendría que dar respuesta a la pregunta ¿ qué pasos concretos piensa dar el gobierno en el diálogo con la Iglesia y la sociedad católica…” La iglesia católica polaca, con una fuerte raíz histórica en la población ponía su grano de arena subrayando su derecho a participar en el diálogo que se había establecido y la necesidad de una búsqueda pacífica al conflicto.
Maria Budzanoska del Partido Democrático Hacia hincapié en que...” los orígenes de la insatisfacción social que se ha manifestado últimamente en forma tan peligrosa, en reiteradas ocasiones habían sido abordados en intervenciones de los delegados, en la prensa, en la actual y anterior legislatura, sin embargo, no fueron escuchadas…. Toda acción encaminada al fortalecimiento y autenticidad de la democracia socialista da como resultado el acercamiento entre el pueblo y el estado, factor fundamental para salir de la crisis. Una de las vías más importantes del perfeccionamiento del sistema de democracia socialista en Polonia, justo desde el punto de vista social, moral y del sistema de ampliación de la autogestión. Una autogestión limitada y un control demasiado desarrollado, aunque sea ejercido honestamente, favorece la pasividad, pierde valores sociales la autogestión y debilita la responsabilidad…”. Su intervención resumía el pensamiento de muchos polacos que sentían su estancamiento económico y social sin poder hacer nada para lograr cambios en la política gubernamental.
“Se hace necesario descubrir las causas que han provocado desde hace algún tiempo la crisis social, económica y política actual. Así como también la génesis de la deformación de nuestra vida pública que ha provocado la crisis de confianza entre la ciudadanía y el gobierno…” manifestaba en su intervención el delegado Kazimierz Morawski sin filiación política y exponía a continuación …”creemos que el ciudadano premier y el gobierno realizan todo el esfuerzo posible por resolver los problemas del momento, que enfrentando las preocupaciones de la población recordarán hoy y también mañana que lo que vale son las acciones concretas. Por ellas el pueblo valora el trabajo del gobierno, ellas decidirán totalmente sobre la confianza que se hace necesario reconstruir...” En otras palabras, la credulidad de la población en su gobierno había caído al mínimo posible, si no se transforma la realidad existente no habrá salida posible de esta situación.
Farol Malczynski, sin partido se refería a que “... la propaganda del éxito, si bien tenia su fundamento en la primera mitad de la década del 70... en los años 1976-1980 se convirtió en un sin sentido cada vez mas irritante para la gente por las crecientes contradicciones con la realidad…” Se refería claramente a que la prosperidad que Gierek había prometido al hacerse cargo de la primera secretaría del POUP en 1970 solo se sintió hasta mediado de los 70, después la vida había ido empeorando hasta hoy.
El miembro del Partido Campesino Josef Krotink manifestó “... resulta conocido que en la agricultura no se han tenido los resultados esperados. Esto requiere un análisis profundo y objetivo, libre de los esquemas y dificultades impuestas desde arriba...” había que preguntarse si se había atendido la agricultura adecuadamente o era mas cómodo culpar a las condiciones atmosféricas de todo el problema....

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