Gerencia hecha en Venezuela
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Gerencia hecha en Venezuela

El IESA en la memoria

  1. 300 páginas
  2. Spanish
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Gerencia hecha en Venezuela

El IESA en la memoria

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Información del libro

Más que una historia del IESA, este libro es la historia de la gerencia en Venezuela y particularmente del proceso de profesionalización de la gerencia promovido y desarrollado en el país a partir de la segunda mitad del siglo XX.Gustavo RoosenLa crónica de la fundación del IESA es capítulo ejemplar de lo que significó para Venezuela, a partir del establecimiento de la democracia en 1958, la búsqueda deuna vida más libre por parte de los ciudadanos.Diego Arroyo Gil

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Información

Año
2019
ISBN
9788412077346
Edición
1
Categoría
Gestión
Mensajes en el tiempo

1980

Administración: El reto del futuro[23]

Cuando por quince años consecutivos la primera palabra que siempre se ha pronunciado en esta tribuna del IESA ha sido la de su máxima autoridad, decirla, por excepción, significa un gran honor; cuando esa palabra tiene que interpretar lo que quisieran expresar todos aquellos que en un momento de hace quince años concertaron una idea, cuyo comienzo fue ejemplo de excepción al aunar iniciativas paralelas en una sola, y cuya expresión física hoy nos acoge en este su edificio sede, enorme en un principio y casi apretado ahora, es un compromiso; y cuando la misma palabra es hablar del desarrollo y la planificación de una idea auspiciada por la Asociación Venezolana de Ejecutivos y convertida en una realidad vigente y actuante como lo es el IESA, habiendo ella sido parte de uno mismo y uno ladrillo de su estructura, es un reto.
IESA nace en una Venezuela en franco proceso de consolidación democrática y con una economía en cabecera de pista para su despegue; IESA nace queriendo ser el instrumento de formación de aquellos que, tanto en la administración pública como en la empresa privada, habrían de tener responsabilidad en el manejo y la conducción de su parcela de trabajo; IESA nace atendiendo la necesidad nacional de formar hombres y mujeres que integrasen ese cuarto factor –la Administración– que, sumado a los de tierra, capital y trabajo, se coordinen en la búsqueda del desarrollo; y así IESA nace como una institución académica que quiere ser excepción y hace de ella su regla.
Creado a fines de 1965 –después de tres años de estudios, exploraciones, evaluaciones y decisiones dentro de la tesis de la profesionalización de la gerencia– comienza con 1966 y continúa en los años sucesivos la promoción, organización y puesta en marcha de una institución que tenía un documento constitutivo, una oficina prestada y el entusiasmo, apoyo y decisión de cuarenta y dos hombres –los miembros fundadores– que, encabezados por Carlos Lander Márquez, se abocaron a interpretar la partitura constitutiva del IESA y hacer de ella una obra de excepción.
Así se establecen metas académicas, materiales y financieras; en lo económico, más de trescientas empresas y ejecutivos prestan su concurso; en lo institucional, el Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Hacienda, concede las exoneraciones de impuesto a las donaciones que pueda recibir el Instituto; en lo físico, la Municipalidad de Caracas dona el terreno donde se sitúa el edificio sede; y en lo académico, seis universidades norteamericanas –Cornell, Chicago, Harvard, MIT, Northwestern y Syracuse–, cuyas escuelas de administración representaban las excelencias en su especialidad, se integran en lo que fue el comité asesor del Instituto; se seleccionan los primeros candidatos a doctorado que serán luego los profesores residentes y se comienza la dotación de la que llegará a ser la más completa biblioteca en su género en América Latina.
Para la concertación de ello se nombra a Santiago E. Vera I., profesional de una insuperable vocación académica, con una intachable hoja de servicios en lo público, en lo privado y en lo docente; y con un denominador común de sus cualidades numeradoras, su calidad humana. Sus sólidos principios y conocimientos, que alcanzan hasta su afición musical, hicieron que durante los 10 años que dirigió la partitura del IESA la armonía fuese impecable y la esencia académica impregnara los instrumentos. Sea pues propicia en esta ocasión hacer mención especial de quien presidió el Instituto por una década, dejando en él su huella perenne.
Pero, más que entrar en el detalle del recuento de hechos, mención de personas y balance de cuentas, que serán objeto de una publicación especial con motivo de estos primeros quince años, quisiera destacar la filosofía de acción que ha inspirado al IESA desde su fundación y cuya aplicación es la que ha hecho posible que el Instituto esté a la vanguardia de la Venezuela de hoy y esté en permanente evolución para proyectarse y atender así la Venezuela del mañana.
IESA nace en una Venezuela de una dimensión completamente distinta a la actual, en que la economía privada era principalmente manejada por sus creadores, habiéndose estos enfrentado en los últimos quince años a la necesidad de profesionalizar su manejo para atender un crecimiento explosivo que exige decisiones multidisciplinarias, habiendo logrado éxito quienes así lo entendieron y fracaso quienes así lo opusieron.
IESA vive sus primeros quince años en un país que más que tener un proceso de desarrollo, sufre de un crecimiento que casi llega al gigantismo.
Son tres lustros en que el presupuesto nacional se multiplica por nueve; en que de tener más exportaciones que importaciones, pasamos a tener más importaciones que exportaciones; y en que de ser autosuficientes en la producción de los alimentos básicos, pasamos a ser gran importador.
Son tres lustros que se han caracterizado por tener una administración por crisis y una dirección por improvisación; en el que el éxito se ha medido más por imagen ficticia, que por resultados reales.
Son quince años en que hemos tenido cuatro estilos de gobierno que, por distintos, han creado una imagen confusa de su función, y a los que la imagen ha deformado su esencia.
Han sido quince años de costosa discontinuidad, de realizaciones contradictorias, de irrespeto a la tradición cayendo en la falta de identidad, en que los mitos han tendido a reemplazar la verdad, las modas a la moralidad y la retórica a la realidad; en que el espejismo cuantitativo ha deformado la realidad cualitativa.
IESA cumple sus primeros quince años en una Venezuela que en 1980 llega a pagar en intereses de la deuda pública lo que en 1965 tenía como presupuesto nacional; en una Venezuela donde el total de depósitos en la banca comercial era del orden en 1965 de lo que hoy en día está depositado en un solo banco; en una Venezuela cuyo presupuesto de educación para todo el país en 1965 no alcanza para cubrir el presupuesto de una sola universidad en 1980.
Son quince años en que el redimensionamiento económico no ha sido acompañado por el mejoramiento de la calidad de vida; son quince años en que hemos tenido que absorber una población inmigrante, descalificada y no controlada, que ha roto toda perspectiva de los planes nacionales; son quince años en que el crecimiento no ha sido acompañado por la acción necesaria para convertirlo en desarrollo; como ejemplo basta preguntar cuántos administradores de alto nivel están siendo preparados por los diversos sectores de la vida nacional.
He aquí la respuesta:
Frente a 110 instituciones financieras privadas y 60 extranjeras, más las corporaciones, fondos y otras entidades financieras del Estado, y las entidades y cajas de ahorros e institutos de previsión, que suman cantidades cien mil millonarias, tenemos nueve estudiantes en el MAF (Master en Administración Financiera).
Frente a 61 institutos autónomos, 227 empresas y 22 fundaciones que administran, mejor dicho manejan, una cifra mucho mayor que la administración central, tenemos 7 estudiantes en el MAESE (Master en Administración de Empresas y Servicios del Estado).
Frente a 17 ministerios con 187 direcciones y más de 200 agencias y oficinas en el interior del país, 9 oficinas de Ministerios de Estado, 5 corporaciones regionales, 23 gobernaciones con todas sus direcciones, y 186 concejos municipales, tenemos 4 estudiantes en el MAP (Master en Administración Pública).
Frente a un Ministerio de Educación con un presupuesto para él solo mayor al nacional de hace 15 años y con 17 universidades que disponen del 25 por ciento del actual, no tenemos ya más estudiantes en el MAE (Master en Administración de la Educación).
Frente a 48 empresas de seguros y reaseguros y 30 compañías de corretaje, que manejan pólizas por más de 5 mil millones de bolívares, tenemos 2 estudiantes en el MARS (Master en Administración de Seguros y Reaseguros).
Y frente a más de 10 mil empresas privadas de determinado tamaño y capacidad de formar personal, tenemos solo 46 estudiantes en el MAEMP (Master en Administración de Empresas), la gran mayoría autofinanciados.
La excepción ha sido el MAI (Master en Administración de la Integración Latinoamericana), que cuenta con 40 estudiantes y 86 egresados procedentes de 17 países latinoamericanos, becados por organismos nacionales e internacionales.
Esta dura realidad es el reto de futuro que tenemos, IESA en mantenerlo y el país a través de sus empresas privadas e instituciones públicas en atenderlo. Allí ha estado la filosofía de acción del IESA: en aceptar los retos de la vigencia, a través de la docencia, la investigación y la consulta, realizadas con un cuerpo de profesores –residentes, visitantes e invitados– que con los más altos grados académicos han plasmado al IESA esa flexibilidad y capacidad de adaptación a las necesidades del país, sin perder su nivel de exigencia, otra excepción de IESA.
Ahora bien, IESA no es, ni aspira a ser, una panacea a la que se atribuye eficacia para curar los males, ni es remedio de alquimistas.
IESA solo aspira, como institución seria, a trabajar únicamente en todo lo referente a la Administración –otra excepción, porque en Venezuela todo el mundo habla, opina y dice saber de todo.
IESA solo aspira, con su esquema aula/realidad, a formar adictos al estudio de la Administración, con un hábito de mente que los haga formarse un juicio válido e independiente en cualquier variante de su profesión.
IESA solo aspira, con su filosofía de acción, a inspirar actitudes resistentes al fracaso y contestatarias de lo negativo, rebeldes contra el anquilosamiento y subversivas ante la inanición y el desorden.
El IESA de 1980 es algo de lo que podemos sentirnos orgullosos no solo los fundadores sino también todos quienes han patrocinado y quienes patrocinan; quienes han enseñado y quienes enseñan; quienes han aprendido y quienes aprenden; quienes han trabajado y quienes trabajan; y no digo quienes han sido y quienes no lo son, ya que IESA aspira a que los unos y los otros tengan un mismo sentimiento de identificación y de orgullo de un instituto cuya regla es la excepción y ser excepción es la regla.
Pero IESA no ha sido el país de las maravillas, IESA ha tenido también excepciones que han confirmado su regla. IESA ha tenido problemas y más que ellos, que se solucionan, lo que ha tenido son frustraciones. Al lado de nuestro activo intelectual, los profesores; de nuestro patrimonio físico, el edificio sede; y de nuestro capital, los egresados, tenemos como pasivo nuestras limitaciones, nuestras no realizaciones y nuestras frustraciones.
Limitaciones de no haber podido conciliar expectativas con necesidades para conservar aquellos becarios doctorados en los que invertimos con la esperanza de tenerlos permanentemente como profesores; no realización de otros programas exigidos por el desarrollo del país, por no contar, dado lo anterior, con los recursos para ello; y frustraciones al ver no utilizada toda nuestra capacidad docente instalada y al no ver atendida nuestra oferta por un mercado que sabemos necesitado de formación y desarrollo gerencial, pero que ha estado concentrado en el problema de hoy, sin prestar atención al mañana.
Y como cuenta final de nuestro pasivo están también los errores que se pueden haber cometido; pero permítaseme en este momento y como gestión de auditoría ser calderoniano y preguntar: ¿qué importa que se haya errado en lo menos si se ha acertado en lo más?
Al reseñar las interpretaciones que del IESA se han hecho en sus quince años hay que sacar a escena a su autor, Carlos Lander Márquez. Así como el hielo seco quema por exceso de frío, a mí me es muy difícil hablar de Carlos Lander por exceso de afecto.
Creo que en este momento más que una felicitación por su realización del IESA, lo que cabe es el agradecimiento por su dedicación, por su empeño y por su mística. Los éxitos del IESA son éxitos de Carlos Lander y las frustraciones del IESA han sido frustraciones de Carlos Lander. Carlos Lander se ha ganado la admiración, el respeto y el elogio de la comunidad IESA y de la comunidad nacional, por la voluntad, devoción y tenacidad puestas en el IESA. Fue pionero, es motor y será siempre factor del instituto. Ello es así reconocido y como recuerdo de esa demostración quisiera entregarle, a nombre de quienes lo suscriben –el Consejo Directivo, la Junta Ejecutiva, el Profesorado, el Personal Administrativo y los Egresados– una placa que dice:
IESA - Instituto de Estudios Superiores de Administración, con motivo de su XV aniversario otorga la presente Placa de Reconocimiento a su Presidente Fundador Carlos Lander Márquez, por su invalorable aporte y ...

Índice

  1. Créditos
  2. Dedicatoria
  3. Agradecimientos
  4. Prólogo, por Gustavo Roosen
  5. Para que no se olvide, por Frank Briceño Fortique
  6. Entrevista a Frank Briceño Fortique, por Diego Arroyo Gil
  7. Génesis y fundación del IESA
  8. Testimonios en retrospectiva
  9. Mensajes en el tiempo
  10. Addenda
  11. Álbum
  12. Apéndice
  13. Epílogo
  14. Notas