El Islam y España
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El Islam y España

  1. 256 páginas
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Información del libro

El autor aporta luces sobre el Islam, su expansión por el Oriente Próximo y su controvertido asentamiento en España. Facilita una breve pero honda composición de lugar durante la Reconquista, analizando el problema morisco y el de los cristianos recluidos en la Berbería.Finalmente, el libro se asoma al Islam en la España actual, un mundo creciente, muy diferente del occidental, que conviene conocer en profundidad.

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Información

Año
2010
ISBN
9788432138034
Categoría
Historia

1. NACIMIENTO Y EXPANSIÓN DEL ISLAM

Al comienzo del siglo VII, las grandes cuestiones cristológicas y trinitarias que se habían debatido en el seno de la Iglesia Católica volvieron a ponerse en pie. Una vez más, se convocaba un Concilio Ecuménico para profundizar en el conocimiento de la Revelación entregada por Dios a la Iglesia y, desde ella, alumbrar las cuestiones suscitadas.
En este caso se trataba acerca de la voluntad de Jesucristo. Una vez dilucidadas las dos naturalezas, humana y divina, unidas en la única persona de Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios Padre, ahora la pregunta era cuántas voluntades había en Cristo. Una nueva herejía llamada monotelismo negaba la voluntad humana de Cristo; por tanto, se volvía al problema del monofisismo, condenado en el Concilio de Calcedonia (451), y que tantos problemas dio con Eutiques y sus seguidores. De hecho, los monofisitas habían separado de la Iglesia católica a los coptos de Egipto y Etiopía.
El 7 de noviembre del año 680, más de cien obispos fueron convocados por el Emperador en Constantinopla. Presidió el Concilio el Legado pontificio, y las discusiones duraron cerca de un año. Con toda seriedad y amor a la Verdad, que debían explicitar, proclamaron la verdad acerca de Jesucristo.

Mahoma y el nacimiento del Islam

Al mismo tiempo, Mahoma había reunido a muchos pueblos nómadas del desierto en una nueva religión que se expandía a gran velocidad: el Islam. Mahoma había ido, como mercader, al desierto con una caravana de camelleros, y se había convertido en uno de ellos. Hombre de una gran sensibilidad religiosa y humana, había sabido transmitir con gran acierto un ideal de vida religiosa a aquellos pueblos. El cielo que les prometía era de un gran atractivo: los elegidos esperaban encontrar los más variados y tangibles goces sensibles.
Además, aseguraba el más alto premio para los que murieran en la guerra santa por Alá. Los guerreros pelearán con gran valentía y abandono en lo que Dios hubiera predestinado al grito de In-schach-illah: ¡lo que Dios quiera! Acababan de inventar las guerras de religión, que perdurarán hasta la actualidad.
Mahoma había nacido en La Meca por el 570. En aquella ciudad del Oriente se custodiaba en La Kaabaun meteorito, caído muchos siglos atrás, como sig­no de la divinidad. Mahoma se había quedado huérfano muy joven y acompañó a su tío en una larga expedición que acabó en Siria. A los veinticinco años de edad entró a servir a una mujer viuda, Jadicha, con la que acabó casándose, y tuvo con ella una hija llamada Fátima.
Con su ascenso social y consiguiente cambio de vida, pudo dedicar tiempo a la oración y al diálogo con judíos y cristianos heterodoxos. Así conoció la Sagrada Escritura, tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento, que le hicieron abandonar la religión animista que profesaba y fundar una nueva religión. Al Dios único y Todopoderoso, Omnisciente, lo denominó Alá. Su gran preocupación fue, desde el prin­cipio, combatir el politeísmo, y llevar a todos los hombres la fe en el único y verdadero Dios, creador de cielos y tierra y remunerador de buenos y malos. Por una falsa interpretación de la Revelación recibida, negará la Trinidad y la muerte de Jesucristo en la Cruz, los Sacramentos y la Iglesia.
Sus pretendidos momentos de revelación por parte del arcángel San Gabriel, en el monte Ira, fueron recogidos posteriormente, en suras o fragmentos, en el Corán. «En un principio, Mahoma creyó que quien le hablaba era el mismo Dios. Pero luego, al enterarse por los judíos de la imposibilidad en que se encuentra el hombre de ver en esta vida directamente al Altísimo, pensó que se trataría de un ángel de elevadísima especie, hasta acabar por identificar al celestial mensajero con el ángel Gabriel»1.
Los textos recogidos en el Corán son de una gran belleza poética, y con fuertes resonancias de la Sagrada Escritura. En definitiva, Mahoma fundó una religión sincrética hecha a la medida y para la mentalidad de los hombres del desierto de Arabia.
Al comienzo su oración la realizaba dirigiéndose a Jerusalén, ciudad santa, pues él se consideraba el último profeta, después de Moisés y de Jesús, a quienes había de suceder para llevar a la plenitud la Revelación de Dios a los hombres comenzada con Abraham. Pensaba que él era el Paráclito prometido por Jesucristo.
Los cinco mandamientos que se denominan los pilares del Islam son: la profesión de fe, las cinco oraciones diarias, el ayuno del mes del Ramadán, la peregrinación a la Meca, al menos una vez en la vida, y la limosna. El Corán recogerá las costumbres de los beréberes e impondrá el deber de la hospitalidad y el de la moderación. Está prohibido comer la carne de cerdo, como en la ley judía, de la que toma también la circuncisión, pero prohíbe el vino. En cambio, permite con mayor facilidad tomar mujeres.
Después de alcanzar los primeros prosélitos, Maho­ma tuvo que huir de la Meca a Medina el año 622 —año de la Hégira— (hégira significa huida). Este es el comienzo del tiempo para los musulmanes. Medina, desde entonces la ciudad del Profeta, será testigo de la expansión del Islam. Mérito de Mahoma fue alcanzar la unión de muchas tribus nómadas, con las que conquistó La Meca, destruyó los ídolos, y dejó La Kaaba como punto de unión y peregrinación para todos los musulmanes.
Al principio se apoyará en algunos cristianos y judíos, pero pronto prescindió de ellos cuando, a la cabeza de numerosos y fanáticos seguidores, pudo lanzarse a la conquista de Arabia. Mahoma murió el año 632, convencido de haber llevado a cabo una importante misión.
La sucesión de Mahoma no estuvo exenta de dificultad: «Desaparecido Mahoma, su tarea espiritual y profética se había completado, pero permanecía la tarea de difundir el mensaje islámico hasta que fuera implantado en todas las latitudes de la tierra. Era un cometido político-religioso que se debía realizar extendiendo la autoridad de las comunidades que habían abrazado la nueva fe y practicaban la Ley revelada. Hubo de elegirse a un sucesor del Profeta que hiciera posible la cohesión y ejerciese el liderato necesario para el gobierno de los musulmanes y la expansión del Islam. Khalifa fue el título adoptado por Abú Bakr, suegro y primer sucesor de Mahoma. Su designación electiva como cabeza de la comunidad islámica señala la fundación histórica del Califato, que fue abolido formalmente por el político reformador turco Mustafá Kemal Ataturk en marzo de 1924»2.
Asimismo, casi desde sus orígenes se produjeron las primeras divisiones que llegarán hasta nuestros días: «El primer imperio musulmán, que coincidía exactamente con los territorios del Islam, fue gobernado por la dinastía Omeya y duró desde el año 661 al 750. Fue establecido por Muawiyah, gobernador de Siria, tras la desaparición de Alí, yerno de Maho­ma y Cuarto Califa. Muawiyah procedió muy pronto a la liquidación de los varones descendientes de Mahoma, que fueron eliminados en la batalla de Karbala (Irak) en el año 681. A partir de este trágico episodio y de sus consecuencias políticas y religiosas tiene su origen el shiismo, como modo propio de vivir y sentir el Islam. El reinado de los Omeyas, que establecieron en Damasco la capital del califato, supuso la consolidación del imperio islámico, en medio, a pesar de todo, de incesantes enfrentamientos civiles y tribales»3.
Islam significa unión. Precisamente la falta de unidad entre los musulmanes fue lo que detuvo su avance imparable por el mundo.

Síntesis del Islam

Así pues, el Islam se presenta como camino de salvación. Su Profeta, Mahoma, aparece como el último profeta, que debía lleva a cumplimiento lo que la Sagrada Escritura, la Biblia, había anunciado, mediante la Revelación definitiva, contenida en elCorán. Por tanto, la actitud del creyente debe ser de plena sumisión al querer de Dios. Una obediencia que abarca la totalidad de la vida: el derecho, la economía, las relaciones familiares, sociales, el Estado y la política.
Lo más importante de la vida de Mahoma, fue su experiencia de la omnipotencia ilimitada de Dios y su profunda convicción de la trascendencia divina. De ahí que subraye con energía que el pecado más grande es el de la idolatría y, en general, el politeísmo. Incluso las primeras apreciaciones favorables al cristianismo contenidas en el Corán, se convirtieron en durísimas afirmaciones al condenar el dogma trinitario cristiano como una gravísima afrenta a la Unidad de Dios. El único pecado que Dios no perdona es contradecir el monoteísmo.
Mahoma comenzó siendo «elegido de Dios», después un «enviado de Dios», y terminó como un caudillo de un inmenso pueblo. Del mismo modo, la «revelación» recibida terminó por ser el camino para llegar a Dios, una senda determinada hasta los más menudos pormenores.
Respecto a la unión de todos los planos de la vida civil y religiosa en el Islam, vale la pena recoger unas expresivas palabras del gran historiador musulmán, Ibn Jaldún, escritas en el siglo XIV: «Sabed que la religión ha de menester de un jefe que la mantenga en a...

Índice

  1. ÍNDICE
  2. INTRODUCCIÓN
  3. 1. NACIMIENTO Y EXPANSIÓN DEL ISLAM
  4. 2. LA CONQUISTA DE ESPAÑA
  5. 3. LA RECONQUISTA
  6. 4. LA CONVIVENCIA
  7. 5. LA CONQUISTA DE GRANADA
  8. 6. FRAY HERNANDO DE TALAVERA Y LA EVANGELIZACIÓN
  9. 7. LAS CONVERSIONES FORZADAS
  10. 8. EL PROBLEMA MORISCO
  11. 9. LA EVANGELIZACIÓN DE LOS MORISCOS EN EL SIGLO XVI
  12. 10. LOS ESCLAVOS DE LA BERBERÍA
  13. 11. LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS
  14. 12. EL DECLIVE DEL ISLAM EN EUROPA
  15. 13. EL ISLAM QUE REGRESA
  16. 14. OCCIDENTE Y EL ISLAM
  17. CONCLUSIONES
  18. BIBLIOGRAFÍA