Escrituras de la historia reciente
“It is not a Part of American History that We are Proud of”.
Los proyectos de desclasificación estadounidenses (1993-2002)
Benedetta Calandra
Estados Unidos y las guerras sucias latinoamericanas
“It is not a Part of American History that We are Proud of” es el epígrafe que el analista político Peter Kornbluh elige para la introducción de su estudio The Pinochet File, análisis detallado de un colosal proyecto de desclasificación de documentos estadounidenses alrededor del caso Chile, que comenzó a fines de los años noventa. Esta afirmación es atribuida a Colin Powell (en aquel entonces secretario de Estado), en respuesta a una pregunta provocadora por parte de una exiliada y activista política chilena, durante una rueda de prensa acerca del papel de Estados Unidos en el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y en el consiguiente largo y triste periodo de violaciones a los derechos humanos (Kornbluh, 2004).
El Chile Declassification Project representa la parte más visible y conocida, pero seguramente no la única, de una operación muy compleja. Durante la presidencia de Clinton (1992-1996 y 1996-2000), el gobierno estadounidense sacó a la luz por primera vez decenas de miles de documentos acerca de las múltiples formas de involucramiento de ese país (entrega de fondos, asesoría, entrenamiento de fuerzas paramilitares, operaciones de inteligencia) en las tristemente célebres guerras sucias latinoamericanas, que tuvieron lugar a partir de los años sesenta del siglo xx. Como es sabido, en aquella época la gran mayoría de los países al sur del Río Bravo constituían un “apéndice candente” de la Guerra Fría. Prueba de ello fue la Operación Cóndor, una “organización totalmente secreta, parte de un sistema más amplio de estrategia de contrainsurgencia interamericana conducida, financiada y supervisada desde Washington para prevenir y contrarrestar movimientos sociales y políticos que anhelaban cambios estructurales en América Latina” (McSherry, 2005: 241). Planeada para los países sudamericanos, la Operación Cóndor tuvo evidentes repercusiones también en América Central.
Como parte de las muchas paradojas de la historia, a fines del siglo XX y principios del nuevo milenio, la misma potencia estratégico-militar norteamericana pone su poderosa tecnología al servicio de la verdad histórica, utilizando distintas herramientas para revelar informaciones extremadamente “confidenciales” sobre la entidad de la violencia aplicada en su área de influencia subcontinental, en nombre de la defensa de la seguridad nacional. Todos estos proyectos implicaron dos logros importantes. En un primer nivel, desde el punto de vista judicial, contribuyeron a impulsar distintos aspectos, hasta entonces estancados, de las investigaciones sobre el destino de ciudadanos de diversas nacionalidades (sobre todo, pero no únicamente, estadounidenses) desaparecidos durante el ciclo de violencia de las guerras sucias. En un segundo nivel, brindaron una masa crítica inédita de documentos que contribuyeron de manera sustancial a la reconstrucción de este doloroso capítulo de la historia reciente: una reconstrucción que notoriamente constituye un pilar de gran complejidad en el conjunto de los debates por la memoria en la América Latina contemporánea.
El presente ensayo, que evidentemente no tiene la ambición de cubrir la totalidad de los temas mencionados anteriormente, se centra especialmente en este segundo aspecto. A través del análisis de fuentes periodísticas y, en menor medida, de archivos gubernamentales y privados, aspira a brindar una primera y parcial reconstrucción del papel que el gobierno y la sociedad civil estadounidenses tuvieron en este proceso de esclarecimiento histórico de responsabilidades colectivas. Combina una parte más descriptiva –acontecimientos, estimaciones cuantitativas, secuencia temporal de esta dinámica durante la década de 1990– con una más analítica, relativa a los procesos de interacción de sujetos gubernamentales y sociedad civil. En este contexto cabe recordar, como complemento de la obra del Departamento de Estado, el papel absolutamente crucial de asociaciones y centros de investigación como el National Security Archive (NSA). A través de la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Act, FOIA), estas instituciones llevaron adelante acciones de incidencia política (advocacy) para completar la desclasificación de documentos, y facilitaron luego su difusión sistemática por internet. Finalmente, en el texto se hará referencia a las múltiples tensiones internas de distintos organismos gubernamentales en relación con el tratamiento de datos de política exterior tan reservados.
De hecho, gracias a estos gigantescos procesos de desclasificación, por primera vez en la historia el público mundial puede acceder libremente, a través de la web, a documentos digitalizados cuyo uso y circulación era impensable hasta hace unos años. A través de unas pocas sencillas palabras clave, éstos aparecen hoy en día bajo una multiplicidad de formas. Una de ellas corresponde a los memorandum of conversations (memcons), apuntes de conversaciones particulares entre distintos presidentes –John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter y Ronald Reagan– y su equipo. Hay también informes y cables que circulan entre distintas agencias gubernamentales; las embajadas estadounidenses en el extranjero, y los asesores de seguridad nacional de la época, entre ellos y ante todo, Henry Kissinger. Completan este escenario apuntes y directivas de acciones secretas presididas por los servicios de inteligencia. Casi todos los documentos son recono...