Memorias de Joseph Grimaldi
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Memorias de Joseph Grimaldi

  1. 288 páginas
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Memorias de Joseph Grimaldi

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Dickens, cuando contaba con tal solo veinticinco años y todavía firmaba como Boz, recibió el encargo de escribir las memorias de Joseph Grimaldi, el famoso clown, a partir de la propia autobiografía que el payaso había dejado escrita poco antes de morir. Grimaldi fue el payaso británico más importante del siglo XIX y, por qué no, de todos los tiempos, hasta tal punto que su "nombre de guerra" ( Joey) se usa todavía en Inglaterra como sinónimo de clown. En sus casi cincuenta años de carrera, Grimaldi trabajó en teatros hoy míticos como el Sadler's Wells, el Drury Lane o el Covent Garden, por lo que su biografía ofrece también un panorama del teatro británico a comienzos de 1800.A caballo entre el documento testimonial y la novela, lo que está claro es que estas Memorias, traducidas y anotadas por el escritor Eduardo Berti, no son solo un documento excepcional de la época, sino que en ellas está esa sabia mezcla de humor y de horror y esa tendencia a la exageración que han hecho de Dickens uno de los autores más admirados de la historia de la literatura.

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Información

Año
2018
ISBN
9788483936184
Edición
1
Categoría
Letteratura
Capítulo XIII
Durante un periodo de treinta y ocho años, desde 1782 hasta 1820, Grimaldi no faltó a ninguna temporada en el Sadler’s Wells, con la única salvedad de 1817. La causa de esta ausencia excepcional fue que el señor Charles Dibdin, al acercarse el momento de renovar el contrato, quiso saber qué condiciones deseaba Joe. La respuesta fue que tenían tan solo que pasar las libras a guineas y él estaría muy feliz. No objetaron su pedido, pero en cambio le informaron de que los dueños de la sala ya no le permitirían dos funciones benéficas anuales, sino una. Esto le pareció injusto y arbitrario. Puesto que nunca, bajo circunstancia alguna, había obtenido menos de ciento diez libras en cada una de estas funciones, la pérdida significaba una gran reducción en sus ingresos. Tenía que pagar sesenta libras anuales por la casa donde vivía y sabía que los propietarios no darían el brazo a torcer.
Tras considerar todo esto, escribió al señor Charles Dibdin, que por entonces era uno de los arrendatarios del teatro, y le explicó que no podía renunciar a esos beneficios. Aunque no recibió ninguna contestación, se dijo que no osarían planear la temporada sin él, pues indudablemente era la gran figura del teatro. Sin embargo, no fue así y se sintió muy traicionado porque Charles Dibdin no solo no respondió, sino que contrató a Paulo en su reemplazo.
En noviembre de ese año, Grimaldi hizo una breve gira de cuatro días por Brighton. El teatro de dicha ciudad pertenecía al señor John Brunton, que era asimismo un actor bastante bueno y solía aparecer en el Covent Garden. Este hombre, padre de una de las más célebres actrices modernas1 (la señora Yates, cuyo talento sigue siendo tan apreciado por todos), fue siempre un fiel amigo de Grimaldi.
Entre las diversas obras que representaron en Brighton cabe mencionar Valentine and Orson y Robinson Crusoe. Brunton conocía al dedillo tanto la pantomima como el melodrama, de manera que interpretó el papel que en Londres asumía el señor Farley, mientras que Joe, como es obvio, cumplía con su rol habitual. Tuvieron gran éxito y Grimaldi, muy satisfecho, cobró cerca de cien libras.
El 30 de marzo, una obra titulada The Marquis of Carabbas o Puss in Boots (El marqués de Carabás o El gato con botas) fracasó estrepitosamente. Era una obra paupérrima. Fue ofrecida solo una noche y tuvo, según parece, el destino que merecía.
Esa noche daba inicio la temporada en el Sadler’s Wells y la imprevista ausencia de Grimaldi conmocionó al público. Joe no había dicho nada al respecto y la noticia, más aún, solo se supo al ponerse en venta las localidades. El anuncio de que Paulo2 actuaría en lugar de Grimaldi no solo provocó sorpresa, sino también manifestaciones de ira. Grimaldi llevaba unos días en Egham y, apenas volvió a la ciudad, a finales del mes de marzo, quedó azorado al ver en los muros de su barrio carteles e inscripciones de ambas facciones adversarias. Unos carteles rezaban «¡Joe para siempre!» o «¡No a Paulo!»; otros, en cambio, «¡No a Grimaldi!». Muchos sospecharon que Joe estaba detrás de esto, pero él lo negó terminantemente y dijo que se había enterado de todo ello al regresar a la ciudad.
La temporada abrió en el Sadler’s Wells con la obra Philip and his Dog3 (Philip y su perro), seguida de una nueva bufonada: April Fools o Martha and Mummery (El día de los inocentes o Marta y su mascarada). Al oír que Dibdin pensaba hacerlo responsable en el caso de que hubiese algún disturbio, Grimaldi acudió la primera noche dispuesto a contarle al público, si era necesario, las causas por las que realmente había dejado de actuar en ese teatro. No hizo falta, a fin de cuentas, porque el público solo se expresó en la forma que más temen los responsables de cualquier sala: la concurrencia fue escasa. En vez de las disputas por los mejores asientos o por las últimas plateas, como ocurre comúnmente en el caso de un éxito, la sala estuvo más de tres cuartos vacía. Solo hubo cuarenta personas en los palcos, casi todos amigos de los propietarios, y menos de un centenar en las plateas.
Por la mañana, todos los periódicos, sin excepción, informaron de la ausencia de Grimaldi en el Sadler’s Wells y lamentaron este hecho perjudicial para el teatro. Todo esto sin menospreciar a Paulo, que era realmente un buen payaso, pero que debió lidiar con la doble desventaja de no ser conocido en el Sadler’s Wells y de reemplazar nada menos que al favorito del público.
Apenas supieron que Joe no había renovado contrato con el Sadler’s Wells, los propietarios de los teatros provinciales rivalizaron entre ellos para obtener sus servicios. Cumplidos los compromisos en el Covent Garden, el señor W. Murray, director de los teatros de Edimburgo y Glasgow, le ofreció un contrato de seis días que Grimaldi aceptó enseguida. Los términos eran estos: Joe se quedaría con lo recaudado en la mejor noche, Murray con la integridad de la segunda mejor función, y las otras cuatro noches serían divididas en partes iguales, previa deducción de cuarenta libras de gastos. Grimaldi acababa de cerrar este acuerdo cuando cierto señor Knight, de los teatros de Manchester y Liverpool, le propuso un contrato de tres semanas, que también aceptó. A esto siguieron tantos ofrecimientos que, de haber tenido doce meses libres en lugar de seis semanas, los habría aceptado todos.
Como Grimaldi no tenía nada que hacer en el Covent Garden debido al fracaso de Puss in Boots, aceptó una oferta del señor Burton y actuó, en compañía de su hijo, siete noches en un teatro de Birmingham del que era arrendatario Burton. Aquella fue la primera excursión al interior del pequeño Joe y las ganancias rondaron las doscientas libras. En el camino de vuelta, Grimaldi pasó por Worcester y, ante el expreso pedido del señor Crisp, director del teatro local, hizo un alto para actuar allí una noche. El empresario le ofrecía tan solo cincuenta libras o, en su defecto, repartir lo recaudado. Grimaldi aceptó lo primero, interpretó a Scaramouch ante una sala abarrotada y cerró la noche con una pequeña pantomima en la que su hijo y él hicieron de payasos. Más tarde, al finalizar la cena con el director, este último le entregó cincuenta libras y le rogó que aceptara ese monto, en lugar de cuarenta, porque el negocio había sido muy favorable esa noche. El gesto impresionó a Grimaldi, a tal extremo que le aseguró al señor Crisp que si otra vez se hallaba cerca de Worcester no dudaría en decírselo. Al día siguiente, padre e hijo regresaron a Londres y el mayor supo aliviado que esa noche no lo requerían en el Covent Garden. En su buzón halló muchas buenas propuestas laborales de directores de teatros provinciales, pero tenía el deber de quedarse en la ciudad porque se avecinaba la reapertura del Covent Garden. Por lo tanto, rechazó todas las ofertas.
Grimaldi apareció en el Covent Garden, aunque en raras ocasiones, durante el resto de esa temporada que concluyó el 2 de julio. Llegado el día 3, viajó a Escocia. Apenas llegó a Edimburgo, el señor Murray le dijo que, como Emery4 había sido contratado en Glasgow, se veía obligado a reducir de seis a tres las noches de Grimaldi allí. La noticia lo frustró un poco, pero no había nada que Joe pudiera hacer, de modo que aceptó y viajó de Edimburgo a Glasgow, donde actuó a la noche siguiente. Whittington, Don Juan, Valentine and Orson y The Rivals fueron las obras que interpretó en Glasgow. En las primeras tres, Grimaldi actuaba junto a su hijo; en la última, encarnaba a Acres y fue muy aclamado. Este era el personaje que solía hacer en todas sus giras por el país. Nunca cumplió el papel de Ricardo III en provincias, como ha llegado a afirmarse, sino que se limitaba a personajes de farsas o melodramas, como Acres o Moll Flaggon.
Cumplido el compromiso en Glasgow, Joe desanduvo camino hasta Edimburgo donde interpretó dos veces más a Acres. La canción «Tippitywitchit» encantó a los habitantes de Auld Reekie5, que llenaron de atenciones a Grimaldi padre e hijo. A la mañana siguiente de la última función, el señor Murray le abonó cuatrocientas diecisiete libras, pues esta era la parte que le correspondía, y renovó su invitación para el próximo verano.
El día 22, Grimaldi viajó de Edimburgo a Berwick, donde había prometido actuar dos noches. Grande fue su asombro al ver que el teatro de dicho pueblo estaba situado en una caballeriza y que para acceder hacía falta subir dos escaleras. La entrada se veía pobre y sucia y, a ojos de las damas, muy poco agradable. Su desconcierto fu...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Prólogo. Un espejo de una vida
  5. Capítulo I
  6. Capítulo II
  7. Capítulo III
  8. Capítulo IV
  9. Capítulo V
  10. Capítulo VI
  11. Capítulo VII
  12. Capítulo VIII
  13. Capítulo IX
  14. Capítulo X
  15. Capítulo XI
  16. Capítulo XII
  17. Capítulo XIII
  18. Capítulo XIV
  19. Capítulo XV
  20. Capítulo XVI