Políticas del amor
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Políticas del amor

Derechos Sexuales y Escrituras Disidentes en el Cono Sur

  1. 270 páginas
  2. Spanish
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Políticas del amor

Derechos Sexuales y Escrituras Disidentes en el Cono Sur

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Información del libro

Tres editores y una docena de autoras y autores se entregan en este libro a pensar el amor y sus cruces callejeros, académicos e históricos. Amores Iguales, parafraseando a David Leavitt que tejen su memoria de persecuciones entremezclada con la higiene, el credo religioso, el control estatal hasta el propio encierro en un armario que hoy es escenario de consagración política y normalización.

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Información

Editorial
Cuarto Propio
Año
2020
ISBN
9789563960907
Categoría
Literatura
PARTE III:
Argentina

Sexualidades (i)legítimas:
continuidades y rupturas en la relación entre el Estado y las organizaciones de la diversidad sexual. Argentina, 1969-2012

Martín Boy, María Emilia Villalba y Tatiana Maltz

Introducción

La última dictadura argentina (1976-1983) implicó una transformación radical en el plano económico, político y social. En este artículo nos proponemos analizar las transformaciones que trajo la transición de la dictadura a la democracia en la relación entre el Estado y los grupos militantes de lesbianas, homosexuales/gays y trans (LHGT) de Buenos Aires. Suele pensarse que las reaperturas democráticas comienzan un día concreto en un año determinado, como un hito histórico. Sin embargo, en este trabajo queremos analizar las rupturas y continuidades que representó la reapertura democrática en la relación entre el Estado y los grupos LHGT. La pregunta que subyace en todo este trabajo será cuáles son los cuerpos y las identidades merecedoras de esta democracia incipiente, cuáles continuaron en sus márgenes y cómo se modificó la forma de pensarlos y su relación con la política entendida en sentido amplio. Así, prestando atención al proceso de surgimiento y redefiniciones de las organizaciones LHGT a partir de dicha reapertura democrática, nos preguntamos en qué medida los cambios y reconfiguraciones de las organizaciones nos hablan del carácter de la democracia –o sociedad democrática– que se logró construir tras la finalización de la dictadura.
En este artículo se trabajará con bibliografía producida en Argentina y se recuperarán las voces de activistas e investigadores/as entrevistados/as en el marco del proyecto UBACyT “Sexualidad, salud y política en América Latina: reconstrucción y análisis de una tradición intelectual de investigación” dirigido por Mario Pecheny. En el próximo apartado, se reconstruirán diferentes modalidades bajo las cuales fueron consideradas y definidas las identidades LHGT desde el Estado. Se escogió trabajar con el período comprendido entre 1969 y 2012 ya que significan dos hitos importantes al interior de la luchas de las organizaciones de la sociedad civil de la diversidad sexual: en 1969, la creación de la primera organización de la sociedad civil llamada Nuestro Mundo y en 2012 la aprobación de la Ley de Identidad de Género que supone un avance importantísimo hacia la despatologización de las identidades trans desde la perspectiva de los derechos humanos.

La construcción del Otro: una (re)definición constante

Desde fines del siglo XIX en adelante, la presencia de un “invisible enemigo que amenazaba la integridad de todo el cuerpo nación” (Salessi 14) atravesó la reflexión sobre lo público. La corriente del higienismo positivista y su modelo basado en el par salubre/insalubre supieron instalarse como el esquema básico para pensar lo social luego de las pandemias de fiebre amarilla ocurridas en Buenos Aires entre 1852 y 1871. Cuando fueron controladas las epidemias, el lugar de amenaza fue ocupado por aquellos sujetos y grupos que contradecían el ideal de ciudadano/a que los forjadores de la moderna nación argentina habían proyectado. El proceso inmigratorio generó una alta concentración de población en las grandes ciudades y emergió el problema de la “cuestión social”. El surgimiento y afianzamiento de la disciplina criminológica local fue el exponente más claro de dicho proceso. Para Guy (1994), Salessi (1995) y Ben (2000), la noción de amenaza que anteriormente habían representado las epidemias fue encarnada por la llamada “mala vida” compuesta por vagos, mendigos, prostitutas y homosexuales indistintamente.81 En dicho marco eran ubicados como foco de peligro tanto los grupos políticos (socialistas, anarquistas) como cualquier práctica que pusiera en cuestión el modelo de familia nuclear, conyugal, monogámico y heterosexual: “el vínculo matrimonial era entendido como condición ‘normal’ e ‘instintiva’ de garantizar la salud social de la nación” (Ramacciotti y Valobra 500). Salessi entiende que la “desviación sexual” fue leída entonces como una enfermedad degeneradora que amenazaba con su contagio la salubridad de la nación, sobre todo en los espacios designados para la conformación del nuevo ciudadano argentino por excelencia: la escuela y el ejército. Parafraseando a Ben, los invertidos sexuales, al igual que las prostitutas, eran entendidos como “auxiliares del delito”, como grupos inmorales que había que controlar.
Hasta 1932 no hubo sanción penal contra las desviaciones sexuales ya que la práctica médica y criminológica suplió dicha ausencia especificando y controlando a los sujetos considerados peligrosos. La equivalencia entre delito y perversión forjada por los higienistas y criminólogos permitió que, a partir de la década de 1930, las mismas fueran perseguidas legalmente. En 1932 la homosexualidad y el travestismo comenzaron a perseguirse a través de los artículos 2° F y 2° H de los Edictos Policiales. De aplicación en la Ciudad de Buenos Aires, tal como recuerda Gentili, éstos penalizaban aquellas conductas ilícitas que afectaran la convivencia social y que no estuvieran especificadas en los códigos penales como delitos. Según Farji Neer (2017), a partir de la década de 1950, el resto de las provincias de Argentina fueron elaborando sus propios Códigos de Faltas e incorporaron similares preceptos y objetos de sanción. Concretamente, las figuras contravencionales referían a exhibirse en la vía pública o lugares públicos vestidos o disfrazados con “ropas del sexo contrario” y de “incitarse u ofrecerse al acto carnal”. Sea en dictadura o democracia, estas fueron las herramientas legales a partir de las cuales por más de sesenta años ciertos grupos fueron perseguidos, hostigados y encarcelados por parte de la fuerza pública.82 A partir de todo lo dicho, puede retomarse la pregunta sobre en qué medida la democracia representa un cambio en las relaciones entre la población LGHT y el Estado a la hora de implementar políticas públicas. La existencia de estas políticas fue motivo de asociación entre los grupos punidos en pos de denunciar y exigir la abolición de las formas legales de persecución convirtiéndose en uno de los motores de la politización de la disidencia sexual en Argentina.

El discurso de la libertad sexual: de los comienzos militantes a la radicalización política

Los procesos políticos ocurridos en Argentina durante las décadas del 50, 60 y 70 deben ser enmarcados en el contexto de la Guerra Fría y en el surgimiento y afianzamiento de fenómenos o movimientos sociales protagonizados principalmente por jóvenes –tales como el feminismo, el hippismo, el rock and roll– que apelaban a la revolución sexual. La creación y difusión de la pastilla anticonceptiva acentuó la circulación de discursos que vinculados a la libertad sexual y a los “nuevos” roles de las mujeres. En Argentina, según Cosse (2008), Lupica (2009) y Rodríguez Agüero (2013), estos nuevos procesos incidieron en la forma de concebir la sexualidad: la concepción biologicista será reemplazada paulatinamente por la perspectiva de género.
En este marco, en 1969 se funda la agrupación “Nuestro Mundo”, la primera en América Latina que aborda temáticas relativas a la militancia homosexual. Esta organización fue generada a partir del impulso de miembros y trabajadores del Partido Comunista y tenía como propósito luchar por la visibilización de situaciones de violencia y discriminación que la comunidad homosexual experimentaba. El Estado en contextos democráticos y dictatoriales actuó como un actor represivo hacia la comunidad LHGT a través de la implementación de políticas directas e indirectas de reconocimiento de los sujetos, lógicas homofóbicas y patriarcales. En 1971 surge el Frente de Liberación Homosexual (FLH) a partir de la fusión de “Nuestro Mundo” con el “Grupo Eros”.83 Durante los primeros años de existencia, este frente agrupaba a varias organizaciones y tuvo como primera estrategia de lucha la acentuación del discurso de la liberación sexual cuestionando los mandatos de la heterosexualidad.
Tanto Bellucci (2008) como Rapisardi y Modarelli (2001) sostienen que el progresismo del Grupo Eros funcionó como elemento superador de las posiciones reformistas-conservadoras desde las que se venía organizando Nuestro Mundo. El FLH supo problematizar y reconceptualizar las prácticas políticas y las formas de concebir las identidades. Rapisardi (2008) afirma que dentro del FLH el debate sobre la identidad se estableció a partir de las formas de organizarse políticamente que fluctuaban entre el reformismo y la radicalización. Durante los años siguientes las intenciones y estrategias del FLH estuvieron relacionadas a la articulación con la izquierda del peronismo y del trotskismo.Según Bellucci (2008) y Rapisardi y Modarelli (2001), la decisión de unirse con el Frente Antiimperialista y Socialista (FAS) no se sostuvo en el tiempo debido a que en la práctica persistían actitudes de discriminación hacia los homosexuales como, por ejemplo, resistirse a “mostrarlos” en los actos públicos. En el libro Fiestas, baños y exilios escrito por Rapisardi y Modarelli (2001), Jorge Gumier, homosexual y ex-militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), afirmó:
Por eso suelo confesar, con pudor, que para mí, paradójicamente, la dictadura significó un modo de liberación. Después del golpe dejé de militar. Ya me había planteado dejar el PRT a raíz de una serie de disidencias políticas... Lo cierto es que, cuando llega el golpe, me pregunto si tiene algún sentido arriesgar mi vida por un partido en el que ya me sentía un extraño. Además, dejé la carrera de Psicología. Me quedé en bolas. En bolas para coger con quién quisiese. (Rapisardi y Modarelli 161)
Este testimonio pone en duda nuevamente aquellas interpretaciones que suponen que el reinicio de las etapas democráticas traen consigo mayores libertades y que las etapas dictatoriales implican necesariamente mayor opresión.
En 1974, el FLH se deslinda de los partidos de izquierda, alejándose de concepciones de clase y explotación, para comenzar a organizarse con un conjunto de feministas del Grupo de Política Sexual. En este último, la perspectiva política y militante era articulada desde reivindicaciones relacionadas con la liberación sexual, el deseo y el goce, problemáticas que las organizaciones de izquierda tradicionales comprendían que eran circunstancias de índole individual sin relación con la lucha o la política revolucionaria. A pesar de los intentos de articulación, ya en 1975, a medida que la represión estatal aumentaba y surgían grupos parapoliciales, uno de los militantes del FLH fue asesinado. Esto motivó el abandono de la militancia activa debido a que debían permanecer en la clandestinidad o exiliarse (dentro del país o al exterior) para conservar su vida. Tal como afirma Bellucci (2008), algunos militantes se exiliaron, otros fueron desaparecidos y otros continua...

Índice

  1. Agradecimientos
  2. Introducción
  3. PARTE I: Chile
  4. PARTE II: Uruguay
  5. PARTE III: Argentina
  6. Autoras y autores