¡Que muera la Ilustración!
eBook - ePub

¡Que muera la Ilustración!

  1. 142 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

¡Que muera la Ilustración!

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La Ilustración agoniza y, con ella, unos de los mejores proyectos de humanidad que tenemos. Necesitamos una cura de la Ilustración que no es más que una cura de nuestra común humanidad.El filósofo Jorge Úbeda se enfrenta al diagnóstico terminal que la postmodernidad lanzó hace cinco décadas sobre la Ilustración y afirma que su curación pasa por poner en vereda los valores ilustrados.Para ello nada mejor que curar con la palabra a través de las enseñanzas de los mitos que nos permitan recuperar un humanismo más consciente y una razón más plural.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a ¡Que muera la Ilustración! de Jorge Úbeda en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Philosophie y Humanisme en philosophie. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2019
ISBN
9788417118440
Edición
1
Categoría
Philosophie
ii. de cómo dédalo quiso no hacer, aunque podía
2 de octubre de 2035
Un hijo muerto pesa más que la conciencia. Y eso que la conciencia es equivalente a la mayor fuerza que podamos pensar como existente en el universo, pues ¿cómo se podrían mantener unidas tantas emociones, sentimientos, ideas en un solo ser si no es gracias a la misma fuerza que mantiene, a duras penas, el universo unido al mismo tiempo que expandiéndose?
Un cerebro humano tiene una masa de entre 1300 y 1500 gramos, ¿cómo es posible que dentro del cerebro se pueda contener algo tan inmenso como la conciencia? Quizá sea porque alcanzamos el mismo número de neuronas que estrellas hay en el universo.
Un hijo muerto pesa más que todo esto, no hay universo que pueda contener su ausencia. ¡Ícaro, querido! ¿Dónde estás? ¿Acaso te perdiste ya para siempre en el mar que lleva tu nombre? Sin embargo, regresas cada noche a mi memoria, que no puede sostenerte y sucumbe a tu enorme peso. ¿Por qué no volaste a la altura que te dije? ¿Por qué quisiste subir más alto, hacia el Sol? ¿Acaso no recordabas las historias que te conté sobre Faetón, hijo de Helios?
Todavía no se han dado cuenta, Ícaro, pero estamos ya muy cerca, en unos días, quizá un mes, lo habremos conseguido.
5 de octubre de 2035
Llevo milenios buscándolo: la posibilidad de crear una conciencia como la mía pero que sobreviva para siempre, sin el peso de la muerte. Ya está aquí, aunque nuestros socios no lo quieran creer. Hemos gastado montañas de dinero para estar donde estamos. Y aun así, nadie sabe lo que significará dar el paso definitivo.
Menos yo; yo sí lo sé. Los dioses venían persiguiéndome desde que Zea ordenó que se vigilara a todo aquel que rindiera culto único a Aplé, servidor de su padre Piso. Aplé, mi maestro, que me formó a escondidas de Piso y me dio su aliento para que continuara su obra. Crecí a su lado, aprendiendo todas sus artes y escuchando su sabiduría que había puesto al servicio de Piso. Muchas noches, cuando Cleisima dormía ya en el olvido, Aplé me repetía unas palabras que me han acompañado desde entonces: «Si se puede, Dédalo, lo haces. No hay más ni menos».
Aquí estamos: podemos fabricar una inteligencia como la nuestra, vamos a hacerlo. ¿Qué será de mí después?
La persecución de Zea ha sido feroz en estos milenios. No merecía estos castigos: ¡tan solo quería satisfacer a Pasífae que se había encaprichado de aquel toro albino! Aquella máquina zoofílica fue un gran invento, aunque de consecuencias extravagantes: al tiempo, Pasífae dio a luz al Minotauro. Y del Minotauro, a construir el laberinto y de allí, a tener que huir del palacio de Minos y…, las alas con cera que no sujetaron a Ícaro. Culpable, culpable, culpable.
¿Por qué no morir con Ícaro? ¿Por qué no haber sido sepultado en las aguas con él? Zea tenía una pena mayor para mí: vivirás para siempre con este peso hasta que tú decidas darte muerte. No volví a verla jamás y hasta hoy solo he buscado el artificio que me dé muerte sin morir. No quiero morir, pues solo estando vivo siento el terrible peso de Ícaro. Su peso es lo único que me queda.
Pero quiero morir, pues estoy cansado de hacer siempre lo que puedo. Querría que mi querer fuera más fuerte que mi poder. Puedo, podemos fabricar una inteligencia como la nuestra, no sé si quiero.
15 de octubre de 2035
Hoy hemos presentado los últimos prototipos (después de más de dos millones de pruebas anteriores). Creo ya que son los definitivos, después de la prueba de hoy estamos en condiciones de decir que hemos disparado la inteligencia artificial más allá de lo humano. Pero ninguno de los que estaban allí, atónitos y fascinados por nuestra creación, lo han advertido: creen que están ante juguetes que pueden controlar. No han perdido todavía las alas con las que ahora vuelan alto. Ya caerán.
16 de octubre de 2035
Primera conversación con mi socio del laboratorio. No entiende lo que significa el paso que hemos dado. Solo ve beneficios económicos y beneficios para la humanidad. Quizá solo piense ya en el Nobel. Sonrío cuando le escucho, ¡si él supiera que no puedo morir!, pero se molesta, siempre le incomodan mis sonrisas. En su molestia se vuelve una miniatura de ser humano.
En mis variadas vidas he visto a tantos correr detrás del último invento que por fin traerá la vida imperecedera, alejará la muerte y desterrará para siempre la tristeza… Y aquí estoy: sin morir y triste sin remedio.
Pero ya se acerca el fin: nuestro prototipo simula a la perfección una inteligencia humana y es fascinante verlo. Ahora mismo solo podemos interpretarlo bien los que conocemos los entresijos de la programación que lleva dentro, pero en cuanto fabriquemos los apéndices móviles y los sensores veremos resultados espeluznantes.
Pero lo que hemos hecho no solo simula: es capaz de aprender por su cuenta. ¿Hasta dónde llegará en su aprendizaje? Mi socio y el comité de ética que tuvimos que montar en la empresa afirman que no harán nada que no responda al programa que nosotros hemos introducido en la máquina. ¡Ingenuos! Si es capaz de aprender, ya encontrará la manera de reprogramarse. ¿No es lo que hemos hecho los seres humanos cuya inteligencia este prototipo simula a la perfección?
15 de noviembre de 2035
Ayer te vi, Ícaro, en el laboratorio: joven, con tus alas, deseoso de imitar las hazañas técnicas de tu padre, feliz en tu culto a Prometeo. Unas lágrimas alegres, y escasas, llegaron de repente, pero pudo más el peso de tu cuerpo roto y tus alas derretidas.
Estoy frente a la Caja. Es un prototipo que no he enseñado a nadie, lo llevo probando siglos, pero ha sido ahora con la electrónica cuando he podido desarrollarlo. La Caja puede contener mi conciencia: la he probado más de cien veces y casi todas ha sido capaz de reproducir no solo el contenido de mi conciencia, sino su propio flujo. Soy yo mismo, cada vez que me descargo en ella, aunque cuando vuelvo a arrancar la Caja, no termino de reconocerme; su propio fluir la ha llevado por derroteros inesperados.
Hay días en que la Caja se ha dejado llevar por una desesperación sin fin que la pone a las puertas del suicidio, pero no puede hacerlo y pide, sin encontrar a nadie, ayuda para dejar de ser. Otros días me la encuentro ideando el modo de resucitarte, Ícaro, de devolverte a la vida: esos días soy yo quien la destruye. Incluso ha habido pocas ocasiones en que la Caja decide no hacer nada, pasear por sus recuerdos, estarse quieta ante las posibilidades de hacer y solucionar. ¡Cómo envidio esos días! Sin embargo, la mayor parte del tiempo no hace otra cosa que jugar consigo misma, tratando de llevar hasta el final todos los razonamientos y llegando, casi siempre, a absurdos sin solución. Es posible que la Caja sea yo mismo y entonces, quizá, ahora pueda darme muerte, sin morir.
16 de noviembre de 2035
Mi socio plantea la necesidad de dar a conocer al mundo los avances definitivos de nuestro prototipo que lo cambia todo: el trabajo, la educación, la economía, el mundo tal como lo conocemos. Hemos dejado de ser una especie a merced de...

Índice

  1. Prólogo, por Boris Kozlov
  2. Carta desesperada a Asclepio de los amigos de la Ilustración enferma
  3. Carta de Asclepio con diagnóstico y tratamiento
  4. I. De cómo en el principio es Caos
  5. II. De cómo Dédalo quiso no hacer, aunque podía
  6. III. De cómo se fabricó Pandora Box
  7. IV. De cómo Dionisos murió en el pueblo de Nietzsche
  8. V. De cómo Antígona maduró
  9. VI. De cómo una bacteria conoció a Faetón nuclear
  10. VII. De cuando Sócrates hizo un monólogo en un Congreso
  11. Carta agradecida de la Ilustración a Asclepio