Shakespeare no estuvo aquí
  1. 143 páginas
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Índice
Citas

Información del libro

Las obras aquí contenidas responden a inquietudes creativas, no a homenajes, tienen sus propias búsquedas y teatralidades. Hablamos de teatro mexicano contemporáneo, hablamos del presente. No se trata de un Shakespeare tropicalizado, cada uno de estos proyectos tiene una forma distinta de apropiárselo y en todos hay canibalismo. Esta antología muestra un autor vivo con quien se discute, no una tumba con ofrendas. Y resulta que Shakespeare siempre estuvo aquí, nuestro contemporáneo, que no estando, es.

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Información

Año
2017
ISBN
9786078176298
Categoría
Literatura
Categoría
Arte dramático

Mendoza

Antonio Zúñiga y Juan Carrillo
Esta obra se estrenó en 2013. La adquisición de este libro no incluye los derechos para llevarla a escena. Para adquirir los derechos escribir a [email protected]
Personajes
MONTAÑO: Comandante supremo
MENDOZA: General de división
AGUIRRE: General
ESPARZA: Capitán
GARCÍA: Coronel
MECO: Soldado
MEDINA: Teniente
ROSARIO: Mujer de Mendoza
TERESA: Mujer de Esparza
CAMILO: Hijo de Esparza
TRINIDAD: Nana de Rosario
BRUJA
REBELDES

Acto I

Escena - México 1910

Escena I
La Bruja

Noche. La Bruja sentada con una gallina en un monte. A lo lejos se escucha el sonido de una batalla.
BRUJA: ¿Oyes, Canosa? ¡Shht! ¿Oyes? Ya mero andaremos por en debajo de los truenos, volando en los relámpagos. ¿Sientes? Son los gritos del páramo, los gritos de las almas muertas en vida. ¿Qué ves? ¿Eh? El aíre huele a podrido y la lluvia a sangre deslavada, gallinita y no hay rastros de mesura, sólo pena, sólo dolor. Muerte y destrucción. ¿Oyes ladrar los perros? Huelen el miedo y la raza se encabrona. Los augurios nacen desde endenantes, están ahí, tú nomás ves y yo nomás les pongo voz. Ahora anda un reborujo de espíritus alborotados, como abejas ardientes, que se confunden con los hombres. ¿Dónde están los muertos y dónde los vivos? Bailaremos lo mismo con unos que con otros, mientras les damos su cristiana sepultura. Que la virgen morena y todos sus santos bajen con aliados, porque no se van a dar abasto. ¿Oyes? Yo y tú nos bañaremos de lluvia, Canosa, nos limpiaremos con el hedor del aire ponzoñoso. Pero espérate, eso será cuando acaben los estruendos, ya que se asilencie la metralla, ya que nos aturda el silencio y surjan las propias voces, ahora que la batalla se haya ganado y se haya perdido. Antes de que el gallo cante, por ahí, por la vereda, por ahí mismo nos toparemos con Mendoza. Antes las cosas tenían su lugar y ahora todo se confunde. ¿Oíste? Lo hermoso es feo, Canosa y lo feo, ¡ah! cómo es hermoso. ¡Revoloteemos por de entre la niebla y los aires de la noche!

Escena II
El Meco

Campamento de rebeldes en la sierra. Montaño, Esparza y su tropa. A lo lejos se acerca el Meco.
MONTAÑO: ¿Y ese quién es? ¿Qué nuevas trae?
GARCÍA: Es el Meco, señor. Soldado muy reata, un adelantado que a poco se unió a la causa. (Entra el Meco.) ¿Qué pasó, vale?
MECO: Traigo el gaznate seco. Me tragaría un arroyo completo.
GARCÍA: ¿Cómo van las cosas? ¿Cómo fue la batalla?
MECO: Pues cuento lo que pasó a según mi punto de vista. Primero estaba dudosa, los dos bandos peleaban de tal manera que ni a cuál irle mi coronel. Como dos gallos de pelea que ya cansados nada más se dan vueltas el uno al otro.
MONTAÑO: Dinos qué pasó.
MECO: Un puntito antes de morir la tarde, llegó Herrera “el carnicero”, con su tropa de federales, como fiera nos emboscó en la plaza. Resistimos como perros con los pelos erizados, que no hay hombres en esta revolución que nos puedan prestar suerte y valor para aguantar la refriega. He de reconocer sin temor a parecer menos macho, que ese fulano estuvo a punto de mandarnos al otro mundo, con la crisma agujereada, el condenado…
MONTAÑO: ¿Y Aguirre y Mendoza temblaron?
MECO: ¿Ha visto usted mi general, temblar a un coyote asustado por las gallinas?
MONTAÑO: Tanto como he visto que la noche y el día se juntan.
MECO: Pues así mismo con ellos. ¡Por ésta! Que parecían dos perros rabiosos; regando balazos seguros contra los federales, apenas tiraban un tiro y caía un mendigo guacho al suelo. Aguirre es un cabrón con cojones, cómo de que no, pero Mendoza, ese sí que tiene huevos duros. Hombre muy bragado, arriesgando su vida, con todo y cuaco y guiando una bola de los nuestros, trepó por las azoteas hasta llegar hasta la retaguardia de los canijos guachos. La sorpresa fue su aliada y los hizo retroceder hasta quedar lejos de la munición, ya divididos pues pudimos atacar y Mendoza no encontró paz ni sosiego, hasta dejarle un kilo de plomo en la panza al cabrón de Herrera. ¡Un acto chingón propio de un hombre!
MONTAÑO: Mendoza y Aguirre son dos hombres de verdad.
MECO: Parecía que los dos querían bañarse con la sangre de los guachos. Nada los detiene. Hicieron saltar más miembros cercenados que vísceras en el matadero.
MONTAÑO: Me quitas un peso de encima. ¿Pero y cómo chingados los encontraron?
MECO: Rajaron señor.
GARCÍA: ¿Quién? ¿Un espía?
MECO: No, y usted perdone mi patrón y mal haya que sea yo quien tenga que decirlo, pero resulta que el soplón fue uno de los nuestros.
MONTAÑO: ¡Me lleva la chingada! ¿Quién?
MECO: Pues…
GARCÍA: ¡Habla pinche Meco! ¿Quién?
MECO: El general de división Eufemio Cabral.
MONTAÑO: ¿Cabral? ¿Un rajado? No se me acomoda creerlo.
MECO: Sí, señor, venía de retaguardia de los federales, el capitán Esparza ya lo apresó y lo traen de camino para pasarlo por las armas, si es que usted no manda otra cosa.
MONTAÑO: Ese era un general de toda mi confianza, pero nunca le adiviné la traición en la cara. A ese me lo traen, lo quiero vivo. Lo fusilo yo mismo, ya no volverá entrometerse en nuestra causa.
GARCÍA: Sí, mi General.
MONTAÑO: ¿Necesitas algo?
MECO: No sé si usted lo vea, y Diosito sabe que no me estoy quejando, pero resulta que traigo una herida entre las costillas.
MONTAÑO: ¡Milagros te tienen con vida! ¡Que lo atiendan, chingado!

Escena III
Las profecías

Una vereda. Mendoza y Aguirre caminan.
MENDOZA: ¡Ah, qué pinche día tan feo… pero tan hermoso al mismo tiempo! ¿No, compadre?
AGUIRRE: Sí pues.
Aparece la Bruja.
BRUJA: …enlazo las manos, mensajera de la tierra…
AGUIRRE: ¿Y ahora?
BRUJA: ¡Giremos! ¡Girando! Giremos…
AGUIRRE: ¿Y esta quién es?
BRUJA: Tres vueltas para ti, tres vueltas para mi…
MENDOZA: Sabrá Dios.
BRUJA: Y otras tres para que sean las nueve… ¡Silencio! Se Acabó.
Pausa. Mendoza y Aguirre se alejan.
BRUJA: ¡Viva Mendoza! ¡Viva mi Coronel! ¡Viva Mendoza! ¡Viva mi general de división!
AGUIRRE: Habla pues… Si tienes algo qué decir, mejor que sea muy verdadero porque sino te vas a volver jalea y te vas a tragar todas tus palabras, vieja bruja.
BRUJA: No me tires amenazas que es como escupir al cielo.
MENDOZA: No me endulzan la vida tus palabras necias que tengo oídos sordos. Deja de halagarme, rastrera. ¿A qué te metes en el camino? ¿Quieres ver el diablo?
AGUIRRE: ¡Apártate, sucia, mojina!
BRUJA: Conozco el futuro. Ahora mismo en dos segundos el cielo se rompe.
AGUIRRE: ¿Por qué te arrastras y babeas? ¿Qué traes en ciernes, mala mujer? Yo te voy a detener con la cruz de mi señor que cargo aquí. Si no hablas te vas a regresar al fondo de la tierra pécora, maldita Bruja enclenque… ¿Quién eres? ¡habla ya!
BRUJA: Tan solo un mal aire, un relámpago, soy la mujer que espera, soy la mujer que mira hacia dentro, soy la mujer que busca debajo del agua, soy la mujer luna, soy la mujer constelación, soy la mujer arrancada, soy la mujer que hace soñar, soy la mujer piedra de sol, soy la mujer que hace girar, soy la mujer impura. Soy una mujer que cría salamandras y helechos en el sobaco. Soy una mujer que cría musgo en el pecho y en el vientre. Soy una mujer a la que nadie besó jamás con entusiasmo. Soy una mujer que esconde pistolas y rifles en las arrugas de la nuca. Soy la mujer espíritu porque puedo entrar y puedo salir en el reino de la muerte.
MENDOZA: ¡Ya, muchas pinches credenciales!
BRUJA: Soy lo que usted ponga por nombre.
AGUIRRE: ¡Y yo soy tu padre, hija de la chingada! ¡Fuera de aquí!
MENDOZA: No, espera. ¿Qué tienes que decirme?
BRUJA: Todo en esta vida nace del deseo. Todo se produce en el tierno centro del alma acorazada. Nada es ajeno al mundo de los espíritus y tú tienes un destino marcado. Llegarás muy alto. A la cumbre en estas armas. Vas a ser General de División y a lueguito Comandante Supremo…
AGUIRRE: ¿Eres un fantasma, o qué chingados? Festejas a mi compadre con el rango que ahora tiene y luego lo festejas con un futuro muy crecido, y a luego, una esperanza en el gobierno que lo sacude todito. ¿Y para mí qué? ¿No hay? Digo, si ya que parece que puedes calar en asuntos que sólo son cosa del tiempo y adivinas qué semilla cuaja y qué semilla no, pues mírame también a mí, nos seas mala entraña y cabrona conmigo.
BRUJA: Tienes un chamaco, Aguirre, que será gobernador, que será padre de gobernadores; pero tú no gobernarás. ¡Viva Aguirre! ¡Menos grande que Mendoza, pero mucho más grande! ¡No tan afortunado pero sí más feliz! ¡Vivan pues, Mendoza y Aguirre!
MENDOZA: ¡Parada ahí! No te muevas un clavo, bruja chocarrera. Soy Coronel. ¿Pero cómo que general de división? La división tiene su general; y eso de gobernar, está tan lejos de mi pensamiento como ser general de división. ¿De donde sacas tamañotas pendejadas? ¿Por qué sobre este monte, revuelto por los ventarrone...

Índice

  1. Portada
  2. Shakespeare no estuvo aquí
  3. Prólogo
  4. Mendoza
  5. Hamlet
  6. Una merienda de negros
  7. La muerte de Julio César
  8. Ricardo III - ¡Guiño!