Simón Bolívar en el tiempo de crecer
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Simón Bolívar en el tiempo de crecer

Los primeros veinticinco años (1783-1808)

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Simón Bolívar en el tiempo de crecer

Los primeros veinticinco años (1783-1808)

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Alejándose de las grandes hazañas del prócer inmortal, Roberto Lovera De-Sola nos acerca al Bolívar niño, adolescente y adulto joven, época vital que modeló al futuro héroe como designio de sus propias circunstancias. A través de una profusa y bien seleccionada documentación, en la que destaca un importante contenido epistolar, el autor nos brinda el retrato de un Libertador poco trajinado por la historiografía habitual: desde el niño huérfano, sin figuras paternas bien definidas, pasando por el adolescente rebelde y el temprano dolor de su viudez, hasta el rapto decisivo y definitorio de su juramento en el Monte Sacro. Entretienen al lector, además, las abundantes incidencias de los principales actores que rodearon al Padre de la Patria en sus primeros 25 años de fragua, indispensables todos para entender sus pulsiones.Simón Bolívar en el tiempo de crecer transita la senda del venezolano más universal durante su período de conocimiento, descubrimiento, ensayo, contacto con la gente y con las cosas, con los pueblos y culturas de otros países y con las grandes corrientes de pensamiento de su época. Son los años intensos, cargados de trascendencias íntimas, en los que se forjó el ideólogo, político y guerrero que luego habría de fulgurar en la historia.

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Información

Año
2016
ISBN
9788416687626
Categoría
History

El viaje a España

La salida de La Guaira

El 19 de enero de 1799 Simón Bolívar, adolescente de quince años, se embarcó en La Guaira con destino a España, en el navío San Ildefonso. Lo acompañaba el guaireño Esteban Escobar, quien como él iba a seguir estudios en la península. Allá también fue compañero de estudios del caraqueño Luis Antonio Eraso, al cual pocos mencionan. ¿Viajó en el San Ildefonso?[237].
¿Fue esta la primera vez que Bolívar viajó a La Guaira? ¿Fue la primera vez que vio el mar? ¿Fue la primera vez que observó el Caribe desde sus costas de Venezuela? No lo sabemos. Lo único que conocemos es que ese día fue el primero en el cual cruzó el mar Caribe, con destino a México. Pasó, semanas más tarde, desde Veracruz, puerto mexicano, hasta La Habana y de allí a España, en donde llegó al puerto de Santoña, en la región cantábrica. Desde allí se dirigió a Madrid. Pasó en la península, además de un breve viaje a París, los siguientes tres años.

Veracruz

En el Caribe mexicano

Cuando el barco que trasladó a Simón Bolívar a España salió de La Guaira el 19 de enero 1799 la embarcación pensaba dirigirse directamente a La Habana. No pudo hacerlo por estar bloqueado, por la marina inglesa, el puerto de aquella ciudad en la isla de Cuba. Por ello tomaron la ruta marítima del puerto mexicano de Veracruz, en la Nueva España de la época. Allí llegó el 2 de febrero de 1799, a esa ciudad mexicana en la costa sobre el Caribe.

En Ciudad de México

Como el barco debió detenerse largos días pudo subir Bolívar hasta la Ciudad de México, en la cual pasó ocho días como él mismo dice y no un mes como han supuesto otros, en la casa del oidor Aguirre. El 20 de marzo salió de Veracruz, rumbo a España, vía La Habana, donde había terminado el bloqueo; aquello fue solo una escala, breve. Desde allí se dirigió la flota, formada por varios barcos para evitar así los ataques de la piratería, hasta la bahía de Santoña, en la región cantábrica hispana. Desde Santoña se dirigió Bolívar, vía Bilbao, hasta Madrid, en donde lo esperaba su tío don Esteban Palacios (1763-1830), quien tenía ya varios años residiendo en la corte. Don Pedro Palacios Blanco (1769-1811), el otro tío, a quien dirigió su primera misiva, se les uniría al poco tiempo en la misma ciudad.
La otra prueba de su paso por Veracruz es la carta, la primera suya que se ha conservado, escrita por Bolívar desde el Puerto de Veracruz, el 20 de marzo de 1799, al mismo tío Pedro, quien se encontraba en Caracas. Esta misiva, muy simple por lo demás, ha dado mucho que hablar a quienes pudieron leerla en su original porque según ellos está llena de errores de ortografía, lo cual es relativamente cierto. En verdad sabemos hoy en día que para esa fecha no se habían establecido, por parte de la Real Academia Española de la Lengua, las normas ortográficas. Estas se oficializaron en 1844, catorce años después de la muerte de Bolívar. Esta carta fue localizada por el doctor Vicente Lecuna (1870-1954). Y además, añaden los editores contemporáneos de su versión impresa, Pedro Grases (1909-2004) y Manuel Pérez Vila (1922-1991), que si bien es verdad que tiene errores también es verdad que en la fotografía del original, que pudieron examinar, se observan varias correcciones hechas por el propio Bolívar. Hay, sin embargo, en esta carta, una interesante observación psicológica de sí mismo que hace el adolescente que la escribió, algo que conformara siempre su carácter, «me ocurren todas las especies de un golpe» (Escritos, t. II, vol. I, p. 93).
En aquel momento Bolívar, si bien tenía 15 años, era ya oficial del Ejército Real, tenía el grado de subteniente.

La primera carta

Sin embargo, lo que más nos interesa ahora son los datos que sobre su viaje a Veracruz y Ciudad de México registra Bolívar en esta esquela. Según esto, sí es cierto que estuvo en Ciudad de México y llegó a la casa del oidor Aguirre por recomendación del obispo de Caracas, que era tío del oidor. El obispo de Caracas era entonces, casi finalizaba su obispado (1792-1798), fray Antonio de la Virgen María y Viana (1745-1800), pues solo cinco días antes del viaje de Bolívar, el 14 de enero de 1799, fue recibida en Caracas la noticia de haber sido nombrado nuevo obispo de la diócesis monseñor Francisco Ibarra (1726-1806), quien no tomó posesión de su sede hasta el 2 de marzo de 1800. En casa de Aguirre estuvo ocho días hospedado Bolívar, dice. También añade que estas fueron las jornadas que estuvo en Ciudad de México. Añade que el señor Pedro Miguel Echeverría costeó el viaje. Por haberlo hecho, dice Bolívar al tío Pedro, le debían a este caballero 400 pesos. Le pedía a don Pedro que buscara la forma de pagárselos. Escribe también que el mismo día que redactó la carta, el 20 de marzo, llegó de Ciudad de México a las once de la mañana. Anuncia que saldrán hacia España, vía La Habana, ese mismo día. Allí también le comunica Bolívar que había cesado el bloqueo de aquel puerto.
Y en cuanto a los errores de ortografía que tanto le han criticado, olvidándose que era apenas un muchacho de quince años en plena etapa de formación, se lee: «Ud. no extrañe la mala letra pues yo lo hago medianamente pues estoy fatigado del movimiento del coche en que acabo de llegar, y por ser muy a la ligera la he puesto muy mala y me ocurren todas las especies de un golpe» (Escritos, t. II, vol. I, pp. 93-94)[238].
También dice en la carta que había encontrado, en el puerto de Veracruz, un barco que se dirigía a Maracaibo, en el cual envió su misiva. A él le llamó la atención. En verdad era un hecho corriente en la época pues era constante el comercio que se realizaba entonces entre Maracaibo y Veracruz.

Texto de la primera carta

«Veracruz, 20 de marzo de 1799
»Estimado tío mío:
»Mi llegada a este puerto ha sido felizmente, gracias a Dios: pero nos hemos detenido aquí con el motivo de haber estado bloqueada La Habana, y ser preciso el pasar por allí; de cinco navíos y once fragatas inglesas. Después de haber gastado catorce días en la navegación, entramos en dicho puerto el día dos de febrero con toda felicidad. Hoy me han sucedido tres cosas que me han complacido mucho: la primera es el haber sabido que salía un barco para Maracaibo y que por este conducto podía escribir a usted mi situación, y participarle mi viaje que hice a México en la inteligencia que usted con el obispo lo habían tratado, pues me hallé aquí una carta para su sobrino el oidor de allí recomendándome a él, siempre que hubiese alguna detención, la cual lo acredita esa que le entregará usted al obispo que le manda su sobrino el oidor, que fue en donde viví los ocho días que estuve en dicha ciudad. Don Pedro Miguel de Echeverría costeó el viaje, que fueron cuatrocientos pesos poco más o menos, de lo cual determinará usted si se los paga aquí o allá a Don Juan Esteban de Hechezuría que es compañero de este Sr. a quien vine recomendado por Hechezuría, y siendo el conducto el obispo. Hoy a las once de la mañana llegué de México y nos vamos a la tarde para España y pienso que tocaremos en La Habana porque ya se quitó el bloqueo que estaba en ese puerto, y por esta razón ha sido el tiempo muy corto para hacerme más largo. Usted no extrañe la mala letra pues ya lo hago medianamente pues estoy fatigado del movimiento del coche en que acabo de llegar, y por ser muy a la ligera la he puesto muy mala y me ocurren todas las especies de un golpe. Expresiones a mis hermanos y en particular a Juan Vicente que ya lo estoy esperando, a mi amigo don Manuel de Matos y en fin a todos a quienes yo estimo.
»Su más atento servidor y su hijo,
»Simón Bolívar»
«Yo me desembarqué en la casa de don José Donato de Austrea, el marido de la Basterra, quien me mandó recado en cuanto llegué aquí me fuese a su casa y con mucha instancia y me daba por razón que no había fonda en este puerto[239]

Lo vivido en Ciudad de México

Durante su viaje a España en 1799, para proseguir sus estudios y preparación y vivir en la corte madrileña, a la edad de quince años cumplidos, Simón Bolívar estuvo en México. Llegó al puerto de Veracruz. Como el barco tardó varias semanas en volver a zarpar pudo subir hasta Ciudad de México y vivir allí, en la casa del oidor Aguirre, un mes. Esa residencia aún existe, en las actuales calles Uruguay y Bolívar. Era, desde luego, una lujosa residencia, cuyo patio principal se conserva aún tal como lo conoció Bolívar. De este recorrido del adolescente Simón Bolívar han quedado varias anécdotas, como su supuesto romance con María Ignacia Rodríguez de Velasco (1778-1851), a quien por su rubio cabello todos apodaban «La Güera» Rodríguez, y noticias de su opinión sobre la conspiración de Picornell, Gual y España (1797), informaciones que no han podido ser probadas ni por la documentación ni a través de las memorias de testigos ciertos de su paso por la antigua ciudad de los aztecas. En verdad solo un brujo podía adivinar su futuro. Y este no se haría cierto en la política por lo menos hasta su viaje a Europa en 1804-1806, cuando ya tenía veintitrés años. En ese momento escribió una carta, estando en París, de la cual puede deducirse que deseaba estar en su país para ver las repercusiones que había tenido la invasión del general Francisco de Miranda por el occidente del país, por Ocumare y Coro. Sin duda para 1806 había madurado su conciencia política. Tal había sido el provecho que sacó de su segundo viaje a París, de su paso por Italia y de su reencuentro, decisivo sin duda, con su querido maestro don Simón Rodríguez y de su trato con Aimé Bonpland (1773-1858), a quien consideró también otro de sus maestros en una carta de muchos años después. Sin embargo, en 1808 concluyó sin duda el «tiempo de crecer», la etapa de su formación, así lo llama el maestro Úslar Pietri. Sin embargo, de este paso por Ciudad de México si bien nada sabemos de su supuesta opinión sobre la rebelión de Picornell, Gual y España, como consideramos debe ser llamada aquella conspiración, sí es verdad que Bolívar dijo a un testigo imposible de cuestionar ni dudar de su testimonio, su querido edecán Daniel Florencio O’Leary (1801-1854), una de las personas que mejor lo conocieron, una información sobre su defensa de la Independencia de América en palique con el virrey mexicano. Es escaso lo que nos dice O’Leary en sus memorias: «El 2 de febrero llegó el San Ildefonso a Veracruz, donde se detuvo. No solo para recibir los caudales que debía llevar a España, sino a causa de estar entonces bloqueada La Habana por una escuadra inglesa. Bolívar aprovechó esta demora para visitar la ciudad de México. Quedó encantado de aquella espléndida capital y más aún con el recibimiento que le hizo el virrey Asanza y la hospitalidad del oidor Aguirre, en cuya casa pasó los ocho días que estuvo en México, merced a una carta de recomendación que para él llevaba de Caracas de un tío de aquel… El general Alava, que a la sazón estaba en México y conoció a Bolívar en el palacio del virrey, me ha referido que un día, rondando la conversación sobre la Revolución francesa, el joven venezolano se expresó con tanta audacia que asombró a los oyentes y habría causado gran disgusto al virrey si otro de más años o de las extensas relaciones en el país hubiese emitido semejantes opiniones».
O’Leary trató al Libertador de cerca, durante muchos años, desde su llegada a Venezuela en 1818, por Angostura, hasta el deceso del héroe, en cuyo tránsito final no pudo estar el fiel edecán por llegar tarde a San Pedro Alejandrino. Estuvo en cambio en su entierro y derramó muchas lágrimas al ver bajar el féretro al sepulcro, como él mismo lo cuenta. Así que su versión viene de muy buena fuente y fue quizá él el primero en publicar la carta escrita por el adolescente Bolívar, Simoncito como le decían sus tíos, en Veracruz dirigida a su tío Pedro Palacios, quien estaba en Caracas.
Estos datos que trae O’Leary también los ratifica en buena parte don Felipe Larrazábal (1816-1873) en su Vida de Bolívar añadiendo otras noticias. Larrazábal no fue testigo de la guerra, pues nació en medio de ella y era un adolescente cuando Bolívar vino a Caracas en 1827, pero como se impuso escribir su Vida de Bolívar, que fue uno de nuestros libros más famosos durante el siglo XIX, como lo reconoció Mariano Picón Salas (1901-1965), eso llevó a don Felipe a interrogar a los próceres vivos y a pedirles permiso para copiar las cartas que habían recibido de Bolívar. Así pudo escribir su Vida de Bolívar, que fue la primera biografía de gran aliento que se dedicó al Libertador, fue un libro escrito en alta y bella prosa y es una de las grandes obras de nuestra historiografía romántica. Don Felipe Larrazábal fue una persona connotada de nuestro siglo XIX. No fue solamente político del Partido Liberal e intelectual de fuste de quien la posteridad ha hecho suya su Vida de Bolívar, la cual logró imprimir en Nueva York en 1865. Fue también un destacado músico y el compositor más importante de Venezuela durante el siglo XIX, sobre todo por su Trío para piano, violín y violonchelo, la obra musical mayor de esa centuria entre nosotros, la cual todavía tocan, con gran veneración, nuestros grupos de música de cámara.
Sobre el paso de Bolívar por Ciudad de México dice don Felipe: «Las estadías que el buque debía hacer en aquella playa malsana las aprovechó el joven Simón para pasar a Méjico y visitar despacio la capital del imperio de Montezuma. Puesto en camino, conoció las ciudades de Jalapa y Puebla: célebre esta por sus mármoles y una de las más considerables de las colonias españolas después de Méjico, Guanajuato y La Habana. En Méjico vivió en la casa de la marquesa de Uluapa, quien conservaba hasta ahora años el retrato de Bolívar y hablaba con aso...

Índice

  1. Una puerta se abre
  2. El tiempo en que vivió
  3. Los Bolívar, una familia muy antigua
  4. El hogar de Simón Bolívar
  5. Las casas de Bolívar en Caracas
  6. La educación de Bolívar
  7. El viaje a España
  8. El siglo XVIII: la centuria de la madurez venezolana
  9. Notas
  10. Créditos