Lehendakari
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Lehendakari

  1. 380 páginas
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Información del libro

Constituye un ejercicio muy estimulante y saludable el de hacer un esfuerzo por conocer de primera mano las cosas que nos pasan. Observar desde tan cerca como sea posible el motivo por el que sucedieron, las decisiones que se tomaron y sus consecuencias, y cómo, poco a poco, casi sin darnos cuenta, se va edificando la historia de nuestros pueblos.Ese ejercicio de observación, además, añade un inmejorable complemento en la búsqueda de una perspectiva histórica que nos permita sopesar los hechos, lejos ya del fragor del día a día, con seriedad y sosiego. Y la presente obra combina, precisamente, ambos ejercicios para ofrecernos un repaso hondo y sereno a lo sucedido en Euskadi en los últimos treinta años de vida democrática. Para ello, Zunzarren ha entrevistado en profundidad a los cuatro lehendakaris que han vivido en primera línea la andadura de su país. Así, Carlos Garaikoetxea, José Antonio Ardanza, Juan José Ibarretxe y Patxi López reflexionan sobre la época de sus respectivos mandatos y nos brindan, en su voz privilegiada, una inédita crónica social y política de primera magnitud.Prologa el libro Antonio Franco Estadella (Barcelona, 1947), periodista y analista político que ha desempeñado los cargos de director de El Periódico de Catalunya en su fundación y director adjunto de El País. Ha recibido, entre otros, los premios de periodismo Ortega y Gasset, Luca de Tena, Godó, Antonio Asensio y Ciudad de Barcelona, así como la Creu de Sant Jordi, la más relevante de las condecoraciones civiles catalanas en la etapa democrática.

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Información

Editorial
Alberdania
Año
2011
ISBN
9788498683103
Lehendakari

LEHENDAKARI



© 2011, Mario Zunzarren Angós
© De la presente edición: 2011, ALBERDANIA,SL
Plaza Istillaga, 2, bajo C. 20304 IRUN
Tf.: 943 63 28 14 Fax: 943 63 80 55
Portada: Antton Olariaga a partir de fotografías tratadas por Unai Pascual
Tratamiento de fotografías interiores: Unai Pascual
Digitalizado por Libenet, S.L.
www.libenet.net


ISBN edición impresa: 978-84-9868-277-9
ISBN edición digital: 978-84-9868-310-3
Depósito legal: SS. 477/11
LEHENDAKARI
Euskadi, desde Ajuria Enea
Mario Zunzarren Angós
A L B E R D A N I A
astiro
Hasta el día de hoy, en la historia de Euskadi todos los lehendakaris han sido hombres. Quizás el siglo XXI sea el del cambio de papeles. No obstante, el pueblo vasco, liso y llano, tendrá la responsabilidad de decidir y además… lo que decida, siempre estará bien.
Quiero dedicar este libro a dos mujeres:
A Blanca Angós Garde porque sin ella, les juro que hubiera sido imposible.
A Maite Enciso Sánchez porque sin ella, les juro que hubiera sido imposible.
Mi gratitud perenne a las dos y mis abrazos.
ANTONIO FRANCO
Tengo la impresión de que casi todos los que tuvimos la oportunidad de leer Treinta años no es nada, la interesante aproximación hecha por Mario Zunzarren al conjunto de hechos tan notorios como la transición, el asentamiento democrático y también las pulsiones humanas, sociales, políticas y económicas de Navarra entre los años 1979 y 2009, estábamos esperando, a título de una especie de segunda parte, el libro que empezamos a abrir en este momento.
Tenemos delante una obra que tenía que llegar por varios motivos. El primero, el esencial, por una razón de lógica de fondo. No es preciso conocer mucho a Mario Zunzarren para intuir que después de materializar aquel trabajo debió de sentir una especie de exigencia intelectual de redondear la tarea con este. Como lo que le impulsó a elaborar el otro libro era proporcionar la posibilidad de que todos pudiésemos conocer mejor su Navarra, con todos los matices, inmediatamente después de extender acta de los análisis y opiniones de sus seis presidentes forales le debió de resultar imprescindible completar la entrega efectuando una aproximación del mismo cariz a las claves del Euskadi actual. De entrada, porque todos sabemos que es imposible entender con profundidad la realidad navarra sin conocerlas, y eso independientemente de lo que pueda pensar cada uno sobre el alcance y consecuencias de sus raíces comunes. En particular, porque en lo que son ahora estas dos comunidades autónomas diferenciadas, los últimos treinta años se han caracterizado tanto por las pulsiones de atracción y distanciamiento que han vivido como por la evolución de muchas posturas políticas. Eso ha afectado tanto a los líderes como a la gente de la calle. Ha estado y está a flor de piel el debate sobre lo que significan hoy en día las esencias identitarias que tienen en común y lo que suponen en la doble ecuación pasado/presente y presente/futuro. Para que la comprensión de estos factores fuese óptima, Zunzarren debió de deducir enseguida que esta nueva entrega tenía que ser similar en desenvoltura y frescura, en intención y tono, a lo expuesto sobre el reino de Navarra, incluyendo la misma heterogeneidad temática, y a partir del mismo registro de trabajo: recogiendo la voz de los máximos representantes democráticos.
Había un segundo motivo evidente para esperar este libro: el acierto que tuvo Treinta años no es nada desde el punto de vista del género profesional elegido para hacerlo, esa técnica que entonces denominé “transcripción tranquila de conversaciones largas y libres”. En aquel momento ya subrayé que este mecanismo de trabajo había caído en desuso después de la transición democrática por los desaciertos –y por los abusos– que cometieron muchos de quienes lo emplearon, pues en demasiadas ocasiones planteaban las entrevistas más para resaltar su propia agudeza como preguntadores que para retratar a fondo a los preguntados. Pero cuando esa técnica se ejerce con seriedad continúa siendo comunicativamente válida, y estamos aquí ante un ejemplo concreto de ello. Zunzarren insiste en dejar que los protagonistas se expliquen a su manera. Que describan, opinen y evoquen sin ningún tipo de presiones a medida que recuerden y razonen, y que cada uno de ellos pueda mantenerse fiel al estilo dialéctico configurado por su propia personalidad. Esto proporciona el placer de poder acceder a argumentaciones completas a pesar de que vivamos en un tiempo caracterizado precisamente por lo contrario. Por poner un ejemplo: en las actuales entrevistas televisadas frecuentemente lo primero que se pide a los protagonistas es brevedad. Por el simple hecho prosaico de que en ese medio el minutaje sale muy caro, cuando empieza la conversación parece que pronto tendrá que acabar, y siempre nos quedamos con la duda de si las explicaciones insuficientes sobre las cuestiones importantes son debidas al ritmo de partida de ping-pong que suelen tener esos programas, a la imposibilidad objetiva de darlas en las cuatro frases con titulares que buscan los entrevistadores, o si, por el contrario, la frecuente superficialidad es fruto de la conveniencia y el deseo de unos protagonistas ansiosos por despacharlas sin llegar a entrar en los detalles frecuentemente imprescindibles.
Como alternativa a esta moda de la prisa y la brevedad, el planteamiento tranquilo y exigente de Zunzarren tiene la ventaja de mejorar la transparencia. Los presidentes entrevistados tienen la posibilidad de decir todo lo que quieren, no solo porque el autor garantiza lógicamente la inexistencia de la menor censura, sino porque tampoco ejerce ninguna presión para limitar la duración del turno de palabra. De este modo, los lectores sabemos que lo que los protagonistas no dicen es porque no desean expresarlo. En esa misma línea, lo que simplemente insinúan es porque prefieren no afirmarlo con claridad, y, en cambio, lo que subrayan responde a su intencionalidad de hacerlo. Todo ello nos proporciona la posibilidad de efectuar una lectura paralela a la tradicional: la medición de la voluntad subliminal de responder –en su caso, por sus responsabilidades públicas, responder es rendir democráticamente cuentas– sobre determinadas materias delicadas o conflictivas. En algunos casos de este libro, esa lectura de los silencios o de las generalizaciones imprecisas es tan interesante como la de muchas de las cosas trascendentes que se explican con pelos y señales.
El tercer motivo del valor del libro es el temático, y respecto a ello únicamente diré que Euskadi es una cuestión apasionante, y punto. Sus entretelas forman parte de ese núcleo caliente del mundo actual que no deja indiferente a nadie que se sienta comprometido con este tiempo histórico, tanto si se es vasco como si no. Los medios de comunicación, otros libros y alguna película han proporcionado mucho material sobre Euskadi para nuestro conocimiento, pero acceder al testimonio directo de sus presidentes, de todos ellos, hablando ampliamente de todas las cuestiones, constituye una auténtica guinda de pastel. Los cuatro presidentes tienen mensaje; son hombres complejos, muy diferentes entre sí, aunque con el denominador común de que les ha tocado hacer política a caballo de un entrecruzamiento diabólico casi cotidiano de ilusión y de sangre, han tenido que encarar tantas obligaciones como zancadillas, y saben de la existencia de algunos amigos entre sus adversarios y de bastantes enemigos en las líneas propias. Presidir Euskadi tiene pocos puntos de coincidencia con presidir otras naciones.
Quienes aspiramos a comprender la complejidad de Euskadi necesitamos conocer los acontecimientos y las ideas que se han producido allí en estos últimos treinta años. Para ello precisamos disponer tanto de una buena información sobre las situaciones creadas como saber en la medida de lo posible lo que intentaban (e intentan) hacer y lo que pensaban (y piensan) en las encrucijadas decisivas esos presidentes. Porque son las piezas fundamentales del puzle, aunque sería excesivo decir que esos cuatro protagonistas dominaban (o dominan) debidamente las riendas de la situación vasca. No podemos dejar de considerar que desde Madrid los centralistas y los uniformadores, que siempre han gravitado con más peso que quienes suscriben la plurinacionalidad de España, han condicionado la descentralización política efectiva, han distorsionado el significado del derecho a decidir, y han mantenido bajo un jaque casi continuo a los lehendakaris. En paralelo, desde Euskadi, con sus atentados y extorsiones ETA ha desnaturalizado hasta el infinito el debate político civil interno de los vascos, condicionando abusivamente a los mandatarios elegidos democráticamente. Por la existencia de esa pinza entre los reaccionarios y ETA los presidentes vascos siempre han vivido rodeados de tantos prejuicios; por esa pinza han estado asimismo tan prisioneros de las intenciones que les atribuían, fuesen ciertas o no; y por eso, en fin, ha sido tan difícil llegar a tener la posibilidad de escucharles sin que el ruido artificial devaluase el acento de sus palabras.
Y en eso llega Zunzarren para ayudarnos. Nos los pone delante, juntos, no para abrir comparaciones sino para que quede patente que forman un todo plural, y les da la palabra. Hablo de que lo hace para ayudarnos, pues como autor les plantea en nombre nuestro, de los lectores, de la opinión pública, los temas sobre los que deseamos saber, y les proporciona la oportunidad de responder frontalmente y sin riesgo a ser manipulados. Crea con ellos, desde su personalidad afable, un clima favorable al esfuerzo de abrirse, de explicar y de relacionar entre sí el conjunto de las cosas. El trabajo más sutil de quien ha hecho este libro ha sido estimular a los cuatro presidentes vascos a desplegar la capacidad de pedagogía que poseen. Son personalidades de primer nivel en condiciones de divulgar las claves de lo que ha sucedido en su país porque han vivido directamente las grandes y pequeñas situaciones que los demás conocemos de una manera mucho más difuminada. Hay que tener en cuenta que la opinión pública conoce esos hechos a través de la intermediación de los medios de comunicación (en su mayoría excesivamente apasionados y subjetivos respecto a la llamada “cuestión vasca”), y a través de los testimonios de sus colaboradores y adversarios (que son poco válidos desde el punto de vista de la objetividad). Afortunadamente, han empezado a llegarnos también algunas versiones maduras de analistas serios así como narraciones de algunos historiadores solventes, porque sobre algunas de las cosas ocurridas en Euskadi empieza a existir cierta perspectiva que ya confiere idoneidad a su trabajo. Pero la contribución de los testimonios que nos aporta ahora Zunzarren tiene el valor específico de la autenticidad de la confrontación de pareceres que encierra.
Entrando en los contenidos concretos del libro, a los que aludiré de forma superficial porque lo serio es que en una obra declarativa así cada una de las explicaciones se lea en su justo contexto exacto, de Carlos Garaikoetxea resaltaré la rotundidad de su percepción, compartida por mucha gente pero analizada aquí desde su intenso conocimiento de causa, de que Adolfo Suárez actuó con un generoso buenismo respecto a la descentralización pero que al generalizar las autonomías incurrió en un error histórico que está teniendo consecuencias dramáticas. Asimismo resulta obligado subrayar la dignidad con que trata sus durísimos problemas con la dirección del PNV, el conflicto que acabaría con su etapa como presidente y que abriría después la operación de su apuesta por Eusko Alkartasuna. Sobre esto, Garaikoetxea sabe reflejar el trasfondo de conflicto ético entre la obligada disciplina al partido que debía cumplir como militante y la obligada prioridad que ha de conferir el presidente a las conveniencias del conjunto de los ciudadanos, incluyendo a quienes no son del partido. Queda asimismo para la reflexión su recelo –él habla explícitamente de “decepción”– hacia Felipe González a consecuencia del GAL, en uno de los fragmentos más llamativos de su conversación. En cualquier caso, en sus declaraciones se transluce el contrapunto entre su imagen pública dura y otras más conciliadoras, como por ejemplo la de José Antonio Ardanza, y el tono de cálida franqueza al desgranar las cuestiones más delicadas.
Siguiendo con Ardanza, el presidente de las situaciones más difíciles de Euskadi, de las frecuentes coaliciones, y el gestor de la consecución del principal paquete de competencias transferidas desde la Administración del Estado, él es consciente de que ha pasado a la posteridad como el lehendakari del PNV en el momento de la escisión de EA. Ese acontecimiento le marcó profundamente y ahora tiene especial interés en aportar sus impresiones. “Se trataba de un problema de protagonismos –dice–, lo que pasa es que luego EA tiene que dar sentido a la escisión, darle contenido ideológico.” También expresa su pesar por las controversias públicas en torno a su pragmatismo y al hecho de que en momentos de graves dificultades económicas y complejos embrollos nacionales él optase por anteponer la política de gestión y el entendimiento con Madrid a los debates identitarios. “Decían que el PNV era el partido vendido a las poltronas para mantenerse en el poder –se queja con amargura–, y que aceptábamos incluso rebajar el Estatuto y aflojar en las reivindicaciones por nuestra conveniencia partidista”, pero subraya su tranquilidad de conciencia en todo lo referente a su condición de vasco. Y lo apuntilla al referirse a la Constitución. “¿Siente como suya la Constitución española?”, pregunta Zunzarren. “No, no es parte mía. La respeto mucho, posiblemente más que la mayoría de los españoles porque trato de cumplirla. Pero no es mi Constitución evidentemente.” Por encima de eso, de Ardanza me quedo, por su impacto, con algunas de las frases en relación a la sangre vertida por ETA. “Para mí ‘amar a tu patria’ es estar dispuesto a servir a tu patria –dice–, que es lo mismo que estar dispuesto a morir por ella, no a matar por tu patria; es decir, el acto supremo de amor: entregar la vida por aquello que tú amas.” Y lo completa recordando una cosa sonada relacionada con esto que dijo en una rueda de prensa: “Señores de ETA, si queréis matar a la gente del PP, yo soy del PP”.
Ibarretxe, que ahora habla como desde cierta distancia, no ha recortado ni un milímetro su conocida franqueza. Objeto durante varios años de un nivel de descalificaciones sin parangón desde toda la península ibérica, continúa atribuyendo a los medios de comunicación buena parte del desencuentro entre quienes se sienten vascos y quienes se sienten españoles. Defiende naturalmente que su plan (“no un fin sino un instrumento”), que incluye la celebración de una consulta popular decisoria sobre el futuro de Euskadi, acabará siendo la referencia que algún día deberá tomar en consideración el Parlamento español para desencallar los problemas de plurinacionalidad existentes. Y en relación a la Constitución española viene a decir lo mismo que Ardanza pero con otras palabras: “El pueblo vasco tiene su Constitución, que son los derechos históricos”. También posee calado su profunda lamentación sobre el efecto perverso de la violencia de ETA difundiendo por el mundo una imagen nacional que no se corresponde con la real: “El pueblo vasco es un pueblo pacífico y trabajador y se nos ha trasladado, a través los atentados, como un pueblo bárbaro y violento, que es lo que no somos”. En relación a la política general, respondiendo a quienes le consideran atrapado por el monotema de la independencia, hace aflorar su filosofía angular de fondo: “Ha habido quienes dijeron: ‘Ahora hay que hablar de economía, no hay que hablar de soberanía’. Y no, no. Porque hablar de soberanía, de identidad, está hoy, en todo el mundo, directamente relacionado con hablar de economía y de equilibrio social”.
La entrevista a Patxi López, el actual lehendakari, está marcada por su voluntad de aportar consideraciones sobre el Gobierno, cuáles eran sus objetivos y las experiencias que está viviendo. Hace hincapié al subrayar que el principal propósito del acceso socialista a la gobernación era recuperar la neutralidad y normalidad en los espacios públicos para que en ningún caso pudiese tener en ellos cierta hegemonía el mundo batasuno, que es minoritario. Es su principal crítica a lo que considera una permisividad intolerable del PNV: consentir la presencia de carteles y fotos de etarras en las calles. Sobre la formación nacionalista Patxi López tampoco oculta su decepción por las sombras de ilicitud que sembró cuando el PSE consiguió en el parlamento vasco, pese a tener menos escaños, la mayoría de apoyos suficientes para gobernar. Sin embargo, cuando Zunzarren le plantea que la población vasca prefiere un entendimiento PNV-PSE al actual respaldo entre socialistas y populares lo considera lógico: “La sociedad vasca es muy plural, muy diversa y reclama mucha transversalidad en la política”, dice. Y lo relaciona con la memoria colectiva sobre que la reconstrucción del país y los mayores avances en el autogobierno se han producido, incluso en los años de plomo, cuando PNV y socialistas iban de la mano. Con todo defiende el actual esquema subrayando que “aun siendo un Gobierno monocolor estamos practicando más la transversalidad que otros Gobiernos anteriores tripartitos, y eso es dar respuesta a lo que quiere la sociedad vasca de verdad”. En esa misma línea ofrece el gran argumento de su toma de distancia con el PNV: “Lo que más me molesta del nacionalismo no es el hecho de que sea conservador, sino cuando es sectario, cuando su política excluye o margina a otros; cuando no los consideran vascos, o cuando un plan, como el que proponía Ibarretxe, empieza a distinguir entre ciudadanos y nacionales como dos categorías distintas de vascos”. El punto álgido de esta conversación surge tras la pregunta sobre si ahora se está españolizando Euskadi. Esta es la respuesta: “No, lo que se está es dando normalidad a la política vasca. Yo no juego ni a vasquizar España ni a españolizar Euskadi. Hemos traído la normalidad a la vida y a la política vasca, pero no normalizando, como dicen los nacionalistas, sino otorgando normalidad. ¿Es normal que haya un Día de la Ertzaintza? Pues claro que es normal. ¿Es normal que al frente de ETB haya un profesional, un periodista, y no una persona que luego es el presidente del Bizkaia Buru Batzar o candidato a alcalde por el partido nacionalista? Pues es normal. ¿Es normal que los mandos de la Ertzaintza surjan de sus propias filas? Por supuesto, ahí están y es normal. ¿Es normal que en Ajuria Enea estén las tres banderas tal y como manda la ley? Es normal”.
Les invito a adentrarse con atención en las páginas de este libro con la seguridad de que encontrarán cosas de interés. Cada cual hallará lo suyo, matices sobre lo que más le interesa o preocupa. Si fundimos los cuatro bloques de las conver...

Índice

  1. Portada
  2. PRÓLOGO: Antonio Franco
  3. JOSÉ ANTONIO ARDANZA
  4. JUAN JOSÉ IBARRETXE
  5. PATXI LÓPEZ