América
eBook - ePub

América

  1. 225 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

América

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

América es el resultado de un viaje y de una ensoñación. Un relato asombrado por la inmensa vastedad de una nación, la de Estados Unidos, que tiene las proporciones de un planeta entero en el que todo cabe.América es la representación de un espacio mítico; contradictorio, hermoso y siempre excesivo. El viaje deManuel Vilases una deriva sentimental y alucinada por ciudades a las que no va nadie o a las que va todo el mundo, moteles fantasma, autopistas infinitas. Y es también un viaje de la memoria por el que desfilan cantantes de rock, escritores, artisgas, iconos del Pop, viejas glorias olvidadas o los Simpson como metáfora de la nuevAmérica Way of Life.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a América de Manuel Vilas en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Littérature y Littérature générale. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2020
ISBN
9788412123760
Edición
1
Categoría
Littérature

El fracaso no existe.

MV

Dedicatoria

He visto a grandes desesperados en Estados Unidos, tipos en la calle, rebosando miseria, emperadores de la basura, y tenían estilo. No es lo mismo estar desesperado en Estados Unidos que estarlo en cualquier otra parte del planeta: tal vez ese sea el tema de este libro.

Dedico este libro a todos los desesperados estadounidenses. A su estilo. Porque tenían estilo.
Dedico este libro al miedo.
Dedico este libro a las autopistas, a los hoteles y a los camioneros americanos.
Dedico este libro al error, a las vidas erradas.
Dedico este libro al olor de los Estados Unidos.
Dedico este libro a quienes, aun sabedores de que el fracaso no existe, siguieron fracasando.
Este libro es autobiográfico y cuenta mis viajes por muchas ciudades norteamericanas. Entonces, dedico este libro a mi desesperación americana.
Por muy grande que sea la desesperación de un país o de un continente, más grande será siempre la mía.

Unas palabras a modo de prólogo: Walmart no cierra jamás, como el corazón de un poeta

Soy un hombre enamoradizo y sentimental y contradictorio y voluble, y con el paso del tiempo estas características de mi personalidad se han acentuado. El libro que tiene el lector entre sus manos es la crónica de mis estancias en ciudades estadounidenses, especialmente en ciudades del Midwest. Es también la crónica, en alguna medida, de un enamoramiento pasajero, de una fascinación que se entretiene contemplando la alta y mítica combustión cultural del capitalismo, de un sentimiento de vergüenza o de inferioridad arraigado en mi condición latina, de una huida española y de un recelo inconcreto. Adoro los Estados Unidos, tal vez porque adoro la vida en la tierra. Pero adorar no es amar. Amar, solo amaría el paraíso. Y no es posible el paraíso en la tierra.

La democracia americana hizo creer que sí, que era posible el paraíso en la tierra; esa es la base política de los Estados Unidos, un cimiento idealista para poder sujetar un gigantesco edificio cuya última aspiración es desconocida. De eso me di cuenta un día en la biblioteca de la Universidad de Iowa: nadie sabe hacia dónde va América. Tiene gracia ese desconocimiento en un país que está obsesionado por el control de todas las cosas que existen sobre la faz de la tierra. Esa obsesión americana por la seguridad y por el control a día de hoy, cuando escribo este prólogo, casi me parece algo tierno, ingenuo, inocente. Es una obsesión antigua, cuyo origen aún es aquello que se llamó la Guerra Fría, cuando el mundo se lo disputaban dos naciones hegemónicas. Pero sí, América está abierta de par en par a lo desconocido, y lo desconocido tiene un profeta, que no es otro que ese ser salido de la profundidad del Midwest, ese ser llamado Donald Trump. Porque si Trump gana las elecciones, seguro que donde más votos cosechará será en la América profunda, en el Medio Oeste, donde estoy yo ahora mismo. No en Nueva York ni en California, no en la modernidad, sino en las praderas remotas sin mar. No en Chicago. No en Los Ángeles.
Nadie sabe hacia dónde caminan los Estados Unidos porque nadie sabe muy bien hacia dónde camina la vida política en la tierra.
Desde el siglo xix sabemos que llamamos vida y existencia al tránsito político de nuestro cuerpo sobre las sociedades humanas. De ahí que a veces uno tenga la sensación de que no ha vivido. De ahí también la creación del mundo zombi. Es verosímil fantasear con que en Estados Unidos viven en este instante trescientos veinticuatro millones de zombis. El zombi no es una creación de las grandes urbes estadounidenses, el zombi es hijo de la vastedad de un país, de una desesperación espacial que contiene más de nueve millones de kilómetros cuadrados. En un espacio inabarcable, cabe la posibilidad de que aún vivan especies remotas, como los zombis, los vampiros, los lunáticos, los psicópatas, los extraterrestres o, simplemente, los seres escondidos. Yo quise ser un ser escondido, un ser huido de su origen materno, de ese país llamado España, que siempre acaba confiscando mi vida.
Tal vez para que desapareciera el zombi del imaginario colectivo americano, Estados Unidos debería tener unos seiscientos millones de habitantes. Fue lo primero de lo que me di cuenta cuando aterricé en el Midwest: aquí hay poca gente y aquí las grandes praderas y los bosques y los ríos dominan la escena. Cuando cae la noche en el Midwest lo hace de una forma apocalíptica, pues llena de oscuridad las carreteras, las casas, la vida. Si la caída de la noche te alcanza conduciendo tu automóvil en alguna autopista del Midwest, puedes llegar a sentir una soledad primitiva, con un añadido de terror, especialmente si te adelantan interminables camiones que brillan en la oscuridad de la noche y que parecen conducidos por fantasmas del infierno, como ocurría en aquella película de Spielberg, El diablo sobre ruedas. Te puedes preguntar incluso por la vida de esos conductores, y te encontrarás con una respuesta construida sobre el viento, porque esos conductores no son humanos, solo son zombis, zombis enamorados de las praderas.
Los pueblos (esta palabra es tal vez inadecuada) o las pequeñas ciudades del Midwest son barrios residenciales conectados unos con otros por una maraña de carreteras locales. Cada barrio tiene su categoría, y su simbología económica. La casa es el fundamento moral de la vida. No la calle. Pero la suma de casas no contribuye a la creación de la ciudad. Como la suma de zombis no consigue crear la nación zombi. No hay ciudad, hay casas donde la gente vive escondida. Gigantescas casas donde se rinde culto a la soledad.
Decorar la soledad con abalorios o electrodomésticos envidiables, eso es la vida en el Midwest.
No existe la calle. De la abolición de la calle a la aparición del zombi hay un segundo de distancia. Hay grandes edificios, autopistas, centros comerciales, pero no hay calles.
No existen las calles, pero sí existen los supermercados. Muchos supermercados están abiertos las veinticuatro horas del día. Para mí eso es maravilloso, fantasioso, me llena de alegría. Poder ir a Walmart a las tres de la madrugada a mirar la materia de la que está hecho este mundo: comida, fruta ya pelada y metida en recipientes transparentes, café de cien mil marcas, consistentes bandejas con filetes de carne de un grosor de cinco centímetros, cuchillas de afeitar, colonias, tablets, telefonía móvil, televisiones, muebles, bolis, pantalones, sartenes, cuchillos, zapatos, relojes y sombreros.
Walmart no cierra jamás, como el corazón de un poeta.
A la abolición de las calles Estados Unidos añadió la supresión de un sentido: el del olfato. He visitado edificios públicos, habitaciones de hotel, restaurantes, casas privadas, pasillos, escaleras, salas de teatro, ascensores, lavabos, apartamentos, lofts, bares, tiendas, centros comerciales, cines, aulas de universidad, despachos, librerías, mercados, donde el olor reinante estaba marcado por una degeneración del aire. No era mal olor, en absoluto. Era, como digo, una protesta del aire, una inflamación del oxígeno, un olor a cerrado. Olor húmedo y a cerrado, ese es el olor de América. Habrá una América luxury que olerá a Chanel y a rosas, pero la clase media americana generó su propio olor. Es un olor que procede del uso de la madera como material de construcción, y de las moquetas históricas, y de las ventanas cerradas para siempre. Es el olor de las casas grandes, imposibles de limpiar, el olor de los basements, donde nacen la humedad y las arañas y las hormigas y la noche de Halloween.
Es el olor de Estados Unidos.
Si algo puede servir de resumen final de la arquitectura de clase media americana, ese algo es el basement. He visto unos cuantos. En todos me sentí raro. No...

Índice

  1. Guarda primera
  2. Manuel Vilas
  3. América
  4. Guarda final