I. ESTUDIOS E INVESTIGACIONES
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Educación literaria y diversidad(es): en torno a identidades plurales en la formación del lector y la ciudadanía
NOELIA IBARRA-RIUS
JOSEP BALLESTER-ROCA
Grupo de Investigación ELCiS
(Educación Lectora, Literaria, Lingüística, Cultura y Sociedad)
Universitat de València
1. Introducción
La literatura, como proceso comunicativo, supone un poderoso agente de socialización y un valioso instrumento de cohesión social, cultural y político, ya que a través del texto literario se vehiculan claves reveladoras de cómo una sociedad es y desea ser representada y, por tanto, de su construcción real y utópica como colectivo, tal y como muestra un análisis crítico de su discurso. En este juego de espejos entre el texto literario y las sociedades, la literatura infantil y juvenil (LIJ) ofrece a su receptor modelo una explicación del cosmos, así como un relato estructurado en torno las diferentes transformaciones sociohistóricas acontecidas en un determinado núcleo cultural a partir de su representación en un contexto verosímil y reconocible para su lector ideal, esto es, funciona como mediadora simbólica entre su receptor y la realidad en un complejo proceso de producción de significados. La ausencia de determinados temas, personajes, voces o escenarios en los textos literarios destinados a niños y jóvenes o por el contrario, la proliferación de volúmenes construidos a partir de la necesidad de transmitir determinados valores, modelos o patrones considerados válidos y socialmente aceptados, constituyen muestras representativas de la extensión de determinadas ideologías en la interpretación y construcción de una explicación concreta del mundo que el receptor modelo puede consumir de forma acrítica si no posee una competencia lectoliteraria suficiente para desvelar los entresijos de la obra o no cuenta con la ayuda de un mediador. Recordemos en este sentido, que la lectura literaria, a partir de los procesos afectivos y vínculos que se producen entre el lector y el texto, interviene de forma decisiva en los procesos madurativos que configuran la identidad del ser humano.
Asimismo, la ampliación de las fronteras del intertexto personal de cada lector incide en las distintas pertenencias de las que participa, ya sean, entre otras, geográficas, afectivas, lingüísticas o ideológicas. Nos referimos, en esencia, a cómo la literatura tanto incrementa el conocimiento de la realidad como participa de su aprehensión por parte de su receptor, y gracias a esta expansión puede aproximarse a todo un abanico de posibilidades definitorias en su construcción como persona y la redefinición constante que se experimenta a lo largo de la vida; debido a que el receptor puede vivir y ser otras opciones de acuerdo con la ficción, más allá, por ejemplo, de la reducción clasificatoria en función de lugar de nacimiento «yo soy de/yo soy (gentilicio)» o la adscripción biológica. De esta manera, el receptor transita por diferentes pertenencias en modo alguno inmutables o adscritas de forma inmanente a su identidad, sino como fragmentos versátiles, transformables, quizás transitorios, circunstanciales o, incluso, momentáneos de ella.
Por este motivo, resulta esencial comprender la necesidad e incidencia de la educación literaria en el desarrollo de la competencia lectoliteraria como pilar del desarrollo integral de las personas y su participación como ciudadanos activos y críticos en las sociedades contemporáneas. Desde esta óptica, el análisis del tratamiento de la diversidad y la diferencia supone un elemento clave en la aproximación a pilares fundacionales del ser humano, ya que nos permite por una parte, desvelar los mecanismos ocultos en la construcción de determinados discursos en torno a esta temática destinados a las generaciones en edad escolar, como lectores modelo de la LIJ, y por otra, fomentar el pensamiento crítico a partir de la lectura literaria en cuanto a estereotipos perpetuados desde la ficción relativos al género, modelos familiares, etnia, raza, procedencia o cultura, entre otros.
2. Aproximación a la representación de la diferencia y la diversidad en la LIJ
Entre los diferentes términos empleados para caracterizar las sociedades contemporáneas, se aprecia una marcada preferencia por la reiteración de diferencia o diversidad como atributos inmanentes e inherentes a todo colectivo. Además, su uso suele vincularse a una suerte de loa de las virtudes supuestamente comprendidas en ambas palabras y, en consecuencia, de la defensa de su necesidad como valores irreemplazables en el ámbito educativo. Esta tendencia propia del discurso pedagógico políticamente correcto, pero, con gran frecuencia, superficial, ha calado con diferente incidencia en los textos literarios destinados a niños y jóvenes en edad escolar, por lo que no resulta difícil encontrar obras en las que se alternen voces como tolerancia, igualdad o respeto junto con las anteriores sin profundizar en los conceptos a los que aluden y sus diferencias.
De hecho, una mirada frívola a los títulos de las diferentes editoriales especializadas en LIJ podría ofrecernos la impresión de permeabilidad entre el discurso políticamente correcto que las sociedades denominadas democráticas pretenden legar a las siguientes generaciones y las obras destinadas a su consumo a partir de la proliferación de obras que propugnan mensajes como el elogio de la diferencia y condenan el racismo o el machismo, por citar algunas muestras. No obstante, una exploración detenida de los textos literarios centrados de forma exclusiva en la representación de la diferencia y la diversidad nos revela la existencia de distintas controversias en forma de debate en torno a la pertinencia o no de abordar estas temáticas en la LIJ, que en gran número de ocasiones desembocan en la prohibición de determinadas obras y en el intento de eliminación de estos títulos de bibliotecas y aulas. Entre las numerosas muestras, destacamos las actualizaciones del repertorio que de forma periódica realiza la Asociación de Bibliotecarios Estadounidenses (ALA) de acuerdo con las denuncias formuladas por individuos particulares o colectivos o el reciente veto del alcalde de Venecia en 2015 de 49 títulos infantiles, con obras censuradas como Pequeño azul y pequeño amarillo, de Leo Lionni; Vamos a buscar un oso, de Michael Rosen y Helen Oxenbury; Con Tango son tres, de Justin Richardson; Ernest y Celestine, de Gabriel Vincent; Yo soy el más fuerte, de Mario Ramos; Si yo fuera tú, de Richard Hamilton y Babette Cole, o la edición italiana de Orejas de mariposa, con texto de Luisa Aguilar e ilustraciones de André Neves.
Desde diferentes contextos se aprecia, por tanto, el afán desmedido por el veto de volúmenes considerados peligrosos o inadecuados para su público modelo y la consiguiente tentativa de destierro de determinados espacios educativos, como aulas, centros o bibliotecas. Si bien no constituyen las únicas muestras de censura de obras que podríamos citar, ni suponen una novedad en cuanto a las temáticas proscritas de los cánones educativos, sin embargo, nos permiten apreciar la inconsistencia e inmutabilidad de concepciones de LIJ ya desechadas por parte de la crítica especializada. Nos referimos a cómo en esencia, tras ambas nóminas subyace una visión reduccionista de la LIJ comprendida como un producto concebido para cumplir una única función: la transmisión de un mensaje pedagógico a su destinatario modelo y así, subyugada al mero utilitarismo y convertida en mera proclama de una moraleja evidente. Asimismo, esta noción se complementa con la visión de la infancia y la adolescencia como periodos concretos de la vida del ser humano en los que debe ser protegido a ultranza del universo en el que vive y, por tanto, no debe tener contacto con determinadas temáticas, personajes o tramas, en especial si reflejan perspectivas, voces o incluso, ideologías diferentes a las de la cultura de origen. Desde esta cosmovisión, la LIJ representa una herramienta para la consecución de un objetivo, la transmisión de un mensaje al que el lector modelo está expuesto de forma acrítica y que, por tanto, asimilará de forma pasiva gracias a las añagazas de la ficción.
Desde nuestra óptica, la paradoja que atesoran tales prohibiciones radica en el poder casi ilimitado que le confieren a la literatura, pues de las exclusiones y diatribas encarnizadas se desprende un pavor desmesurado a las consecuencias de la exposición de un sujeto a un texto literario. De los diabólicos riesgos de la lectura literaria nos hemos ocupado ya (Ballester e Ibarra, 2013), por lo que nos limitamos a destacar ahora su función transformadora del individuo, el desarrollo del pensamiento y el juicio críticos o el conocimiento y aproximación directa a otras realidades. De ahí la necesidad imperiosa de salvaguardar etapas previas de la vida del ser humano previas a su maduración personal del consumo de mensajes relativos a temas como la inmigración, la diversidad sociocultural, afectivo-sexual, familiar o de género.
Por este motivo, si nos aden...