Este libro es una delicada reflexión acerca de la serenidad como experiencia estética que, en tanto disposición corporal específica que implica una purificación de los sentidos, funda y fundamenta un modo de percepción que estaría presente tanto en el daoísmo como en la concepción del pensar del segundo Heidegger.Desde el análisis etimológico de este término, Claudia Lira indaga en las imágenes y conceptos de la tradición china y el pensamiento heideggeriano, con el propósito de exponer la compleja interacción entre actividad y pasividad en la serenidad, al concebirla como estado y/o proceso, desde el cual se constituiría una gnoseología receptiva del pensar. Así, sobrepasando el campo de aplicación del principio de la razón, cuya actividad la filosofía occidental ha definido a partir de su carácter agente, es decir, de su facultad de determinabilidad, esta experiencia como forma distinta de conocimiento estaría en la base del pensar, de la inspiración y de la creación artística.
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Los sentidos y las emociones en la epistemología daoísta
Comenzamos la reflexión en torno a la relación entre los sentidos, las emociones y la «mente/corazón», xin,
, a fin de indagar en el rol de los sentidos (estética en sentido amplio) en la epistemología daoísta, donde estos comparecen como centro o posibilidad de la experiencia estética entendida como resonancia (como reverberación entre dos sujetos que se unen a través de ella), como una vivencia de sabor y compenetración a-dual entre el sujeto y la naturaleza (también descrita como sujeto). La experiencia de los sentidos en la naturaleza es la base de la creación artística y, por consiguiente, del modo en que surge o nace la «intención», «idea», «sentido», «sentimiento», yì,
,en la «mente/corazón» del artista durante el proceso de inspiración. La intención/idea le dará la unidad temática a la obra y será producto de la interacción entre los sentidos, la «mente/corazón» y los fenómenos.
Según el daoísmo, los sentidos canalizan la percepción, la captación de la «verdad/esencia», li, o «línea interna de las cosas», siempre y cuando pasen por un proceso de purificación que implica un tratamiento (higiene/ayuno)4. La teoría china del conocimiento establece que los sentidos y la «mente/corazón», sede del deseo, de la intención y emociones, entrarán en una escalada de excitación al contactarse con las cosas u objetos de la civilización, lo que impedirá conocer realmente los fenómenos o nos mantendrá en lo superficial de ellos. Por el contrario, cuando entran en relación con la naturaleza estos son incitados purificándose del deseo/intención, la que se profundiza mediante la atención concentrada en las sensaciones, convirtiéndose en «atención plena», entendida como percepción o sensibilidad. Se plantea, además, que la práctica espiritual concebida como disciplina de purificación del cuerpo y de la «mente/corazón» conduce al silencio, a la serenidad y a la quietud que trae como consecuencia la vivencia de un centro de ecuanimidad, desde el cual el ser humano puede ser/estar desapegado del mundo. Vivencia que no es expresión de un alejamiento del mundo, impasibilidad e insensibilidad, sino un estado sutil (sensible/alerta) que permite al ser humano ser/estar en cada «ocasión», shí,
(
), como presencia receptiva al continuum (dao). La presencia receptiva puede ser homologada a la expresión ser/ahí, y desde la perspectiva daoísta se manifiesta como un estado/proceso más acá de la teoría conceptual, en cuanto la transmisión de este estado no se realizará mediante la palabra sino mediante el gesto y por resonancia. Pensamos que la palabra, que se ajusta al ser y a la vivencia del ser humano, como presencia real encarnada del ser/ahí, solo alcanza hasta la pregunta que aflora en la experiencia estética del asombro, la que acontece en la apertura receptiva ante la vida, saboreada desde la serenidad, la quietud y el silencio.
Para despejar la relación entre los sentidos y las emociones instaladas en el cuerpo y el rol de la «mente/corazón» en la consecución de la serenidad o los resultados de ella en este «órgano» recurriremos, entre otros textos, al Huainanzi5, enfocándonos principalmente en el capítulo 7, donde se explica el funcionamiento del «espíritu/conciencia», jīngshēn,
, como capacidad adquirida que incluye el funcionamiento puro de los sentidos. Antes de revisar el capítulo del Huainanzi aclaramos que los textos que seguimos los abordaremos a partir de la teoría de la alquimia interna. El motivo de nuestra decisión deriva de la traducción del Huainanzi, donde descubrimos que la descripción acuciosa que hace de la estructura del ser humano, específicamente del feto en el vientre materno, no se refiere a la gestación física sino a la espiritual/energética, es decir, a la transformación de la energía que experimenta el neófito daoísta y que ella es a la vez una descripción de la purificación de los sentidos. El simbolismo debe ser traducido a la temática que nos compete a fin de dilucidar la estética en sentido amplio en el daoísmo. Apelando a la alquimia advertimos, por ejemplo, que no está describiendo la gestación tradicional de un feto humano (la presencia de una gestación de diez meses fue la clave que nos permitió darnos cuenta de que se estaba refiriendo a la formación del feto espiritual). «De acuerdo a los clásicos de la Alquimia Interna, después de diez meses de “embarazo con el feto”, el niño (chizi,
) nace. Uno entonces, asiduamente, cultiva y nutre el niño para crecer y convertirse en el Hombre Verdadero» (zhenren,
) («Doctrinas Imperativas para la Naturaleza Humana y la Longevidad» [Yinzhenren 2014: 783]).
La descripción del proceso denominado «higiene mental» por Jullien, «ayuno de corazón» en el Zhuangzi y presentado en lenguaje cifrado en la alquimia6, nos permitirá comprender la relevancia del cuerpo purificado, imprescindible para alcanzar el gesto espiritualizado, producto de la transformación de los sentidos y de la conciencia, especialmente de las emociones7. Así, el estado particular de la «mente/corazón», xin, el de la serenidad/quietud, da como resultado un tipo de sensibilidad, una capaz de captar lo imperceptible de los fenómenos8. El texto presenta en detalle la relación entre las tres energías constitutivas del ser humano, la «pura/seminal», jīng,
, la «respiración», qì,
, y el «espíritu», shēn,
, relacionadas con la «mente/corazón», xin, e involucradas en la capacidad de conocer y apreciar el acontecer, relacionadas con la salud y el vigor. El hálito, qì, por ejemplo, determinará si el sujeto está ciego/apegado a los fenómenos o, por el contrario, despierto y desapegado, modalidad base para una sensibilidad profunda, que supone serenidad y gozo y, a la vez, una percepción pura, «objetiva» de la realidad. Expone que los cinco órganos d...
Índice
Portada
Créditos
Portadilla
Índice
Introducción
Lectura etimológica de lo «sereno» (jìng 静/靜) en el pensamiento daoísta
Etimología de jìng y su relación con la naturaleza del pensamiento prefilosófico chino
Antecedentes de lo sereno/quieto en la cosmología china
Lectura etimológica de la serenidad (Gelassenheit/das Kuinzige) en el pensamiento del segundo Heidegger
La serenidad en relación al pensamiento del segundo Heidegger
Los sentidos y las emociones en la epistemología daoísta
Naturaleza, serenidad y ocio
Serenidad y gravedad en el pensamiento heideggeriano como un estado proceso más acá de la teoría conceptual
Serenidad y enseñanza sin palabras: movimientos sutiles en la calma
Serenidad y posibilidad del pensar mediante la palabra en Heidegger
