Con-Textos
  1. 120 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
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Información del libro

Con-textos es un libro de texto concebido para apoyar la labor docente y provocar reflexión, discusión, consenso, disenso y contribuir a la creación de espacios que fortalezcan la construcción de comunidades académicas. Esta obra presenta algunos conceptos básicos y fundamentos teóricos que nos permitirán tener un lenguaje común para interpretar y sustentar la responsabilidad social que como maestros tenemos de contribuir a la formación de buenos seres humanos, ciudadanos ejemplares y profesionales idóneos y competentes.

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Información

Año
2019
ISBN
9789587461411
Edición
1
Categoría
Pedagogía

COMPETENCIAS

¿Qué se entiende por competencias?

El concepto de competencia ha entrado en las últimas décadas con mucha fuerza en el discurso educativo, para promover prácticas pedagógicas que respondan en forma más integral a las distintas dimensiones del desarrollo humano. Se usa en diversas acepciones y en múltiples campos; de allí, que no necesariamente estemos entendiendo lo mismo cuando se habla de competencia. Por ello, requiere precisión y delimitación.
En el campo educativo, el concepto de competencia que propone el Ministerio de Educación Nacional de Colombia (2006), refleja bien la intención de este escrito al definirla como:
Conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes, comprensiones y disposiciones cognitivas, metacognitivas, socio afectivas y psicomotoras apropiadamente relacionadas entre sí para facilitar el desempeño flexible, eficaz y con sentido de una actividad o de cierto tipo de tareas en contextos nuevos y retadores (p. 49).
De Zubiría (2014), por su parte, destaca tres aspectos que caracterizan a las competencias: generales, integrales y situadas. Al respecto, las define como:
aprehendizajes integrales de carácter general que se expresan en multiplicidad de situaciones y contextos; debido a ello, transforman la estructura previa del sujeto; y en consecuencia, impactan el desarrollo. Son integrales al involucrar las diversas dimensiones del ser humano. Y son contextuales tanto en su origen como en su uso, lo que implica que pueden adecuarse a las condiciones cambiantes del contexto, lo que hace que sean aprendizajes flexibles (p. 159).
Desde otra perspectiva, el concepto de competencia se ha convertido en una noción articuladora que pone en relación el contexto educativo con el mundo laboral en el cual se desempeñarán los estudiantes como futuros profesionales. En ese escenario, la competencia es definida como “la capacidad de articular y movilizar condiciones intelectuales y emocionales en términos de conocimientos, habilidades, actitudes y prácticas necesarias para la realización de una determinada función o actividad, de manera eficiente, eficaz y creativa, conforme a la naturaleza del trabajo” (Alexim y Brígido, 2003). Se refiere a la capacidad productiva de un individuo, la cual se evalúa a partir de su desempeño en una situación real de trabajo en un contexto particular; es resultado no solo de la instrucción, sino también de la experiencia en situaciones concretas de ejercicio ocupacional (Alexim y Brígido, 2003, p. 10).
En esta definición la competencia corresponde a la idoneidad para desempeñar de manera eficaz una determinada actividad laboral, siendo asumida como elemento fundamental en la formación profesional de las nuevas generaciones. Sin embargo, en la actualidad una nueva tendencia alrededor de la conceptualización de competencia se ubica en la perspectiva del desarrollo humano. Esto significa que la competencia no se entiende solamente como preparación para el trabajo, bajo la lupa de los intereses económicos dominantes, sino que comprende factores culturales, éticos y morales como elementos claves en la formación para el ejercicio de la ciudadanía. De esta manera se parte de reconocer la necesidad de contar con buenos profesionales, sin perder de vista que la sociedad necesita también mejores personas; esta se constituye en una meta más amplia para la formación profesional ante la cual la universidad está llamada a comprometerse.
Una caracterización de las competencias, más acorde con la visión que se plantea en este documento, es la que hace Villarini (como es citado en De Zubiría, 2014), quien señala que éstas deben propiciar el desarrollo humano, definiéndolas como:
Una habilidad general, producto del dominio de conceptos, destrezas y actitudes que el estudiante demuestra de forma integral y a un nivel de ejecución previamente establecido por un programa académico que la tiene como su meta. Ser competente significa que la persona tiene el conocimiento declarativo (la información y el concepto), es decir, sabe lo que hace, por qué lo hace y conoce el objeto sobre el que actúa. Ser competente, también implica, tener la capacidad de ejecución, es decir el conocimiento procesal o las destrezas intelectuales y psicomotoras para en efecto llevar a cabo la ejecución sobre el objeto. Finalmente, ser competente implica tener la actitud, disposición (conocimiento actitudinal) para querer hacer uso del conocimiento declarativo y procesal y actuar de manera que se considera correcta (De Zubiría, 2014, p. 162).
La anterior definición destaca el carácter integral y, al mismo tiempo, integrador de la competencia. Este último aspecto se manifiesta en las dimensiones cognitivas, procedimentales y actitudinales que incorpora, a partir de conocimientos, habilidades y valores que una persona con una determinada competencia debe mostrar en su nivel de ejecución. La integralidad se muestra en la interrelación de conocimientos vinculados al logro de un desempeño eficiente en contextos particulares.
Desde este punto de vista la competencia es un constructo cognitivo, práxico y axiológico que se mueve entre el ser, saber y hacer. Se constituye en evidencia de un conocimiento aplicado en contextos reales y posibles, de interpretación y actuación (De Zubiría, 2014).
Con frecuencia se tiende a confundir competencia con habilidad, capacidad y destreza. Es preciso hacer algunas distinciones entre estos términos. De acuerdo con De Zubiría (2014), las habilidades son específicas y se vinculan a una dimensión cognitiva, valorativa o práctica, de manera que quien ha desarrollado la habilidad para jugar futbol, por ejemplo, no podrá necesariamente aplicar esta habilidad en la práctica de otro deporte o en un contexto de carácter académico. En este aspecto se diferencian de las competencias que, como se ha señalado, son integrales y de dominio general.
La capacidad se entiende como un potencial para hacer algo, vinculado con la idea aristotélica de “ser en potencia”, es decir, el despliegue de un conocimiento que no se ha desarrollado en su totalidad y que puede llegar a desarrollarse totalmente. En cambio, la noción de competencia implica el despliegue de habilidades generales, que están enmarcadas y situadas en un contexto determinado, son herramientas para el mundo de la vida y no solo posibilidades de desarrollo futuro.
Las destrezas se refieren a pericias y capacidades de desarrollo con un alto nivel de experticia; al igual que las habilidades, son específicas y carentes de una visión integral, característica que hace parte de las competencias.
En la actualidad formar por competencias implica nuevos retos orientados a una educación que desarrolle el potencial humano, como lo señala De Zubiría (2014). En tal sentido una formación por competencias se basa en los siguientes principios:
1. Integralidad, ya que la competencia implica reivindicar la interdependencia y el carácter holístico que incluye sentir, actuar y pensar.
2. Convergencia, se refiere a la puesta en escena de múltiples saberes entre los que se cuenta lo práxico, lo valorativo y lo cognitivo. No se trata solo de conocimientos sino de formar una persona que se sienta responsable por su proyecto de vida individual y social. En consecuencia, la educación debe necesariamente involucrar las diversas dimensiones humanas y no exclusivamente la dimensión académica y cognitiva.
3. Dominio e idoneidad, para que los estudiantes alcancen progresivamente mayor profundidad en sus conocimientos y habilidades, lo que lleva a pensar en trabajar diferentes niveles de complejidad y de consolidación del aprehendizaje. En consecuencia, se trata de privilegiar lo esencial y no de pretender abarcar múltiples contenidos. Se debe priorizar el dominio sobre la extensión de los conocimientos.
4. Contextualización, debido a que es un saber situado desde su origen, en tanto que el contexto sociocultural, histórico, institucional y personal influyen en el individuo y en esta medida al estar inmerso en un contexto específico, interactúa y dialoga permanentemente con él. Como dice Llinás (2011), la educación debe tener un alto carácter contextual.
5. Flexibilidad, dado que las competencias transforman de manera permanente la estructura de pensamiento, el sentir y el actuar de los individuos que las desarrollan. Si el aprehendizaje es una reestructuración, necesariamente, debe ser flexible y utilizarse en diversos contextos.
6. Siguiendo los anteriores principios, la formación por competencias requiere la creación de situaciones educativas o de aprendizaje a través de las cuales los estudiantes puedan poner en práctica sus conocimientos, habilidades y valores. Por ejemplo, si usted como docente quiere formar un buen ciudadano, como parte de la tarea misional de una universidad, puede diseñar tareas que permitan al estudiante demostrar su competencia para escuchar atentamente los argumentos ajenos y comprenderlos, a pesar de no compartirlos, o permitir que exprese su punto de vista con claridad, firmeza y sin agresión ni descalificación a otros. Esto implica que el docente aborde el concepto de ciudadanía a partir de la manera como nos hacemos ciudadanos, es decir, estableciendo el proceso o los lineamientos para que el estudiante vivencie en su conducta habitual su capacidad para ser un buen ciudadano e identifique los valores que se encuentran detrás de las acciones ciudadanas.
Para las universidades, las competencias atienden no solo a la idoneidad profesional, sino que se convierten también en una estrategia de articulación entre el saber hacer, saber ser, saber conocer y saber convivir con otros, como pilares de la educación según la UNESCO (Delors, 1997). El desarrollo de competencias permite al estudiante ser consciente de su papel en el contexto que le rodea, prepararse para responder a los requerimientos que este le plantea y, consecuentemente, aportar al desarrollo humano individual y comunitario. Ser competente reviste al estudiante de una inmensa responsabilidad para hacer lo correcto, lo justo y promover en la misma medida una mejora en las condiciones de vida de las personas desde su saber profesional.
De acuerdo con estas con...

Índice

  1. PRESENTACIÓN
  2. UNIVERSIDAD
  3. EDUCACIÓN
  4. ENSEÑANZA
  5. APRENDIZAJE
  6. DIDÁCTICA
  7. COMPETENCIAS
  8. EVALUACIÓN
  9. FORMACIÓN INTEGRAL
  10. ÉTICA Y MORAL EN EL EJERCICIO DOCENTE
  11. DATOS AUTORES