El desafío crucial

Cómo enfrentar la complejidad del trabajo en la era cognitiva

José Antonio Bustamante

• Editorial: Granica
• Año: 2019
• ISBN:
  9789563988819
• Categoría: Betriebswirtschaft
• Categoría: F&D

En un entorno de trabajo amenazado por la automatización y por los grandes avances tecnológicos que ocurrirán en los próximos años, el más seguro de los caminos para mantener la empleabilidad será desplegar comportamientos creativos e innovadores, ya sea como aporte de valor individual o de equipo en las organizaciones. Éste es el desafío crucial que se aborda en el presente libro, proponiendo un modelo de aplicación amplia: C-Nova, conocimiento nuevo, el cual define cuatro tipos de estrategias y técnicas de pensamiento que serán esenciales en los próximos años para estudiantes y profesionales de diferentes áreas, para los equipos y las organizaciones en forma global.

Parte II

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Asumir el desafío

La curiosidad y las cosas

Los cielos, los mares, el entero orbe terráqueo (desde los diversos ornamentos de su superficie hasta los tesoros más recónditos de sus entrañas), todas las obras visibles de Dios son tu materia de estudio.

John Evelyn

Mucho antes de que el filósofo inglés Francis Bacon publicara en 1620 su famoso tratado Novum Organum, en el que expuso una nueva concepción de los objetivos de la ciencia, ya se sabía que el conocimiento era una promesa de poder terrenal. Un mensaje dirigido a Lorenzo de Médici en el período de su principado en Florencia, entre los años 1469 y 1492, decía así: “Porque todo lo sabes eres todopoderoso”. Razones no faltaban, ya que Lorenzo el Magnífico, como también era conocido, además de sus dotes de político, fue mecenas, banquero, poeta y filósofo. El mismo Bacon aconseja a príncipes y monarcas que posean un “gabinete lo suficientemente vasto, en el cual ha de clasificarse e incluirse cuanto de extraño o ingenioso haya hecho la mano del hombre, ya sea mediante arte o máquina exquisita, cuanto de singular hayan producido el azar o el barajar de las cosas, cuanto la naturaleza haya forjado en punto a seres vivos y cosas susceptibles de guardarse”. Como podemos apreciar, un activo muy valorado desde el Medioevo, nos refuerza en la idea de la búsqueda de nuevo conocimiento. No obstante lo anterior, es necesario precisar la enorme influencia que ejerce una disposición que antecede al desarrollo de toda competencia cognitiva para superar los desafíos del trabajo del futuro, y que debemos cultivar como condición de entrada en esta travesía: la curiosidad. El vocablo “curioso” deriva en última instancia del latín cura, “cuidado”, de ahí que, al menos hasta el siglo XVII, el adjetivo inglés curious pudiese designar a una persona que llevaba a cabo investigaciones con esmero y cautela. La curiosidad se ha visto estigmatizada una y otra vez por el cristianismo, la filosofía e incluso cierta concepción de la ciencia. La acumulación de conocimientos “inútiles” entrañaba el peligro de vanagloriarse en lugar de inclinar la cabeza ante Dios. Los efectos de estas creencias no serían menores hasta el día de hoy, ya que en muchos de nosotros esta curiosidad, muy presente en los niños, se empieza a apagar fuertemente en la adultez al no mantener viva la llama que la anima, ya sea por comodidad o porque es tarea de otros descubrir, crear o pensar en forma diferente frente a las cosas y los hechos que nos rodean e incumben. El vehículo que nos guía en el camino a ser curiosos será, retomando desde ya la mejor tradición socrática, el hacer preguntas. Así se cuestionó acerca de la composición de los diamantes, en 1813, el célebre científico inglés Humphry Davy: “¿Cómo era posible que algo tan bello estuviera hecho precisamente de la misma sustancia que el carbón?” Entonces colocó un ejemplar en una diminuta esfera de cristal que contenía oxígeno puro y usó la lente para dirigir la intensa luz solar a la esfera, hasta que el diamante se evaporó por completo. Lo único que quedó de él en la esfera fue bióxido de carbono….

Provistos de esta disposición fundamental a saber, investigar y no dejar nunca de lado la curiosidad, podremos ahora comenzar a construir nuestro modelo de nuevas competencias para hacer frente con muchas mayores posibilidades de éxito al “enemigo del futuro” en el trabajo y las organizaciones. Cada vez que nos enfrentamos a un problema a resolver, olvidamos con frecuencia que la percepción revela ya en las cosas innumerables diferencias y matices. Por ejemplo, la descripción de una simple hoja de papel sobre la mesa podría ser infinita: “Cuanto más la miramos, más nos revela sus particularidades. Cada nueva orientación de mi atención, de mi análisis, me hace descubrir una peculiaridad nueva: el borde superior de la hoja se halla ligeramente levantado; a la altura de la tercera línea, el trazo continuo termina discontinuo”, nos dice el filósofo Jean Paul Sartre. Gracias a esquemas culturales y a preferencias personales, examinamos sólo lo que tiene sentido e interés para nosotros. Reducimos las cosas desde el gran telón de fondo del campo perceptivo y las circunscribimos por medio de las formas sugeridas por los nombres de nuestro idioma, por los modelos mentales y por nuestras proyecciones personales. En las diversas culturas, la atribución de nombres a las cosas y la estructura de las clasificaciones conceptuales siguen, de hecho, trayectorias específicas sobre la base de los intereses predominantes y los criterios que sirven de guía. Para nosotros, por ejemplo, la nieve es nieve, mientras que los esquimales tienen decenas de nombres para designarla. Si lo que se busca es captar el valor de las cosas en su complejidad y extraer todas las capas de sentido, hay que suspender lo que nos parece obvio y descubrir su capacidad para suministrar una gama más amplia de significados, que no es posible cuando predomina el pensamiento lineal o predecible. A la obviedad de lo lineal no se renuncia mediante una orden ni sin esfuerzo. Ir contra lo obvio, es adentrarse en la trama invisible en esas estructuras que están en la base de lo existente y que hemos revisado como punto esencial para ampliar nuestra forma de pensar y encontrar soluciones novedosas y de valor. Permanecer en el territorio de lo obvio implica elegir un camino que no nos presente problemas, sólo hay que ir tranquilamente al encuentro de lo que ya se presume conocido o se está en condiciones de reconocer con facilidad. Sin embargo, ello no asegura nada. Lo más significativo en su valor real se esconde, sobre todo, fuera de lo obvio, ya que como hemos señalado antes, los sistemas complejos tienen partes y relaciones que son invisibles a la primera mirada del observador.

La chispa del descubrimiento, de la creación de lo nuevo, no sólo en el caso del científico o del artista, sino en cada uno de nosotros en cuanto concierne a la solución de problemas y a innovar, requiere preparación, cambiar algo, dejar de transitar el camino de lo obvio provisto de una visión amplia e integrada de cómo funciona el mundo y donde podemos obtener nuevas posibilidades. Entonces, una actitud de apertura, flexibilidad y una insaciable curiosidad, serán la primera puerta de entrada para encontrar nuevas posibilidades, observar las cosas que nos rodean y los procesos que ocurren como parte del trabajo en las organizaciones de un modo diferente. Sobre estos cimientos podremos desarrollar un conjunto de competencias cognitivas, extraídas de las fuentes más preciadas que obtuvimos en nuestro recorrido hasta encontrar la llave maestra. A continuación, será el momento de transformar estos hallazgos en una siguiente etapa de concreción para abordar el desafío crucial en la era cognitiva del trabajo.

Un Quadrivium para la era cognitiva

Ningún problema resiste el ataque prolongado del pensamiento.

Voltaire.

En la misma época de Bacon, Medici y en especial después de las teorías de Newton y Galileo, en el siglo XVI, dejó de enseñarse en forma regular lo que se denominaba el Quadrivium, compuesto por las cuatro artes liberales clásicas: Aritmética, Geometría, Música y Astronomía, que fueron estudiadas desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, como una manera de vislumbrar la naturaleza de lo que existe. Sintetizan el número, el espacio y el tiempo. Este programa educativo surge del más venerado de todos los temas al alcance de la mente humana: el número. Se entendía que estudiar dichas materias ofrecía un camino seguro y fiable para alcanzar los valores simultáneos de la Verdad, lo Bueno y lo Bello. El número, la música y la geometría son verdades metafísicas, que pueden ser consideradas buenas y bellas en todas partes y en todos los tiempos. La vida entera del Universo las “investiga y aplica” y son además, las precursoras de las ciencias físicas. Los estudiantes del antiguo Quadrivium incluyen desde Platón, Aristóteles y Euclides en la Grecia antigua, hasta Al-Khwarizmi, el autor de la palabra algoritmo y el teólogo y filósofo católico Tomás de Aquino, entre muchos otros. Como se observa en la Figura 6 y haciendo una analogía con las cuatro materias que se consideraron fundamentales durante casi dos mil años, proponemos un “nuevo quadrivium”, esta vez cognitivo, formado por cuatro modalidades de pensamiento que hemos derivado de la búsqueda de la llave maestra en las fuentes del conocimiento. En el presente, todos podremos acceder a estas “materias” si dedicamos algún esfuerzo para aumentar las competencias que generan valor. Agruparemos las cuatro disciplinas cognitivas en el modelo “C-Nova”, una forma de abreviar “conocimiento nuevo” o creación de nuevo conocimiento. Ésta no es sólo una ocurrencia trivial o una forma simple de agrupar las modalidades de pensamiento a desarrollar, sino una manera de sintetizar los factores relevantes que nos permitirán abordar el desafío crucial en el trabajo actual y de los próximos años.

Figura 6. Un “nuevo quadrivium”, el modelo C-Nova, formado por cuatro competencias cognitivas y sus propiedades que contribuyen a la creación de conocimiento.

La creación de nuevo conocimiento debería constituir una de las palancas destacadas para lograr una mayor empleabilidad y éxito laboral, dada la generación de valor que representa al posibilitar el surgimiento de soluciones no lineales respecto de problemas complejos y de tareas que requieran un alto nivel de flexibilidad, escenarios futuros alternativos e innovación en cualquier campo de actividad. Sin embargo, este resultado no es gratuito, implica esfuerzo y persistencia en la puesta en práctica de las estrategias y herramientas que forman parte de C-Nova. Así, las disciplinas a desarrollar serán el Pensamiento Crítico, dirigido a la identificación de problemas complejos y oportunidades, el Pensamiento Creativo para la exploración de soluciones no lineales, El Pensamiento Sistémico como base en el descubrimiento de relaciones entre partes y el rol de múltiples variables de un problema, muchas veces no evidentes al observador. Por último, se incluye el Pensamiento Algorítmico para establecer la mejor secuencia de un proceso determinado y su ejecución en proyectos de solución de problemas o iniciativas innovadoras. No obstante lo anterior, si cada una de estas competencias puede tener una aplicación predominante, el uso de manera integrada y situacional, será la mejor forma de trabajar en la era cognitiva. De este modo no seremos predecibles en nuestro aporte y, por lo tanto, seguiremos siendo necesarios en el trabajo del futuro, pues no se debe olvidar que la mayor probabilidad de ser remplazados por máquinas inteligentes provendrá de aquellas ocupaciones o puestos en que lo realizado sea un trabajo lineal o muy repetitivo, posible de ser modelado fácilmente con algoritmos que aprenden.

Antes de comenzar el desarrollo de nuestro modelo, precisemos que la palabra “pensamiento” procede del latín pensare, que a su vez deriva de pendere, que significa pesar. En un sentido filosófico restringido, es la actividad propia del entendimiento o de la razón en cuanto se esfuerza por desarrollar el conocimiento. Para el filósofo Descartes, el pensamiento es un atributo que pertenece al hombre de tal modo que jamás puede ser separado de él, dado que otorga la existencia, de allí su famosa frase cogito ergo sum: pienso, luego existo. Desde una perspectiva psicológica, pensar incluye una serie de procesos internos como representaciones simbólicas respecto de situaciones y objetos no presentes en la realidad inmediata o definitivamente ajenas a la realidad, que resultan ser, al final, una poderosa arma para la solución de problemas y la generación de ideas.

El poder del pensamiento crítico

Aprende a ver la estatua que se esconde dentro del bloque de mármol.

El libro de las 1 001 ideas creativas

La primera de las competencias que compone C-Nova se refiere a una forma de pensar que evoluciona de acuerdo a razones o criterios. La palabra “crítica” deriva del griego krites, que significa juez, y krinein que quiere decir separar. De ellos deriva el término criterio. Así, criticar es formular juicios apegados a determinados criterios. Una persona que piensa en forma crítica es capaz de indagar, cuestionar, verificar, examinar y argumentar. Sobre estos pilares se asienta la metodología, compuesta por tres etapas relacionadas: Clarificar, Concluir y Decidir, que otorgan una poderosa manera de abordar problemas de diversa índole y desafíos que pueden constituir una oportunidad de generar valor para las personas y los equipos en el trabajo. A menudo miramos los problemas que tenemos que resolver desde cierta perspectiva, esto significa que se tiene un conjunto de soluciones que son consistentes con la forma en que se interpreta el problema. Sin embargo, cuando se utilizan las herramientas del pensamiento crítico para revisarlas de manera diferente, surgen nuevas perspectivas e ideas. Por ejemplo, supongamos que se nos rompe el cordón de los zapatos. Si la meta era arreglarlo de manera simple y rápida, podríamos sólo unir los pedazos con un nudo y atar bien los cordones. Pero si queríamos arreglarlo de manera que durara mucho más tiempo, podríamos haber remplazado el cordón por otro; o una solución más extrema aún, si se decide que los zapatos están muy usados o ya los sentimos incómodos, la decisión puede ser comprar un nuevo par. Por otra parte, en muchas de las tomas de decisión, nuestro cerebro suele esconder información. Imagina y nos lleva a decir cosas que no pensamos realmente, cuando estamos en “modo automático”. Las interpretaciones de declaraciones y situaciones varían mucho cuando el cerebro automático intenta compararlos con una situación previa conocida. Por ejemplo, puede malinterpretar una petición de un cliente porque automáticamente piensa que es lo mismo que otras que se realizaron recientemente. El pensamiento crítico implica estar consciente de lo que se piensa, para minimizar eventuales distorsiones y permitir examinar la situación de modo cuidadoso o desde otra mirada. Adicionalmente, una parte importante del proceso es escuchar a los demás, como ellos dan a conocer lo que perciben y argumentan. Esto permite que ocurran dos cosas importantes: primero, darse cuenta de que otras personas –integrantes de un equipo, el jefe, etc.– también tienen ideas que ayudan a resolver un problema. Segundo, escuchar lo que piensa alguien diferente estimula nuevos pensamientos propios. Como resultado, pueden aparecer ideas o perspectivas que nunca se había pensado tener si no hubiera ocurrido esa interacción.

La “caja de herramientas” esenciales de este modo de pensar, será el hacer preguntas, explorar ideas, escuchar las respuestas y llevar adelante un proceso de fundamentación e investigación para concluir un resultado que mejore la toma de decisiones sobre un problema laboral o personal, así como una oportunidad de negocios, de inversión o de innovación. De la descripción anterior queda claro que el pensamiento crítico requiere un actuar consciente en vez de responder en forma automática. Esta última forma de pensar, lo podemos comprobar por nuestra propia experiencia, es la que más usamos. Muchos hemos vivido el hecho de manejar en auto al trabajo y no recordar algunas cosas o detalles que observamos en un siguiente viaje. Esto se potencia hoy por hoy con el uso de los teléfonos inteligentes mientras se conduce, pudiendo llegar a ser parte de un accidente sin saber exactamente por qué ocurrió. También nos vemos enfrentados a menudo a olvidos sobre, por ejemplo, dejar las llaves en algún lugar y no tener idea de dónde están unos minutos más tarde. Eso y muchas otras conductas de las cuales no tenemos conciencia porque no pensamos en ellas, las hacemos en modo automático. A diferencia de esta manera de actuar, el pensamiento crítico es enfocado, requiere un esfuerzo para dejar el modo automático cuando se comienza a considerar una cierta situación. Aumenta el nivel de conciencia acerca de lo que se está pensando con claro sentido de propósito. Es casi como aprender algo por primera vez, en que estamos muy atentos y escuchamos cuidadosamente para determinar si estamos entendiendo y asimilando lo que se quiere llegar a saber. Otra característica del pensamiento crítico es que también se está consciente de la subjetividad con que cada uno de nosotros percibe. Todos tenemos emociones, sesgos y prejuicios que influyen en la forma de pensar y su expresión en las opiniones o puntos de vista. Será imposible ser totalmente imparcial, pero sí se pueden tener en cuenta los factores que forman parte de nuestra parcialidad y cómo es...

Índice

• Sobre este libro
• Introducción
• Parte I
• En busca de la llave maestra
• Parte II
• Asumir el desafío
• Parte III
• Nuevo conocimiento y creación de valor
• Epílogo
• El Proyecto 2050
• Glosario de conceptos y términos destacados
• Agradecimientos
• Bibliografía
• Sobre el autor