Empresarios novohispanos y sus vínculos en el Pacífico insular, siglo XVIII
eBook - ePub

Empresarios novohispanos y sus vínculos en el Pacífico insular, siglo XVIII

Felipe de Yriarte y Francisco Ignacio de Yraeta, sus epístolas

  1. 244 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Empresarios novohispanos y sus vínculos en el Pacífico insular, siglo XVIII

Felipe de Yriarte y Francisco Ignacio de Yraeta, sus epístolas

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Las aportaciones que se han hecho desde perspectivas económicas y estéticas en relación a la interacción entre México y Filipinas son, sin duda, invaluables y constituyen un soporte sustantivo para la comprensión de las relaciones sociales entre ambas naciones. El presente trabajo propone dar un paso más en este sentido; ofrece luz sobre diversos actores sociales de Nueva España y del Pacífico insular, a partir del estudio de la comunicación epistolar que sostuvieran Francisco Ignacio de Yraeta y Felipe de Yriarte, comerciantes de origen navarro y vasco respectivamente, con comerciantes de Manila, entre 1768 y 1797.Desde de la óptica de las elites vascongadas que se mantuvieron en el liderazgo económico, político e intelectual durante el siglo xviii, tanto en Nueva España como en las islas Filipinas, podemos ver las huellas de un complejo tejido social que participó en la interacción transpacífica. A través de la lectura de estas cartas podemos imaginar a aquellas personas y mercancías que cruzaban los océanos, el trabajo de los amanuenses atentos al dictado de las misivas, de los mensajeros encargados de entregarlas, transportistas de plata, seda o cochinilla, capitanes y tripulantes de galeones, religiosos a quienes se confiaba el traslado de objetos preciosos o dinero, monjas del convento de Santa Clara en Manila… en fin, tantos actores sociales que suelen pasar desapercibidos en los trabajos de historiografía.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Empresarios novohispanos y sus vínculos en el Pacífico insular, siglo XVIII de María Cristina Torales Pacheco en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Historia mexicana. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2019
ISBN
9786078560769
Categoría
Historia
Cartas de Nueva España
a las islas Filipinas
1
Señor don Manuel Gómez de Careaga:
Amigo querido: recibí con gusto tu estimada de 31 de julio próximo pasado, por la que veo recibiste los 12 zurrones de grana que me pediste, y te remití al cuidado de tu personero don Antonio Latinos, (que santa gloria haya) a cuenta del producto de los ocho embreados que éste me entregó, o entregó en Acapulco a mi comisario, para cuya venta o negociación me ha cogido la carreta de bajo, porque considerando que por la tiranía con que se procedió el año pasado en dicho puerto contra esas islas (¡ah, pobres de ellas!), no vendría en esta carga, de pensado no quise vender más que algo más que la mitad, y así me clavé, porque como no lo ignoras, aquí todo para así que haya noticia del navío que se espera.
Por cuya razón no se podrá ir en esta ocasión lo que me alcanzases, que discurro serán de siete a ocho mil pesos, restando el importe de la dicha grana y demás gastos, pero me hace una honrosa fuerza el que ni el dicho Latinos entonces, ni tú ahora, me avises qué permiso te quedó descubierto, pues sé que el duplo del principal de ésa pudieron regresar sin pagar ningunos derechos por los excesivos que de éstos pagaron en Acapulco; sólo que lo llenase el dicho Latinos, pero dudo que tuviese suficiente dinero para ello. En fin, espero que me avises en la primera ocasión, lo que hay en esto y en qué modo te he [de] embarcar lo que resultase a tu favor, pues la consabida pretensión no tuvo efecto.
Me alegraré que te hubiese ido bien con la dicha grana, pues aunque tú no me dices nada, un amigo de ésa [isla] me dice que te fueron los dichos doce zurrones; que la última que había, vendió el camastrón de mi paisano Lara a 7 y 8 pesos, y que Pacheco trajo o le trajeron de Cantón 2 zurrones comprados a 4 pesos, que fue bien barata; vuelvo a decir que me la agradecerás, porque como te dije entonces, si no te hubiera asignado de la que tenía hecha para España, no te hubiera ido, como no le fue al dicho Lara por medio de este mi tatay, aunque le pidió al mismo mi correspondiente de Oaxaca (que también lo es suyo) por no haber motivo; por lo que la que le va este año es porque dicho mi tatay se la encargó a seis meses, por si le pidiese dicho Lara, como se la pidió.
Te estimo como debo los seis pares de medias que me regalas; ya tengo ordenado al amigo padre Mercado que las entregue, pero no sé si correrán burro (allá le envié tu carta por si se ofreciere), que podían venir registradas al uso de España. Con el mismo Mercado te remito las cuatro libras de polvos que me pides para ti, los mejores que he podido conseguir en el estanco, donde no hay cosa de provecho. También lleva un pliego con 11 Mercurios, una Guía de forasteros y tres reales cédulas sobre las poblaciones de Sierra Morena, estas últimas te [las] regalo, pero las primeras te quedan cargadas, pues no ignoras lo que cuestan. Parece que te cuadran papeles curiosos, pues me pides; a fe que no me enviaste el que se construyó en ésa sobre establecer comercio a Cádiz, pero lo he visto porque le enviaron a mi Tatay, y éste como que sus cosas considera como mías (me quiere mucho, Dios se lo pague) y las mías como suyas, me [lo] envió luego, luego, para que lo viera. Están muy buenas y creo firmemente que las reflexiones no son de parte de ninguno de los dos zoquetes comisionados; bien que el bocón de Salgado, no es gago: es bastante ladino.
Ya sé que tu hermana tiene en poder del dicho mi tatay la canela que me acusas, pero no necesita que yo le estimule su venta, respecto a que para ello tiene más arte que yo; vendió un cajón, [y] está muy abatida por la mucha que abunda de España. Yo me hallo con una mediana porción, mía y ajena, que ni a 4 p 4 [sic] puedo salir de ella; no obstante, si se ofreciese, cooperaré con mucho gusto en el expendio de la de dicha tu hermana. Se me iba olvidando prevenirte que el dicho amigo Mercado lleva un par de medias de seda de España para mi paisana, tu consorte, en recompensa (aunque no correspondiente) de los dichos seis pares que tú me regalas.
No te envío las lilas que me pides porque están de 9 a 10 reales, que me parecen caras y que no le tiene cuenta. Yo vendí las mías ha como año y medio, a 7 reales en tercio, que gané en ellas de 50 a 60 por ciento libre, a cuenta del quebranto que me ofrecen otros géneros, aunque hoy ganaría mucho más si estuvieran existentes, pero no me pesa porque yo nunca me arrepiento de lo que vendo: me alegro que otros ganen en ello.
Raro pensamiento por cierto es el tuyo de que te vayan de España las 6 libras de polvos; 10 pipas de vino y Mercurios que me encargas (parece que te cuadró lo de por 7 y medio de arrobas de vino, su flete, 28 reales). Dudo que haya barco español directo de Cádiz a ésa, pero como lo haya te irán sin la menor duda, porque luego que recibí la tuya, le escribí en el correo marino de enero pasado al amigo Guardia encargándole te los remita, sacando dinero a premio de tierra y previniéndole que si le pareciere sean las pipas tercerolas, pues tú no me distingues el tamaño de ellas. Si te fueren, corre el premio de dinero desde el día que lo sacase hasta el en que los recibieses: riesgo de mar de tu cuenta, cuyo principal y premio me pagarás en el modo que quisieres. La compañía se extinguió el año de 62 por haberse muerto el buen Vergara, mi paisano. Irán avante a tu poder con la cuenta de su principal, premio y costos, que así se lo encargué.
Mira cómo compras las sedas, pues te propongo que en tus embreados he tenido a 4 y a 5% de merma. Estando siguiendo este párrafo, me llamaron de la aduana para entregarme (como me entregaron) el envoltorito de dichos 6 pares de medias, diciéndome, que no obstante, que al padre Mercado le decomisaron sus pettas [sic], habiéndose hallado en ellas dicho envoltorito. Me lo entregaron por ser conocidamente cosa de regalo; me costó 12 reales de porte porque de Acapulco lo despacharon con el correo con otros envoltorios de igual naturaleza. ¿Es posible (válgame Dios) que con el terrible ejemplar del año pasado enviarais nada sin registrar? ¿Qué cuesta sino sólo el registrar? ¡Pobre del padre Mercado! Me ha asegurado nuestro amigo Clavel que con sólo que en Acapulco las hubiese manifestado, no se le hubieran decomisado, y lo creo, porque lo mismo sucede en Cádiz con lo que va fuera de registro, para lo cual luego que ancla cualquier navío de Indias, se echa a bordo un bando mandando que lo que fuese fuera de registro, y que no se manifestase dentro de 24 horas, será decomisado, pero que haciéndolo, será salvo; que así se practica, ¡qué dolor por no haber hecho así!
Uno de estos señores inquisidores, pariente y recomendado del dicho amigo Guardia, es muy amigo mío, deseo complacerle: quiere que en el navío de este año le vengan 2 bejuquillos de oro de a un tercio y medio; y dos cadenillas ídem de a un tercio, por lo que te estimaré que luego que recibas ésta, los mandes hacer de ley de 15 a 16 quilates, curiosos, de color de oro, vistosos; y que luego que los acaben, los entregues al padre comisario fray Pedro de Sierra como también la adjunta, encomendándomele mucho; dile lo que importan, y si te lo diese, recíbeselo, avisándome lo que fuese. Y si no te lo diese, libra contra mí, que pagaré con su correspondencia, pero mira (Careaga hijo) que no haya falta en esto, no sea lo de mis otras menudencias de esta naturaleza, que ni este año me tocas siquiera de ellas.
En punto a las 10 o 12 varas para el teniente don Manuel Antonio de Aguirre y 50 para ti que me suplicas, no te puedo servir humanamente, aunque lo siento, porque1 estoy arrebañando cuanto puedo para enviar a España en el próximo despacho, para que me venga empleado en la primera flota, en una buena memoria que tengo pedida, motivo porque no ha ido medio mío este año a Acapulco. Estuve esperando a que me escribiera dicho teniente con este motivo, pero viendo que iban pasando días y que no lo hacía, le escribí con fecha de 6 del corriente, dándole la misma razón que te doy a ti, y a la fecha no tengo respuesta, que verdaderamente no sé en qué consiste, tampoco en qué te fundaste para enviar de tu cuenta las 80 varas de liencecillo, sólo que comprases de conveniencia, pues está todavía tan abatido, que yo tengo como 40 varas desde el año de 60, en que se compró en Acapulco a real y medio, y no he podido conseguir vender aquí ni a 2 reales.
Y siendo cuanto ocurre, quedo para servirte con fina voluntad, pidiendo a Dios que en la mejor salud te guarde muchos años.
México y marzo 20 de 1768.
Felipe de Yriarte
Fuente: 2.1.1, fs. 1v.-3r., 4r.
2
Señor Don Joseph Zaldumbide
Paisano y señor mío: A la estimada de vuestra merced de 22 del pasado, diferí darle respuesta con la expectativa de ver si en este último correo marino me venía alguna papeleta de España, que no me vino, motivo porque siento el no poder complacer a vuestra merced con él y, haciéndome cargo de todo lo que vuestra merced me expone en la dicha suya, digo que para el tiempo de la habilitación de la fragata nueva San José no puede llegar allí nada favorable por el cabo de Buena Esperanza, salvo que hubiese llevado algo bueno la fragata de guerra la Venus, que salió de Cádiz el día 7 de febrero del año pasado, y le tocaba llegar a Manila poco después que vuestras mercedes salieron por acá.
El Señor Anda habrá salido ya de Cádiz para allá, con cuya llegada (Dios lo quiera y con felicidad) me persuado que todo se pondrá bueno, mediante las grandes facultades que lleva, bien que creeré habrá una reforma general no sólo en la carrera, sino también en todas las islas; sin duda la cargazón de los navíos para ese puerto, se establecerá a Palmeo, lo mismo que en esta carrera de España, y en tal caso les tendrá mucha más cuenta al rey y a las islas, de que me alegraré no poco por lo mucho afecto que soy a ellas. Dios quiera que así sea.
En punto al envoltorito que me trae vuestra merced, no es nuevo el que esos caballeros oficiales reales almageen [sic] lo que se trae fuera de registro y se les manifiesta: todos los años me regala con otro semejante mi hijito Careaga, y me cuesta 12 o 14 reales, porque parece que ahí le entregan al correo y éste lo hace en esta Real Aduana, de donde me suelen avisar: del de este año no me han avisado todavía, que sin duda no habrá llegado; no obstante sírvale a vuestra merced de inteligencia.
Estimo la advertencia de que no trae ninguna canela, como todo lo demás que, como digo, me expone vuestra merced en la dicha suya [carta], pero pues no me toca nada de las sedas, parece prueba evidente de que traen vuestras mercedes muchas. Yo poco de...

Índice

  1. 1ª de forros
  2. Portadillas y página legal
  3. Contenido
  4. Introducción
  5. Felipe de Yriarte, comerciante navarro en Manila y en Nueva España
  6. Yraeta, autor principal de las cartas
  7. Sus redes transoceánicas y modos de operar
  8. Los destinatarios residentes en Filipinas
  9. Los jesuitas de Filipinas parten al exilio
  10. Los comerciantes de cara a la Ilustración
  11. A manera de conclusión: dos generaciones, dos mentalidades en el mundo hispánico
  12. Fuentes
  13. Cartas de Nueva España a las islas Filipinas
  14. Sobre la autora
  15. 4ª de forros