Si vas a Roma, llama a Paloma
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Si vas a Roma, llama a Paloma

Historias para recordar a Paloma Gómez Borrero

  1. 292 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Si vas a Roma, llama a Paloma

Historias para recordar a Paloma Gómez Borrero

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Índice
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Información del libro

"No me olvidéis", pedía la periodista Paloma Gómez Borrero poco antes de fallecer. Si vas a Roma, llama a Paloma es el retrato de una mujer para el recuerdo, una periodista con un don especial para contar e informar, repleto de anécdotas e imágenes inéditas.

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Sí, puedes acceder a Si vas a Roma, llama a Paloma de Pilar Gómez-Borrero en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literature y Literary Collections. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2018
ISBN
9788417236823
Categoría
Literature

1. Nacida para volar

Nació en la calle de la Libertad y le pusieron por nombre Paloma… Parece que tenía lógica que fuera a volar… por todo el mundo.
Aunque no olvidemos y recordemos con gran cariño ese sitio en el que hemos venido al mundo, también somos un poco de muchas otras partes por las que hemos pasado. Normalmente, son los lugares de nuestra infancia los que nos marcan más decisivamente.
Así se sentía Paloma:
Yo no soy solamente nacida en Madrid, sino criada en la capital. Y aquí tengo mi casa española, como antes tuve la de mis padres. Aquí crecí y aquí fui al colegio, aunque luego la vida me haya hecho dar más vueltas que el proverbial baúl de doña Concha Piquer.
No llegaría hasta el extremo de decir que soy romana, pero la Ciudad Eterna me ha marcado para siempre, y es uno de los sitios que me han hecho como soy.
La familia de mi padre, y mi padre mismo, eran originarios de Alcaudete de la Jara, que era y es un tranquilo pueblo de la provincia de Toledo, a escasos veinte kilómetros de Talavera de la Reina. Mi padre se llamaba José, pero siempre se le conoció como Pepe. Al decir de mi madre y de todos, tenía dos armas de conquista fundamentales: por un lado era guapo, con unos estupendos ojos verdes, y por el otro simpático. Era abogado, aunque no llegó a ejercer la profesión por su cuenta, y se dedicó a su cargo en el Ministerio de Agricultura, y más aún, a administrar las fincas familiares.
Mi familia materna, en cambio, procedía de la localidad manchega de Las Pedroñeras, en Cuenca, considerada la capital mundial del ajo. Mi madre se llamaba Paloma, y descendía de la familia Álvarez Mendizábal, el ministro desamortizador, y de una larga estirpe militar donde no faltaban los generales; de hecho la calle principal de Las Pedroñeras se llama General Borrero. La cama en la que yo dormía era la suya, y a mi madre le tocó en herencia un mantel de sus tiempos de responsable del Gobierno de Isabel II para no sé cuántos comensales… que jamás se puso sobre nuestra mesa.
Mi madre era muy alta para su época, y muy guapa, de una belleza que recordaba a la Moragas, famosa actriz de su tiempo, con la que Alfonso XIII tuvo más que palabras, y hasta dos hijos, María Luisa y Leandro —quien ha visto reconocida su real procedencia—. Mi madre conoció a mi padre en El Espinar (Segovia), donde su familia iba de veraneo, y con sólo quince años se enamoró de él. Y él de ella. En su casa quizá no eran muy partidarios del noviazgo —y no porque mi padre fuera un mal partido, en absoluto—, pero ella se mantuvo firme. Quería a su Pepe, y con su Pepe se casó. Así pues, como tantas veces sucede, por mucho que seamos gente de ciudad e incluso gente de mundo, siempre acaba saliendo un pueblo en nuestro camino. Y en el mío se cruzaron dos. Por parte de padre, Alcaudete de la Jara, y por parte de madre, Las Pedroñeras.
En un punto, sin embargo, sí diferían los caracteres de mi padre y mi madre. Él estaba muy apegado a Alcaudete de la Jara, donde le llamaban las fincas familiares y la figura de su padre. Ella, aunque también tenía a Las Pedroñeras en su memoria, era muy de ciudad, y aún más, muy de Madrid. Por supuesto, iba a Alcaudete en las ocasiones en que se requería la presencia de la señora de la casa. Pero desde el primer momento quedó claro que el matrimonio tendría su domicilio conyugal y estable en Madrid. En la calle de la Libertad, para más señas. Que también fueron las mías, porque allí nací yo.
A Alcaudete no se iba en verano porque hacía mucho calor, pero allí pasábamos las vacaciones de Semana Santa, las fiestas de la Inmaculada y algunos días con ocasión de la matanza. Solíamos ir con mi padre. Ahora las distancias se han acortado mucho, y los ciento veinte kilómetros que lo separan de Madrid ya no suponen el imponente viaje que teníamos que realizar a principios de los años cincuenta para llegar a la casa rural paterna. Claro que así se han perdido algunas de las peculiaridades del lugar, que a tantas anécdotas dieron ocasión.
La casa de mis abuelos en Alcaudete era una casona inmensa de dos pisos, que a mí ahora me recordaría a La casa de los espíritus, con un patio central acristalado donde hacían su nido las cigüeñas. Cuando murió el abuelo, mi padre se ocupó de la fábrica de harinas y junto a ella construyó otra casa, de tipo más urbano, con piscina en el patio, que estaba un poco aislada del casco urbano, en la salida de la carretera hacia Talavera. Como es lógico, el tráfico era mínimo, por lo que no teníamos el menor temor de que nos atropellara un vehículo, que se debían de contar con los dedos de la mano. [Fragmento extraído de su libro A vista de Paloma].
Hoy quien quiera visitar Alcaudete de la Jara encontrará que una de sus calles lleva el nombre de su ilustre vecina desde 2008. Paloma, además de disfrutar de sus vacaciones en el pueblo, también pasó allí los años más duros de la Guerra Civil española. Pero son los buenos momentos de libertad y travesuras infantiles por sus campos los que han quedado siempre asociados con su querido Alcaudete. Y su infancia tampoco podría entenderse sin sus queridos Alejandra Araque y Eugenio Valero —aunque para todos es ‘Moreno’—, porque siempre han sido parte de la familia.
Paloma era la mayor de tres hermanos. Jaime era el segundo, apenas un año menor, y el tercero, José Carlos, nació seis años después que su hermana. Paloma le vio tan pequeño de recién nacido que los hermanos decidieron bautizarlo por su cuenta, por si acaso no llegaba a la ceremonia oficial. No cabe duda que desde la infancia tenía un singular interés por los sacramentos.
Sus andanzas colegiales también darían pronto pistas de su desparpajo e imaginación. No había situación embarazosa para la que no encontrara una solución airosa. Estas primeras anécdotas clarifican su particular personalidad.

Una colegiala con mucha imaginación

Paloma Gómez Borrero comenzó su escolaridad en el Colegio Alemán de Madrid y después pasó al del Sagrado Corazón de la calle Caballero de Gracia, en la capital.
A principios de los años 40 no era frecuente encontrar ascensores en los edificios residenciales de Madrid. Sin embargo, alguna compañera afortunada de Paloma disfrutaba de los primeros viajes en elevador, evitando las cansadas escaleras. Eso despertaba su imaginación cuando alguna niña presumía delante de ella.
—En mi casa tenemos ascensor de subida y de bajada —contaba orgullosa la compañera.
—Pues es mucho mejor el sistema de mi casa —replicaba Paloma, despertando la expectación.
—¿Ah, sí…? ¿Cómo? —preguntaban por curiosidad.
—Muy fácil. Cuando llego a casa aviso a mi padre desde el patio. Entonces me ato un hierro encima de la cabeza, él se asoma al hueco de la escalera con un imán, y me sube a toda velocidad.
Lo más curioso es que había algunas compañeras de colegio que se lo llegaban a creer.

No hay problema sin solución

Las matemáticas no eran su fuerte… Su madre le hizo bordar a Paloma todo un mantel con las ecuaciones, potencias y raíces cuadradas para ver si así, gracias a la aguja, las terminaba aprendiendo. Por otro lado, su padre se encargaba de separar a los hijos en habitaciones diferentes para que su hija no pudiera convencer a su hermano Jaime de que le resolviera los ejercicios.
Sin embargo, si se le atragantaban los deberes buscaba la manera de resolverlo fuera de casa… En una ocasión, ante la dificultad de un problema «de la construcción» decidió coger el listín de teléfonos, que entonces incluía la profesión del abonado, y localizar a un ingeniero. Marcó su número sin reparo y le dijo:
—Buenas tardes, y perdone que le moleste, señor ingeniero —se presentaba la estudiante en apuros—. Tengo un problema de matemáticas que se me resiste y quería saber si me puede ayudar…
—Dime, dime —le respondió el amable ingeniero ante el desparpajo de la niña.
—Pues —comenzó a leer el complicado enunciado—, si 7 obreros tardan 10 horas en hacer un muro de 14 metros, ¿cuántos obreros harían falta para hacer un muro de 15 metros en 30 horas?
—El ingeniero le dio la respuesta: 2,5.
Se despidió agradeciendo su ayuda. Sin embargo, Paloma no se quedó muy conforme con el resultado y decidió escribir en su cuaderno: dos obreros y un niño que les ayuda.
Estaba claro que como periodista in pectore ya sabía cómo apelar a las fuentes solventes para resolver una duda o solucionar cualquier dificultad que se le presentara, por muy complicada que le pareciera. Por otro lado, no se limitaba a transcribir lo que le contaban, sino que aportaba su propia impronta con el fin de transmitir de la manera más comprensible posible su información. «Medio obrero» no siempre puede ser suficientemente claro o lógico para quien te escucha o te lee…

Una salida bien vista

[A vista de Paloma]

Su falta de soltura con las matemáticas la compensaba con imaginación. En una ocasión volvía del colegio del Sagrado Corazón a casa corriendo y sin gafas —que por presumida se quitaba a la menor ocasión, ya que veía muy poco—. En la esquina del cruce de la calle Marqués de Valdeiglesias con la Gran Vía se tropezó con una moto que estaba aparcada en la acera. Al oír el estropicio, salió de la famosa confitería Molinero el dueño del...

Índice

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Título y autor
  4. Dedicatoria
  5. Adiós, Paloma
  6. 1. Nacida para volar
  7. 2. Mi gran boda italiana
  8. 3. Pasión por vivir, pasión por contar
  9. 4. Embajadora de la fe
  10. 5. La vida es bella
  11. 6. Amigos para siempre
  12. Álbum fotográfico
  13. Mecenas
  14. Contraportada