Krummville 50
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Krummville 50

  1. 141 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Información del libro

Publicado recientemente por la Universidad Veracruzana en su colección Ficción, Krummville 50 es un libro salvaje, una crónica conmovedora que ofrece un guiño natural y franco a la profundidad y el misterio del sino humano.Con su prosa espontánea, Jorge Córdova Monares logra interesar desde el principio al lector en una historia de ritmo impetuoso donde las drogas, el alcohol, el sexo homosexual y heterosexual, la soledad, el dolor y el caos existencial son los principales ingredientes, durante un recorrido vertiginoso por los laberintos de la locura y la miseria, tomando como modelo la novela norteamericana de carretera inaugurada por el estadounidense Jack Kerouac, paradigma de la generación "beat".

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Información

Año
2017
ISBN
9786077605867
Edición
1
Categoría
Literature
Agradecimientos
César Sánchez, Diana Luz Sánchez, Evelia Arteaga, Patricia Maldonado, Arturo Morales, Lázaro Vergara, Arturo Ramírez, Francisco Núñez, Iván Hernández, Brenda Salcedo, Arturo Hernández, Guillermo Quintero, Omar Hernández, Gustavo Salas, Alfredo Alatorre, Catalina Córdova y Guadalupe Córdova. Porque cada uno, de algún modo, me ha ayudado a olvidarme de mí.
Una linda historieta más grande que el mismo signo de la vida, algo especial. Niños traficantes girando entre directores de cine, pintores de los años veinte. ¿Piensas que tu definición es importante?, de ser así me temo que no eres un tipo libre. Quiero control para esperar tranquilo el ansia que se aproxima. Pruébate, siempre hay una oportunidad para hacerlo, qué mejor momento, ya sabes, ahora en este siglo, es sábado y hoy sí abre el Museo:
Recostado, con la cabeza llena de pensamientos graves, Juan sintió que se quedaba ciego. Un resplandor en el cuarto de baño. Cansancio, pensó. Tragó saliva, la puerta se abrió con un sonido furioso y el resplandor lo alcanzó en la cama. Había estado inhalando coca la tarde entera mientras se lo sumía a una muchacha. Cada gesto con su respectivo sonido volvió a su mente y el cuarto se llenó con el olor a sexo. Cuando Juan estaba a punto de desfallecer de miedo vio salir del baño a su hermano, era un niñito afecto al cigarro. El chico echó una bocanada de humo y lo llamó, entonces entraron juntos al baño que se convirtió de pronto en un elevador.
—Tienes un problema, conozco la naturaleza de tu problema –dijo el niño mientras apretaba el botón para cerrar las puertas, entonces comenzaron a descender.
—¿Ah sí?, ¿de qué se trata?
—Tienes un feo vicio –sentenció el chico a la vez que fumaba de su cigarro–. Te gusta hacerte el niño, te gusta lamentarte de lo que has escogido para ti.
—Eres un estúpido, tú eres el niño –Juan volteó a ver a su hermano que seguía allí fumando, pero había dejado de ser un niño y se había convertido en un muchacho corpulento, de manera que se miraban de frente–. Creo que debo pensar lo que dijiste.
—Creo que debes… te sentirás mejor.
El elevador se detuvo y se abrieron las puertas. “Cualquier momento es el mejor para probarte…”
—Estoy vacío a causa de lo que he elegido, pues me he apartado de mi esencia.
—¿Tu esencia? –el muchacho saboreó el cigarrillo y salió del ascensor seguido por su hermano–. Mira –y vieron. Juan sobre la cama retorciéndose de miedo a morir–. Estás a punto de irte, amigo.
—¿Qué me pasa?
—Te sobredosificaste, pero eso no es nada, eso no es lo grave.
—¡¿Qué?! ¡Me estoy muriendo y dices que no es nada!
—¿Ves? Piensas que eres un tipo sensible y la verdad es que eres un patán lleno de rencor. Crees que la vida ha sido injusta contigo porque siempre terminas metido en situaciones como ésta, situaciones de las que no puedes escapar ni yendo a terapia. Crees que has cimentado tu vida en las necesidades de los demás, en la ayuda, pero la verdad es que sólo has visto por ti mismo. Juzgas a tu madre, a mí, a todo el mundo. ¿Piensas que eres diferente? Nunca has sacrificado nada por los demás, cada quien para sí.
—Yo he sacrificado todo por salir adelante, por tener algo mejor, he sacrificado mi espíritu a cambio de una mejor posición para todos.
—No… lastimas tu espíritu porque has dado rienda suelta a la locura de tomarse en serio, y ahora que estás vacío frente al águila que devorará tu vida, culpas a los demás por tus elecciones, porque desaparecerás inexorablemente. –Juan hizo una llamada de auxilio: lloró. En la cama, el resplandor iba desmembrando su cuerpo poco a poco dejándolo sin nada–. Puedes hacer algo al respecto –continuó su hermano–. Si te olvidas de la definición que tienes de ti mismo y abrazas tu destino como un cabrón huevudo libre de reclamos –pero Juan se reblandeció como migajón y se abandonó a su vicio de no olvidar.
En esta misma exposición están también las siguientes cinco piezas:
Soma
Ella cierra los ojos olvidando todo el dolor. Con solamente una exhalación se sumerge en sí hasta encontrarse en el centro de la habitación, su habitación desnuda. Besos, besos, nada importa, nada existió antes de esto, la certeza del bienestar es todo lo que hay. Como un sonido lejano e incierto la muchacha percibe algo que vive en su interior, y se aproxima a la superficie. Sin apresurarse siente y mira el tallo que emerge de su propio esternón ajustándose al mundo de una manera húmeda, extendiendo sus ramas en todas direcciones, conectándose con todos y cada uno de los acontecimientos de la mente. Un pulso, todo un nacimiento, pom, pom, pom. Besos, besos, ¿qué es esto?, no lo sé… un sentimiento, correr a un día soleado, un día de suerte.
—Hoy es mi día de suerte porque soy un tallo marrón abrazando a Dios, Dios es un dibujo secreto guardado en la bolsa del pantalón, Dios es la jeringa con que acabo de pinchar mi vena. De cualquier forma estoy viva y pienso seguir así hasta que amanezca y eso debe ser bueno, debe ser bueno, debe ser suficiente. ¡Diablos!
De modo que numerosas gotas de agua diáfana alimentan la flor que ha nacido en la cima del gran tallo-humano y ésta se abre majestuosamente a un cielo de crayón y también se quema en el mismo momento y es la misma cosa: la muchacha en su habitación corriendo a un día soñado.
En la azotea
Llovía ligeramente, el sopor de la droga circulaba en toda la noche y el cielo como un velo estrellado ondeaba entre sus cuerpos.
—Eres una princesa –dijo Lorenzo.
—No, tú eres un príncipe –contestó Sofía y tocó la cara del muchacho y fue un toque para siempre. Recorrió su brazo hasta encontrarse con la mano y la estrechó con el corazón. Miraron al otro chico caminando por la barda con los brazos extendidos y la cara levantada a la lluvia, era un acto lleno de magia, lleno de regocijo.
—¡Soy un suspiro! –gritó Sony desde su arrecife. Giró sobre un pie creando ondas acuáticas. Sofía y Lorenzo percibieron el olor de las algas porque el evento comprendía algo marítimo, de modo que se desnudaron y se zambulleron en la dichosa experiencia. Sony los alcanzó con una carcajada espléndida.
—Sólo somos los tres –dijo Sofía, la sirena.
—Sólo somos nosotros –murmuró Lorenzo y unieron sus bocas, las tres, pura buena onda en el océano, su azotea.
Chicago
—No me gustan los casos que impliquen alguna dificultad, te lo advierto.
—Espera, ¿sí?, te digo, al abrir los ojos ¡pum! Una sombra se pierde en la cocina y la puerta se cierra de golpe, un ladrón, ¿no?, entonces busco el revólver de mi mujer y recuerdo que lo trae consigo y ahí sí me empiezo a poner nervioso. De pronto todo se queda en blanco, en blanco… ningún pensamiento, ni recuerdo… nada. Mi cuerpo comienza a ver y a relacionarse con la experiencia sin explicación, sin razones, las cosas cubiertas por un resplandor milagroso, un resplandor poderoso en sí mismo. Percibo todo a mi alrededor y tengo una vívida sensación de hallarme en el mismo interior del universo… bip… bip… mi mente fija una imagen. Sin palabras entiendo que respiro, ¡fuuuu! Hasta el espacio exterior como un astronauta que contemplando el planeta Tierra a millones de kilómetros es invadido por la certidumbre de que su vida es un error, un matrimonio, casa, jardín, niños… bip… bip… esto se interrumpe y sostengo un diálogo con mi hermano, pero como cuando éramos niños. Estoy dormido en mi camita y me incorporo sobresaltado sin despertar completamente, entonces volteo hacia el comedor y empiezo algo parecido:
“¿Por qué Juan es así?” “¿Con quién piensas que estás hablando?” “Con… ¿con Juan?” “¡Sí, imbécil!, conmigo, y tú no eres precisamente una perita en dulce.”
No entendí lo que esa expresión significaba. Recuerdo haber tenido una vida diferente, bueno, en fin. Por todo esto pienso que necesito un nuevo lugar para vivir y por eso necesito tu ayuda, porque sé que ahora andas en los bienes raíces.
—Ya… sólo dime una cosa más, ¿había o no un ladrón en tu cocina?
—¡Oh, por Dios! Es lo que estoy tratando de explicarte, ¿no te das cuenta? Recibí una visita extraterrestre, tuve comunicación con un hombre del espacio que me hizo entender lo anodina que ha sido mi vida y pienso enderezarla, ¿ves?
—¡¡Aahhh!!
El desafío alado
Alrededor del mundo tirando líneas apenas diferentes de las órbitas atómicas, estoy buscando lo que me une a la noche. ¿Piensas que es algo agotado?, tengo un sinfín de detalles personales, no pienso que sea malo, me conmueve, pero también me aburre. Por otro lado tengo tantas caras:
Me veo caminando con Mónica apretando mi mano en una acera iluminada.
—¡Aquí es el lugar, no hay cover y sí muchas muchachas! Pasa a ver, amigo –y este es el grito de guerra de un cadenero de un lugar de terror. Recibo el volante y saco una brújula para encontrar la dirección, la experiencia, una lectura clara, una mágica inspiración, reconozco mi deseo, sé lo que quiero.
Man, no me interesan tus nenas, pero tú tienes cara de saber quién puede venderme unos puntos.
—No pues… por aquí no sé, pero hay mota y yo puedo atenderte.
—Gracias.
Me largo a una calle menos transitada, digamos que por ahora no sabría qué hacer con el maldito toque. Es cerca de la media noche, Mónica se entretiene saltando los charcos dejados por una lluvia poco abundante. A unos veinte metros distingo unas siluetas inclinadas observando algo en el piso. Conforme nos acercamos descubro un resplandor diminuto que emana del pavimento, ¿de qué se trata? Los investigadores se percatan de nuestra presencia y dejan aquello.
—Oye, ¿quiénes son ustedes? –pregunta un tipo muy alto con la cabeza cubierta con un paliacate.
—No somos nadie.
—¿Qué quieren por aquí?
—Sólo estamos dando un rol –mido el asunto, está este tipo del paliacate, otro un poco gordinflón y una muchacha pálida de ojos claros y nariz aguileña.
—¿Te interesas por alguna cosa?, ¿qué usas?, ¿qué le gustaría a tu damita?
—Déjala en paz. ¿Puedes conseguirme algo de coca?
—Claro, ¿por qué no? Vengan por aquí.
Los seguimos a una plaza circular repleta de árboles y en plena remodelación. Los investigadores resultan unos hijos de puta.
Estoy tratando de levantarme y la muchacha me pega una patada en la cara, oigo el chasquido de mi nariz y pierdo la visión po...

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  1. Agradecimientos